sᵒⁿ ᴏᶠ ᴛʰᵉ ᴍᵒᵒⁿ [ɴᵃᵐᴊⁱⁿ]

By Kookie_Begin

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Eʟ ʜɪᴊᴏ ᴅᴇ ʟᴀ ʟᴜɴᴀ ᴄᴏɴ ᴜɴᴀ ʙᴇʟʟᴇᴢᴀ ɪɴᴍᴀʀᴄᴇsɪʙʟᴇ. Eʟ ᴀʟᴅᴇᴀɴᴏ, ɴᴀᴛᴜʀɪsᴛᴀ ʏ ᴅɪsᴛʀᴀɪ́ᴅᴏ. Uɴᴀ ᴍᴀʟᴅɪᴄɪᴏ́ɴ ᴅᴇ ᴀɴ̃ᴏs... More

⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 1 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 2 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 3 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 4 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 5 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 6 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 7 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 8 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 9 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 10 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 11 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 12 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 13 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 14 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 16 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 17 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 18 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 19 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 20 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 21 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 22 ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᶠⁱⁿᵃˡ ⊰⊹ฺ
⊰⊹ฺ ᵃᵍʳᵃᵈᵉᶜⁱᵐⁱᵉⁿᵗᵒˢ ⊰⊹ฺ

⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 15 ⊰⊹ฺ

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By Kookie_Begin

Ambos habían salido de la tienda yendo en dirección al río, a una de sus corrientes diferentes, una más amplia que la que había detrás de la casa de Namjoon.

La capa del príncipe estaba sobre los hombros de Namjoon, su pantalón estaba arremangado y sus pies se encontraban dentro del agua cristalina.

Seokjin también se había arremangado su túnica hasta las rodillas, descubriendo sus pies e imitando las acciones del menor.

Ambos estaban sentados q la orilla del río, admiraban en silencio el cielo, las estrellas y la luna blanca resplandeciente tras el paso del muy nombrado y temido eclipse.

Namjoon nunca había visto el espectáculo y quedó maravillado al verlo, viendo la coloración rojiza y el cambio que se producía en el cuerpo celeste.

A pesar de no ser tan relevante y tal vez simple a la vista por ser un proceso necesario, a él lo emocionó mucho.

—– Esa estrella es linda —– dijo el menor señalando una brillante, grande y apartada de todos los tumultos esparcidos en el cielo ya no tan oscuro sino con otros matices proclamando el pronto amanecer.

—– En ella están las talesas —– respondió Jin.

—– ¿Las talesas?

Jin asintió —– Son como los ojos del dios de la Luna. Alejados de todos, vigilando el sueño y descansar de los habitantes, de los seres vivos. Bendiciendo y otorgando gracia en la naturaleza —– lo miró —– Nosotros no podemos bajar, nos es prohibido. Para eso están ellas, cada noche que veas el cielo las verás en el mismo lugar. Cada región tiene una talesa, la reconocerás porque todas las constelaciones y estrellas cambian de posición menos ellas.

Namjoon volvió a mirar al cielo “Siempre están allí”

El silencio cómodo entre ellos dejó que fluyera el cantar de los pájaros, la coral iniciaba su rutina vespertina, afinando para lo que sería el cantar mañanero.

—– No quiero que te vayas —– soltó el menor sorprendiendo al pelinegro por tan repentina declaración.

—– No quiero irme —– sonrió tristemente —– Cada vez que venía deseaba ver a alguien, conocer a algún habitante. Siempre vagaba por las aldeas solitarias y frías. No había motivo para quedarse, terminaba todo lo que debía hacer y luego esperaba ansiosamente la hora de mi partida —– dijo cabizbajo —– Ahora, te encontré. Encontré mi faltante, no solo alguien con quien hablar ahora, sino con quien quiero hablar por el resto de la eternidad.

La timidez y el sonrojo se hicieron presente en Namjoon, se mordió su labio inferior intentando no sonreír “Es la declaración de amor más hermosa del mundo” de pronto se quedó estático “¿Se acaba de declarar? No puede ser. ¿Qué tengo yo?

Tomando una profunda respiración, Seokjin se atrevió a mirarlo a los ojos.

—– Namjoon, si te pidiera venir conmigo, a mí reino y conquistarte de la manera debida, que te guste de la manera correcta, porque sé que no te gusto ni sientes lo mismo que yo… ¿Lo harías?

A pesar de la emoción que eso produjo en Namjoon, y que en lo más profundo de su corazón le gustaría decir que sí; no podía dejar todo en la tierra.

—– Y–yo —– dijo temblando —– Seokjin… la verdad —– no pudo emitir palabra, en cambio desvió su mirada y apretó sus manos entre sí.

Seokjin sabía que no podía hacerlo, no dejaría atrás todo. Su familia, sus amigos, su trabajo, su vida aquí, pero, no se iba a ir de allí sin haberle preguntado  a pesar de saber que su respuesta sería un no.

—– Está bien —– le sonrió, alentándolo —– Entiendo.

—– Seokjin.

—– De verdad, Namjoon —– asintió —– Perdón por haberlo preguntado. Te debes sentir presionado, perdóname. No es correcto de mi parte proponer eso —– La pesadez en el alma de Namjoon no podía quitarse. Se sentía herido y apostaba que Seokjin se sentía igual.

—– ¿Entiendes? ¿De verdad lo haces? —– el pelinegro le sostuvo la mirada antes de asentir.

Con una pequeña sonrisa tomó la mano derecha del menor y la acarició, cerró sus ojos y colocó su otra mano encima.

Namjoon observó cómo de las manos del mayor salió un brillo acompañado de una luz cegadora, con tonos pasteles como la aurora, el calor invadió su mano y recorrió cada parte de él dejándolo sorprendido y embelesado con tal belleza. Su mano quedó suspendida en una pequeña galaxia que se formó a su alrededor, las manos de Seokjin ahora sostenían la suya mientras pequeñas esferas blancas danzaban a su alrededor.

Esa pequeña aura desapareció lentamente y dejó ver el precioso anillo en su dedo anular, delgado de oro con una luna resplandeciente en el centro brillante.

El vuelco en su corazón casi mareó su ser, sus ojos se cristalizaron en un instante, miró a Seokjin buscando alguna explicación que confirmara o aclarara el anillo.

—– No me olvides nunca, Namjoon —– susurró con voz entrecortada, conteniendo las lágrimas que querían invadir sus ojos; era el mayor de ambos, tenía años viviendo, debía ser un ejemplo.

Al caño todo” Namjoon acortó la distancia, se aferró a los hombros del mayor y juntó sus labios con los de él.

Un hormigueo recorrió todo el cuerpo de Seokjin, no había besado desde hacía años y cuando lo hizo fue un “saludo” con una de las princesas del Oriente de la Tormenta.

Solo fue un contacto, que se extendió más de lo previsto.

Seokjin sostuvo entre sus manos el rostro de Namjoon, profundizando más el beso.

No sabían qué hacer hasta que se separaron y se miraron a los ojos.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Namjoon

—– Será muy difícil olvidarte, Príncipe Seokjin.

Esta vez la iniciativa fue del pelinegro en acercar nuevamente sus labios y hacer lo mismo que el menor hizo con él.

Intentando así expresarle a través de sus labios todo lo que sentía en ese momento.

El cantar dulce y sutil de los pájaros se acoplaba perfectamente con la imagen de ambos sonriéndose y abrazándose, como si fuera lo más preciado del mundo.

Sin decir nada, Seokjin sacó sus pies del agua y le tendió la mano a Namjoon. Era hora de irse pero, no diría algo como un adiós, no quería dejar unas palabras como si nunca se fueran a ver.

No.

Él volvería costase lo que costase.

En sus manos apareció el envase de ese shampoo que Hoseok le había entregado.

—– Esto es tuyo —– se lo entregó.

—– ¡Oh, mi shampoo de cayena! —– Lo tomó y revisó sin poder creerlo —– ¿Cómo llegó a ti?

—– Hoseok me lo entregó. Él sabía que saldrías —– se encogió de hombros —– No sé cómo, pero agradezco mucho que supiera eso —– Le sonrió —– Por fin te encontré —– Y de nuevo esas palabras que desestabilizaban el sistema de Namjoon.

—– Gracias —– susurró y le sonrió.

—– Volveré —– el menor asintió ante esas palabras.

—– Te esperaré, Seokjin.

El pelinegro tocó su pecho sintiendo el collar que su madre le colocó antes de salir.

Sonrió ante el recuerdo y se quitó uno, lo observó en sus manos y luego se lo colocó a Namjoon que lo observaba en silencio con ojos cristalizados.

El mayor alejó sus manos contemplando el collar.

—– Es una promesa, Namjoon —– Rozó sus labios muy despacio con los del castaño, se alejó y le sonrió para dar la vuelta e irse por ese camino de regreso al templo.

Namjoon por su parte, tenía el impulso de seguirlo y retenerlo pero, sabía que no podía hacer eso por lo que solo se quedó observando cómo la espalda de Seokjin desaparecía mientras más se alejaba. Sintió las lágrimas correr por sus mejillas y con una gran tristeza en su corazón, sollozando se abrazó a sí mismo fuertemente y lloró.

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