❞ TIEMPO ❞
LAS SIGUIENTES SEMANAS FUERON EXCELENTES PARA LA GRAN MAYORIA. Bella poco a poco empezaba a abrirse con sus compañeros de curso al igual que conmigo. Volvía a ser la misma chica de antes, tal vez con menos brillo pero cada quien a su tiempo.
En mi caso me pasaba las tardes en la casa de Sam, la mayoría del tiempo estaba con su impronta al ser la única amiga que tenía, o al menos eso fue hasta que llegó Kim, la impronta de Jared. A partir de ese entonces estábamos las tres juntas.
Paul estaba la mayoría del tiempo intentando coquetear conmigo pero nunca lo lograba por varias razones: por los gruñidos de Sam, quien empezaba a ser como un hermano para mi; o por la manera en la que lo ignoraba.
Charlie estaba trabajando bajo la presión de la familia de Railey, uno de los desaparecidos de Seattle, que al pasar de los meses dejaba de ser el único, ya había varios casos que se le sumaban.
Ahora estábamos en la casa de el alfa como era costumbre, cocinabamos entre las mujeres lo que parecía ser comida para una base militar cuando en realidad era para tres lobos con estómagos sin fondo.
Paul estaba sentado en la barra de la cocina diciéndome piropos inútiles.
- Última advertencia, Lahote. - Me giré a el con rostro inexpresivo. - Estoy siendo educada, ya para.
- Por favor, nena, tú y yo sabemos que serás mía.
Sonreí de manera inocente para después volar un cuchillo hasta dejarlo en medio de su entrecejo.
- Vuelveme a llamar nena. - Lo rete.
- Baja el cuchillo, Mel - Regaño el alfa - Ahora. - Uso su voz de alfa. Me giré a el con molestia notoria en mi mirada, el cuchillo paso en un rápido movimiento a estar delante de el.
- Conmigo no uses tú voz de alfa, Uley.
- Lo siento, la costumbre. - Se disculpó mirando el cuchillo delante de su nariz.
Volví a dejar el utensilio donde estaba para seguir con la comida, en todo el trayecto las improntas miraban la escena con sorpresa a pesar de que de cierto modo se lo veían venir.
- ¡Qué le hiciste a Sam! - Gritaron al unísono los betas con las improntas.
- ¿De qué hablan? - Pregunté confusa mientras seguía cortando las verduras.
- Acaba de pedir disculpas por usar voz de alfa. - Habló con obviedad, Jared
- ¿Lo estas manipulando? - Preguntó ahora el otro beta.
- ¿Puedes manipular? - Volvió a tomar la palabra el otro beta.
- Puedo controlar mentes, pero no, no controlo la de Sam. - Bufe.
- ¿Qué puedes hacer? - Se unió a la conversación la nueva integrante.
- Primero que nada todo lo que hago es a base de mi aura, la cual es el color color rojo que aparece en mis manos cuando la utilizo o la de mis ojos. Aún que cuando uso la magia brillan de un rojo más intenso todavía.
Explique con calma mientras metía las verduras ya cortadas en la olla que estaba sobre el horno.
- Segundo, tengo varios poderes descubiertos, el consejo dice que puedo tener más pero están bloqueados. Uno de ellos es el control de energía, como mover el cuchillo como vieron o crear esferas de energía para golpear.
Con mis dedos hice una pequeña esfera de energía mostrándola, después la lanze a una manzana que estaba sobre la mesa, logrando atravesarla en un corte limpió.
- También puedo hacer campos de energía, son como escudos echos de la misma aura y con esa misma energía también puedo "volar" por decirlo así aún que es más levitar. Básicamente mis poderes de basan en energía o la mente. Puedo leer la mente, sentir las emociones, manipular a las personas a través de la mente, también puedo borrar recuerdos pero todavía no lo práctico mucho.
Ellos escuchaban cada palabra que decía atentamente, parecían pequeños niños escuchando una historia en el jardín de infantes.
- Por último la sanación, pero creo que entra en manipulación de energía porque es lo que uso para cerrar la herida. - Hablé con duda.
- Eres increíble. - Murmuró atónito - Y aún no entiendo porque no quieres salir conmigo.
Áis fue como otra vez un cuchillo termino justo en el entrecejo de Paul Lahote.
Hoy me tocaba ir a buscar a mi sobrina a la escuela, habíamos acordado que un día la buscaría yo, al otro día iría ella sola y así sucesivamente.
Estaba apoyada en la moto con los cascos esperando a que suene el timbre mientras sentía la mirada de la mayoría en el estacionamiento. Era la noticia del pueblo, como nadie se acercaba a hablarme por la cara poco amigable que ponía era un total misterio para todos.
Era la tía de Isabella Swan, la cual apareció justo después de que las celebridades del pueblo se vayan dejando a una dolida sobrina a su cargo. Lo único que sabían de mi era que me juntaba con los chicos de la reserva que para colmo eran el grupo de la celebridad de allí como eran los Cullen aquí.
La manada no hablaba con nadie que no sean ellos, el consejo, o los posibles candidatos a tener el gen lobuno.
¿Cómo sabía todo lo que pensaban de mi y la manada? Indagando sin permiso alguno en sus mentes. Aveces me sentía una vieja chismosa pero no había nada interesante en el pueblo, con algo debía de entretenerme.
El timbre de la escuela sonó indicando que mi preciada sobrina había terminado su hora de clases. Era la primera vez que venía antes de que sonase, en realidad siempre llegaba dos o tres minutos después.
Ella salió bastante apagada a lo que era realmente, después soltó un suspiro para sonreír y mirar el estacionamiento supuse que buscandome. ¿Quién rayos sonríe sola? Ella. Cuando me encontró pareció sorprenderse pero lo ignoró para venir a donde yo estaba.
- ¿Qué ocultas? - Pregunte sin rodeos.
- ¿De qué hablas? - Sus sentimientos empezaron a ser de vergüenza, culpa y miedo.
- Sabes que no puedes mentirme, Isabella. - La miraba fijamente tratando de descifrar que era lo que ocultaba.
Ella conmigo era un libro plenamente abierto, peor ahora parecía empezar a cerrarse, cosa que no me gustaba para nada, ya pasaron más de tres meses desde su supuesta ruptura pero parecía empezar a retroceder nuevamente.
- Nada, sólo vámonos.
No debo haberle echo caso porque las siguientes semanas pareció empeorar. Empezaba a volver a su agujero de depresión, al parecer mi llegada había logrado distraerla de momento pero poco a poco se volvia a sumergir en la oscuridad.
Kim y Emily me decían que la invite a a reserva pero no era un lugar para ella, era muy movido a lo que estaba acostumbrada, además de que todos teníamos la misma edad mientras ella era cuatro años menor.
Hablar con los chicos era en vano, ellos no sabían sobre mujeres sino era por sus improntas, Paul era un caso a parte, el era... Paul.
Ya no sabía que hacer así que se me ocurrió ir unos minutos antes de que Isabella salga de la escuela para hablar con una de sus amigas, la chica odiosa que vi alguna vez en sus recuerdos, Jessica Stanley.
- Buenas tardes, ¿Jessica? - Saludé con duda. Ella se giró dejándome agobiada con sus emociones tan densas.
- Hola. - Sonrió con falsedad pero se notaba nerviosa por impresionar. - ¿Eres la tía de Bella?
- Si, Melanie Higginbotham. - Estire mi mano en su dirección, ella la aceptó con la misma sonrisa pegada en su rostro. - Quería decirte que quería llevar a Isabella al cine y se me ocurrió invitarte, ella a estado distante de las personas por su ruptura pero se que tú le caes bien. - Con cautela envié una ráfaga de energía dejándome ver sus pensamientos.
《¡Oh por Dios! ¡La tía de Bella me acaba de invitar al cine! ¡Voy a presumirle a Tyler! Pero es más que obvio que no sabe que Isabella no habla con nadie desde su estúpida ruptura con Edward》
- Claro, ¿Cuál veremos? - Sonreí de manera ladina tratando de no ahorcarla.
- Que la eliga, Isabella. Mañana en la noche ¿Te parece?
- Sisi. - Asenti con la cabeza retirandome hasta llegar a la motocicleta donde esperaría a que llegase mi sobrina.
Me dolió saber que Isabella había mentido con que se hablaba con sus antiguos amigos, ella me hizo prometer de que no me meteria en su cabeza, que le diera privacidad, y lo único que logró es de que me mienta. Isabella nunca me había mentido antes.
Sabía que tenía un lazo que la unia al vampiro pero aún así había más personas en el mundo, podía ignorar unos momentos ese maldito hilo que los unía para obtener una pisca de felicidad. Ella no se merecía sufrir tanto.
Ahora estaba obligando a Isabella a vestirse para estar listas a la hora en la que había acordado salir con Jessica.
A principio se enojo por haber realizado una salida con su "Amiga" sin su permiso, pero después cedió sabiendo que si seguía con su capricho terminaría por vestirla contra su propia voluntad, después de todo seguía siendo la adulta a cargo.
Ahora no dejaría que me mienta, envié una ráfaga de energía para poder leer sus pensamientos de manera constante, así podría estar al tanto de todo. Poco a poco estaba perdiendo mi confianza.
La bocina del coche sonó indicando la llegada de la chica Stanley.
- Muy bien, hora de ir. - La empuje hasta el puso de abajo recibiendo gruñidos y quejas de su parte. - Le escribiré una nota a Charlie para indicarle que salimos, ve a recibir a tú amiga.
Sin protestar fue a hacer lo que pedí. Deje la nota pegada en la tapa de un taper el cual contenía comida que había echo para que el sheriff tenga comida saludable para cenar.
- Hola, Jessica. - Salude formal volviendo a sentir sus abrumadoras emociones, por un momento diría que hasta parece enamorada.
- Hola, Melanie. - Tenía una sonrisa risueña que me incomodaba.
Subimos al auto de la chica para ir a el cine donde veríamos una película de zombies que había elegido mi sobrina, me sorprendió su elección pero no la juzgue, después de todo era una de mis temáticas favoritas.
Cuando llegamos miraba emocionada la película a pesar de escuchar las exclamaciones de asco y sorpresa que daba Jessica. Mientras Isabella se mantenía inexpresiva.
Cuando terminó tenía una sonrisa satisfecha en la cara que también era de diversión por las quejas idiotas de Jessica.
- ¡Como les pueden gustar ese tipo de películas! Es decir, el virus se expande a través de la lepra y no es gracioso, mi primo sufrió lepra...
Pero deje de escucharla cuando el pensamiento de Isabella me alarmó.
《Un recuerdo vino a su mente de la noche en la cual Edward la había salvado de los hombres en el callejón. ¿Y si me pongo en riesgo vuelve? ¿Si siente que me puede pasar algo volverá? ¿Me salvará?》
Me giré incrédula y furiosa para ver porque mierda era que pensaba eso, al seguir su mirada pude ver un grupo de motociclistas llamándonos de manera perversa y asquerosa pero eso pareció importarle poco.
- Ya vuelvo - Avisó empezando a caminar. La tome dle brazo de manera brusca.
- Ni se te ocurra ir, Isabella Swan. - Regañe apretando la mandíbula, lo que estaba haciendo estaba fuera de los límites, era una locura
- Estoy bien, los conozco. - Aseguró saltándose de mi agarré.
- ¿De dónde conocerias a esos tipos, Bella? - Preguntó apurada y temerosa Jessica pero ella no le respondió sólo siguió su camino.
Edward no va a aparecer, el no va a volver pero ella no sabe eso, ella quiere probarlo metiéndose en un terreno peligroso.
Apreté mi mandíbula aún más mientras respiraba de manera sonora, apretaba los puños con fuerza, sin poder evitarlo mis ojos empezaron a tomar el rojo más fuerte. Si Edward no aparece lo haré aparecer yo.
- Retrocede. - Isabella dió un salto en su lugar al ver a su amor delante de ella. - No hagas esto, vuelve. - Intentó acercarse a el pero la ilusión se fue.
- Jessica vuelve a casa, yo la llevaré, te pido disculpas. - Dije rápidamente empezando a seguir a mi sobrina que parecía estar demente.
- ¡Eh mi amor! ¿Te llevo a dar una vuelta? - Le preguntó un hombre que parecía ser veinte años mayor.
- Vuelve a casa, Bella.- Cuando ella pareció entrar en razón borre la ilusión pero de nuevo tomó carrera. ¿Qué es lo que quieres?
《Volverás conmigo》
En definitiva mi sobrina estaba perdiendo la cabeza. Grité su nombre pero me ignoraba, se subió con el extraño para irse en su moto dejándome desesperada sin saber que más hacer, trate de hacer una ilusión de Edward pero cada vez se iba más lejos costando mi trabajo.
- Ya me cansaste.
Envié una ráfaga de energia directo a su cabeza empezando a manipularla.
- ¡Ya para! ¡Frena! - Gritó Isabella bajo mi control. El hombre asustado decidió traer de nuevo a Isabella donde yo estaba.
- Estas en serios problemas. - La tome del brazo sin delicadeza alguna arrastrandola para tomar un taxi para volver a casa.