Si solo fuera Hope -Hosie 1

By Unplanetadeunicornio

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1579 Francia e Inglaterra, dos imponentes reinos que siempre estaban al pie de una guerra, llevaban enemistad... More

Libro 1 Capítulo 1
Libro 1 Capítulo 2
Libro 1 Capítulo 3
Libro 1 Capítulo 4
Libro 1 Capítulo 5
Libro 1 Capítulo 6
Libro 1 Capítulo 7
Libro 1 Capítulo 8
Libro 1 Capítulo 9
Libro 1 Capítulo 10
Libro 1 Capítulo 12
Libro 1 Capítulo 13
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Libro 1 Capítulo 15
Libro 1 Capítulo 16
Libro 1 Capítulo 17
Libro 1 Capítulo 18
Libro 1 Capítulo 19
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Libro 1 Capítulo 21
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Libro 1 Capítulo 28
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Libro 1 Capítulo 32
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Libro 1 Capítulo 34
Libro 1 Capítulo 35
Libro 1 Capítulo 36
Libro 1 Capítulo 37
Libro 1 Capítulo 38
Libro 1 Capítulo 39
Libro 1 Capítulo 40
¡Noticia!

Libro 1 Capítulo 11

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By Unplanetadeunicornio


Hope Mikaelson no había podido dormir esa noche, o las pocas horas que tuvo antes de que el sol volviera a salir el diecisiete de Marzo, y de verdad dudaba que pudiera hacerlo mejor al día siguiente; la culpa la carcomía lo suficiente como para no permitirle pegar un ojo ni siquiera durante unos miserables minutos.

Había salido de los aposentos de la princesa, tras un incómodo acuerdo silencioso que inmediatamente siguió a aquellos dos o tres besos, en medio de tropezones y un silencio sumamente pesado. Su mente, incluso cuando no quería, volvía a recaer en los mismos recuerdos una y otra vez pese a que ya los había repasado cientos de veces en las últimas diez horas.

Cerró los ojos pero aquello solo provocó fugaces imágenes de los labios de Josette sobre los de ella, la calidez de su aliento y el jadeo inoportuno de la misma. Estaba segura, como que era la hija del infame rey Niklaus Mikaelson, que todavía sentía los dedos de Josie acariciando su nuca; el fantasma de la misma erizándole la piel con la delicadeza del tacto.

Abrió los ojos para enfrentar parte del jardín que tenía enfrente, aquel por el que caminaba con bastante pereza en busca de alguna brisa que borrara todos sus recuerdos de la noche anterior.

Debió haberse apartado, debió haber corrido su rostro o vociferado algo en forma de rechazo; básicamente debería haber hecho todo menos lo que realmente hizo, eso de permitirlo y en peor parte disfrutarlo. Esa era su verdadera preocupación, la de no haberse sentido fatal ante la cálida sensación que se había extendido por su pecho; la de sentir todo lo que sabía que no debía ni quería sentir.

Volvió a cerrar sus ojos pero esta vez en su mente no se encontraba la imagen de Josette sino la de su familia, a quienes no veía desde hacía un mes y algo más de dos semanas. Su padre estaba impaciente, la movilización de una parte importante de las tropas inglesas a Sussex y Wessex evidenciando aquello de una forma muy fuerte; por lo menos lo suficiente como para alertar a Alaric y sus asesores.

A flote volvieron a surgir nuevos sentimientos, esta vez más pesados, más oscuros. Sentía que los había traicionado, que había fallado en todo aquello que ellos le habían enseñado a lo largo de su vida.

¿Cómo es que había pasado de estar extremadamente determinada a cumplir con su misión de asesinar a la princesa a terminar besando a la misma en los aposentos de esta? ¡Peor! A no solo disfrutarlo de aquello sino que tambien desear que volviera a ocurrir una y otra vez; hasta que su boca doliera. 

Sacudió con rabia su cabeza, impidiendo el impulso de querer destrozar todo lo que estuviera a su paso; lo que valía recalcar que no eran más que inocentes arbustos y flores silvestres.

Josette debería estar muerta y lo único que estaba hasta el momento era bien colada en sus malditas entrañas; algo que le fastidiaba por completo debido a que le hacía creer que Hope era como cualquier otro ser humano sin gracia, una persona sumamente débil y tonta. En realidad le fastidiaba porque Hope sentía que ya no tenía control sobre ella misma, que era un barco a la deriva en busca de encallar, con algo de suerte, en una buena playa.

Maldijo porque a pesar de sentirse fatal aún experimentaba una adrenalina sumamente abrumadora que le arrebataba una sonrisa cada vez que pensaba en aquel beso, en aquel sonido que Josette con bastante pena había dejado colar por sus labios.

¿Había estado evitando a la princesa la mañana siguiente a aquello? Si, o por lo menos lo que podía considerando que su trabajo en el lugar era precisamente ser su sombra; algo a lo que se había limitado de forma muy estricta.

¿Alguna de las dos había mencionado el suceso de la noche anterior? No, con suerte ambas habían podido hacer contacto visual dos veces sin que un rubor intenso las hiciera parecer dos tomates de la huerta que el cocinero con tanto furor presumía.

- ¡Hope! -El llamado de su nombre, por una mujer de la que casi se había olvidado que estaba a su lado, la arrebató de sus tortuosos pensamientos- ¿Crees que nuestra querida Josette disfrutó su fiesta de cumpleaños? -

La verdad es que Hope quería pensar en todo menos en el día de ayer, sin importar que parte de todo aquel día estuvieran haciendo referencia.

Quería borrar su memoria, fingir que el dieciséis de Marzo nunca había existido; incluso capaz, cuando algún día se convirtiera en reina tras la muerte de su padre, borraría ese día del calendario en Inglaterra.

Tal vez podría borrarlo de un maldito calendario pero nunca de su memoria, eso estaba tan claro como que en algún momento iba a tener que enfrentar la incierta situación en la que se encontraba con respecto a su misión.

Mierda, ni siquiera puede creer que ayer en la noche había salvado la vida de la Delfina sin siquiera pensarlo un maldito segundo. Había sido el alcohol, no tenía duda alguna. El alcohol no la había dejado pensar, por lo menos no de forma correcta.

- No sabría decirle, su majestad -Se aclaró la garganta, incómodamente estirando la tela del chaleco bordado que estaba utilizando.

La verdad es que no tenía absolutamente idea de nada, ni siquiera de cosas que tenían que ver con ella misma.

- Creí que ustedes dos eran amigas, creí que estaban comenzando a volverse cercanas -

La pelirroja trató de no ahogarse con su propia saliva cuando aquel jadeo de la castaña volvió a resonar por sus pensamientos, su estómago revolviéndose nervioso ante el recuerdo.

Bueno, aquello era otra cosa más que tampoco sabía muy bien. Hope no andaba por ahí besando extraños, no era muy su estilo, pero tampoco andaba por ahí besando a sus amigos.

¿Qué diablos era Josette entonces?

- La Delfina es una persona reservada, especialmente si se la compara con su hermana quien constantemente expresa lo que piensa -Bueno, no era exactamente lo que parecía anoche después de todo. La única hija de Niklaus estaba segura de que la castaña había dejado ver muy bien su disposición, de hecho cree que todavía puede sentir la humedad de sus labios sobre su boca- Pero sus ojos son eternas puertas a sus pensamientos, solo basta con mirar los mismo -Pasó la lengua por su paladar cuando sintió su boca pastosa, su mirada perdida ante la aparición de nuevos recuerdos que volvían a levantar una bruma caliente en su mente.

La vió de pie frente a ella, su cabello castaño bastante desordenado después de haber deshecho el moño que había creado para no mojárselo durante el baño. Vió sus orbes marrones bailar por su pálido rostro, sus pupilas dilatadas después del primer contacto de sus bocas.

Hope había desviado sus orbes celestes a los labios de la chica, a la pequeña capa brillosa de su boca. Fueron pocos segundos en donde ligeramente había succionado su propio labio inferior para humedecerlo antes de alzar su vista hasta encontrar la de la chica, quien pronto volvió a unir sus bocas por segunda vez al ver la pequeña expresión de arrepentimiento en los orbes de Hope.

- También fui capaz de notar su incomodidad ante los pretendientes que su padre no dejaba de restregarle, en su propio cumpleaños como si fuera menos -Ahí estaba el tono hostil y poco natural de la rubia a su lado, ese que no concordaba mucho con los relatos gentiles y amables que la rodeaban.

Hope se había olvidado de los pretendientes y toda esta nueva situación que envolvía a la castaña; de hecho estaba segura que no podía pensar en nada más que el beso que habían compartido en los aposentos de la heredera al trono.

Trató de recordar los hombres que habían sido presentados a la castaña durante la noche, incluso cuando Hope se mantenía lejos de la misma para darle algo de privacidad durante aquellas situaciones.

¿El hombre de bigote, que probablemente rondaba los treinta años, había sido un pretendiente presentado por el rey Alaric o las jóvenes solo se estaban burlando de el por cosas del azar?

Hope sintió una increíble repulsión a la que pronto tuvo excusa; y claramente no eran celos. El hombre era asqueroso, ni siquiera podía creer que Alaric estuviera pensando en vender a su hija a un sujeto que le duplicaba la edad.

Caroline había impedido que Josette bailara con él, ¿verdad?¿Eso la convertía en aliada de Hope?

- ¿La Delfina contraerá matrimonio pronto? -Preguntó antes de que tuviera el tiempo de arrepentirse, ladeando su rostro para observar la expresión de la reina.

- En cuanto mi esposo encuentre un candidato oportuno para la misma -La joven reina meneó la cabeza, la pena inundando su voz.

- ¿No tiene su majestad poder para interferir en ello? -Cuestionó con curiosidad a sabiendas de que después de todo Caroline era la reina.

- Traté de hablar a mi esposo con respecto a ello pero me temo que jamás fui tomada en cuenta, por lo menos no realmente -Ella puso una mano sobre el antebrazo de la pelirroja, como si con aquel gesto le estuviera agradeciendo la preocupación por su primogénita- No por él ni por nadie en esta corte, soy una reina consorte pero la realidad está en que no creen que una mujer tenga la fortaleza necesaria para liderar un país -

- Bobadas -Hope frunció el ceño, increíblemente molesta con aquello.

Niklaus podía ser la gran imagen de Inglaterra pero Hayley también gobernaba, siendo muy querida y respetada no solo por el pueblo sino por los asesores de la corte real. Dios, incluso sus tías Rebekah y Freya estaban muy involucradas en la maldita política; Klaus les permitía, a ojos cerrados, encargarse de las relaciones de exterior a causa del encanto y paciencia de las mismas, algo de lo que él carecía por completo.

Eran mujeres, sí, pero ni su padre ni ninguno de sus tíos había puesto alguna vez en duda las destrezas de estas para desempeñar las mismas tareas que ellos. De hecho ahora que lo pensaba bien Niklaus jamás había forzado, como en el caso de Alaric, a las mujeres de su familia a matrimonios arreglados por asuntos dimplomáticos; ni siquiera lo había sugerido ni una sola vez. 

Hope algún día se convertiría en reina, por su familia no corría ni una mísera preocupación con respecto a ello.

- Lo son, sí, pero apeligran el futuro de mis hijas -La reina estuvo de acuerdo, aguardando silencio cuando un par de nobles pasaron por su costado- Hago todo lo que tengo en mano para contribuir con la felicidad de Josette o Elizabeth pero me temo que no puedo hacer mucho en esto, ni siquiera tengo permitido la asistencia a las reuniones del consejo que se hacen todos los meses -

La expresión de Hope se arrugo con disgusto, un sabor amargo inundando su boca al tiempo que sus puños se cerraron con fuerza; la ira incrementando. Esto era lo más estúpido que había escuchado en años, ni siquiera podía creerlo.

No iba a mentir, en Inglaterra no todos los hombres apoyaban el liderazgo de una mujer pero la verdad estaba en que era una pequeña minoría que simplemente estaba cegada por el miedo de sentirse débiles y sumamente patéticos.

- Alguien tiene que poder hacer algo, esto es patético y repugnante -Siseó con su ceño fruncido cuando llegaron a la fuente del jardín principal, el agua brotando por un sistema que su tío Finn le había explicado alguna vez con respecto a una fuente que tenían en el palacio de los Mikaelson- Josette necesita más que vagas palabras de apoyo, ella necesita acciones  -

Tal vez debería haber dicho aquello en un tono más suave y no tan...Mikaelson.

- Ella necesita tiempo y paz, no han sido días fáciles y me temo que tú eres capaz de otorgarle lo que necesita -

Hope giró su cabeza con brusquedad, enfrentándola.

No tenía sentido, nada de esto tenía sentido. Hope no tenía poder alguno, por lo menos no en Francia donde solo era un maldito soldado más.

- ¿Yo, su majestad? -No pretendía que aquello saliera en un tono tan disgustado.

- Deberías dejar de subestimar tu poder sobre su estado de ánimo -Sonrío más para ella misma que para Hope, por un segundo olvidando que solo eran dos jóvenes ilusas que probablemente experimentaban el amor por primera vez- Algunas veces simplemente ocurre, encuentras a alguien que termina convirtiéndose en una capa en la cual te acobijas durante el invierno -

¿Algo de lo que la mujer decía tenía sentido en esta maldita conversación? Estaban hablando de Josette y los horribles prometidos que le habían estado presentando, por no decir que la estaban obligando a contraer matrimonio con uno de ellos pronto.

- ¿Dice usted que soy su capa? -Parecía idiota y su confusa expresión facial no hacía nada para ayudarla.

- No lo sé, Hope, ¿estás dispuesta a serlo? -

La chica suspiró, procesando aquel brusco cambio en la conversación.

Hope jamás había sido la capa de alguien, por lo menos no de forma consciente. Se sentía incapaz de poder realizar dicha tarea, en especial cuando la persona le importaba lo suficiente como para poder dejar marca en ella.

La noche anterior, por primera vez en sus dieciocho años de vida, había sentido el temor de perder algo que ni siquiera le pertenecía. Había temido por la vida de Josette mucho más que por su propia vida; se dio cuenta de ello cuando por impulso terminó enfrentándose al último hombre con sólo sus manos empapadas en sangre e incluso sin alguna armadura que pudiera protegerla de una simple estocada que habría acabado fácilmente con ella.

Había acumulado en su pequeño cuerpo tanta ira y desesperación que le pareció imposible, sin embargo hoy estaba ahí no solo evitando a la joven por la cual había arriesgado su vida sino que también rechazando los fuertes sentimientos que habían florecido en su interior como la más prospera primavera; la primavera apestaba, no iba a decir más.

Volvió a pensar en el beso y los posibles significados de este, lo que en realidad no tenía mucha vuelta. Por un segundo deseó que Josette hubiera estado bebiendo durante la noche, de esa forma la joven tendría una excusa perfecta para aquel impulso y evitaría así que Hope estuviera martillando su mente a causa de una respuesta que sólo complicaría la situación.

La respuesta era fácil de conseguir, solo debía caminar hasta la castaña y pedir una explicación; sin embargo aquel era de momento el reto más grande al que se había enfrentado en su vida.

¿A Hope le había gustado? Si, a Hope le había gustado, le había encantado.

¿A Hope le habría gustado que no pasara? Ese ya era otro cantar al cual le costaba encontrar respuesta, por lo menos una que encontrara agradable.

¿Hope quería otro beso? Una parte de ella respondía a ello sin pensarlo, más bien lo gritaba de forma afirmativa sin vacilación alguna. Su otra parte, la razón que era quien la había mantenido con vida durante mucho tiempo, negaba ante aquella propuesta tan tentadora pero mortal.

Besar a Josette, o permitir el desarrollo de sentimientos por esta, era estar poniendo su cabeza bajo la guillotina; aquella cabeza que sus padres con mucho esmero habían mantenido unida a su cuerpo por casi dieciocho años.

¿De verdad quería morir por un par de labios?

Josette era, sin duda alguna, la sentencia de muerte más linda con la que se había encontrado. Josette era el inicio y el fin de la vida, la perdición de un alma solitaria y confusa. ¡Por amor a Dios!, Hope moriría feliz si la Delfina de Francia era la causa de su fin. No existiría mayor honor ni satisfacción que el morir a causa de unos delicados labios que sabían a casa; esa que ahora la repudiaría por completo.


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