LIKE A PRAYER│DEAN WINCHESTER

By vesnax

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LIKE A PRAYER ━━ ❛ OH DIOS, CREO QUE ESTOY CAYENDO ❜ supernatural ─⊹⊱ season four ↺ season six ⊰⊹─ (... More

LIKE A PRAYER: THE WOMAN OF THE NIGHT
SEASON FOUR
━━ 01. after
━━ 02. two faces
━━ 03. woman
━━ 04. the powerpuff girl
━━ 05. hell
━━ 06. i lost a friend
━━ 07. lazarus rising (cry by my side)
━━ 08. fake smile
━━ 09. love story
━━ 10. queen of hell
━━ 11. skinny little bitch
dean's special: caregiver
━━ 12. arduenn v. winchester
━━ 13. judas is the demon I cling to
━━ 14. i was born demon
━━ 15. friends will be friends
━━ 17. i bless the rain down in africa
━━ 18. the princess
━━ 19. fallen angel
━━ 20. mission
━━ 21. endgame
━━ 22. second seal
━━ 23. the one where they open their heart
━━ 24. pestilince
━━ 25. long time ago
━━ 26. resurection
━━ 27. 💔
prayer special: britney 2007 but this bitch could never
sam special: the monster at the end of the book
dean special: oh no! i'm falling in love
━━ 28. the next great hell dinasty
━━ 29. future queen
dean's special: choice
━━ 30. kid
━━ 31. lucifer rising

━━ 16. express himself

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By vesnax


◖𓈈﹗ ﹙ capitulo dieciséis﹚
❛ ▬▬ EXPRESARSE ÉL MISMO. . . ❜


                    Había sido toda una odisea si la droga no hubiera estado presente en el momento en que aceptó quedarse con Sam y Dean por unos días en Salem no se sentiría tan mierda como lo estaba haciendo. La reina no había tenido ningún problema en que tomara unas vacaciones, solo le pidió que no se extendiera más de una semana, había un plan elaborándose para romper un sello y —como si no estuviera constantemente presente en su cabeza— un apocalipsis que desataba catástrofes naturales. Se sentía extraña en el mundo exterior, entre personas que hacían la compra y niños jugando en los columpios. Parejas iban tomadas de la mano, paseando el amor que poseían. La volvían celosa y asqueada. Recordaba a su ex novio y quería vomitar de lo necesitada que se había vuelto de sus palabras. Todavía extrañaba que la llamaran mi amor. Decía mucho, eran dos palabras poderosas. Mi amor. Una asociación que le parecía eterna. Todo un estamento de lo que una persona causaba en otra, permanecía grabado en su mente la voz de Dorian y la curva de la comisura de sus labios cada vez que la decía. La hacía sentir especial, la guardiana de algo tan vivo y pasional. Le gustaba mucho como la palabra Baby. Mamá la llamaba así porque era lo más preciado que tenía. La veía como su pequeña bebé a la que había jurado cuidar y hacer feliz por el resto de sus días. Una promesa inquebrantable. Si ella tuviera una hija le profesaría la misma devoción porque le gustaría que fuera su todo, justo como ella lo fue para su madre.

      Sam se marchó hacía unos minutos a comprar la cena, dejando a Lilith y Dean completamente solos por primera vez en el encerramiento de la habitación del motel. Suerte para la bruja que una inyección de heroína —se había metido en el baño a escondidas— la dejó descansando sobre la cama con los ojos cerrados y la mente divagando en pensamientos positivos, o mejor dicho, en aquellos que la lastimaban pero la heroína era su escudo y, entonces, era placentero. Su cuerpo y mente se elevaban de la pacífica cama, flotando hasta el cielo. No estaba abrigada entre las mantas, pero su cuerpo se sentía como si fuera invierno y estuviera enfrente de la chimenea de su casa, con las llamas altas y anaranjadas contrastando contra los copos de nieve. Una hermosa noche de invierno. El abrazamiento del amor profundo que la hacía sentirse viva.

      Escuchó vagamente los movimientos de Dean en la habitación. Se había acercado a la nevera y sacó una botella de Whiskey, bebió un trago largo y volvió a sentarse en una de las sillas. Tenían la mesa abarrotada de periódicos, fragmentos de asesinatos y noticias sobre las catástrofes ambientales, rotuladores y lápices y ambas laptops encima de una pila de libros sacados de la biblioteca municipal de Salem. Dean observaba el diario de su padre sin pasar de hoja, parecía atrapado en ellas. Lilith rio jubilosa, pensando que sobrevolaba entre las nubes, así como la primera humana en los brazos del arcángel.

      —¿Conociste a otros cazadores? —De pronto, Dean se dignó a pasar del cordial hola de hacía unas horas, aunque su pregunta no la entusiasmaba como lo haría un "¿cómo estás?"

      —¿Qué? —devolvió sobada. Se había pasado con la dosis.

      —¿En toda tu vida cuántos cazadores conociste? —repitió con poca paciencia.

      —John Winchester y sus hijos, Bobby Singer, James Lambert y Osam y Siete Hopkins —recordó entrecerrando los ojos. La luz estaba muy fuerte y le causaba nauseas—. ¿Tiene algo que ver con lo que dije?

      —No —refutó casi de inmediato—. ¿Conoces a un Lennard Ferrer?

      —Nunca escuché ese nombre. ¿Por qué? ¿Me vas a dar un sermón sobre los cazadores? Lo llevo esperando todo el día. ¿Cuándo me vas hablar o en un rato me enviarás el mensaje de la cena? ¿Solo hablaremos por mensaje?

      Dean la ignoró bebiendo un poco más volcándose otra vez en las páginas del diario de John Winchester. ¡Que hombre! Debieron haberle puesto las veinticuatro horas del día Express Yourself.

      —Hey hey hey hey... —canturreó—. So if you want it right now, make him show you how. Express what he's got, oh, baby, ready or not. Express yourself. Que gran canción, es la maldita reina del pop. ¿Cuál es tu canción favorita de Madonna?

      —Like a Virgin. —Lilith partió en carcajadas y también lo hizo Dean de una forma más moderada que ella, pero su risa había sonado en la habitación—. ¿Qué? ¿No me puede gustar?

      —Todo lo contrario, es perfecta para ti. 

      —Solo hablaré con la Lilith sobria —dijo bebiendo de la botella de Whiskey. Lilith resopló cansada, con pereza de levantarse de la cama en la que estaba muy a gusto. Terminó sentándose a medias, sosteniéndose de los codos para enfrentar al cazador.

      —No puedes hablar con ella.

      —¿Por qué no?

      Porque dolía lo que su mente la hacía atravesar. Los pensamientos la golpeaban, la desgarraban con filosas cuchillas penetrando su piel hasta los huesos, podía sentir el calor de las llamas y la perversión del ángel después de matarla. No podía soportar la imagen de su muerte entre sus brazos y el remordimiento de no ser capaz de evitarlo. Lilith sabía lo que estaba travesando gracias a las drogas, los alucinógenos en especial, que había consumido en un estado de gravedad emocional y resultaron en un viaje analítico para la revelación de sus intenciones al reencontrarse con su madre, incluso, de lo que significaba el apocalipsis. La percepción de si misma, como si estuviera leyendo una historia, llegaba para mostrarle el lado más oscuro de su personalidad, lo que tenía miedo de hablar en alto o si quiera pensarlo. El filtro impuesto por la sociedad y la propia educación recibida desaparecía entre las garras del ácido. Le gustaba la sensación de la heroína, calmaba su ansiedad; Le gustaba la cocaína cuando tenía que estudiar. Solía moderarla a su antojo para dar una actuación acorde a su alrededor.

      —Si tengo que sufrir la sobriedad, tú me vas a responder una pregunta. ¿Tenemos un trato?

      No era estúpido, sabía el tipo de pregunta que haría y no era de su agrado indagar en los sentimientos más profundos y tortuosos. Lilith sonrió como una villana de telenovela lo haría cuando admiró el disgusto estampado en un barrido de ojos y otro trago de Whiskey, ya casi acababa la botella. ¡La audacia para querer hablar con la Lilith sobria!

      —Bien —aceptó luego de un rato divagando—. Cúrate —Dean clavó sus esmeraldas ojos en ella ordenando ver sus pupilas normales. Tenía el presentimiento que acabarían con ella en cuanto la droga se fuera. Dean podía ser intimidante con lo fácil que sus palabras podían doler, tanto como un golpe.

      Lilith apretó ambas manos en un puño y cerró los ojos concentrándose en quitar la droga. La calidez de una chimenea en acción, quemando leña extraída del bosque, embarrando toda la casa familiar con el aroma a hogar. Hasta sus dedos estaban calientes por sostener una taza de chocolate caliente. Pronto, dejó de sentirse en una noche de invierno disfrutando una telenovela con su madre. Lilith se sentía tan vacía que quería empezar a llorar. Su cuerpo comenzó a helarse, el invierno estaba tan cerca como su cumpleaños e hizo todo lo posible para olvidarse de las fechas festivas.

      —¿No tienes frío? —preguntó incómoda. Se cubrió con las mantas del motel, pero no le fue suficiente, necesitaba algo más abrasador. Era una lástima que le había pedido a Judas que cuidara de Prayer hasta que volviera, pues, su gato odiaba los cambios bruscos de lugar y, cuando lo hacía, estaba días tratando de que se adaptara. No iba a obligarlo a pasar por estrés por unos días en un sucio motel. Necesitaba a su pequeño.

      El cazador dejó la botella sobre la mesa antes de levantarse dirigiéndose hacia ella. Podía sentir la decepción en su rostro, la frustración que acarreaba desde que había vuelto del infierno.

      —¿Qué carajos estás haciendo Lilith? Hablando con demonios, y no de los estúpidos, el más importante de todos. ¿La estás ayudando a que gane el apocalipsis y libere a Lucifer? El maldito diablo Lilith. ¿Y te parece que es la mejor opción? —Lilith estaba a punto de replicar, pero fue cortada—. ¡No! No me vengas con que no te entiendo o no conozco a "La reina". ¡Esta mal! ¡Ella es una perra!

      Hasta ahí logró contenerse. Lilith obtuvo fuerza para enfrentarlo.

      —Si vuelves a llamarla perra te voy a dejar inutilizable. No estoy bromeando, ¿Entendido? —pronunció claro y firme, como la orden de un capitán—. ¿De verdad tienes ganas de hacer esto? No nos vamos a poner de acuerdo ¡Nunca!

      —Sam me contó lo que hablaron —No la sorprendió para nada y tampoco le importó—. ¿Hiciste un trato después de que te enojaras y me llamaras estúpido por hacer uno? Es muy gracioso.

      —Al menos yo conseguí uno muchísimo mejor.

      —¿Eso crees?

      —Es la verdad.

      —No —Los ojos de Dean se volvieron aguados y su mandíbula estaba tensa—. Te vendiste a ti misma. No morirás en un año o en diez, pero no volverás de eso. Cada parte de ti no se recuperará, la vendiste a un demonio que lo único que quiere de ti es poder, solo un arma con la que luchar en un apocalipsis que tú no quieres. 

      —No es verdad. Si Sam te contó, ya debes saber lo que quiero —Dean lo sabía, lo confirmó cuando sus ojos suavizaron su expresión—. Mírame a los ojos y dime que no darías todo por una cena con tu madre y padre juntos, con Sam a tu lado. No apocalipsis, no muertes, no monstruos: solo tu familia cenando contigo. Mírame a los ojos y niégalo. ¡Dime que no darías todo! —Dean dio un paso atrás, una simple lágrima descendió de su ojo. Lilith tomó su silencio como respuesta—. Yo no me conformo con un momento. Yo quiero décadas, toda una vida y no tengo miedo de conseguirlo. Aceptaré las consecuencias como una mujer adulta.

      —¿Y tu piensas que tu mamá estaría contenta con lo que estás haciendo? —La voz de Dean se había roto, vuelto la de un hombre en sus cuarentana, profunda y grave, llena de dolor—. ¿Tu crees que no le romperías el corazón si le cuentas que estás ayudando a demonios? ¿Siquiera sabía que te bebiste...?

      —¡Si lo sabía! —gritó Lilith histérica. Escucharlo hablar de su madre la había destrozado—. ¡Fue la primera en saberlo! ¡Se lo dije desde el principio! ¿Y sabes qué pasó? ¡Exactamente lo que yo pensé que pasaría! Mi mamá me entendió y perdonó. ¡No me digas lo que ella pensaría porque no lo sabes! ¡No tienes ni puta idea! Yo conozco a mi mamá, sé qué me dará permiso para revivirla y estoy haciendo lo mejor que puedo.

      —¿Y por qué mierda quieres su permiso? Si no te lo da te vas a matar, ¿No? ¿Para qué mierda quieres hablar si estás tan segura que te dirá que sí? ¿Por qué mierda no terminas todo esto ya y no vuelves a hablar del puto infierno? —El corazón de Lilith se salteó un latido, juró que por unos segundos dejó de latir. La respiración escapó de sus pulmones y las lágrimas volvieron a casa—. ¡No estás segura! —le gritó la verdad. 

      Dean fue la única persona que se había atrevido a clavar un puñal tan directo que rascó aquellos pensamientos que la ponían enferma.

      —Mamá siempre me decía las buenas noches. No se salteaba ninguna. Entraba a mi habitación son su pijama ya puesto, el cabello atado en una trenza y decía: "Buenas noches Baby". Incluso la noche de su desaparición lo había dicho —Lilith tuvo que sentarse en la cama, sus piernas estaban temblando de dolor y la punzada en su pecho no la dejaba respirar. Limpió bruscamente las lágrimas—. El día en que murió no empezó nada bien. Yo quería estar junto a ti. Me levanté alterada porque en pocas horas no estarías aquí. No podía pensar en otra cosa, solo en ti. Y si ya me estaba sintiendo mal, empeoró cuando a último momento supiste lo que había hecho y te enojaste. Me sentí muy triste cuando dijiste "No quiero hablar contigo y ni puedo.". Así no era como ya nos habíamos despedido... Cuando mamá entró a mi habitación para darme las buenas noches me vio llorando por ti. Le conté lo que pasó... La última charla que tuve fue sobre ti. ¡TÚ! Tú fuiste mi última conversación con ella. ¡TÚ! Mi mamá dijo "No llores mi bebé, lo conoces, sobrereacciona... pero al final, Dean te ama." Toda la situación me puso furiosa y me fui al baño a ducharme y tratar de calmarme. Eso fue puto todo. Sus últimas putas palabras hacia mi fueron "Dean te ama" ¡Y tú ni siquiera lo haces!

      Sam entró a la habitación con dos paquetes de pizzas. Se encontró con lo que debió esperar dejándolos solos. Dean dio media vuelta regresando a la botella de whiskey que le vino perfecto para darle la espalda a ambos y poder limpiar varias lágrimas, como si fueran la mayor fragilidad para mostrar frente a su hermano menor. Lilith tomó su bolso decidida a ir a su habitación a dormir. No tenía la paciencia para continuar hablando con Dean y, mucho menos, para hacerlo con la presencia de Sam. Ya había tenido suficiente y su cuerpo estaba suplicando por alguna droga.

      —Al menos cenemos juntos —dijo Sam antes de que cruzara la puerta—. Solo me fui quince minutos, ¿Qué pasó?

      —No tengo hambre Sam, lo siento.

      —Vamos, Lilith, por favor —Sam trató de que no se fuera, pero Lilith cerró la puerta todavía llorando—. ¿Qué pasó? —escuchó preguntar. 

      El corazón de Lilith se había hecho pedazos. Dean había sido la única persona que lograba derrumbar todos los pilares que la habían hecho convencerse de llegar a lo que hoy en día era, haciéndola cuestionar cada uno de sus decisiones. Era increíble el poder que adoptaban sus palabras para hacerla querer arrancarse el corazón, mas fuerte que los alucinógenos y los grandes descubrimientos que había hecho. La bruja se metió al baño y prendió la ducha pensando que necesitaba al agua barrer la suciedad sobre sus hombros, la que se había encarnado en su rostro y la falsedad del maquillaje. Gotas ardientes besaron su cuerpo recordándole el calor que no tenía. ¿En qué momento se había dejado sobre las manos de otros? ¿Por qué le importaba tanto lo que Sam y Dean pensaran? ¿Lo que a Bobby decepcionaba? Mandy y Galilea preferían la compañía de otras, y Dorian había sido inteligente en darse la vuelta antes de que lo arrastrara al infierno.

      Necesitaba su permiso, no quería generar un conflicto como el ocurrido entre los hermanos. Obtuvo una claridad proterva en el sonido de las gotas caer sobre su cuerpo y la presión del agua al ser expulsada hasta el suelo brillante de azulejos. Los sacrificios no la asustaban, así era como se perseguían los sueños. Lilith salió de la ducha con una toalla envolviendo su cuerpo. Se volvió a poner sus bragas y mientras secaba vagamente su cabello pensó que no tenía más heroína para el resto de días... si es que se quedaría por unos más. Con lo acontecido con Dean no tenía nada de ganas de quedarse entre ellos. Lilith salió del baño dejando colgada la toalla y con la ropa que había usado durante el día sostenida entre brazos.

      —¿Qué haces aquí Dean? Vete —Al salir se encontró con Dean sentado en la cama con unos pedazos de pizza en un plato de plástico y una botella de agua. Lilith no tenía los ánimos para enojarse y su voz había salido agotada y muy calmada. Acomodó las ropas que sostenía para cubrir su pecho desnudo. No la incomodaba la desnudez enfrente de él, pero luego de las obvias intenciones y opiniones sobre su pérdida de peso prefería no fomentarlo.

      —No —dijo sin más, casi como un niño pequeño rezongando por quedarse un rato más jugando—. Te traje la cena y tu pijama —Dean le lanzó una remera negra que le pertenecía a él.

      —Vete —dijo esta vez más contundente—. No lo voy a repetir, voy a usar mi magia, por favor vete Dean-

      —No me quiero ir, de hecho, me voy a quedar hasta que termines tu cena —Le sonrió depositando el plato sobre un pequeño escritorio. Dean se acercó a ella manteniendo la mirada en sus ojos.

      Lilith tomó una gran bocanada de aire conciliando el alejamiento de su mal humor y el enojo que estaba sintiendo por lo frustrante de su relación con él. Necesitaba buscar un tipo de orden, un esquema conciso de los que hacía en su punto más alto de personalidad, lo que aquella Lilith universitaria emprendía para trazar un buen futuro. Lo que le haría muy bien era una cita con esa Liltih que tenía las cosas muy claras.

      —Date la vuelta, me quiero cambiar.

      Dean obedeció con un barrido de ojos. ¡La audacia de ese hombre! Lilith dejó su ropa sobre una silla y tomó lo que Dean había determinado como el pijama: la remera con la cara de scooby doo que ella le regaló para su cumpleaños. De pronto, acumuló saliva caliente y un ardor atravesar su rostro. Se la colocó rápidamente. Olía a Dean y a la chaqueta fea que una vez perteneció a su padre. Un aroma intenso a las botellas vacías de Whiskey, el sudor de la noche y gasolina. Ahora se sentía con la comodidad suficiente para sacarlo de su habitación.

      —¡Eh! —exclamó cuando la bruja usó la magia para arrastrarlo hacia la puerta—. No me voy a ir hasta que termines tu cena,

      —¡Que no soy anoréxica! —devolvió harta. Tomó un pedazo la piza y se lo comió casi de un bocado—. ¡Ya! —dijo con migas escapando de su boca—. ¿Contento? 

      —Te falta uno.

      —Bien —Lilith limpió su boca y necesito unos tragos de agua para pensar con mayor claridad. El silencio corrió entre ellos haciendo que el cazador se cruzara de brazos y plasmara su cuerpo como un pilar de cemento, inamovible y terco—. Dean, no nos vamos a poner de acuerdo nunca. Terminemos con esto, en serio, vete de la habitación. Es la última vez que te lo pido de buenas.

      —¿No quieres tu parte del trato?

      —¿Cómo estás?

      La pregunta impactó al cazador por la naturalidad de sus palabras que se dictaban inocentes y con una profundidad tan disruptiva que desató una reacción de las típicas, el mecanismo de defensa predilecto que la bruja tanto conocía. Dean Winchester soltó una risilla que lo colocaba en sumo descontrol de sus emociones. Era muy fácil deducir el lenguaje corporal en él. No sabía fingir.

      —¿Esa es tu pregunta? —Lilith asintió—. Yo estoy bien. Me sacaron del infierno con el cuerpo como si recién hubiera nacido. No dedos chuecos, mi piel está tan suave que parece algodón de azúcar y se han ido las cicatrices, a algunas chicas les asustan. Piensan que soy un tipo malo, pero ahora, me veo como un buen chico.

      Lilith escuchó con paciencia aguantándose las ganas de arrancarse los pelos.

      —Me alegro que te sientas cómodo en tu propio cuerpo —dijo un tanto irónica dirigiéndose hacia su bolso. Agarró su celular y le encendió—. Veamos... Aquí estás. Dean Winchester... Bloquear. Ahora no puedes enviarme mensajes o llamarme.

      —¿No te gusta mi respuesta? —dijo acercándose.

      —No es la verdad.

      Dean se sentó en la cama, cerca de la orilla, permaneció en silencio unos segundos en los que Lilith se sentaba a su lado, esta vez, con la punta de la nariz llena de curiosidad tratando de enfrentarse a su rostro escondido. Sus ojos esmeraldas se vaciaron en un punto imaginario.

      —¿De verdad me meterás en una escena chick-flick?

      —Encuentro muy triste que no puedas expresar tus sentimientos porque alguien te dijo que no seas llorón.

      Finalmente, se miraron de frente, a escasos centímetros que empezaron a intercambiar el aire.

      —Es lo de siempre —comenzó—. Nada que no pueda manejar —Lilith reaccionó abriendo sus labios a punto de protestar que se estaba marchando del punto inicial—. Lilith, no me hagas esto... Yo pensé que cuando saliera del infierno todo cambiaría. Sammy y yo haríamos casos blanco y negro, el monstruo de la semana, Bobby siendo Bobby y tu estarías feliz en tu hogar. No esperaba que Dios me tuviera entre cejo y cejo, un ángel me salvara, Sam no confiando en mí, Regina muerta y tu codeándote con el infierno. ¿Cómo te sentirías tú?

      —¿Me veo como alguien que está feliz? —Ambos estuvieron de acuerdo que se veía como la mierda—. Dean, yo también deseo que todo fuera diferente, cambiar la realidad con mis manos, pero ese nivel de poder es un deseo más.

      —Quédate conmigo y no con ellos, es algo que podrías hacer para mejor.

      —Dean —se quejó y estuvo a punto de explicarle que no iba abandonar su meta por él, pero fue interrumpida.

      —Me siento como la mierda, ¿Es lo que quieres oír? ¡El maldito mundo está por arruinarse! —A pesar de su prepotencia, el dolor combinado por la tristeza prevaleció en lo profundo de sus ojos—. Y Sammy está raro, pero al menos puedo poner un ojo en él, y tú... ¿Qué? ¿Vives en el infierno? ¿No te parece que es demasiado? ¿No crees que estarías mejor conmigo... y Sam? —Conteniéndose las lágrimas, Lilith negó con la cabeza—. ¡¿Por qué no?! Crees todo lo que tu madre te ha dicho durante toda tu vida excepto sus últimas palabras, asombroso Lilith.

      —Bueno, no eres muy bueno para comunicarlo.       

      El cazador le robó un beso de repente en un movimiento limpio y acelerado que la dejó descolocada y con los sentimientos convirtiéndose en un remolino. Dean pareció arrepentirse de haber dejado que su impulsividad ganara el control. Lilith observó como su mano comenzó a temblar. No sabía si era por la abstinencia mental que le era imposible de curar con su poder, el contacto plasmado en sus labios ardió bajo la mirada expectante de Dean, esperando una reacción de las suyas. Talvez no esperaba que Lilith le robara otro beso.

      Pronto, se encontraron besándose como si nada hubiera pasado y alguien los hubiera transportado un año atrás, cuando comenzaban a pasar noches enteras juntos, besándose por horas con una película de fondo que habían puesto para tener un poco de brillo en la oscura habitación. Dean alcanzó su cintura con sus manos, presionando las yemas de los dedos en su piel por encima de la camiseta. Pensó detenidamente lo que estaba haciendo cuando su ansiedad no terminó con el temblor de su mano. Un beso quemó sus labios. Lilith se sostuvo de los hombros, enterrando una de su mano en el cuello, lo atrajo y cuando estaban atrapados dentro de un abrazo, se dio cuenta de los sentimientos que encerraba por él. Podía estar enojada, frustrada, triste, pero no quería apartarlo de su vida. Lo extrañaba como un amante.

      —No digas que no lo hago —murmuró Dean—, porque lo hago.

      Él la besó por fin hablando la verdad. Dean enlazó los dedos con la mano de Lilith mientras la recostaba parsimoniosamente sobre las almohadas. Las mejillas adoptaron el color de las llamas con cada beso que acompañaba unos fuertes latidos de corazón que hacían vibrar la piel cuando el torso del cazador conectó con el menudo cuerpo de la mujer. Dean le quitó la camiseta y su cuerpo estuvo expuesto. Fue notorio que los nervios la atacaron de manera brusca y así como parecieron, se esfumaron por la atención que Dean había empeñado en besarla hasta alcanzar cada centímetro de piel. Descendió por su cuello y terminó en sus piernas, prevaleciendo al hombre cuidadoso y tierno que conocía.

      Su cuerpo se saturó de besos y chupones. Lilith logró desatar el cinturón después de varios intentos fallidos en los que Dean redirigía su mano hacia otro lado menos su pantalón. Quería extender las horas hasta que ya no podía aguantar más. Lilith se colocó encima y lo montó como solía hacer.

      —¿Entonces qué hacemos ahora? —preguntó Lilith después de que habían terminado de tener sexo. Dean regresaba del baño con sus boxers puestos otra vez. Miró la hora en su celular: las 3: 30 a.m.

      —¿Ahora? —dijo apagando las luces en el camino hacía la cama, una sonrisa estaba pintada en su rostro—. Vamos a dormir —Dean la tironeó para que se acostara entre sus brazos. Lilith lo hizo todavía con una mirada preocupada.

      —¿Si, pero en la mañana?

      —Llamas a esa amiga tuya que, por cierto, ¿Judas? ¿En serio Judas? —Lilith puso los ojos en blanco—. Bueno bueno, tranquila tigre, voy a dejar de lado ese detalle. Empacas un buen bolso con tus cosas, te traes a tu gato y vives conmigo y Sam, te hacemos un espacio entre nosotros. Sin problema —La besó, pero Lilith no estuvo contenta.

       Se levantó con los hombros pesados y un nudo en su garganta que se pudría alimentándose de los malignos pensamientos que estaban por colapsar todo lo que avanzaron esas horas. ¿Dean había entendido todo mal? ¿Su idiota mente dedujo que acostarse significaba que adoptaría su filosofía y se volcaría a predicar como una puta monja su visión de blanco y negro en el apocalipsis? ¿Dean de verdad estaba pensando eso? Le tenían que estar haciendo una broma. Lo había extrañado y eso involucraba el tipo de relación que tenían: lo sexual y los besos que a veces se sentían como los que Dorian le daba. Eran las pequeñas cosas que habían enriquecido y hecho adictivo los momentos a las casi cuatro de la mañana, un horario que era especial. No había nada más que hacer afuera, la ciudad se detenía del ruido y los estímulos de la sociedad. Eran solo ellos dos en una habitación, encontraba la situación tan significativa que no podía expresarlo con palabras. ¿Él se sentía de la misma manera? Si estuvieran en su casa, ya habrían puesto Seinfeld, la sitcom favorita que compartían risas silenciosas y siempre desencadenaban a que pusieran pausa porque Dean recordaba una anécdota de uno de sus casos que era tan gracioso como un episodio.

      —¿Me estás puto jodiendo Dean? —En sus ojos se vio el enojo más puro y aterrador—. ¿Me estas diciendo lo que tengo que hacer?

      —No no —se apresuró a decir—. Yo solo... Yo, no me dejes de lado, no me ocultes cosas como si fuera el maldito F.B.I. Confía en mí, estoy aquí para ti. Solo digo que... escuches una segunda opinión, con quien te juntas no son exactamente un rayo de sol. ¿Bien?

      —Te prometo intentarlo, ¿Estamos bien? —Dean asintió invitándola a que vuela a recostarse sobre su torso. Lilith apoyó la cabeza encima del corazón y escuchó los latidos susurrar en su oído—. ¿Dean?

      —¿Qué?

      Lilith quiso preguntar sobre lo que sucedía entre ellos, pero le pareció una conversación apresurada.
      —Olvídalo, buenas noches —Le dio un corto beso en los labios antes de cerrar los ojos e intentar conciliar el sueño. 








💬!▬ @vesnax
(autor's note)

perdonen por no actualizar en varias semanas, estaba ocupada en mi vida xd.

en el director's cut voy a cambiar algunos detallitos en la narracion como que lilith no dice realmente que hará si su madre le dice que no y, por ende, la ruptura con dorian tomaría otro significado, pero de mientras, ust lean como les voy escribiendo ajaj

lilith y dean <3

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