Si solo fuera Hope -Hosie 1

By Unplanetadeunicornio

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1579 Francia e Inglaterra, dos imponentes reinos que siempre estaban al pie de una guerra, llevaban enemistad... More

Libro 1 Capítulo 1
Libro 1 Capítulo 2
Libro 1 Capítulo 3
Libro 1 Capítulo 5
Libro 1 Capítulo 6
Libro 1 Capítulo 7
Libro 1 Capítulo 8
Libro 1 Capítulo 9
Libro 1 Capítulo 10
Libro 1 Capítulo 11
Libro 1 Capítulo 12
Libro 1 Capítulo 13
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Libro 1 Capítulo 15
Libro 1 Capítulo 16
Libro 1 Capítulo 17
Libro 1 Capítulo 18
Libro 1 Capítulo 19
Libro 1 Capítulo 20
Libro 1 Capítulo 21
Libro 1 Capítulo 22
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Libro 1 Capítulo 25
Libro 1 Capítulo 26
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Libro 1 Capítulo 28
Libro 1 Capítulo 29
Libro 1 Capítulo 30
Libro 1 Capítulo 31
Libro 1 Capítulo 32
Libro 1 Capítulo 33
Libro 1 Capítulo 34
Libro 1 Capítulo 35
Libro 1 Capítulo 36
Libro 1 Capítulo 37
Libro 1 Capítulo 38
Libro 1 Capítulo 39
Libro 1 Capítulo 40
¡Noticia!

Libro 1 Capítulo 4

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By Unplanetadeunicornio




El sábado por la mañana, poco después de que alguien le trajera algo para desayunar, abrieron la puerta de su pequeña habitación sin siquiera llamar a la misma.

Se limpió la miga de pan en la comisura del labio cuando un guardia se adentró al sitio, con su mano izquierda descansando en la empuñadura de su espada. Hope no perdió tiempo y se puso alerta, especialmente porque no tenía a mano algo con lo que pudiera defenderse si las cosas se tornaban asquerosas.

En su mente pasaron, de forma fugaz, los cientos de entrenamientos que tuvo cuerpo a cuerpo con algunos soldados jóvenes de la corte inglesa. Había ganado la mayoría, su agilidad era una ventaja de la que podía alardear pero la verdad recaía en que las luchas siempre se habían dado uno a uno y en este caso había tres guardias acompañándola en aquel pequeño recinto.

- Joven Marshall -Prosiguió a hablarle en un tono monótono cuando la pelirroja se limpió las manos, dejando de comer para prestarle total atención. Mentalmente la misma maldecía haber apagado las velas minutos atrás, en el peor de los casos podía haber intentado incendiar a uno mientras buscaba derribar a los otros dos que tenían una apariencia más débil- Ha sido citada en el gran salón por orden de su majestad -

¿El rey? ¿La reina consorte?

- ¿Podría saber la razón por la cual he sido citada? -

Si la corte había descubierto su verdadera identidad Hope no podía permitir que la ejecutaran en público, no podía permitir tal vergüenza a su país. Correría por toda Europa la noticia de que la menor de los Mikaelson, la heredera al trono, había sido patéticamente decapitada a manos del linaje rival de su familia.

- El rey ha tomado una decisión con respecto a tu petición -Le comentó de forma vaga, incitándola a ponerse de pie con un ademan grotesco- Andando, ya pronto sabrás más si te mueves -

Tuvo que fingir que su estómago no se había anudado, que su misión no dependía del orgullo de un hombre viejo y desagradable del cual se había burlado durante las pruebas. Hope podría no haberlo vociferado pero sus ojos, cuando estos yacían sobre los del rey una vez terminaba por derrotar a otro de sus guardias, jamás habían ocultado el desafío y la burla.

Salieron de la habitación una vez Hope se colocó las botas, dándole una última mirada al dormitorio. El hombre, que podía rondar la edad de su tío Kol, caminaba delante de ella a un paso seguro mientras la misma sentía la presencia de los otros dos soldados, poco más jóvenes que ella, tras su espalda. 

Recibió miradas interesantes en su camino al lugar y luego se sorprendió al encontrar que el gran salón estaba vacío, algo que no era normal salvo por petición del rey. No había sirvientes, no había nobles. No había miradas curiosas, no había ruidos.

- Majestad -Hope saludó de forma cordial antes de llevar sus manos tras la espalda, esperando por el veredicto.

El asiento junto al rey estaba vacío, no había rastros de su esposa. Las puertas laterales del salón estaban cerradas, los guardias custodiaban las mismas.

Repasó todas aquellas grandes y pequeñas cosas, anotándolas mentalmente a sabiendas de que eran necesarias de recordar a la hora que tuviera que asesinar a la Delfina.

- Señorita Marshall -El hombre alzó una mano para que los guardias que la escoltaban se formaran a un lado, abandonando su postura tras la joven- Su petición ha, en una reunión del consejo privado, sido considerada esta mañana luego de las habilidades demostradas en las pruebas -

Hope había visto, en sus días de prueba, a varios sujetos bien vestidos que suponía eran consejeros de la corona. Si bien sabía que estos podían intervenir, dando así su opinión con respecto a quien debería tomar el puesto de escolta de la princesa, la decisión final siempre se encontraba en las manos del rey.

- ¿Significa eso que obtengo el puesto? -Ladeó su rostro, alzando una ceja debido a la expresión neutral del monarca.

Hope sabía que el rey era más inteligente de lo que parecía, había apostado que su ambición ganaría a su orgullo. Había apostado que aquello lo llevaría a querer asegurar la vida de su hija para que esta pudiera continuar con su desagradable legado, legado que Hope se encargaría de erradicar si aquello era lo que su familia quería.

- Lo tiene -Le dió un pequeño asentimiento, deteniéndola con un movimiento de su mano antes de que la misma pudiera hablar para fingir eterno agradecimiento por tan importante tarea confiada- No malentienda esto como una muestra de confianza o aprecio hacia usted, un error y su cabeza estará rodando por las escaleras de esta corte -

Vaya, aquello por suerte había sido una cálida bienvenida.

- Haré mi mayor esfuerzo -Fingió inclinando su cabeza en una pequeña reverencia que volvió a resultarle nauseabunda.

- Deberá hacerlo, la cabeza de la Delfina es ahora la suya propia -Le advirtió con una mirada tan intensa como la de su padre, haciendo que su piel se erizara bajo las cómodas prendas que utilizaba aquella mañana donde el sol radiante se había decantado por hacer presencia después de varios días- Haz que la pierda y estarás terminando con tu vida también -

Irónico cuando asesinar a la Delfina era exactamente la forma en la que Hope lograría sobrevivir, volver a casa.

- Si, señor -Bajó la vista, mirando sus botas oscuras mientras pensaba que su tía Rebekah jamás la dejaría utilizar unas que no estuvieran lustradas.

El capitán, en cuanto el rey abandonó la habitación sin siquiera excusarse, la puso al corriente sobre el nuevo trabajo y luego prosiguió a devolverle la espada que le habían confiscado en su llegada. Le comentó que la Delfina solo tendría un escolta, a pedido de la misma, y aquello fue algo por lo que Hope claramente no protestó. Parecía estúpido la forma en la que la princesa le facilitaba su tarea, haciéndola probar para el puesto y luego exigiendo la sola presencia de la misma para cuidar de su seguridad. ¿Quería la chica morir o solo era ingenua frente al mundo que la rodeaba?

El hombre le informó que ya había sido removida su restricción por el sitio, lo que era de suponer dado que su trabajo se centraba en perseguir a la joven princesa por todos lados mientras disminuía los posibles peligros para la misma, y luego la dejó sola después de asegurarse de que la pelirroja no tenía ninguna duda con respecto al tema.

Se quedó de pie en el gran salón mientras meditaba, de forma exhaustiva, todo lo que debería hacer a continuación. Este día había conseguido algo muy importante pero no podía, ni mucho menos debía, subestimar la situación. Seguía constantemente bajo peligro, se encontraba en un reino en el cual siempre habían querido su cabeza en bandeja de plata desde el primer día en el que sus padres habían anunciado el embarazo al pueblo de Inglaterra para que la noticia pronto alcanzara el resto de Europa. Debía mantener el escudo en alto y continuar con sus pasos sigilosos, no podía creer que estaba arrancando tulipanes en la inmensa pradera mientras gritaba a los cuatro vientos sus más idílicos e imposibles sueños propios de una niña que todavía no sabía nada del mundo y cómo este funcionaba. Debía, pese a que parecía imposible para los miembros del linaje Mikaelson, no llamar la atención si no quería que la gente comenzara a husmear en su vida.

Ya había conseguido hacerse con el puesto, aquello le permitiría estar lo suficientemente cerca de la princesa como para poder ejecutar su misión sin ningún problema. Debía ahora conseguir información con respecto al ejército francés y la seguridad con la que contaban en la corte, esa seguridad que el ejército de su padre tenía que ser capaz de superar para tomar el trono una vez Hope diera bandera verde.

Suspiró mientras sus ojos se arrastraban por uno de los retratos del rey, encontrándolo patético en su uniforme militar. Se colocó una correa que cruzaba su pecho de forma diagonal, envainando su espada mientras veía un viejo retrato del difunto rey Ed Saltzman; padre de Alaric II.

Se dispuso a salir del salón, empujando una de las grandes puertas de madera.

Sabía que debía centrarse en los siguientes pasos de la misión, aquella que aún estaba lejos de terminar, pero no pudo evitar el sentirse increíblemente abrumada por lo bien que las cosas iban hasta el momento. Podía escuchar a su padre alabarla, aplaudiéndola de forma orgullosa.

- Mierda -Gruñó, más bien por el susto, cuando chocó con la persona al otro lado de la puerta.

La princesa de Francia sonreía de oreja a oreja y la joven Mikaelson dudó de haber visto antes una sonrisa semejante, tan infantil y tan radiante.

- Deberá disculparme, no pretendía asustarla -Esta habló de forma inmediata, la sonrisa no perdiendo rastros- ¿Qué tal ha ido la reunión con el rey? -

Por un segundo, su mente maquinando a la velocidad de un caballo, se le cruzó la idea de que aquella decisión que el rey había tomado segundos atrás no había sido de forma autónoma. Algo dentro de ella, aquello que también había sentido la noche cuando la princesa le llevó comida, le gritó que cabía una gran posibilidad de que Josette estuviera involucrada en el hecho de que Hope siguiera caminando por aquellos interminables pasillos.

No debería resultarle extraño que la Delfina formara parte de las reuniones de la corte, mucho menos que la opinión de la misma tuviera tanto peso en estas. Después de todo el capitán se lo había dejado entrever cuando le comentó que por decisión de la princesa la misma solo tendría un guardia, no más.

Hope la miró fijamente y pudo comprobar que aquellos ojos castaños eran pésimos guardando secretos, aunque tal vez estos no querían ser guardados en absoluto.

- Algo me dice que ya sabes la respuesta -Hizo una pequeña mueca que se asimilaba a una sonrisa, estirando su mano para invitar a la princesa a caminar junto a ella.

El pasillo principal a las afueras del gran salón estaba muy concurrido, algo que era normal. Los nobles iban y venían, los soldados hacían guardia.

- No sé a lo que te refieres -La princesa se rió antes de saludar a un noble que pasaba por el sitio, sin poder evitarlo la heredera inglesa se relajó ante el armonioso sonido que ahora inundaba sus oídos. Los músculos tensos a causa del estrés que había pasado dentro de aquel salón se esfumaron así como el humo, sin dejar rastro alguno de su antigua preocupación. Hope decidió no seguir pinchando por una respuesta, una parte de ella temía que si indagaba más podía caer bajo los encantos de la radiante personalidad de la castaña- ¿Ha usted desayunado? -La Delfina le preguntó cuando sin pena se deshizo de un joven noble que buscaba hacerse de su atención.

- Lo he hecho, princesa -Bajó su mirada cuando una duquesa pasó por su lado, dándole una fugaz reverencia a la Delfina para desearle a la misma unos buenos días.

- Oh, claro -

Hope trató de no reírse al percatar el nerviosismo evidente de la joven, el carácter inquieto de la misma. Si quería ser reina, pese a que no tenía mucha opción, la chica debía empezar a lidiar con controlar el arte de las expresiones si no quería ser devorada en este infernal juego de tronos.

Hope se puso a pensar en las cualidades que Josette tenía para gobernar, pronto se dió cuenta que la chica no tenía ninguna. Parecía frágil, demasiado amable, sus expresiones la delataban y no parecía que pudiera tomar decisiones fuertes en caso de necesidad. Era un pequeño pez en un mar lleno de tiburones, por un momento Hope se vió a si misma reflejada en ella cuando aún era más joven y corría por los pasillos de su palacio fingiendo que montaba a caballo.

Hope debió saber que Josette no era un pequeño pez, que no era tan frágil como creía

- Podré no ser más que un soldado, su alteza, pero he desarrollado la habilidad de saber cuándo una persona está conteniendo las ganas de hacer preguntas -

La castaña soltó un suspiro de alivio, los labios de Hope tiraron en una media sonrisa involuntaria.

- ¿De dónde viene, Señorita Marshall? -Cuestionó con su cabeza ladeada en su dirección mientras aún caminaban por el concurrido sitio, sus dedos jugueteando nerviosamente a la altura de su abdomen- Tu acento no es de Paris -

Hope dió un pequeño asentimiento, buscando una mentira creíble.

- ¿De dónde parezco provenir, alteza? -Aquello había sido una movida inteligente, sobre todo cuando Hope no conocía a la perfección el territorio francés y mucho menos sus posibles acentos.

- ¿Normandía?

Hope ubicaba la región en el mapa, era en el puerto de aquel sitio donde su barco había desembarcado el ultimo día de Enero. Simplemente había atravesado el lugar en su camino a la corte pero la misma mintió con total maestría, esbozando una sonrisa para fingir que la castaña había dado en el clavo.

- Mi familia es de ahí, es donde me he criado -

- No he podido visitarlo pero conozco personas muy agradables que provienen de este lugar, si la belleza de estos reflejan algo del sitio entonces este ha de ser maravilloso. Una de mis damas de compañía, Lady Penélope de la casa Park, y el prometido de mi hermana Elizabeth viven en la corte pero han nacido en el norte -La castaña sonrió con amabilidad, la ingenuidad brillando en sus orbes oscuros- Podrías enseñarme Normandía si algún día tengo la oportunidad de ir -Sugirió con una emoción que no alcanzó a la pelirroja.

Josette jamás podría visitar de donde Hope realmente era, en cuanto pisara su reino sus guardias iban a colgarla y luego le enviarían su cabeza al rey francés porque así es como todo funcionaba y así es como iba a seguir funcionando por el resto de los siglos

- Sería un placer -Mintió con una sonrisa forzada.

- No sé cómo funciona esto de tener mi propio guardia real -La joven confesó tras el pequeño silencio en el que se vieron sumergidas.

Su castillo estaba tan bien custodiado que Hope jamás necesitó de personas que estuvieran pisando sus talones, y en caso de haberlo hecho su padre mismo se habría encargado de ello.

- Solo sé que he de no sacarle los ojos de encima -

Lo extraño de aquello era que resultaba tan fácil de decir como de hacer. La princesa de Francia era de las personas más hermosas que había visto, poseía una belleza particular que Hope jamás admitiría en voz alta o siquiera para si misma. También le costó comprender, y sobre todo encontrar placentero en un principio, el hecho de que Josette parecía ser una de las personas más alegres que alguien podría tener la suerte de encontrar en su vida. Las cosas podían ir terriblemente fatal y aun así la Delfina encontraría la forma de sacar a luz el lado positivo de todo ello, riendo de forma suave y armoniosa para borrar con eso la oscuridad del momento. Josette era, en tétricas palabras y para el gran fastidio de Hope, lo que se podía denominar una excelente compañera para pasar el día, incluso la vida.

Si de fuego estábamos hablando, ese era el color del cual se habían teñido las mejillas de la castaña tras la intensa mirada que recibió por parte de quien ahora era su escolta real. La misma sabía que la pelirroja estaba hablando de su función como guardia real pero aun así su corazón, sin permiso alguno, decidió saltarse un latido; algo que Hope pese a que era muy observadora no fue capaz de notar.

Ambas caminaron por los gigantescos pasillos, poniéndose al día con la nueva función que la chica pelirroja cumpliría en la vida de la Delfina. Acordaron que Hope parecería una sombra de ahora en adelante, a cada lado que Josette fuera Hope debería seguirle salvo ordenes estrictas de la misma; algo en lo que la castaña había puesto mucho énfasis por lo que llevó a la pelirroja a creer que la joven tal vez tenía un amante del que nadie podía enterarse.

Fantástico, parecía que estaría cuidando a una princesa que no dejaba de ser una caja de sorpresas.

Tuvo esa misma tarde, cuando caminaban por las afueras del palacio, el privilegio o lo que aquello realmente fuera, de conocer a otro miembro de la familia real.

Ambas se encontraban bajo un enorme árbol, resguardándose del sol, cuando una chica se acercó con zancadas largas mientras zarandeaba la falda de su vestido en un claro gesto que denotaba lo molesta que estaba.

- Madre te ha estado buscando por todos lados, una ronda más por el castillo y la misma comenzaría a alertar a todos los guardias -Eso fue lo que se le entendió entre medio de respiraciones agitadas, la vena de su cuello marcándose a causa de la frustración que tanto tiempo había estado conteniendo hasta el momento.

- Hope, esta es mi hermana Elizabeth -Le comentó mientras ignoraba el reproche de su gemela, parpadeando con latitud como si estuviera acostumbrada al dramatismo de la misma.

La chica pareció recaer en la presencia de la pelirroja y enseguida tendió su mano para que esta le besara el dorso, algo que Hope no se había propuesto a hacer hasta que básicamente había sido obligada a ello.

- El placer es tuyo -

Josette rodó los ojos, disculpándose en una pequeña modulación a las espaldas de Elizabeth.

La joven infiltrada mordió el interior de su mejilla, conteniendo una carcajada ante lo natural que la castaña podía.

Elizabeth al cabo de unos minutos volvió al interior del lugar pero Josette decidió quedarse atrás, algo que Hope no cuestionó.

No es que lo hiciera para tener más tiempo a solas con Hope porque le gustara, claro que no porque aquello ya sería muy precipitado, pero la verdad era que no podía negar que sentía una fuerte curiosidad por aquella chica que había roto estereotipos a los que Josette se había visto sometida durante toda su vida. Bueno, aquellos ojos celestes también hacían un buen trabajo.

Los siguientes tres días Hope, cuando encontraba algún tiempo libre, se encargó de cuidadosamente recorrer el lugar para conocer a este como la palma de su mano; era la única opción para que su plan no tuviera fallas.

Conoció a la reina, Caroline Forbes, y esta era tan agradable como su hija había sentenciado. Era una mujer rubia, de mediana edad, que tenía una sonrisa tan radiante como la de Josette. Aun así Hope encontró en esta más similitudes con Elizabeth, a quien en su mente había relacionado con un enorme pavo real. Aquellas hermanas eran tan distintas tanto en físico como en personalidad que era difícil encontrar alguna relación entre ambas.

Hope se encargó, además de recorrer el lugar, de estudiar los patrones de los individuos así como de analizar las relaciones de unos con otros. Así fue cómo descubrió que Josette amaba tanto a su madre como a su hermana, y aquello podía llegar a ser un punto débil al que Hope podía apuntar si era necesario.

El miércoles, luego de colocarse la armadura como todos los días al levantarse, se encaminó hasta la habitación de la princesa. Quedaba dos pisos más arriba, era un largo trecho para andar si consideraba las dimensiones de la corte.

Golpeó la puerta, eran las siete de la mañana pero Josette era naturalmente madrugadora. Una doncella, desde adentro, le abrió la puerta y Hope se quedó parada en el pasillo, esperando a que la princesa diese señales de vida.

- ¿Hope, eres tú? -

No la veía pero por lo menos sabía que estaba ahí dentro, viva a su gran pesar.

- Si, princesa -Alzó su voz para que la misma pudiera escucharla

- Entra por favor, debo platicarte de algo -

Jamás, lo que era sorprendentemente extraño debido a su tarea, había estado en la habitación de la chica.

Era enorme, aquello no le sorprendía en absoluto, y si indagaba un poco más podía decir que había algo que terminaba transmitiéndole paz. Había una enorme cama de madera ubicada en el centro de la habitación, de esta caía un pequeño tul que cubría parcialmente la visión. Había cerca de la estufa unos pequeños sillones posicionados alrededor de una mesita ratona y en una de las esquinas, algo escondido detrás de un vestidor de madera portátil, se encontraba una tina lo suficientemente grande como para alojar a un gigante.

Pronto la habitación quedó en un segundo plano cuando su vista se centró en la silueta de Josette, su rostro aún bastante adormilado. La chica soltó un pequeño bostezo, por un momento a Hope casi le pareció tierno cómo su nariz se arrugó con la acción.

- ¿Quería usted platicar, alteza? -Se aclaró la garganta, llevando sus manos tras su espalda

- Parece ser que aunque se cotillee mucho en este lugar, soy la última en enterarme de las cosas que me resultan importantes -Comentó siendo interrumpida por su propio bostezo, tomando asiento en uno de los sillones mientras terminaba de desperezarse- ¿Por qué no me has dicho que sigues durmiendo en aquella habitación? -

Aquello sí que tomó por sorpresa a Hope, especialmente porque no sabía qué era lo malo en ello. Si, estaba muy acostumbrada a tener grandes aposentos pero sabía lo que le deparaba esta misión; no eran sábanas de la más fina tela o almohadas de las mejores plumas.

- No me pareció relevante -Dicha respuesta evidenció ante la princesa que Hope se encontraba fuera de eje, no tenía absolutamente idea de lo que tanto le preocupaba.

- Inaceptable -Fue lo único que escuchó de la boca de la castaña, quien volvió a ponerse de pie con rapidez hasta alcanzar su lugar a unos metros de la puerta- Te he mandado preparar una habitación a final de este pasillo, no es tan grande cómo esta pero me aseguraré de que esté cómoda -

Hope observó aquellos ojos castaños, su arma secreta. Otra vez pudo ver lo genuino de su acción a través de aquella mirada tan transparente, tan pura.

Josette no debía de preocuparse por ella y sin embargo ahí estaba, haciéndolo. Tal vez fue ahí, o un poco más adelante, cuando las cosas comenzaron lentamente y sin mucha noción a dificultar su misión.

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Nota de la autora:

Qué prefieren, ¿capítulos largos o capítulos cortos?

Sé también que dije que no iba a poder actualizar mucho, sin embargo aquí estoy subiendo un capítulo todos los días. Lamentablemente prometo que no podrá ser así siempre, mis estudios comienzan a tomar más horas de mi día.

Espero les guste, nos vemos la próxima

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