Heridas Ocultas ✅ | editando |

By kendymadness

8.8M 531K 86.5K

La vida de Dominic Armstrong siempre había sido un tormento. Durante su infancia y adolescencia tuvo muy mala... More

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo dieciséis.
Capítulo diecisiete.
Capítulo dieciocho.
Capítulo diecinueve.
Capítulo veinte.
Capítulo veintiuno.
Capítulo veintidós.
Capítulo veinticuatro.
Capítulo veinticinco.
Capítulo veintiséis.
Capítulo veintisiete.
Capítulo veintiocho.
Capítulo veintinueve.
Capítulo treinta.
Capítulo treinta y uno.
Epílogo.
Capítulo extra.
Capítulo extra: DEGAN.

Capítulo veintitrés.

185K 14.8K 1.4K
By kendymadness

MEGAN

Mis amigas no paraban de hablar mientras yo seguía conduciendo en dirección al departamento. Después de haber pasado horas en diferentes tiendas de ropa, finalmente terminamos el recorrido. Todo iba bien. Hasta que recibí una llamada de Derek. Al principio pensé que había confundido mi número con el de Cecy. Me tomó por sorpresa cuando mencionó que me necesitaba en el gimnasio. Por un segundo quedé confundida, pero luego explicó que Dominic estaba incontrolable. Me pareció extraño porque había hablado con él hace un rato. Pero aún así, le aseguré que estaría ahí en un par de minutos.

—Ten cuidado —dijo Amy, quien fue la última en bajar del auto. Cerró la puerta y junto con mis otras dos amigas, entraron al departamento. 

Con las manos sudando, me dirigí al gimnasio. Una vez allí, encontré a Derek caminando hacia a mí. La preocupación aumentó cuando noté la desesperación en su mirada. 

—Gracias por venir —su voz era cautelosa y suave. Nada comparado con la voz firme y segura que usaba la mayor parte del tiempo.

—¿Dónde está Dominic? —miré hacia al bar y el ring antes de volverme hacia a él.

—En uno de los almacenes del fondo —se restregó la cara y suspiró—. Está teniendo una crisis nerviosa.

—¿Qué dices? —fruncí el ceño y me tensé. 

Sin esperar su respuesta, lo esquivé y caminé aceleradamente por el largo pasillo que llevaba a los cuartos de entrenamiento. Por ahora, mi mente estaba en blanco y lo único que podía pensar era que estuviera bien. 

Escuché los pasos de Derek detrás de mí, pero apresuré el mío cuando vi a Jay al final del lugar. Estaba a un lado de la puerta y se apartó de la pared cuando me acerqué con determinación.

—¿Qué sucede? —pregunté.

—Comenzó a ponerse histérico, nos aventó literalmente al pasillo y  —miró la puerta con frustración—, se encerró allá dentro.

—¿Cómo pudieron dejarlo solo? —sacudí la cabeza con indignación y moví la perilla de la puerta para darme cuenta que estaba cerrada. 

Toqué la puerta y lo llamé, pero un ruido métalico y sus gruñidos enfurecidos impidieron que me escuchara. Pecibí el estruendo de golpes contra los casilleros y pude imaginar sus puños golpeando cada uno de ellos. Me irritaba saber que estaba haciéndose daño. 

—¿Qué pasó para que se pusiera así? 

—No lo sé —dijo Jay—. Derek y yo lo estábamos esperando en el bar y cuando regresamos al almacen, lo encontramos con la mirada perdida.

—Ahora que recuerdo, Josh salió del pasillo minutos antes que nosotros fuéramos por Dominic —comentó Derek con cierto aire de sospecha. Cerró los ojos por un instante y gruñó—. Maldito hijo de puta. Tal vez le dijo algo que lo alterara.

Era lo más probable. Josh siempre tomaba la oportunidad de criticarlo cuando lo veía. No entendía que tenía contra él.

Suspiré y volví a tocar la puerta un poco más fuerte.

—¡Déjenme en paz! —gritó con la voz distorsionada.

Me sentía impotente por no poder hacer algo al respecto. Dominic necesitaba saber que no debía sentirse solo, pero tenía la certeza que su ira no lo dejaba reconocer lo agobiados que estábamos.

—Voy a buscar a ese idiota —escuché decir a Derek.

—Iré contigo —me volví hacia Jay, quien comenzó a seguirlo.

—No pueden irse. Dominic es su amigo, deberían estar aquí para él —me parecía injusto que eligieran alejarse cuando estaba en malas condiciones.

Ambos me miraron sobre su hombro y Jay lo consideró, pero luego Derek habló:

—Lo conozco y sé que no nos necesita. No hay nada que podamos hacer por ahora más que ir a partirle la cara ese engreído de mierda. Además, fue por eso que te llamé. Si se entera que estás aquí, se tranquilizará un poco. Tu presencia influye positivamente en su manera de actuar.

Y así, se marcharon. Medité su argumento y no pude evitar sentir un aleteo en el estómago. El mismo que sentí cuando Dominic me dijo por teléfono que me quería. Fueron una simples palabras. Sin embargo, tuvieron una reacción indescriptible en mi pecho. Sabía que era difícil para él expresar sus sentimientos. Pero las semanas que llevábamos saliendo, había progresado. Y no iba a dejar que volviera ser aquél Dominic distante y limitado que conocí por primera vez.

Esperé pacientemente mientras seguía escuchando la manera que descargaba su impotencia dentro del almacen. Pasaron un par de minutos y luego hubo un silencio. Me puse alerta y me estremecí, temiendo que hubiera hecho una locura.

—¿Dominic? Abre la puerta, por favor —no escuché respuesta y forcejé con la perilla como si mi vida dependiera de ello.

Me invadió el pánico y comencé a tener problemas para respirar. Recé que no estuviera herido o insconsciente. Cuando supe que nunca iba a poder entrar, decidí ir por ayuda. 

—¿Megan? —alcancé a oír desde el otro lado y mi corazón se detuvo aliviado.

—Soy yo —pasé saliva y con la yema de los dedos, acaricié la puerta—. Necesito verte.

El nerviosismo se amplificó conforme pasaron los segundos. Quería escuchar su voz de nuevo para asegurarme que no se hizo daño. Después de unos momentos que me parecieron eternos, sonó el clic de la puerta. No sabía cómo iba a encontrarlo y pedí mentalmente que no me alejara como lo había hecho con Derek y Jay.

Deslizando las manos por mi vestido de verano, empujé la puerta lentamente. Entendería que no quisiera hablar. Únicamente deseaba estar a su lado. Podría remediar su actitud aunque fuera por un instante. 

Una vez que estuve dentro del almacen, cerré la puerta detrás de mí. Traté de ignorar la tristeza cuando lo vi, pero sabía que se reflejaba en mi mirada. Estaba sentado en la banca del centro con la vista al suelo. Su postura vulnerable me recordó al día que estuvo en la sala de mi departamento, y me dolió profundamente. Odiaba que estuviera así. Tenía los hombros rígidos y su respiración mostraba el agotamiento de su resistencia.

Me senté a su lado, desconociendo lo que tenía qué hacer. No quería que retomara el enojo. Sería complicado traerlo a la realidad. Cuando se hundía en su propio tormento, perdía la noción de lo que hacía. Y eso lo comprobé cuando miré las heridas en sus nudillos. Sus pensamientos debían estar ignorando el dolor porque era imposible pasarlo por desapercibido.

—Estás aquí —susurró como si fuera un espejismo.

—Estoy aquí, Dominic. Y estaré aquí cuando lo necesites.

Me miró y el vacío en sus ojos inyectados de sangre me rompió el alma. Me observó por bastante tiempo antes de negar la cabeza.

—Deberías irte. No soy un acompañante agradable en estos momentos.

—Sé lo que pretendes. Intentas aislarte de nuevo, pero me quedaré aquí aunque no quieras —me crucé de brazos y sostuve su mirada. De ninguna manera iba dejarme engañar por sus palabras que su mente producía para encerrarse en su mundo desolado.

Sus manos temblorosas recorrieron su cabello y se levantó, dejando salir un suspiro entrecortado. Equilibró su cuerpo contra los casilleros deteriorados y me reuní con su mirada que carecía de brillo.

—No te merezco, Megan.

Con molestia, me enderecé  y caminé hacia a él.

—¿Por qué piensas eso? ¿por qué te empeñas en creer que mereces lo peor?

La dureza en su mandíbula me intimidó.

—¿Sabes por qué? Porque alguien como yo no es capaz de ofrecer cariño y mucho menos amor. No puedo hacer eso cuando pasé años siendo menos valorado, presenciando golpes y humillaciones. 

—¿No podrías superar tu pasado de una vez? ¡Dominic, vivir de los recuerdos no te ayudará de nada! —hablé sin poder detenerme. Estaba desesperada por hacerlo ver que no merecía castigarse de esa manera.

Sus ojos grises se convirtieron en un par de trozos de hielo y cuando rió fríamente, empecé a retroceder.

—Es fácil decirlo, pero nadie comprenderá la culpa que he estado cargando desde niño. Jamás tendrás idea de lo horrible que fue tener un hombre violento en tu familia —me quedé inmóvil, procesando lo que me decía. Sin embargo, obligué a mis pies dar pasos hacia atrás mientras él seguía acercándose—. Cuando otros niños veían a su padre como el héroe, yo lo veía como si fuera un maldito demonio. Me daba terror cada vez que llegaba a casa. Era la pesadilla de todos los días.

Respiró hondo y su rostro se endureció. Topé con la pared y un escalofrío se expandió por mi columna.

—Dominic, yo...

—¿Quieres saber de mi pasado? Bien. Te lo diré. Mi padre era un alcohólico que golpeaba a mi madre cada vez que podía. No le importaba que las lesiones anteriores aún no sanaran, él continuaba hasta cansarse. Se encargaba que yo estuviera ahí viéndolo todo, y cuando me escondía en mi habitación, iba a buscarme para obligarme a estar presente en cada golpe y puño que ella recibía —colocó los brazos en cada costado de mi cabeza y su voz fue quebrándose—. Pasaron los años con esa misma rutina y cuando finalmente pude reunir el valor de enfrentarlo, me interpuse en su camino. El siguiente golpe fue para mí, pero me sentí conforme que fuera uno menos para mi madre. Desde entonces, se desquitó conmigo. 

Sentí las lágrimas ardiendo en la parte posterior de mi garganta y permanecí en silencio, paralizada.

—Estaba satisfecho por saber que era yo a quien maltrataba —hizo una pausa y me sobresalté cuando se quitó la camiseta con rabia, señalando sus brazos y su pecho—. ¿Ves todos estos tatuajes? No los tengo sólo por vanidad. Los tengo para ocultar cada marca que dejó su cinturón de cuero. Cada herida profunda que causó los pedazos de vidrio de la botella de alcohol que me aventaba. Cada maldito moretón de sus patadas. Cada cicatriz de sus pellizcos y empujones contra los muebles. Odiaba mirarme al espejo con todos esos golpes. Fue por eso que me tapicé de tinta para disminuir mi cobardía.

—Lo siento —balbuceé con las lágrimas empañando mis pupilas.

—No lo sientas, lo que me sucedió no fue tan trágico como lo que pasó con mi madre. Fue demasiado tarde cuando regresé a casa. La encontré desmayada y cuando menos pensé, había muerto por una contusión cerebral —tragó pesadamente y la furia se agitó en sus ojos—. ¿Y sabes quién fue el responsable? Mi propio padre.

El corazón se fue rompiendo en miles de pedacitos y los sollozos brotaron de mis labios sin cesar. No pude contenerme. La nostalgia me llenó y una espina atravesó por mis pulmones, aniquilando mi capacidad de aspirar aire. Reflexioné dolorosamente cuando me di cuenta lo afectado que estaba. Lo poco que se apreciaba y todo por culpa de una persona que lo lastimó a él y a su mamá. 

Me quebré por dentro cuando encontré su mirada vidriosa. Quería hacerlo sentir bien, pero no había nada que pudiera decir para lograrlo. Hasta ahora, tuve una razón más para sentirme afortunada por la familia que tenía. Pero me enfurecí al saber que él no había disfrutado su vida como se requería. Me dolía demasiado. 

Limpió mis lágrimas acariciando mi mejilla, y la sangre seca de sus nudillos rozaron en mi piel. 

—¿Ahora entiendes por qué no te merezco? Estoy jodido por dentro y por fuera. Pero no quiero que desaparezcas de mi vida. Nunca podría dejarte ir —suspiró y acunó mi rostro—. Cuando estás conmigo, todos esos recuerdos dejan de atormentarme. Eres la armonía de mi rencor, la salvación de mis temores.

Mi corazón sensible, se derritió y explotó a un abismo de emociones que no pude derribar.

—Estoy maravillada, Dominic. Eres un chico especial y fuerte. Quiero que sepas que te brindaré mi apoyo para que salgas adelante. No permitiré que te rindas. Eres importante para mí y haré lo posible para que lo creas.

Sus ojos se suavizaron y una pequeña sonrisa se dibujo en mis labios. Se veía completamente desconcertado como si para él, fuera imposible ser importante.

—Gracias por aparecer en mi camino —me miró con adoración y luego llevó mi cuerpo al suyo para darme un beso que por poco me dejó desorientada—. Gracias.

Me fundí en sus brazos y cuando recargué mi mejilla en su pecho, percibí su corazón acelerado. Ajustó sus brazos a mi alrededor y besó mi coronilla mientras se mecía de un lado a otro. Así como él lo había mencionado, yo tampoco lo dejaría ir. Tenía mucho cariño por compartir y aún no se daba cuenta de ello.

Continue Reading

You'll Also Like

33.2M 4.3M 46
[COMPLETADA] ¿Es posible enamorarse de alguien sin conocerlo? ¿Sin haberlo visto? ¿Es posible desarrollar sentimientos por una persona que solo has e...
158K 7.6K 48
Una historia que promete atraparte desde el principio hasta el final. Camila es una chica humilded, Ignacio Besnier es el heredero de un imperio empr...
221K 22K 44
Vanessa nunca fue creyente del amor. Elliot jamás creyó que alguien lo pudiera amar. El amor es Gris a los ojos de ambos, gris ante los dos de difere...
13.9K 1.5K 14
Becky llega a la Universidad con su novia friend Y le toca sentarse con freen Qué es una chica interosexual Y tiene fama De usar a las chicas pero po...