Manadas separadas
.
.
.
.
.
Minutos después....
Nos encontrábamos caminando cansados y hambrientos por un lugar remoto. Con nuestras mascotas al lado nuestro.
El joven que caminaba al lado mío se animó a sostenerme de la mano. Para seguir avanzando juntos. El tan solo hecho de estar cerca de el, me renovaba las energías.
Mientras que detrás nuestro venían Eep y Lío charlando muy animadamente. El joven aún caminando con sus palos. Al parecer se estaban volviendo más cercanos..... estaba feliz por ellos.
Al mirara nuevamente a mi chico listo, mi semblante cambio levemente.
- Amor -Guy llamó mi atención, me encantaba cuando me decía de esa forma- ¿Te pasa algo?
Apenas había cambiado un poco mi expresión y ya sabía que algo me tenía preocupada.
- Tengo una duda -confesé.
- Dime -estaba dispuesto a escucharme.
Lamí mis labios antes de continuar, pues no estaba segura en preguntarlo- Tu y yo...Nosotros....-inhale-...¿Qué somos ahora?
Por fin había largado esa confusión en mi cabeza. Ya que hace algunas semanas, Thunk al jugar con su mascota al atrapar la caracola, había interrumpido la explicación que el pelinegro le estaba dando a mi mamá.
(En la Parte XIX: "Doña enojada" del primer libro).
- Emm.. -pensó por un momento-. Recuerdo que mi mamá y papá me contaron que cuando eran jóvenes, eran...nev...nio..-al parecer no le salía la palabra.
Por eso Brazo le dió dos golpes leves en su frente. Ayudándolo.
- ¡Novios! -comentó alegre de recordar.
- ¿Novios? -repetí aquella palabra. Nueva y linda a mi parecer-. Me gusta -sonreí, aún tomados de la mano.
- A mi me gustas tú -mencionó de un momento a otro. Haciendo que mis mejillas se calienten un poco-. Mi tigresa -susurro cerca de mi oído, frenando nuestra caminata.
- Y a mi también me gustas -dije en el mismo tono. Sintiendo un pequeño tirón de parte de el, acercándo poco a poco nuestros rostros. Esperando lo que venía a continuación.
- ¡_______ y Guy! -escuche retumbar en mi oído. Luego unas fuertes manos separandonos.
Abrí mis ojos encontrándome con papá muy cerca nuestro.
- ¡Ustedes encarguensen del fuego! -nos ordenó. Colocándose entre nosotros.
- Claro papá, no te hagas problema -respondí algo nerviosa de que nos haya visto de esa manera. Alejándome rapidamente de aquel lugar.
- Si papá -dijo Guy, imitando mi acción. Comenzando a correr junto a mi a buscar pedazos de madera seca.
- ¡No me digas papá! -contradijo el hombre malhumorado en la lejanía.
Al jóven lo sentía detrás mío, pensando en que no me haría nada. Pero derrepente me cargo en su hombro, como si una bolsa de papas se tratara.
Reí por su acción— ¿Estoy pesada? —pregunte en lo alto.
— No —contestó francamente—. Pesas igual que el tronco en el que iba antes.
Carcajeamos al recordar aquellos tiempos.
— ¡Bájame! —ordenaba entre risas, mientras el joven seguía caminando—. ¡Guy, bájame!
Apenas podía ver su espalda y a Brazo en su cadera. Ya que me sostenía de las piernas.
— Nop —contestó igual de alegre que yo.
Así que no me dejó opción...
Inmediatamente con el peso de mi cuerpo y fuerzas, logré que se cayera y yo encima de el, para luego levantarme enseguida y está vez cargarlo en mi hombro.
— ¿Quién está al mando ahora? —desafié. Carcajeando una sola vez.
— Tu, pero...estoy de maravilla —mencionó desde arriba—. Tengo una vista preciosa —note que estaba observando mi rostro, luego mi espalda y algo más.
¡Era un bendito pervertido!
Pero ..... yo también podía sentir cierta parte en mi hombro.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Thunk y Gran se habían encargado de buscar un lugar para dormir, rompecráneos, Volcán, Pelusa y Sandy de hacer guardia, mamá y papá de la comida, Lío e Eep de preparar algunas armas de defensa y a nosostros, los últimos que quedábamos, nos encargaron hacer fuego.
La verdad que nunca lo había hecho, tampoco lo pude intentar ya que siempre se encargaba Guy. Pero está vez era distinto.
- ¿Qué hacemos primero? -pregunté ansiosa, colocando un par de ramas secas.
- Buscamos dos piedras y creamos la chispa... -me explico sonriente-...para eso te necesito a tí.
Le dedique una mirada pícara para luego comenzar a golpearlas una contra la otra.
- Hermosa -susurro al chocar contra mi piedra. Sin que nadie más logrará oír.
Así que decidí seguirle el juego.
- Guapo -esta vez choque yo.
.
.
- Lista.
.
.
-Listo.
.
.
- Astuta.
.
.
- Valiente.
.
.
- Hábil.
.
.
- ¡Oh, por favor! -escuche un quejido de el mayor. No por que nos haya escuchado, sino más bien por nuestra tardanza- ¡Guy, era un chico listo!..... ¿O no es el que nos trajo el fuego? -cuestionó molesto e impaciente-. Ahora es...-rebuscó la palabra-.... inútil.
Pare al escuchar eso.
- Papá, tengo mucha hambre -se quejó también mi hermano menor.
- Si, lo sé -prosiguio Grug-. Ya comeremos nuestra ración de ramas secas, cuando dos miembros de la manada cuyos nombres no diré... -obviamemte se refería a nosotros-....¡Hagan bien su trabajo!
- Oye hombre -hablo Guy en un tono pacífico mirando al mayor-. Tranquilo.
Aquello enfadó aún más a papá.
- ¡No, no, Cálmate tú, hombre! -ya se había levantado para darle una golpiza.
- Tranquilo, siéntate, calmado-lo relajó Lio en un tono pacífico, logrando su objetivo, segundos despues...-. Yo me encargo -añadio cambiando su semblante completamente, apretando fuertemente las muletas dirgiendose hacia el pelinegro.
- ¡Wow, no! -lo detuvo Eep sosteniéndome de sus grandes hombros-. Déjalos -nos defendió.
Con Guy seguimos golpeando las piedras, está vez algo atentos a la conversación que tenía detrás mío. Aún sentados y mirándonos fijamente.
- Grug, acéptalo -comenzó a hablar mamá-. Ellos en algún momento van a querer iniciar su propia manada -explicó-. Es la naturaleza.
Hizo un chasquido con la lengua- ¡No, ______ no nos dejaría nunca! -le costaba admitir la realidad al hombre.
- Al igual que Eep y Lío -prosiguio la mujer apuntando a los recién nombrados.
- ¡¿Qué?! -protestaron al unisóno. El chico cruzándose de brazos, mientras que la pelirroja levantaba las manos en forma de confusión.
Aunque su nerviosismo se podía notar a leguas. Y fingir no les salía para nada.
Me alegraba mucho que mi familia halla integrado a mi hermano como parte de ella.
.
.
.
Un último chasquido y habíamos creado aquella chispa que encendió el fuego.
— ¡Si, lo encendiste!
— ¡Eso!
Festejamos al unisóno.
Me pare del suelo, ayudando al pelinegro. Quien nuevamente me rodeo con sus brazos cargandome, por la felicidad de haber creado el fuego. Mientras le rodeaba el cuello con mis brazos, alegre al igual que el.
Está vez me bajo segundos después....
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
........