Harry miró la hora por quinta vez desde que se había sentado, hacía sólo diez minutos. Sinceramente, no quería estar aquí, pero no iba a acobardarse ahora. Ya había escrito una respuesta muy cortante para encontrarse en el Caldero Chorreante a primera hora de la mañana, donde no habría demasiada gente. Sabía que esto no saldría bien; su hermano sólo intentaría exigirle para sentirse mejor. Hacía tiempo que no lo veía, meses, años si no se contaba la batalla final, tenía otras cosas en la cabeza, como matar a Voldemort para asegurarse de que su familia y sus amigos seguían a salvo del mal que propagaba.
La cabeza de Harry se levantó para mirar hacia la puerta cuando la oyó abrirse, sólo para sentirse aliviado y un poco irritado de que fuera otra persona, una mujer que llevaba lo que parecía una docena de paquetes y los colocaba sobre el mostrador, no escuchó la breve conversación de ella y Tom. ¿Por qué estaba aquí? Nunca debería haber escuchado a Eileen, pensó con rabia, antes de que una punzada estallara en su corazón. Eileen siempre se preocupaba por sus intereses, lo amaba, y nunca sugeriría algo a menos que pensara realmente que podría ayudar. Con suerte no aparecería y podría irse a casa, en la comida él y Fleur, Cedric, Luna y Neville iban a dar los últimos retoques a la clínica que habían montado. Se había decidido por una propiedad y la había pagado ese mismo día, hace tres semanas ya eran casi cuatro.
Para su consternación interna, la puerta se abrió y Nick entró por ella, con el rostro lleno de esperanza y aprensión mientras miraba a su alrededor. Harry tuvo que detener la mueca de desagrado al ver que su rostro se iluminaba cuando Nick obviamente lo divisó, esa mirada solía reservarse para cuando se salía con la suya cuando eran niños.
-¡Harry!- Exclamó Nick, -Yo... er... no pensé que vendrías- añadió, mirando fijamente a su hermano ahora que estaba allí sentado frente a él no era tan valiente como se había sentido por lo que estaba pasando casi un mes.
-Sí dije que estaría aquí-, contestó Harry, el silencio comenzó a alargarse haciendo que el incómodo encuentro se hiciera más profundo. -¿Qué es lo que querías? Tú organizas la reunión, normalmente eso significa que tú hablas- Volviendo la cara, haciendo una mueca, ugh, el olor aquí dentro era totalmente asqueroso de repente, y su estómago empezó a rodar incómodamente. Se agarró el estómago, tratando de mantener la compostura, ciertamente no quería perderla delante de Nick de todas las personas.
-¿Harry? ¿Harry? ¿Harry?- Nick preguntó con urgencia, -¿Estás bien?- agarrando el hombro de su hermano como si esperara tratar de estabilizarlo.
-Estoy bien-, afirmó Harry casi a la defensiva, odiando el hecho de que Nick mostrara preocupación ahora. Merlín, habría significado tanto para él si eso hubiera ocurrido cuando eran niños. Saber que al menos una persona se preocupaba por él, incluso lo quería. Por muy frío y duro que fuera su corazón, ver a los gemelos Weasley y la cercanía que habían compartido había sido desgarrador. -Sólo... sólo retrocede, perdiste el derecho a cualquier preocupación hace mucho, mucho tiempo-.
Nick tragó grueso, dando un paso atrás asintiendo resignado, era cierto, y no podía refutar esa afirmación en absoluto. Sintiéndose débil en las rodillas, se sentó en la silla frente a Harry, sorprendido por lo maduro... lo viejo que parecía. ¿Tenía esa misma mirada? ¿Cómo podría realmente? Él no había tenido que matar a alguien, por mucho que se lo mereciera: sabía lo que se sentía, y no había tenido que dar el golpe que lo mató.
-¿Entonces?- Preguntó Harry, -¿Qué quieres?- su pregunta podía parecer exigente pero su tono sólo estaba lleno de cansancio, como si estuviera harto de pensar y hablar de ello.
-Harry... yo... te debo tantas disculpas, sabes que anoche me quedé despierto hasta tarde escribiéndolas, y la lista seguía haciéndose más y más grande-. Nick se rió sin humor, sus ojos brillaban de tristeza mientras miraba a su hermano a los ojos. -Sé que no debería pedírtelo, pero tengo que hacerlo, me siento tan mal todo el tiempo, cada momento despierto lo paso preguntando qué estás haciendo, cómo estás, pensando en el pasado...- se interrumpió. -Siento mucho toda la mierda que hice, joder, lo siento mucho-.
Harry parpadeó, mirando fijamente a su hermano mientras seguía hablando. Se estaba disculpando, podía ver que decía cada palabra en serio; nunca antes había visto a su hermano tan honesto o abierto. Era como si fuera una persona totalmente diferente. No pudo evitar preguntarse, mientras escuchaba, qué había causado un cambio tan drástico en él. Tal vez Eileen había tenido razón después de todo; tal vez ambos necesitaban esto.
-Podría decirlo un millón de veces y no importaría, lo sé, dudo que si los papeles se hubieran invertido aceptara alguna disculpa-. Nick admitió con amargura: -Sin embargo, sólo tenía que hacerte saber que lo siento, y si pudiera volver atrás y cambiar todo lo que hice, lo haría. Realmente lo haría, eres mi hermano y debería haber sido mejor de lo que fui en lugar de preocuparme sólo por mí-.
Harry no tenía nada que decir, así que continuó escuchando a Nick desahogarse.
Las manos de Nick se dispararon y se aferraron a las de Harry. -Ni siquiera sé por qué hice la mitad de las cosas que hice, quiero decir que ya tenía amigos, reconocimiento, dinero... honestamente no podría decir por qué tenía que decir que hice cosas que no hice... las cosas que tú hiciste-. Nick apretó más las manos de Harry, intentando desesperadamente transmitir la profundidad de su dolor. -Si se me concediera un solo deseo, sería volver atrás, cambiar las cosas... cuando veo a los gemelos Weasley no puedo evitar preguntarme si hubiéramos sido como ellos... o las gemelas Patil-.
Tal vez sí pensaban más parecido de lo que él suponía, asustaba eso.
-¡Di algo... lo que sea!- Dijo Nick, amedrentado por el continuo silencio de sus hermanos. -No te detendré, ni me defenderé... sólo por favor...-
-¿Qué te hizo cambiar de opinión?- Preguntó Harry tras unos segundos de contemplación.
-¿Mi mente?- El ceño de Nick se frunció, -¿Cuando me di cuenta de que estaba equivocado o cambié en general?-.
Harry se encogió de hombros; ambas cosas eran lo mismo en su mente. Sin embargo, tenía curiosidad; ni siquiera sabía por qué realmente, no era como si algo fuera a cambiar. Después de hoy, sin importar lo que se revelara, seguirían caminos separados y probablemente no se relacionarían mucho, si es que lo hacían. Nunca iban a ser hermanos, habían pasado demasiadas cosas malas para eso, eran demasiado diferentes para ser amigos, y él tenía todos los amigos que quería y necesitaba.
-¿Sabes que no pude lanzar un encantamiento patronus? No importaba lo que hiciera, incluso con la ayuda de Remus, simplemente no podía hacerlo-. Comenzó Nick, al ver que su hermano negaba con la cabeza continuó. -Nada funcionaba, Remus me dijo que profundizara, así que lo hice- Las lágrimas se agolpaban en sus ojos, solo con recordar el recuerdo. -El recuerdo que me ayudó a lanzar el hechizo... fuimos nosotros, los dos, antes del ataque, convocando mágicamente el juguete del otro y luego devolviéndolo. Estaba en un estado de trance, lo que significa que yo también sentí lo mucho que te quería-, se atragantó, y una única lágrima salió de sus ojos cerrados.
Harry se tragó el nudo en la garganta: -¿Por qué me cuentas esto? ¿De qué puede servir?- Sólo quería seguir con su vida.
Nick se limpió apresuradamente la lágrima, mirando a su alrededor de forma consciente, -No lo sé, Harry, no lo sé, yo sólo... incluso el hecho de hablar de ello contigo está ayudando de alguna manera-, bajando la mirada a la mesa, comenzó a jugar con el borde que estaba desigual, roto y pelado. -De todos modos, no tendrás que preocuparte de que esté cerca durante los próximos años-.
-¿Y eso por qué?- Harry arqueó una ceja con curiosidad.
-Me recuerdas a Snape cuando haces eso-, comentó Nick, soltando una media risa. -Solicité aprendizajes, sobre todo en Escocia e Inglaterra, pero me los denegaron, envié otros a Irlanda y Gales, y conseguí que me aceptaran en una empresa de Gales-.
-¿Haciendo qué?- preguntó Harry con auténtica curiosidad.
-Invenciones, se dedican a la primaria con escobas, pero también tienen sus manos en otras cosas-. Dijo Nick con entusiasmo. -Tengo tres años de aprendiz antes de poder fabricar algo o abrirme camino, pero voy a probarme a mí mismo, voy a ser bueno en algo-, se abriría camino e inventaría cosas, se aseguraría de tener suficiente dinero para cualquier familia que tuviera.
-No hay propiedades allí en las posesiones Potter, ¿has encontrado un alojamiento adecuado?- preguntó Harry, mientras se preguntaba por qué le importaba. Sus emociones estaban a flor de piel; quizá no debería estar aquí ahora mismo... quién sabe lo que acabaría diciendo.
-Todavía no, voy dentro de dos días, espero encontrar algo lo suficientemente decente-, le dijo Nick, relajándose ligeramente. Al menos algo lo suficientemente decente en su rango de precios, no podía dar el dinero de los Potter; no era ni de lejos lo que solían tener. Eso y que el dinero que sacaban no se reponía con inversiones. Sin embargo, él cambiaría eso, le proporcionaría a su padre, a su hermana y, más importante aún, a él y a Susan el dinero que necesitaban para salir adelante y vivir cómodamente.
-¿Qué empresa?- preguntó Harry.
-Inventos Aderyn Quidditch-, respondió Nick.
-¿La de Leopardstown?- Harry adivinó correctamente, sólo había dos, una en Dublín y otra en Cardiff, pero la de Cardiff era su tienda principal, no el almacén de operaciones. Tenía intereses en ese negocio, eran muy rentables.
-Sí-, asintió Nick sorprendido de que lo supiera.
Harry suspiró: -Tengo un piso en Gales que puedes usar, está en Woodside, un poco lejos de donde vas a ir, pero probablemente vas a aparecer de todos modos-, se estaba ablandando.
Nick parpadeó rápidamente sorprendido, -¿Por qué harías eso por mí?-.
-Mira, nunca vamos a ser hermanos, no después de lo que hiciste lo siento ni siquiera comienza a cubrirlo, pero ya lo sabes. Simplemente te estoy tendiendo una mano, vete a vivir tu vida, encuentra a alguien con quien compartirla, ten una familia una carrera, sé feliz-. Le dijo Harry poniéndose de pie.
-No quieres volver a verme, ¿verdad?- Adivinó Nick poniéndose también de pie, con los ojos apagados por la tristeza.
-No digo eso, es solo que no seremos amigos nunca, quien sabe tal vez algún día nos volvamos a ver...- Dijo Harry, -Volverás aquí en algún momento, tienes que entender que verte me duele Nick. Incluso ahora, fui torturado durante tres días, tres días, por los mortífagos porque me dejaste atrás, porque luego mentiste a todos y les dijiste que estaba muerto, si no lo hubieras hecho podrían haberme rescatado enseguida. Si no hubiera salido de allí, quién sabe cuánto tiempo me habrían torturado antes de matarme. Me despierto gritando todavía con esos recuerdos. Estoy marcado mentalmente; a pesar de que las cicatrices estaban curadas-.
Nick cerró los ojos con angustia al tener que escuchar esto. Se lo esperaba, pero eso no lo hacía más fácil de escuchar. ¿Cómo diablos se había convertido su hermano en un hombre tan bueno? No había tenido a nadie en quien confiar, nadie a quien admirar. ¿Cómo habría sido él con estímulos?
-Es hora de que ambos sigamos adelante, Nick. Deja el pasado atrás, céntrate en tu futuro; es lo que estoy intentando hacer. No, es lo que estoy haciendo; soy feliz, extremadamente feliz-. Confió Harry. Estaba embarazado, con un hijo en camino, comprometido con un hombre al que amaba más que a su propia vida, había dejado atrás el pasado, pero a veces, cuando dormía, éste se le arrastraba. Tenía a Severus para calmar sus temores, -Buena suerte en tu aprendizaje, te enviaré los documentos y las llaves después de que haya ido a Gringotts-.
Nick exhaló bruscamente, asintiendo con la cabeza, -Gracias, Harry, por recibirme, sólo deseaba que hubiera una forma de compensar lo que hice-.
-Puede que llegue un día en que lo hagas-, reflexionó Harry, le dolía la espalda como un demonio, se iba a casa, y le diría a Dobby que le llevara los documentos y las llaves (piso muggle) a Nick. -Adiós, Nick-. Añadió Harry antes de alejarse, sin volverse cuando oyó que Nick le devolvía la despedida.
Suspiró aliviado, lo había superado y durante los próximos tres años estaría en Gales, menos posibilidades de que le pidiera reunirse durante ese tiempo. Estaba siendo medio egoísta al darle el piso, cuanto más lejos estuviera mejor. La otra parte de él... bueno, era capaz de culpar a sus malditas emociones caprichosas de los últimos tiempos. No les debía nada a los Potter, pero seguía ayudándolos. Debía ser un masoquista secreto; le había devuelto a James una buena parte de la fortuna familiar. Aunque lo devolvería todo con el conocimiento que tenía ahora, sin él lo habría perdido casi todo.
-¿Dobby?- llamó Harry mientras se dirigía al punto de acceso Floo público que tenía el Caldero Chorreante.
El elfo doméstico apareció frente a él casi de inmediato, con cara de profunda preocupación. -¿Está bien el Maestro Harry?-, exclamó, preocupado tanto por Harry como por el bebé.
-Estoy bien, necesito que vayas a Gringotts por mí y consigas las escrituras del piso en Woodside, está en Gales sólo hay uno así que deberías poder conseguirlo sin saber la dirección completa. Si lo necesitas estaré de vuelta en casa, ven a buscarme si lo necesitas. Coge también las llaves y dáselas a Nick Potter... ¿puedes encontrarlo no?- Preguntó Harry, arqueando la columna vertebral intentando que el dolor cesara aunque fuera por unos segundos. No funcionaba, nunca parecía funcionar.
-¿Nick Potter?- Dijo Dobby, ocultando su sorpresa, ¿por qué querría su amo darle algo a él? No lo cuestionó, simplemente buscó la confirmación de sus órdenes.
-Sí, ahora vete, probablemente seguirá cerca cuando termines en Gringotts-, confirmó Harry, -voy a ir a sentarme unas horas-, Dobby asintió inmediatamente, así que Harry se acercó al fuego y le entregaron rápidamente unos polvos Floo antes de que pudiera girarse para cogerlos. Sinceramente, todos estaban siendo muy protectores con él; gritaría que no era de cristal si no estuviera tan aterrado como el resto de ellos de que pudiera pasar algo. Ni siquiera sabían si podría llevar al niño a término, qué pasaría cuando llegara el momento de que saliera. Lo desconocido les aterrorizaba a todos, lo que significaba que rara vez se quedaba solo, pero después de todos los años de estar solo no le importaba tanto.
El calor acogedor de la mansión Prince lo recibió, mientras se desplomaba en el sofá. Dando un gruñido de alivio se relajó hacia atrás, sintiendo ya que la presión desaparecía.
-¿Cansado?- dijo Eileen soltando una risita irónica al entrar en la habitación, todavía vestida con su pijama.
-No es gracioso-, gruñó Harry, abriendo un ojo y mirándola mal.
-Durante siglos las mujeres han deseado que sus hombres entendieran o pudieran entender lo que era estar embarazada, más concretamente dar a luz. Un hombre cree haber conocido el dolor, pero el de dar a luz a un niño es el mayor dolor que un humano puede tolerar y salir cuerdo-. Dijo Eileen mientras se sentaba en la silla junto al sofá y a Harry. -Todo merece la pena al final, te lo aseguro-, pensando en el día en que había nacido su hijo. Había estado sola, Tobías había salido a beber. Después de que naciera Severus, había dejado de beber, durante un breve tiempo se interesó activamente por su hijo. Ella había pensado que todo estaría bien; era como si él hubiera olvidado todo lo negativo. Entonces ocurrió lo peor posible, había visto a su hijo usando magia. Merlín, sólo tenía unos meses de edad, ella supo que sería un mago poderoso. Tan pronto como tuvo la edad suficiente, le enseñó todo lo que sabía, lo mantuvo entre ellos. Podría haber hecho más, debería haberle protegido. No, no quería recordar los malos tiempos, habían superado el pasado, tenía un nieto en camino.
-¿No te parece raro?- Cuestionó Harry, volviéndose para mirarla con curiosidad.
-¿Encontrar qué raro?- se preguntó Eileen, devolviendo la mirada.
-Que estoy presentando todos los síntomas menos el principal-, explicó Harry, su estómago estaba plano, no tenía absolutamente nada que mostrar aparte de los tobillos doloridos, los dolores de espalda y una horrible sensación de hinchazón. -Eso y que no siento nada, nunca. La única prueba que tengo es cuando hago el hechizo de escaneo, así puedo ver por mí mismo que esto es real. Dicen en los libros que deberías sentir algo, pero yo no-.
-Estás muy preocupado por eso, ¿verdad?-. dijo Eileen con simpatía, al escuchar el tono de su voz su corazón se dolió por él.
-Sí-, admitió, -me preocupan muchas cosas, quiero decir que incluso me preocupa si le hice algo al bebé mientras viajaba en el tiempo... es una estupidez, sé que el bebé está ahí... pero es muy diferente de lo que debería ser-.
-Harry, tu cuerpo es diferente al de una mujer, así que por supuesto tu embarazo no va a ser igual. No hay registros documentados de que esto ocurra, puede que no sea la primera vez que alguien lo descubra, o que esté dotado de tal... milagro. Tal vez, como Severus y tú, lo mantuvieron en secreto, para mantener al niño a salvo, para mantener al mundo mágico a salvo-.
-¿Mundo mágico?- repitió Harry, mirando al techo, mordiéndose el labio inferior distraídamente.
-Algunos dicen que cuando la última criatura mágica muera... la magia muere con ella. Es una superstición muy querida, especialmente en la mayoría de los círculos de sangre pura. Por eso hay muchos santuarios para las criaturas mágicas, incluso las peligrosas que no podemos esperar controlar. Por eso es ilegal cazarlas, incluso las más peligrosas, como los basiliscos o los dragones, aunque eso no les impide hacerlo-. Explicó Eileen con seriedad, evidentemente creyendo cada palabra que decía. -En tu caso fue en defensa propia y perfectamente aceptable- añadió sabiendo lo que Harry estaría pensando. Pensando en el Basilisco en el segundo año de Harry.
-Nunca había oído eso-, dijo Harry pensativo, preguntándose si sería cierto. ¿La magia no podría florecer sin animales mágicos?.
-Sí, bueno, esa creencia se está extinguiendo, como muchas otras cosas; las viejas costumbres han sido casi olvidadas por todos nosotros-. explicó Eileen con tristeza.
-Te refieres a la antigua región-, Harry se animó, había leído algunas cosas sobre la antigua región pero no mucho. -Había algunos comentarios sobre ella en los libros más antiguos de la bóveda de Peverell, pero era tan escaso que nunca obtuve respuestas- sentándose curioso por saber qué hacía Eileen. -Sin embargo, tenía otras cosas de las que preocuparme-.
-Solía llamarse así, al principio, cuando no se sabía mucho sobre la magia al menos esa es la suposición y creencia-. Eileen le dijo: -No creerías los conocimientos que tienen los fantasmas de Hogwarts. Si alguien se tomara el tiempo de hablar con ellos, de aprender de ellos, sabrían mucho más-.
-¿La Dama Gris?- Preguntó Harry sonriendo, -sólo la he visto un par de veces, es muy reclusa para ser un fantasma, y he visto más a los otros que a ella-.
-Está muy bien informada-, dijo Eileen dedicándole a Harry una sonrisa secreta, una que decía que ella sabía algo que él no sabía. Se le borró al ver de nuevo la mirada de Harry, tenía tantas ganas de asegurarle que todo iba a estar bien. -Oh, Harry, querido, me gustaría poder ayudarte, habla conmigo, cuéntamelo todo, si no puedo ayudar quizás el mero hecho de hablarlo te haga sentir un poco menos agobiado-.
-Ya lo hago, estaré bien-, dijo Harry dándole una sonrisa apaciguadora.
-No tienes que fingir conmigo, ni con Severus, es natural tener miedos y preocupaciones y confiar en la gente. Especialmente durante un embarazo, mis propias emociones estaban por todas partes, haciendo cosas que normalmente no haría y, por supuesto, sintiendo cosas diez veces más profundamente de lo que normalmente haría también-, le amonestó Eileen con suavidad.
Harry se rió; lo entendía muy bien. -Lo sé-, le aseguró, muy serio, y la amaba por ello. La había necesitado más de lo que podía imaginar entonces, ella le había dejado entrar en su casa, en su vida y había confiado en él sin conocerlo realmente. Le dio una mano que lo guiaba y que necesitaba desesperadamente. Una figura materna.
-Bien-, respondió Eileen, sabiendo que Harry hablaría tarde o temprano, tan pronto como pudiera articular lo que realmente sentía. Nunca se le había dado bien hablar; ella siempre tenía que sonsacarle algunas palabras. -¿Ahora has desayunado mientras estabas en el Caldero Chorreante?- se levantó, llevando a Harry con ella mientras ambos se dirigían a la mesa del desayuno.
-No-, admitió Harry, había estado demasiado nervioso para eso, deslizándose en su asiento, momentos después la comida estaba frente a ellos. Sólo entonces se dio cuenta de lo hambriento que estaba, hurgando rápidamente en su comida el olor no le produjo náuseas.
-¿Cómo te fue?- preguntó mientras abría su huevo y mojaba una tira de pan tostado en él.
Y entonces Harry le contó todo.