Lo más valioso

De TylerEvelynRood

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A la edad de siete años Christine fue adoptada por Anthony Bloom después de perder a sus padres en un trágico... Mais

Nota de autora:
⚠️Advertencias⚠️
Avance
Sinopsis & prólogo
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De TylerEvelynRood

| Devouring Me - Scarlett Rose |

No recuerdo lo rápido que llegamos a la casa después del desenlace en el auto. Mi ropa estaba llena de sangre y mis manos temblaban, mis emociones habían suprimido mis sensaciones por ello no sentía el golpe que él me había dado contra el vidrio en aquel auto.

Sé que tenía una herida abierta y sangraba, pero no sentía dolor alguno por eso. ¿En dónde estaba mi mente? No aquí, eso es seguro.

De los pocos recuerdos que tengo es que me bajó del auto y tiró la bicicleta en la entrada de la casa, sin importarle lo que había en la cesta.

—Vamos a sanar lo que te hice.—Sujetó mi brazo con delicadeza, pero se sentía la presión ejercida en él. Sacó las llaves del bolsillo derecho y abrió la casa, al no estar mucho tiempo ahí la vibra se sentía extraña...

Las luces de la sala estaban encendidas, otro problema se había agregado a la lista ya que una sombra salía de la cocina y caminaba con delicadeza hacia nosotros. Anthony tensó la mandíbula.

—¿Anthony?—habló Dimitri antes de hacerse presente con un mantel de cocina en su cuerpo—, ¿encontraste a Christine?

El cuerpo de Anthony se relajó, pero verlo con la ropa que usa para cocinar lo hizo levantar una ceja, el aire olía a comida recién cocinada y en su mano sujetaba un cuchillo.

—Tus cuchillos tienen un mango demasiado extraño, no se ajusta a mi forma de mano.—Lo levantó en el aire.

—Es porque soy ambidiestro, uso las dos manos. Es más cómodo comprar cuchillos con mangos para diestros que para zurdos.—Respondió restándole importancia. Su caminar cerca de él era imponente ¿qué sería lo peor de pasar por el lado de tu amigo con el cuchillo a mano alzada? ¿Matarte? Que irónico.

Tragó saliva al ver varias bolsas de sus carnes de excelencias abiertas, cocinándose. Lo miró de reojo, enojado. ¿Por qué la gente le pondría el aliño al mismo tiempo que se cocina una carne de tan alta calidad? Su cabello despeinado caía por su cara mientras que su respiración aumentaba, estaba colapsando.

Relamió sus labios y se sentó en la silla de la mesa americana. Se rascó la ceja mientras con la otra mano tocaba sus utensilios favoritos.

—Te seré sincero Dimitri, ¿por qué mierda estás aquí?—Anthony perdió la paz, hundiendo sus uñas en su brazo.

—No creo que Christine quiera escuchar lo que diré.—Me observó por primera vez desde que llegamos, sus ojos mostraban preocupación, la más sincera preocupación que alguien me ha demostrado en diecisiete años de vida.

Dejó todo lo que tenía en su mano, sacándose el mantel del cuerpo. Sujetó mi cara entre sus manos, observando de dónde salía la sangre, tomó mis manos con las suyas para verlas de un color morado intenso, el frío que tenía no me permitía regenerar ese calor que quedaba en mi cuerpo.

Anthony se puso a lavar sus cuchillos y en dónde Dimitri había cocinado una bazofia.

Sin preguntar había sido arrastrada hasta el baño de visitas de la casa.—Siéntate en el lava manos, voy a limpiarte eso...

Comenzó a sacar todos los utensilios para poder curarme la herida. Mojando la toalla con el agua caliente que caía de la ducha me la pasó por la cara, delicadamente.

¿Esto es ser cuidada? Estoy ansiosa de sentir más.

Cerré los ojos una vez sentí el calor de la toalla en mi cara, suspirando fuertemente. No dolía nada, pero dolía el hecho de sentir un vacío en el corazón por la falta de cariño que necesitaba. Dimitri me estaba entregando voluntariamente algo de él.

—¿Quién te hizo esto Chrissy?—susurró cerca de mí.

No respondí, pero la lágrima salió de mi ojo derecho sin más, mis intentos por reprimir ese sentimiento fueron en vano.

Su mano izquierda me limpio la lagrima de mi ojo, su mano recorría toda mi cara hasta mi cuello. Juntó su frente con la mía, el mínimo toque de su frente caliente con mi piel fría me erizó la espalda. Millones de emociones salieron de golpe, nuestra respiración juntándose a la par.

¿Puedo besarte?

Un susurro lento y casi inexistente salió de su boca, como si las palabras que salían de él pesaran mucho. Aún manteníamos los ojos cerrados, sin poder responder los comencé a abrir lentamente. Él repitió la misma acción.

Sus ojos azules por la falta de luz se veían cafés brillantes. Mis nervios incrementaron al asentir. Sentí sus labios encaminarse a mí, emanaba una aura caliente, llenándome de ella. No tengo palabras para describir lo que sentí, fue un beso inocente.

El corazón se me iba a salir del pecho, él es mi primer beso. ¿Esto es ser amada? Quiero sentirlo más seguido.

Hazlo de nuevo...—Repetí con vergüenza, mirando sus zapatos.

Besó mi herida.

Guardó las cosas de vuelta, sacando una bendita, colocándola en mi cabeza.—No vas a morir por esta herida, pero hay algunas demasiado profundas y no son visibles que duelen más.—Salió del baño, dejándome sola.

Los pies me colgaban y sentía esa ansiedad de que necesitaba sentir esa sensación otra vez ¿por qué Anthony no me quería así? Mordí mi labio inferior, bajándome de una vez de ahí, observando mi cara al espejo.

Mi cabellera roja estaba enredada, agarré el cepillo y cerré los ojos. No era yo quién me cepillaba el cabello, Anthony detrás de mí, agarrándolo con delicadeza mientras pasaba el cepillo por mi cabeza, una y otra vez. Su mano sujetando mi cuello, obligándome ver hacia el frente, corrigiendo mi postura mientras sentía sus ojos observándome.

—No vuelvas a comportarte así, recuerda que nos pertenecemos.—No movió la boca, solo sonreía de medio lado.

Su voz estaba tatuada en mi cabeza. Él me ama a su manera.

...

Dimitri se apareció en la cocina, la cual ya estaba limpia en su totalidad, la comida estaba servida y Anthony estresado.

—Debiste decirme que querías cocinar, odio cuando tocan mis cosas.—Se agarró el puente de su nariz.

—¿Entonces no quieres saber por qué estoy aquí?—Dimitri sonrió, minimizando el enojo de Anthony.

El timbre sonó

Anthony levantó la ceja, esperando una respuesta como si Dimitri fuera el causante de dicha acción.

—Eso no es mi culpa.

—Si estás tú aquí, todo es tu culpa.—Lo acusó, pasando por su lado. Furioso.

Antes de llegar a la puerta se observó al espejo, ordenando su cabello y su camisa. Su semblante cambió a tranquilidad, tiene la habilidad de cambiar de emociones rápidamente.

Abrió la puerta y ahí lo vio.

—Detective James.—Pronunció su nombre con disgusto, no es secreto saber que la presciencia de este hombre incomodaba a Anthony, si el detective decidía ir más allá puede encontrarse en un camino sin retorno.

Se centró tanto en su presencia que había ignorado por completo el cuerpo al lado de él. Evangeline.

¿Qué hacia ella aquí? Que recuerde él la había dejado en su casa, no pudo hacerle nada ya que tenía más planes para ella.

—Le presento a mi hermana, Evangeline—sonrió irónico—Pero de seguro eso usted ya lo sabe, ella me habló de que estuvo en su casa ayer.

—¿Y eso que significa?—Soltó sarcásticamente.

—Ella dejó el cuaderno en donde anotó las preguntas en su auto—suspiró pesadamente—, ¿me las regresa, por favor?

Anthony asintió pesadamente, dándole la espalda para buscar las llaves en la mesa cerca de la puerta.

—¿Y de qué tratan esas preguntas Eva?

Preguntó en con la voz elevada, quería ponerlo en Alerta. Sus ojos se conectaron con los de Anthony mientras caminaban por el camino de cemento.

—Trata más de la justicia criminal, tú sabes que me encanta ese tipo de cosas...—respondió con la voz tan angelical que la caracterizaba. Su cabello rojizo cortado a la perfección a la medida de las orejas, muchas pecas adornando su cara y sus labios finos.

Anthony se aclaró la garganta para poder pensar con claridad, la idea de tenerla de rodillas mientras le cortaba cada pedazo de su carne lo excitaba.

Con solo cerrar los ojos una vez fue suficiente para escuchar sus gritos deleitando sus oídos, su sangre derramándose por sus manos, apreciando su cuerpo mientras la desmembraba.

—Ya que el trabajo trataba de investigar sobre...—miró a Anthony fugazmente— Esto, ¿por qué no me preguntaste a mí?

—Lo iba a hacer, para completar, pero el decano nos hizo preguntarle a los profesores de la universidad que ejercen la carrera de abogados penalistas.

—Nunca me ha tocado ver a una mujer estudiando esta carrera...—sonrió sacando el cuaderno del suelo del auto.— Es curioso ver cómo estamos avanzando como sociedad, no me quiero imaginar lo que las mujeres lograrán en los años noventa y dos mil.—Estiró su mano mientras sujetaba el cuaderno.

El detective le dedicó una mirada agresiva, levantándole la ceja mientras aceptaba el libro.— Espero que la tecnología y la investigación avance a la par, así podremos encontrar al bastardo que está matando a las mujeres de la ciudad. Cuide a su hija.—Palmeó el hombro de Anthony.

—Lo hago.

El detective se quedó callado, mirando el auto.—El mundo es muy pequeño señor Anthony...—lamió sus labios, observándolo— A veces las mejores personas son una mierda. Pero en fin. ¿Puedo hacerle una pregunta?

Anthony se encontraba incómodo con el brazo del detective en su hombro, carcajeó al escuchar el comentario de él. Pero lo siguiente estaba por llegar, ¿Qué le iba a preguntar? Lo observó fijamente.

—¿Por qué el vidrio de su auto tiene una grieta y sangre?—Soltó su hombro y caminó hacia el copiloto, abriendo la puerta de par en par, observándolo de cerca.

La agilidad para mentir sin sentirse culpable era una característica que había desarrollado con el tiempo, recordaba cada mentira sólo con tener el vago recuerdo de la conversación con la persona.

—Había un hueco en la calle, Christine se dió con el vidrio, gracias por preguntar.—Parpadeó lentamente.

James se impresionó, debió ser un golpe fuerte, el vidrio si tiene una mancha enorme de sangre. Pero una mentira creíble necesita una teoría sin baches—Es verdad... las calles de Woodstock no son las mejores y están llenas de huecos, por la noche estos pueden causar accidentes.—Cerró la puerta del auto, restándole importancia—, lamento lo de su hija, espero que no haya sido grave.

Estiró su mano para despedirse, el apretón que ambos se dieron demostró que el detective no se tragó ninguna maldita palabra de lo que dijo.

Ambos sonreían sarcásticamente, como amigos de años.

Un lobo con piel de cordero.

***

Recuerden que la novela tiene playlist, ahí pueden encontrar muchas canciones de las cuales me he inspirado para todo esto.

Muchísimas gracias por leer la novela, estoy feliz porque les esté gustando, se han unido muchas nuevas personas en esta historia. Gracias por darle una oportunidad 🖤

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