Contigo

By isamorgenstern145

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-Te dije que volveríamos a estar juntos, princesa. Segunda parte de "Conmigo" More

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LI

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By isamorgenstern145

Habían pasado dos días desde que no estaba aquí, pero por alguna razón se sintió como una eternidad.

Tenía que admitir que mis ganas de regresar eran pocas, no quiero volver al lugar que Michael me había dejado encargada.

Sus palabras, su desdén, su mirada...quería salir corriendo. Huir lejos para olvidarme de él y de la manera en la que me lastimó.

Pero por más que no quiera volver, aquí me encuentro, a unos cuantos metros de la puerta trasera.

Al estar a un paso de la puerta, detengo el movimiento de mi mano que iba a tocar la puerta. Puedo dar vuelta e ir a otro lugar, uno muy lejos, donde la culpa de abandonar a Michael no me consumirá, un lugar en donde tal vez me olvide de que él está con alguien y más y que nunca me amara a mi.

Bajo mi brazo y respiro hondo.

No vale la pena luchar por algo que nunca ocurrirá.

Me volteo.

Me detengo.

La puerta es abierta.

-¡Alexis, querida!- aprieto mis manos en puños al escucharlo. Me volteo con lentitud- Te estábamos esperando...-Esteban se hace a un lado y estira su brazo- Adelante.

Lo observo por un momento, tiene su típica sonrisa, pero esta vez no es burlona, solo es una sonrisa. Pienso si entrar o no, de verdad no tengo ánimo para aguantar sus bromas o burlas, solo quiero estar tranquila, tal vez llorar un poco, olvidar lo que aconteció ayer.

Miro a Esteban a los ojos, no hay ni un rastro de burla. Frunzo mi ceño.

Decido entrar.

Paso por su lado, no detengo mis pasó, él me sigue. De un momento a otro se encuentra mi lado para subir las escaleras.

-¿Qué sucedió exactamente?-pregunto mientras miro al frente. Siento la mirada de Esteban en mi.

-Bueno...-Esteban se queda callado por un momento para luego suspirar y volver a hablar- Como ya sabes, una especie de equipo policía vino a revisar habitación por habitación.. no es difícil asumir que la razón es por Michael...-Aprieto mi mandíbula al escuchar su nombre. No puedo evitarlo, duele- Antes de que se dieran cuenta, convencí a uno de los prisioneros para que tratara de quitarle el arma a uno de esos hombres, ellos se alteraron y magicamente se fueron.

-Fue una buena idea- es lo único que digo mientras terminamos de subir las escaleras. La situación es extraña, Esteban no ha dicho nada hiriente para mi sorpresa. Tampoco es que quiera escuchar una de sus bromas, pero solo...no se, es extraño.

Al verlo no puedo evitar pensar en su mayor defecto. Sabía que Esteban era capaz de muchas cosas, pero acosar tanto a su propia hermana al punto que esta hiciese lo que hizo...está loco. Y sin embargo, aquí está, a mi lado, pareciendo el ser humano más normal del mundo. Supongo que las personas menos cuerdas son las que más aparentan en estarlo.

Todavía me pregunto cómo Michael pudo socializar con una persona como Esteban.

Pero...a quién estoy engañando.

Michael tal vez es igual o peor que Esteban.

-Tierra llamando a Alexis- Mi vista va hacia Esteban que se encuentra agitando su mano en mi rostro. Doy un paso hacia atrás dándome cuenta de la cercanía en la que nos encontrábamos.

-Disculpa...¿Qué decías?

-Nada- contesto él rápidamente- Solo te veías ida.

-Si, yo...

-Tranquila, todo está bajo control- cuando me doy cuenta, estamos frente a la oficina- Yo me encargué de todo.

-Gracias- Digo mientras abro la puerta.

Esteban ríe.

-Estas siendo muy agradecida hoy, ¿será que tendrás fiebre?- Río sin gracia. Paso una mano por mi frente; estoy exhausta.

-Estoy bien...solo estoy cansada.

Esteban asiente. Rodeo el escritorio y me siento. Él se queda parado.

-Tenemos que pensar en algo, socia- Dice Esteban de repente. Lo observo.

-¿No es que lo tenías todo bajo control?

-Bueno, si, la situación de hace dos días, pero opino que deberíamos prepararnos si vuelven.

-¿Crees que vuelvan a venir?- pregunto. Mi voz tiembla, no oculto mi miedo a tal pensamiento.

Esteban coloca sus manos en los bolsillos de su pantalón. Sus respuestas tardías me sacan de quicio. A veces lo hace para fastidiar, pero esta vez se ve...nervioso.

-Siendo sincero...-Estiro mi espalda- Si, estoy seguro que volverán.

Me recuesto en la silla y cierro mis ojos por un momento. Una jaqueca se aproxima.

Suspiro.

-No le digamos nada a Michael...-junto mis manos-no me gustaría preocuparlo.

Esteban no dice nada, solo me observa. Conozco esa mirada, lástima.

Me sorprende que él sea capaz de sentir tal cosa.

-Haces mucho por él...-se escucha sincero. Lo miro impactada-Y no deberías hacerlo...

Él esperaba que hablara.

Me quedo en silencio.

...




















Acaricio el cabello de Aisa con lentitud.

Se encuentra cerca, muy cerca, y me encanta. Estamos en la sala, sentados en el sofá. Bueno, ella en mis piernas. Está de perfil a mi, quería que se sentara de esa manera porque así puedo admirarla con facilidad. Me encanta verla.

Aisa no se aparta, no se tensa, no tiembla, nada. No hace absolutamente nada, y tengo que admitir que eso no me genera ningún malestar, lo que sí me molesta un poco es que ha estado muy callada, desde que Alexis vino. Quiero escuchar su voz, que diga lo que sea, me estresa que no hable, me preocupa.

Aunque si soy sincero, prefiero a que esté así a que peleemos.

Sigo acariciando su cabello con lentitud. De repente veo como los ojos de Aisa se llenan de lágrimas. Respiro hondo, ella se tensa.

Con cuidado llevo mi mano a su mejilla donde pequeñas lágrimas han empezado a caer, Aisa se relaja un poco. Sin embargo, su expresión no cambia, no se lo que siente.

-Ya no tienes que llorar, princesa...-susurro con suavidad. No me mira- De todas formas, entiendo que lo hagas, llorar sirve para desahogar...-termino de desaparecer las lágrimas en sus mejillas.

No puedo descifrar la expresión de Aisa, ya no sigue llorando pero no sé qué estará fingiendo. Espero que las lágrimas no sean por mi culpa.

-¿Estas llorando por mi culpa?- decido preguntar sin dejar hacerle ver mi angustia. Ella me mira brevemente, un milisegundo, luego vuelve a su posición original y con delicadeza niega con su cabeza.

Suspiro un poco aliviado. Sin embargo, no es suficiente.

Decido quedarme en silencio y no decir más nada. Me gusta estar de esta forma con ella, juntos, en silencio, en paz. Nada puede molestarnos, nada puede separarnos, ya no.

De todas formas, no puedo negar que a pesar de toda la tranquilidad y paz, quisiera escuchar su voz. Me molesta un poco que no diga ni una palabra, no dice nada, absolutamente nada. Desde hace dos días no ha dicho mucho, solo pequeñas palabras, nunca una oración completa. Me gustaría saber qué es lo que la atormenta, quisiera poder leer su mente, hacer que no se encuentre así.

Quisiera que hablara, que riera a mi lado, que me mostrara su hermosa sonrisa, que mostrara la felicidad que yo siento al saber que estamos solos. En cambio, ella demuestra todo lo contrario a lo que yo siento. Al menos estamos cerca sin que su cuerpo este tenso o tembloroso.

Se está rindiendo.

Puedo sentirlo.

Sin embargo, no quiero que su manera de rendirse sea triste, quiero que me hable, que me bese, que me diga que me ama.

Que me agradezca por haberla salvado.

La vida miserable que yo sé que vivía no era lo que ella se merecía. Sé que estaba triste, y no quería que siguiera de esa manera. La salvó de esa vida miserable, le di un hogar y amor. Le di todo de mi.

Y aún así ella no se ve lo suficientemente agradecida.

Me concentro en su mejilla. No quiero que mi mente me lleve por un mal camino. No quiero enojarme, no quiero arruinarlo.

Abro y cierro mi puño libre, tratando de calmarme. Cuando más ansío calmarme, más mi mente me llena de imágenes que me atormentan.

Exhalo sintiéndome un poco desesperado.

Tomo la mejilla de Aisa y hago que me mire. Sus ojos por un momento se llenan de miedo.

-Habla, princesa- digo en voz baja. Aisa baja su mirada- Quiero escuchar tu voz...

Aisa mira sus manos en su regazo. Me rindo, suelto su mejilla.

Mi vista va también a su regazo, sus manos se mueven entre ellas, de manera nerviosa. Se encuentra ansiosa. Con lentitud y sin despegar mi vista, llevo mi mano a su brazo y doy un ligero apretón.

Aisa levanta su mirada y me observa.

-No...-comienza a decir, susurrando. Baja su mirada- No quiero hablar.

Su voz sonó rota.

Respiro hondo y vuelvo a llevar mi mano a su mejilla, acaricio lentamente. Me calma acariciarla, sentir su piel.

-Te cuento un secreto...-hablo bajo en su oído, casi susurrando como ella hace unos minutos. Dejo de acariciarla. Estoy atento a su rostro. Una sonrisa quiere asomarse en mi rostro. Sé que le sorprenderá- Hoy es mi cumpleaños.

Aisa alza su rostro con rapidez. La sorpresa llena sus rostro.

-¿...Qué?- pregunta en voz baja. Abre y cierra sus labios, indecisa de lo que quiere decir- No...no sabía.

-No es tan importante- Digo acariciando su cabello y poniéndolo detrás de su oreja. La observo. Hermosa.

-¿Tu...cumpleaños fue alrededor de cuando estábamos en esa...mansión?- Entiendo su pregunta. Volvimos a estar juntos casi al mismo tiempo que cuando estuvimos en nuestro primer hogar,

Asiento.

-Casi, -comienzo- faltaba exactamente un mes cuando tu hermano me apuñaló y...huiste- Aisa deja de mirarme, veo como aprieta su mandíbula. A pesar de que sé que dentro de ella hay un poco de culpa, no hay remordimiento. Sé que no piensa en eso todo los días de su vida. Hago un sonido de mi garganta- No importa, yo no pienso en el pasado. Solo pienso en el presente y en el futuro contigo.

Dejo un beso en su mejilla.

-Yo...-Aisa comienza a hablar. La interrumpo antes de que diga algo que nos hiera.

-Hagamos un pastel-la oración sale tan espontánea de mi que hasta yo me sorprendo. Carraspeo- Vayamos a la cocina, hagamos algo juntos...tal vez un pastel para celebrar mi primer cumpleaños a tu lado.

Aisa asiente con lentitud.

-Está bien- Dejo otro beso en su mejilla.

Una sonrisa aparece en mi rostro. Nunca había hecho un pastel, menos para mi. Nunca he celebrado mi cumpleaños.

Aisa me hace cometer locuras, y me encanta.

...

















Michael y yo estábamos en la cocina, cocinando juntos un pastel para él.

Juntos.

Es su cumpleaños.

Por mi mente nunca había pasado el hecho de que podía cumplir años, ni siquiera sé por qué no lo vi como parte de él. Es absurdo, si, pero siendo honesta, con todo lo que él conlleva, un cumpleaños es muy humano.

Y para mi él es un monstruo.

Había permanecido callada la mayoría del tiempo, específicamente desde hace dos días, y planeaba seguir así, no quería hablar...sentía que simplemente no podía hacerlo. Ni siquiera tenía fuerzas para decir absolutamente nada, no valía la pena. Además, ¿qué podía decirle? Lo que sé que él quería escuchar, no sería sincero de mi parte, entonces, ¿para qué mentir? de todas formas algo pasaría, él se daría cuenta que estaba mintiendo y yo en cualquier momento explotaría. Es mejor mantenerme callada.

La cocina está inundada de tranquilidad. Ninguno de los dos ha dicho ni una palabra, y lo único que se escucha de vez en cuando es la batidora y el agua del grifo al lavar lo usado. Me encantaría que la...velada permaneciera de esta manera, cuando hay silencio, puedo sentir de manera efímera que estoy sola y que no lo tengo a él pegado a mi, viendo todo lo que hago. Es más fácil ignorarlo, es más fácil retener las ganas de llorar.

-Aisa- Cierro mis ojos por un momento con molestia. Claro, Michael no me concedería ni un poco de tranquilidad- no pude estar para tu cumpleaños número veinte...-Ah, es verdad. Fue poco antes de la visita que lo cambió todo, cuando me secuestró de nuevo- ¿Qué hiciste?

A pesar que yo estaba concentrada en el molde del pastel, podría jurar que él había dejado lo que estaba haciendo para mirarme, lo mire rápidamente para comprobarlo. Estaba en lo cierto. Sé que se sentía desesperado por el hecho de que yo no hablara, me lo dejó muy en claro...pero, yo no quería hablarle, me da miedo. Me da miedo cometer un error. Que me amenace con el arma que disimuladamente se encuentra cerca de él. Decido concentrarme en otra cosa y no verlo. Escucho sus pasos, comienzo a hablar.

-No...no fue nada especial...-comienzo en voz baja. Carraspeo al sentir mi garganta áspera- Estuve en mi casa...-por mi mente pasa lo primero que vi al abrir los ojos ese día: globos por toda mi habitación que ni me imaginaba cómo debieron haberlo hecho mientras dormía. Una nota en mi mesa de noche- No salimos...-cuando bajé las escaleras, Max y Emma me esperaban en la sala. Vimos mis películas favoritas todo el día- Max y Emma me prepararon un pastel...-Mi voz se rompe sin poder evitarlo. No puedo continuar hablando. La nostalgia me invade

Respiro hondo para evitar llorar de nuevo.

Escucho como Michael avanza hacia mí de nuevo, ya que cuando había empezado a hablar sus pasos se detuvieron. Siento su mano en mi hombro, me voltea sutilmente. Quedamos frente a frente, no lo miro.

De repente siento sus manos en mi rostro, lo alza con lentitud. Me da una pequeña sonrisa de lástima, se acerca y deja un casto beso en mis labios.

Aprieto mis manos en puños.

Al separarse, vuelve a darme una sonrisa. Acaricia mis mejillas.

-No te preocupes, princesa...-comienza- crearemos mejores memorias que remplazaran las que te hacen triste- Vuelve a besarme.

No.

No entendiste.

El recuerdo no me hace triste, me da tristeza el saber que tal vez ese fue el último cumpleaños que pasé junto a mi hermano.





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Holaaaaa

Qué piensan? Espero les haya gustado💜

Hoy vi que llegamos a las 100k en Contigo!!!! Estoy muy pero muy agradecida por cada unx de ustedxs, de verdad que este libro no seria posible sin ustedexs. Este capítulo es como un regalo😅

LXS AMO CON MI ALMA

Muchísimas gracias por seguir leyendo💜

Instagram: isamorgenstern145

YouTube: Isa Morgenstern

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