Buenas noches, amados y sensuales seguidores.
Como todos los miércoles les traemos el resultado del último desafío del día viernes. Estamos muy felices por la acogida que hubo, agradecemos tanto cariño de su parte.
La competencia estuvo muy reñida y pareja por lo que en esta oportunidad tendremos 8 ganadores.
* El orden de presentación de los relatos no tiene un puesto en específico.
***
Mis sueños se rompieron aquel día, el día que me dejó para siempre.
Dejó su corazón a mi cuidado y se fue, diciendo que algún día nos volveríamos a encontrar.
Pero dudo que sea así. Me dijo que nosotras estaríamos juntas siempre, pero me rompió. No se quedó. No luchó. Se llevó todo de mí, se llevó mi vida, porque ella era mi vida. Ella era la razón de mi felicidad, de mis sonrisas.
—Te voy a extrañar toda mi vida, Nix —susurré, dejando caer una rosa sobre su tumba, una lágrima deslizándose por mi mejilla—. Te quiero.
***
Permití que entraras en mi vida y conocerme como muy pocos lo hacen, que saques de mí las sonrisas que ocultaba y ver más allá de mis inseguridades.
Te permití romper mi corazón con tan simples palabras, volviendo a calmar el mar de emociones que había en mí.
Desde ese día no dejo de soñar que volvés, volves a quererme, a hablar conmigo y dejo de ser una duda. Yo trato de tener cuidado, pero es imposible.
Porque te extraño. Y extraño el sentimiento de estar con vos más alla de un sueño, que no se vuelve realidad.
Gracias, L.
***
Todavía me costaba creer que tenía novio. Siempre me había rehusado a una relación, pero este chico... Este chico estaba dispuesto a cumplir hasta mis más insólitos sueños, a hacer cada día el mejor de mi vida, a amarme incondicionalmente...
Estaba enamorado, enamorado de lo nuestro... Me sumergía en un mar de vulnerabilidad admitirlo, pero yo también me sentía así.
Acaricié su rostro con cuidado. Iba a extrañar esa dulce carita si me faltase, por eso no pensaba dejarle jamás.
Él estaba dormido, si no me costaría muchísimo decirle aquellas palabras que él me repetía constantemente al oído:
—Te quiero.
***
Aquel día, mientras caminaba con la mente llena de sueños esperanzados, me senté a ver el mar.
Con cuidado, me acomodé en la arena, esperando tener un descanso merecido.
Las olas llegaban y se retiraban. En una de esas, una ola llegó trayendo algo.
Y mientras veía su cabeza, ahora en hueso y manchada en sangre, dije:
—Vaya, no creí que te podría llegar a extrañar, madre
***
Ansiabas ir a la costa porque uno de tus sueños era ver el mar.
¿Cómo podía negarte algo a ti, pequeño?
Aquel día, sonreíste tanto que estoy segura de que te dolieron las mejillas. Saliste corriendo y te grité que tuvieras cuidado. Jugamos juntos, nos divertimos como nunca. Y creo que fuiste feliz, ¿cierto?
Hoy me encuentro caminando por esta misma playa y las lágrimas escapan solas. Cada vez que vea el mar, he de extrañar tus sonrisas y cálidos abrazos.
No tenías diez años y el terrible cáncer te había llevado consigo.
—Te amo, hermanito —musité, mirando al cielo.
***
El día que me liberé de su sonrisa fui feliz, por un momento odié pensar que ya no lo amaba, pero pronto entendí que puedo ser yo sin límites. Ese mar que estaba en tormenta se calmó y ahora lo disfruto, porque cuando me liberé, con cuidado sané mis heridas y entendí que mi único sueño debía ser mi propia felicidad.
—¿Qué piensas? —pregunta Jonás.
—El amor no funciona si dejo de extrañar mi yo... ¿sabías que el amor es la base de todos los problemas existenciales? Sí... no te enamores, el que se enamora pierde.
—Ya es tarde, Isabel...
***
Un día frío de marzo me encontraba frente a un mar imperturbable. Con los ojos en un punto fijo, me adentré en el agua con un ramo de amapolas en mano y con cuidado de no tropezar caminé entre la arena sumergida, aunque tenía otra cosa más en mente más allá de mi seguridad. Cuando el frío fluido ascendió hasta mi pecho, solté las flores para dejarlas flotar hacia la lejanía, dirigiéndose hacia un lugar en el que nadie las pudiera ver. Quizás hacia donde se encontraban mis sueños, o tal vez, mis deseos de no volverla a extrañar.
***
Es difícil pasar de ser un chico normal, de los que se escapa teniendo cuidado de no ser escuchado por sus padres para ir a jugar fútbol con los del barrio, al chico del que hablan todos los periódicos. Ni un día me he arrepentido de haber seguido mis sueños, pero en ocasiones el sentimiento de añoranza es tan fuerte que te hace extrañar a la familia que dejaste atrás, a los colegas que ya no ves por la distancia. Y en esos días me asomo en mi balcón y veo el mar, deseando nunca haber salido de ahí.