Si solo fuera Hope -Hosie 1

By Unplanetadeunicornio

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1579 Francia e Inglaterra, dos imponentes reinos que siempre han estado al pie de una guerra, llevaban enemis... More

Libro 1 Capítulo 1
Libro 1 Capítulo 2
Libro 1 Capítulo 3
Libro 1 Capítulo 4
Libro 1 Capítulo 5
Libro 1 Capítulo 6
Libro 1 Capítulo 7
Libro 1 Capítulo 8
Libro 1 Capítulo 9
Libro 1 Capítulo 10
Libro 1 Capítulo 11
Libro 1 Capítulo 12
Libro 1 Capítulo 13
Libro 1 Capítulo 14
Libro 1 Capítulo 16
Libro 1 Capítulo 17
Libro 1 Capítulo 18
Libro 1 Capítulo 19
Libro 1 Capítulo 20
Libro 1 Capítulo 21
Libro 1 Capítulo 22
Libro 1 Capítulo 23
Libro 1 Capítulo 24
Libro 1 Capítulo 25
Libro 1 Capítulo 26
Libro 1 Capítulo 27
Libro 1 Capítulo 28
Libro 1 Capítulo 29
Libro 1 Capítulo 30
Libro 1 Capítulo 31
Libro 1 Capítulo 32
Libro 1 Capítulo 33
Libro 1 Capítulo 34
Libro 1 Capítulo 35
Libro 1 Capítulo 36
Libro 1 Capítulo 37
Libro 1 Capítulo 38
Libro 1 Capítulo 39
Libro 1 Capítulo 40
¡Noticia!

Libro 1 Capítulo 15

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By Unplanetadeunicornio




Inglaterra

Cruzando el fantástico Canal de La Mancha, muy lejos de la legítima heredera al trono de Inglaterra, se encontraban los Mikaelson a la espera de una señal de vida por parte de la joven pelirroja que esperaban los llevara a un inédito triunfo en la historia de Europa.

Eran los primeros días de Abril y no habían tenido noticia alguna de la Princesa de Gales desde que la misma había abandonado la seguridad de su hogar los últimos días de Enero, si fuera por su alocado y temido padre este ya habría puesto un pie en Francia para poner fin a la tétrica espera que parecía consumir a todo el linaje pese a que algunos se las arreglaban muy bien para ocultarlo. Fue el meticuloso Elijah, no solo príncipe de Inglaterra sino que también mano derecha del rey, quien le había impedido realizar tal torpe acción ya que según el mismo debían darle una oportunidad a la joven a causa de que tenían el efecto sorpresa bajo sus mangas y era algo que no debían desperdiciar por impulsos tan infantiles.

- Nik -Freya llamó su atención de forma brusca en el momento exacto que él estaba, en el jardín posterior del palacio, a punto de lanzar una flecha para que esta se incrustara en su objetivo varios metros más adelante.

- Maldito infierno -Rodó los ojos con agresividad, bajando el arco tras ver que su flecha no había dado en el centro de la madera debido a la inesperada distracción- ¿Es la paz aquello que un rey nunca podrá tener? -

Se limpió el ligero sudor de su frente con la manga de su camisa, observando como Kol y Davina caminaban por los arreglados jardines.

- Es un hombre que aclama traer noticias de Hope, el mismo dice que solo hablará contigo presente -Freya descansó una de sus manos en su antebrazo, sus ojos claros brillando con la información que su lengua se permitía otorgar aquella soleada mañana de primavera.

Niklaus dejó el arco en la mesa más próxima, a una lentitud que solo descolocó a la mayor de sus hermanas, y luego se encaminó hasta el interior de la gran corte que su familia había levantado varios siglos atrás.

Un par de guardias le informaron que el misterioso hombre, a quien habían escoltado dentro una vez este se presentó en la verja principal, ya estaba esperándolo en el majestuoso salón del trono. 

- Mi mensajero favorito -Niklaus le palmeó la espalda con gracia al reconocerlo, permitiéndose incluso esbozar una sonrisa amable cuando el hombre hizo una reverencia extremadamente cuidada- Me fue dicho que traes noticias de la princesa, por favor no hagamos al tiempo más tortuoso de lo que ya es -Movió su mano en un gesto que le incitaba a hablar, tomando asiento en el trono junto al de Hayley.

Su esposa había abandonado la corte muy temprano en la mañana, la misma se encontraba visitando un par de sitios en los que la corona había invertido y ahora aquello le impedía estar aquí para escuchar la información que el hombre tenía con respecto a su única y adorada hija. 

- Fui sorprendido por su Alteza cuando esta apareció en la puerta de mi casa hace ya tres días -Este le comentó mientras rebuscaba algo en su bolsillo, encontrándolo luego de unos tediosos segundos- Quería que le entregara esto de forma bastante urgente, sin distracciones -

Pidió permiso antes de hacerse camino hacia el trono, subiendo los escalones para tenderle al rey la carta que Hope le había dado algunas noches atrás.

- ¿Cómo se veía la misma? -Niklaus examinó el sobre, sus ojos recayendo en la cera roja que mantenía a este cerrado.

Había dos reconocidas iniciales grabadas en la cera, las mismas eran LW.

Littlest Wolf, el reconocido apodo cariñoso que él le había dado a Hope.

- Cabello rojo, ojos claros -El hombre frunció el ceño, rápidamente obteniendo una risa baja por parte de su monarca.

- Hacía referencia en cuanto a cuidados -Aclaró al mensajero mientras sus dedos se centraban, con bastante furor, en romper la cera para abrir la carta- ¿Se veía bien? -

Una vez sacó el papel, lo dejó descansar en su muslo derecho sin permitirse leerlo hasta que estuviera solo.

- Si, majestad -El hombre respondió mientras llevaba sus manos tras la espalda, aliviando la preocupación de Niklaus- Se veía algo cansada pero parecía gozar de buena salud -

El mensajero, una vez el mayor de los Mikaelson se permitió observarlo con cuidado, tenía notables ojeras y su cabello estaba revuelto; sus botas oscuras cubiertas del barro que había retrasado su llegada a la corte.

- Por favor -Niklaus se puso de pie con una majestuosidad que lo caracterizaba, ofreciendo al hombre una sonrisa torcida- Acepte la gratitud de su rey y encuentre en esta corte una habitación en la que pasar la noche antes de tener que volver a Francia con mi respuesta para la princesa -Sugirió

Hizo un pequeño ademán a un sirviente que se encontraba de pie en la arcada del salón, rápidamente ordenándole que encontrara un sitio apropiado para alojar al cansado mensajero.

Una vez se encontró a si mismo solo en la inmensidad de aquel salón, el ambicioso Niklaus Mikaelson caminó los pocos metros que lo separaban del despacho del monarca. Fue ahí, en la comodidad de su viejo escritorio, que desplegó la arrugada carta recibida. No le costó reconocer la perfecta caligrafía de su primogénita, esa que hoy trasmitía noticias poco alentadoras.

Querido Padre

Me encuentro escribiendo esto bajo las penumbras de la habitación que me ha sido otorgada por parte de la Delfina en mi exitosa y cuidada llegada a Francia; quería informar que la misma recientemente ha sido obligada a comprometerse con prisa a causa de acciones que muy bien explicaré en el correr de esta carta que espero encuentre lugar en tus cálidas manos antes de que sea demasiado tarde.

Todo va acorde a lo planeado, aun así me temo que mi misión parecerá llevar más tiempo del estimado si queremos que esta no tenga errores que cuesten cosas importantes..

La joven princesa se encuentra bajo mi atenta mirada mientras analizo, como ha sido pedido, las defensas de la corte real para lograr mayor ventaja una vez se decida tomarla. No estoy segura de poder mantenerle al tanto de todo, estaría ya corriendo demasiado riesgo debido a que la seguridad de Francia se encuentra alerta a causa del intimidante movimiento de tropas inglesas a Sussex y Wessex.

Espero pueda comprender mi solicitud de retirar dichas tropas así como también de otorgarme mayor tiempo que el acordado en un principio.

Por otro lado espero todos se encuentren bien, los extraño cada día y se mantienen bien latentes en mi memoria.

Always and forever
                                        HM

El hombre suspiró con su vista puesta en la enorme ventana que daba al jardín, ese jardín donde la Princesa de Gales solía pasar largas horas jugando.

No era casualidad que Niklaus, tras el nacimiento de la niña, hubiera mudado el despacho del monarca a este lado de la corte cuando originalmente se encontraba en el otro. Tenía una vista perfecta del jardín interior, de donde Hope podía jugar con él mirándola de forma fugaz.

Francia

Josette Saltzman se había visto sometida, los siguientes cuatro o cinco días consiguientes a la presentación de su prometido, a pasar más tiempo con Lord Kirby quien para su agrado resultó ser menos molesto de lo que había pensado en un principio.

Ambos compartían una intensa pasión por la lectura, lo que hacía que tuvieran un gran tema de conversación, así como por el aire libre y las festividades anuales.

Pronto aprendió que Landon, como el muchacho en varias ocasiones le había insistido que le llamara, carecía de cualidades básicas, como por ejemplo la lucha, que en aquel entonces eran requeridas para un rey o cualquier noble en general.

- Fue así que terminé intoxicado con dicho alimento -El joven, con sus mejillas juguetonamente repletas de uva, le comentó con sus orbes claros brillando bajo la luz del sol.

A la Delfina de Francia le dolían las costillas de tanto reír; algo que parecía no hacer desde un largo tiempo en el que no se permitió pensar a causa del miedo que tenía de que aquellos pensamientos volviera a opacar su reciente y costoso brillo.

Landon era la persona más torpe que había conocido, aquello definitivamente contribuía a que el mismo fuera divertido aunque tal vez, y probablemente lo más importante, lo era la necesidad que ella tenía de que al menos Landon le agradara si es que iban a pasar toda la vida juntos. No podía negar que dicha necesidad, la de no sentirse sumamente infeliz, hacía que escarbara hasta lo más profundo para encontrar lo bueno que en Hope, por ejemplo, era mucho más evidente.

Hope era atenta, respetuosa y protectora. Hope era Hope y por más de que Josie intentara, Landon no era ni nunca sería Hope.

- Lamento oír eso, no podría imaginar una vida sin fresas -Comentó en un tono que no alcanzó la emoción que hubiera querido, especialmente después de haber caído involuntariamente en pensamientos melancólicos que no la ayudarían en nada.

- Jamás pude volver a comerlas luego de aquel día -El lord meneó la cabeza, riendo por lo bajo.

¿Podría Landon llegar a hacerla feliz?¿Podría ella intentarlo un poco mas fuerte?

- Es una pena -La castaña apoyó su mano en el antebrazo del chico, arrastrándola por la piel del sitio hasta alcanzar el dorso de su mano y presionar este de forma ligera. 

No, el contacto no se sintió tan agradable como hubiera deseado.

Las conversaciones con el joven noble eran fluidas pero las mismas no lograban el grado de comodidad que a la castaña le gustaba; ese grado que misteriosamente solo alcanzaba con la pelirroja. Josette debía dejar de compararlos, Hope era Hope y Landon era Landon; quien volvió a repetirse que jamás podría ser Hope. Ahí estaba, otra vez ahogándose en aquel círculo vicioso.

No volteaba para corroborar pero aun así sabía que Hope caminaba varios pasos detrás de ambos, siempre podía sentir su presencia cuando esta estaba cerca. Habían intercambiado escuetas palabras desde que esta había conocido a Landon, la verdad era que Josie no quiso escarbar la extraña razón por la cual la chica estaba siendo brutalmente fría desde entonces.

Hope por otro lado estaba que ardía en llamas, tenía el intenso deseo de sacarle los ojos a aquel chico que había salido de Dios sabría dónde. En un principio creyó que el enojo que la envolvía provenía de una razón bastante clara, la unión de la Delfina con el muchacho apeligraba a Inglaterra y eso era algo que la misma no podía tolerar en absoluto. Después, sin siquiera querer llegar a la verdad, se dio cuenta que simplemente estaba celosa y no tenía nada que ver con Francia o Inglaterra. Simplemente le jodía que Josette se sintiera cómoda con el joven, a quien valía recalcar que Hope no le encontraba nada de gracioso.

Aquella mañana sus nudillos habían quedado blancos a causa de la fuerza con la cual su mano se cernía en la empuñadura de su espada, aquella cargada de vidas que había dejado vagando en el río Estigia. En su mente el joven noble, quien radiante se veía tras el fugaz contacto físico de la castaña, podía ser esa siguiente vida que ella requería tomar por razones que la superaban.

Hope estaba molesta, muy molesta si debía ser honesta consigo misma. Había arriesgado todo por una chica que ahora parecía darle la espalda para caer en los brazos de un joven que había salido desde los arbustos hacía tan solo cinco días. Hope había a través de una maldita carta mentido a su familia, retenido la movilización de sus tropas y hasta arriesgado su maldito trono por ella. Hope se había jugado un montón de cosas que jamás podría decirle, no si quería seguir viviendo.

Era normal que se sintiera así, inútil y molesta con que por primera vez en su historia el corazón le ganara a la razón. Eso había sido su ruina, no tenía duda alguna. Si habría escuchado a su mente, como bien su padre le había enseñado desde niña, jamás se habría metido en los problemas que le habían dado fin.

Agradeció al universo que Josette decidiera irse a dormir temprano aquel día, no estaba segura de soportar verle el rostro otro maldito segundo más; lo que no tenía mucho sentido porque Josette jamás la había obligado a escribir aquella estúpida carta que de seguro ya había alcanzado a su padre.

No, tal vez Josie no tenía la culpa pero la misma le recordaba todos sus errores, todos sus fracasos y la decepción del linaje Mikaelson a causa de estos. Era un recordatorio constante de lo débil y patética que había sido, todo por un amor del que sabía jamás podría ser. Dios, se encontraba totalmente avergonzada de ella misma. Poco tiempo quiso pensar en que su enojo solo era una fachada de su dolor, una fachada que pretendía ocultar que en el fondo solo se estaba rompiendo. 

Apenas había gente circulando por el último piso de la corte, ahí donde Hope se encontraba con el único propósito de tomar algo de aire para despejar su mente.

A lo lejos escuchó una pequeña conversación entre dos asesores de la corona, reconociendo rápidamente al primero de estos. Era el mismo, bajito y panzón, que había dado la idea al rey Alaric sobre el matrimonio de Josette para formar una alianza que pudiera mantenerlos en pie durante la guerra que se avecinaba.

- La Delfina deberá casarse pronto, no sabemos qué acciones realizará Inglaterra en cuanto se entere del compromiso -La voz gruesa del hombre alcanzó a los oídos de la única hija de Niklaus, haciéndole rodar los ojos con aburrimiento.

Fantástico, nada más podía ir peor.

Algunas veces, a causa de que simplemente ya estaba harta de toda esta farsa, pensó si tal vez este miserable reino podría vivir sin mencionar al suyo durante unos escasos segundos.

- Me temo que la reina no acepte tal cosa -El otro hombre, delgado y visiblemente más alto, dudó haciendo referencia a Caroline Forbes, la reina de Francia.

Hope ni siquiera podía creer que la mencionada no hiciera nada para ayudar a aquella hija que tanto aclamaba amar. Hope podría estar mintiendo con respecto a su identidad pero no pudo evitar pensar que aquí eran peores, todos unos completos farsantes; la reina, el rey, la Delfina, su hermana. Todos, absolutamente todos en este suelo asqueroso que ahora pisaba llena de rencor.

Bueno, definitivamente era una Mikaelson con tanta ira contenida.

Su corazón incluso rió amargamente con el hecho de que ella había hecho, a través de una peligrosa y estúpida carta, mucho más que la reina para poder ayudar a la Delfina. Y así le estaba pagando, pensó castigándose de forma violenta.

- No tiene poder sobre la decisión -El hombre chasqueó la lengua, restándole importancia mientras se llevaba a la boca algo que Hope no pudo reconocer- La decisión será tomada sin su consentimiento, es por el bien de Francia -

No les importaba el sacrificio porque no era de ellos, simplemente eran asquerosos.

- ¿No siente usted pena por la Delfina? -El hombre, de cabello castaño bastante canoso, ladeó su cabeza con incredulidad- La hemos visto crecer, tan amable y llena de vida -Remarcó en un tono suave, la pena calando en su voz.

Bueno, no todos estaban perdidos en este sitio.

- Ha nacido para esto, ella lo sabe -El otro consejero respondió en un tono cortante, ese que demostraba no quería seguir dando vueltas en la conversación.

- ¿Entras? -El más alto de ellos preguntó a su compañero, tomando ya varios pasos para adentrarse al interior de la estructura.

Subestimar a una mujer había sido el primer error de aquel hombre bajo, el segundo fue quedarse ahí arriba cuando su compañero decidió entrar a causa de la brisa que estaba comenzando a soplar.

Hope caminó sin prisa alguna, mostrando indiferencia en cada uno de sus pasos. Se detuvo junto al hombre, mirando el horizonte al tiempo que guardaba sus manos en los bolsillos de su chaqueta. 

- Una linda noche -Hope le comentó con un dolor incipiente en su sien, ese que era producto de una bronca que no lograba calmar.

Quería romper todo, quemar cada habitación de la corte hasta que no quedara rastro alguno de este sitio.

Había sido tan idiota, Josie la había manipulado tan fácil.

- ¿Qué quieres? -El hombre cuestionó en un tono cansado, un extraño aroma alcanzando a Hope cuando el mismo abrió la boca de forma poco paciente.

¿Qué diablos estaba comiendo?

- Tu cabeza -Su voz no había temblado, lo había dicho de la forma más natural posible.

Había una densa neblina en la entrada del bosque, la pradera estaba vacía a excepción de un par de ciervos que justo aprovechaban la oscuridad de la noche para cruzar el terreno.

Tal vez podría tirar el cadáver del hombre al río, ¿no?

Miró el agua y el extenso tramo que debía caminar si quería arrojar su cuerpo al agua. No, le dolían las piernas y no pensaba caminar ni un miserable metro más.

Hope volteó su rostro hasta enfrentar al hombre cuando percibió los ojos de este perforando su mejilla, sus orbes oscuros observándola como si no creyera que le estuviera hablando así a alguien de tan alta categoría como él. Bueno, seguro se caería de culo si supiera los títulos reales que abrazaban a Hope.

- Los jóvenes de hoy en día, se creen tan divertidos -El hombre rodó los ojos, ligeramente molesto por lo que creía era una broma infantil

Hope suspiró con pesar, tomándose el tiempo de memorizar el rostro del hombre mientras observaba su asquerosa boca moverse con lentitud. Volvió su vista al frente, a la gigantesca pradera bañada por la luz de la luna

- Algunas veces es difícil respirar a tan alta altura, ¿no lo cree? -

- Si lo encuentra difícil tal vez debería hacer su camino al interior para poder bajar por las escaleras -El asesor de la corona sugirió de forma mordaz.

- Lo haré, pero no antes que usted -Frunció el entrecejo durante cortos segundos, hasta volver a su clásica postura indescifrable- Imagine toda esta tierra, toda Europa bajo un mismo y glorioso sello -Compartió un sueño que algunas veces no solo pertenecía a su padre. 

Se vió a si misma sentada en el trono, el reconocido sello de los Mikaelson decorando cada rincón de Europa.

- Una joven ambiciosa, tal vez hice mal en juzgarle tan pronto -El hombre asintió para si mismo, como si se estuviera dando cuenta de algo- ¿Quién eres? -

Una sonrisa arrogante afloró en una de las comisuras de su boca, su mano derecha descansó con fuerza en el hombre del asesor.

- La pesadilla de Francia, la pesadilla de Europa -

No podía apuñalarlo tan deliberadamente, estaba siendo muy impulsiva pero no era una idiota. Apuñalarlo habría evidenciado a la corte de su asesinato una vez encontraran el cadáver, Hope tenía muy pocas intenciones de alertar a la seguridad del sitio.

El hombre se rió de forma cínica, meneando la cabeza.

- Es usted casi tan elocuente como molesta -

- Dígame, ¿encuentra difícil el respirar a esta altura? -Hope ladeó su rostro, apreciando como la sonrisa del mismo se desvanecía- Puedo ayudarle a bajar, no se preocupe por ello -

Optó por penosamente envolver su brazo derecho en el cuello del hombre, ajustando el agarre sin vacilación. Era la hija de su padre a fin de cuentas, había heredado de este un montón de cosas.

- ¿Qué estás haciendo? -Le escuchó decir en medio de jadeos, su rostro comenzando a volverse rosado.

¿Por qué no estaba sintiéndose mejor con esto?¿Por qué su mente seguía tan agobiada y repleta de sentimientos negativos?

El hombre aferró sus manos a su pálido antebrazo, tratando de liberarse, pero la pelirroja hizo mayor presión en el agarre.

- Shh -Susurró sobre su oído con una pereza brutal, su vista puesta en algunas estrellas que decoraban el cielo- El león inglés ya está aquí, el cruel invierno sopla la nuca de Francia -

- En nombre del rey te ordeno que me sueltes -El hombre trató de alcanzar su rostro, Hope hizo su cabeza a un lado para apartarse de los ligeros manotazos.

Idiota

- Toda Europa bajo un mismo sello -Volvió a repetir con una sonrisa raspando sus labios- No te preocupes, dejaré que tus hijos vivan para apreciar aquello que su padre tanto odiaba -

- ¿Quién eres? -

Le escuchó decir en un tono ahogado.

- Bajo el grandioso sello de los Mikaelson -

Esperó hasta que el hombre detuvo el pequeño forcejeo luego de segundos que se le hicieron interminables, su cuerpo pesando entre sus brazos.

Arrastró el cadáver y lo aventó por el borde del último piso buscando que aquello pareciera un trágico accidente, sin prisa alguna se marchó a su habitación quejándose de un codazo que el hombre había asestado en sus costillas.

Se estaba haciendo tarde para la hora de dormir, estaba muy cansada y no solo a nivel físico.

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