Hogsmeade - Sirius, Remus y Shacklebolt.
Sirius y Remus entraron en la pelea, espalda con espalda, confiando completamente el uno en el otro. Los superaron en número durante sólo unos minutos, pero esos pocos minutos parecieron eternos. Entre Sirius y Remus tuvieron que luchar contra tres conjuntos de hechizos y disparos de los suyos para mantener el equilibrio. Sin olvidar el hecho de tener que agacharse cada vez que su compañero lo hacía, indicando que se acercaba algo fatal, para lo que no había escudo conocido. Es la única razón por la que se agachaban, ya que se trataba de mortífagos, era cada pocos segundos por desgracia.
-¡Agáchate!- gritó Remus tirando de Sirius hacia abajo con él, haciendo que el hechizo verde enfermizo pasara por encima de ellos y golpeara el escaparate antes de desaparecer en una lluvia de cristales rotos.
-Gracias-, dijo Sirius, -¡Stupefy! Petrificus Totalus-.
-Las cinco en punto-, dijo Remus girándose bruscamente y disparando un hechizo, mientras Sirius hacía lo mismo. -Creía que Dumbledore tenía este lugar vigilado-.
-Yo también lo creía-, dijo Sirius, mirando al suelo antes de decir otro hechizo que convertía un objeto en piedra. El suyo en particular era agua; alguien debía de haber usado el hechizo Aguamenti para apagar los incendios. -¡Duro!- sonriendo de forma asilvestrada cuando el mortífago entró en pánico disparando un hechizo aturdidor para someterlo y que no pudiera hechizar su salida. Invocando su varita para mantenerlo en el suelo, ahora no podría luchar. Guardando la varita en el bolsillo, siguió adelante, tratando de llegar a Shacklebolt. Se alegraba de que los mortífagos más... sádicos estuvieran detrás de Azkaban y a salvo, Voldemort no podría sacarlos. Así que si los atrapaban, al menos permanecerían allí, la última guerra era una lucha constante, los capturaban, salían y el proceso volvía a empezar.
A pesar de lo que Cornelius Fudge había hecho, lo respetaba sólo por eso, asegurándose de que Azkaban quedara bajo el Encantamiento Fidelus. Bueno, eso y la decisión de Albus de tranquilizar a Fudge, que probablemente se habría puesto a la defensiva esa noche si no fuera por las cándidas palabras del director.
-¡Doce!- gritó Sirius, agachando un poco la cabeza al escuchar una explosión, cubierto de hollín y cenizas de los incendios que nublaban el lugar miró a su alrededor y vio una afluencia de túnicas rojas. Tenía que llegar pronto a Shacklebolt, de lo contrario se retirarían.
-Vamos, tenemos que encontrarlo- dijo Remus en la misma onda que su compañero.
-¡Ya lo sé!- gritó Sirius, atragantándose y teniendo arcadas mientras el asqueroso sabor y olor invadía su boca y nariz.
-¡Bulla capite!- golpeó Remus, con la voz apagada y Sirius suspiró mientras el aire fresco invadía sus pulmones haciéndole sentir mejor. Por supuesto, el encantamiento de la cabeza de burbuja, ¿por qué no había pensado en eso? Por eso Remus era el académico era simplemente brillante.
-Gracias-, dijo Sirius, su propia voz ahora amortiguada, agarrándolo comenzó una búsqueda desesperada de Kingsley. Usando su varita para dispersar el humo y así poder ver realmente frente a él. Se mantenía lo más agachado posible, ya que la batalla seguía en estos momentos a su alrededor. De hecho, Remus seguía gritando hechizos a cualquier túnica negra que se moviera, aún aportando su granito de arena para ayudar.
-¿Has oído eso?- preguntó Sirius con la voz apagada, ahora que el humo había desaparecido lanzó un hechizo para quitar el encantamiento Cabeza de Burbuja y suspiró el aire reciclado no era lo mejor del mundo. Remus hizo lo mismo mientras escuchaba lo que Sirius quería que escuchara.
Remus asintió de repente, se estaban Apareciendo y se les había acabado el tiempo.
-¡Mierda!-, maldijo Remus, -¡Tu izquierda!-.
Sirius se giró y vio que había un conocido hechizo verde escupiendo de la varita de un mortífago que apuntaba directamente a Kingsley Shacklebolt.
-¡ARESTO MOMENTUM!- gritó Sirius, mientras Remus corría hacia el mago para intentar llegar a él antes de que la maldición mortal le alcanzara. El hechizo se detuvo en el aire, antes de salir disparado hacia su lanzador, Sirius se quedó atónito al ver que había apuntado al mortífago y no a la propia maldición asesina. ¿Había dado con alguna forma de contrarrestar el hechizo sin saberlo? Se precipitó hacia Remus y Kingsley.
-¡Finite Incantatem!-, gritó Sirius, eliminando la maldición Imperious de su camarada caído.
Un gemido roto salió de los labios de Shacklebolt.
-Aguanta, Kings-, dijo Sirius, usando su apodo. -¡Férula!-.
-Ferula-, añadió Remus, vendando su brazo.
-Vamos a llevarte en traslador a San Mungo, ¿de acuerdo? Aguanta- dijo Sirius, compartiendo una mirada de preocupación con Remus, tenía muy mala pinta. Tenían que llevarlo al hospital de inmediato, sujetando a Shacklebolt mientras Remus lanzaba un hechizo para colocarlo en una camilla. Una vez hecho esto y que Shacklebolt estaba asegurado, se Aparecieron, rezando por haber hecho lo suficiente para salvar a su amigo.
-¿Qué ha pasado?- preguntaron dos sanadores que se dirigieron inmediatamente al lado del mago herido.
-Ha sido secuestrado por Voldemort, ha estado bajo la maldición Imperious, pero no tenemos idea de cuánto tiempo... también ha estado bajo la maldición Cruciatus y tiene al menos un brazo y una pierna rotos- dijo Sirius, mientras Shacklebolt era alejado de ellos.
-Espero que se recupere- dijo Sirius, tenso, mientras se desplomaba en uno de los asientos de la sala de urgencias.
-¿Deberíamos ir a descansar? No vamos a saber nada, eso si nos lo van a decir- se preguntó Remus, mientras también se sentaba completamente agotado.
-Espero que James y Nick estén bien- dijo Sirius, con el ceño fruncido por la preocupación.
-Yo también-, dijo Remus.
Más magos y brujas fueron llevados a San Mungo y en poco tiempo los que estaban malheridos fueron levitados. A los menos heridos les dijeron que se sentaran y que una medibruja estaría con ellos lo antes posible. Lo cual era cierto, apenas se habían sentado antes de que bajaran y los llevaran a curarse. Albus Dumbledore hizo acto de presencia, Sirius y Remus deseaban poder decir que estaban sorprendidos pero no lo estaban.
-¿Cómo está?- preguntó Albus, parecía ligeramente desconcertado pero por lo que no podían decir.
-Acaban de llevarlo-, dijo Sirius, aún lo estarían evaluando para asegurarse de captar primero todas las heridas graves que necesitaban atención inmediata. Conocía bien la rutina, a pesar de que había estado inconsciente cuando lo llevaron a evaluar hace ya medio año. Era difícil de creer, el tiempo había pasado tan rápido, él y Remus habían estado cerca, lo que le hacía estar más decidido a ser cuidadoso. Sobre todo cuando se trataba de la vida de Remus.
-¿Te ha dicho algo?- preguntó Albus, tenía la esperanza de sacar alguna noticia de esta tragedia.
-Albus, está en muy mal estado, puede que no sobreviva- dijo Remus con mala cara, sacudiendo la cabeza con irritación, Albus podía ser directamente insensible a veces. -No es el momento de obtener información; deberías alegrarte de que haya vuelto, cualquier cosa que haya aprendido puede y debe esperar-.
-Por supuesto-, dijo Albus contrito. -No me malinterpretes, estoy preocupado por él... sin un espía lo veo bastante difícil. Quiero saber lo que Voldemort está tramando-.
-Todos lo queremos, eso no significa que queramos hurgar en la información de un mago que está sufriendo- dijo Sirius, se habría puesto furioso si fuera Remus. -¿James y Nick están bien?-.
-Ambos están bien, Nick se mantuvo firme y luchó con valentía, estoy muy orgulloso de él- dijo Albus radiante de alegría, lo estaba consiguiendo, dentro de poco sería capaz de enfrentarse a los mortífagos por sí mismo. Tal vez algún día pronto podría enfrentarse a Voldemort y vencerlo como le habían profetizado.
-Gracias a Merlín por eso- dijo Sirius aliviado, a su lado Remus también se hundió aliviado por la noticia.
-Si quieres irte te mantendré informado- dijo Albus, sentándose él mismo.
-No, nos quedamos; queremos saber cómo está. No importa el tiempo que tarde, pero puedes volver a Hogwarts, Albus, estaremos bien- dijo Sirius, conociendo el juego del director.
-No, no, yo también me quedaré, Minerva puede vigilar las cosas en Hogwarts- dijo Albus.
Justo en ese momento otra oleada de Aurores y un mago pelirrojo inundaron el lugar, pero ninguno de ellos estaba herido, de hecho se dirigieron directamente a Remus y Sirius preguntando cómo estaba el mago. Tenían tarjetas, flores, chocolates y otras chucherías para el Auror para hacerle saber que se pensaba en él en estos duros momentos.
-No va a ser fácil, chicos-, dijo Alastor con mala cara. -Puede que tarde en recuperarse de la maldición Imperious; no sabemos qué le han hecho hacer-.
-Lo sé, sólo espero que no le hayan hecho herir a alguien-, dijo Tonks.
-No me sorprendería que lo hicieran-, dijo Smith con amargura, los mortífagos eran criaturas repugnantes.
-Ahora está aquí, eso es lo único que importa, estoy seguro de que entre todos podrá recuperarse del todo-, dijo Arthur. Esperaba que Shacklebolt estuviera bien, no sólo era un brillante auror, fantástico miembro de la orden, sino un buen amigo. No había tenido muchas esperanzas de que lo encontraran, pero aún no estaban fuera de peligro, ya que Sirius y Remus habían explicado rápidamente lo mal que estaba. Los huesos rotos eran cosas peligrosas; podían provocar amputaciones si no se trataban inmediatamente. Con la maldición Imperious sobre él, estaba caminando con ella. Por supuesto, podían desterrar los huesos, pero no había nada que pudieran hacer por los daños en los nervios, al menos no todavía, pero Pociones estaba avanzando a pasos agigantados. Harry Peverell estaba haciendo mucho por esa comunidad, estaba impresionado. Todo el Ministerio hablaba constantemente de él y de sus logros, y de sus medallas ya que también le habían concedido la Orden de Merlín a tan corta edad.
-Sólo podemos rezar a Merlín para que eso sea cierto-, dijo Sirius con sinceridad.
Todos se sumieron en un tenso y preocupado silencio; el único ruido que se escuchaba era el de los medimagos y las brujas llamando a la gente. También el llanto silencioso de los niños que se quejaban de dolencias al haber quedado atrapados en el fuego cruzado entre los mortífagos y la Orden.
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Hospital de San Mungo para males mágicos.
Arthur tuvo que marcharse, ya que su mujer se habría preocupado mucho si no lo hubiera hecho. Sirius sabía por experiencia propia lo ruidosa que podía ser Molly si estaba mínimamente preocupada, así que no le sorprendió que Arthur fuera el primero en irse. Los demás le siguieron al cabo de unas horas, cuando se estaban quedando dormidos a la espera de noticias de los sanadores. Sirius y Remus también estaban agotados, pero no se daban por vencidos. No tenía familia y nadie estaría aquí para él, así que les tocaba ayudarlo. Una cara conocida cuando estabas en el hospital ayudaba mucho.
-Voy por un café, ¿quieres uno?- preguntó Remus, mientras se despertaba de golpe una vez más.
-No me importaría- murmuró Sirius, sentándose más erguido, frotándose los ojos. -Estaré fuera, necesito tomar aire fresco o me voy a desmayar-.
-De acuerdo-, dijo Remus saliendo una vez más a buscar un par de cafés para ellos. Era una prueba de lo agotado que estaba Sirius que estaba bebiendo café. No tomaba café a menos que estuviera preocupado, estresado o destrozado. Si tenían compañía se obligaba a tomar unos sorbos, fuera de eso nada.
Sirius salió, suspirando suavemente; esperaba tener noticias de los sanadores a estas alturas. En el estado en que se encontraba Kingsley, no tener noticias era de hecho una buena noticia. Evidentemente, había sobrevivido a lo peor, pero era obvio que no había salido de cuentas o alguien habría venido a verlos. Mirando su reloj, se dio cuenta de que llevaban allí dieciséis horas; la luz del día no tardaría en aparecer por encima de las nubes. Eran las cinco de la mañana y no habían dormido ni un momento entre los dos, por supuesto no eran los únicos en la sala de urgencias que esperaban noticias. Los familiares de los demás heridos estaban allí, pero en general no había habido víctimas mortales, así que todo estaba bien.
Temblando por el frío, que era vigorizante con lo cansado que estaba, se dirigió de nuevo al interior justo a tiempo de ver a Remus regresar con su café. Se sentó y aceptó la taza reprimiendo un bostezo cansado, soplando en un intento de enfriarlo para que no le quemara la lengua.
-¿Son ustedes los caballeros que trajeron a Kingsley Shacklebolt?- preguntó un sanador que se acercaba. Sirius y Remus lo reconocieron como uno de los Sanadores que habían llevado a Kingsley a ser evaluado.
-Sí, soy Sirius Black, este es mi compañero Remus Lupin, soy Auror y un buen amigo de Kingsley- dijo Sirius, y si tenía que tirar de la carta de Auror para conseguir información lo haría.
-¿Cómo está?- preguntó Remus.
-Soy la sanadora Strout, los recuerdo a los dos- dijo asintiendo a ellos, -El auror Shacklebolt está fuera de peligro, lo han subido a la sala de CI para que lo vigilen de cerca. Incluso con una poción reductora de fiebre su temperatura se mantiene extremadamente elevada. Hemos hecho todo lo posible para bajarla, pero debemos vigilarla, si sube podría ser fatal. Está recibiendo un tratamiento de antibióticos que le ayudará a bajar la fiebre. Ahora su brazo y su pierna han sido cosidos pero no han sido curados, tiene muchas heridas internas y sus órganos internos están bastante afectados con la cantidad de daño hecho por el cruciatus. Una vez que le baje la fiebre y si no tiene convulsiones le arreglaremos el brazo y la pierna lo antes posible-.
-¿Las convulsiones son permanentes?- preguntó Remus con los ojos ensombrecidos por la preocupación; a Shacklebolt le encantaba ser auror, si tenía algo parecido a las convulsiones sería él el que estaría de guardia permanente.
-Lo siento, no puedo asegurarlo, sólo tendremos que vigilarlo-, dijo la sanadora Strout.
-¿Cómo está... ya sabes, mentalmente?- preguntó Sirius con cansancio, el Auror profesional no aparecía por ningún lado, rara vez lo hacía cuando se trataba de uno de los suyos o de la familia.
-Todavía no ha recuperado la conciencia, tuvo una hemorragia que estamos vigilando. Para saberlo con seguridad, tendremos que esperar a que se despierte. No lo hará hasta dentro de al menos doce horas, le hemos dado una poción analgésica muy fuerte-, dijo la sanadora Strout, por mucho que deseara poder darles buenas noticias, no podía. Como sanadora, no valía la pena su trabajo para darles falsos tópicos, no, era mejor decir la verdad, para bien o para mal.
-Gracias, sanadora Strout-, dijo Remus sonriendo con cansancio.
-Mi sugerencia es que vaya a dormir un poco, nadie entrará a verlo hasta que hayamos podido evaluarlo completamente- dijo Strout, podía ser extremadamente violento al despertar, había estado preso los últimos dos meses según los registros del Ministerio cuando lo habían declarado desaparecido.
-Gracias por todo- dijo Sirius tragando grueso, el haber sido herido meses atrás le había dado un nuevo respeto por los Sanadores. Cientos de personas heridas y ellos habían salvado más o menos a todos los que habían pasado por sus puertas aún respirando. Habían tenido ayuda, pero en los momentos difíciles las comunidades se unían y se ayudaban mutuamente.
-Es mi deber-, dijo Strout, lo habría hecho a pesar de todo, sobre todo porque él era un Auror, arriesgaban su vida cada día para ayudar a todos. En estos tiempos oscuros, los aurores eran lo único que se interponía entre ellos, aquí y ahora, y la anarquía y el pandemónium.
-Vamos, Remy-, murmuró Sirius con los hombros encorvados mientras el cansancio crecía a porciones insoportables. -Adiós-, añadió antes de aparecerse en Grimmauld Place.
-Podría dormir durante un año- confesó Remus cansado, mientras comenzaba a desvestirse, su cama lo había estado llamando durante las últimas nueve horas. Deslizándose en la cama, con nada más que su bóxer puesto, así fue como durmió. Tenía más calor que Sirius, así que no necesitaba ponerse nada. Aunque Sirius normalmente lo hacía, pero no esta noche, ya que se tumbó en la cama y se apagó como una luz. Poniendo los ojos en blanco, se dejó caer en la cama y se tapó antes de que él también estuviera fuera de combate.
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Grimmauld Place - Sirius y Remus.
-Pues ya está, toda la casa ha sido registrada de arriba a abajo-, dijo Sirius, lanzando contra la pared una costosa baratija, que su madre se habría puesto furiosa con él por tocarla y no digamos por romperla. Muchas cosas habían cambiado, pero su mal genio no era una de ellas. Soportaría el mal genio siempre que no acabara con la "locura Black", como se la llamaba. Hacía cuatro generaciones que los descendientes de Salazar Slytherin de la "locura Black", en su afán por mantener su "sangre" lo más pura posible, habían llevado la crianza interna demasiado lejos. El resultado fue la locura; es como si les faltara una sinapsis en el cerebro que les hiciera descender a la locura.
-¿Y las mazmorras?- preguntó Remus, tal vez encontrarían una habitación allí abajo que no conocían. ¿O que Sirius había olvidado? ¿Quién lo sabía? No era él quien había vivido allí toda la vida; aunque Sirius lo odiaba la mayor parte del lugar había sido reformado.
-Nada, todas las paredes se rompieron para que tuvieras espacio para moverte como Moony- dijo Sirius, -Bueno el laboratorio de Pociones está ahí, pero era improvisado, Snape lo creó el último año de la guerra. Él puede percibir la magia oscura y se habría deshecho de él, si lo recordara habría dicho-.
-¿Has notado que Kreacher se lleva cosas?- preguntó Remus, que en ese momento observaba al elfo doméstico arrastrándose por el pasillo con un puñado de cosas. En cuanto lo mencionaron se alejó de golpe, ¿podría saber algo que ellos no supieran? Inmediatamente comenzaron a formarse planes en su mente.
-Sí pedazos de chatarra-, dijo Sirius poniendo los ojos en blanco, suspirando derrotado, había estado esperando hacer esto, por Harry. Lo había defraudado tantas veces, esta había sido su manera de demostrar que quería formar parte de la vida de Harry. Tenía la sensación de que Harry simplemente lo toleraba algunas veces; prefería irse con otra persona para discutir cosas antes de acudir a él. Le había confesado sus pensamientos a Remus, quien le había sugerido que leyera algunos libros de Pociones, para poder conversar con Harry sobre un arte que tanto le gustaba. La idea le había desagradado al principio, pero al recordar que había visto a Harry marcharse con los otros maestros de Pociones se dio cuenta de que Remus tenía razón. Así que su plan era esta noche asaltar la biblioteca de los Black y comenzar a leer, valdría la pena si podía simplemente hablar con Harry sin que el pasado se interpusiera.
-Sirius, quiero intentar algo... prométeme que no te enfadarás con él, sólo trátalo con algo de respeto, por favor- preguntó Remus con su voz calculadora y tranquila. Quería que el elfo doméstico cooperara, y para ello no podía dejar que ninguno de los dos se lanzara al cuello del otro. Tenía el presentimiento en lo más profundo de sus huesos de que había algo que se les escapaba, Regulus no tenía otro lugar donde quedarse y el Horrocrux tenía que estar aquí. -¿Kreacher se llevaba bien con Regulus?- preguntó Remus de repente.
-¿De qué hablas?- preguntó Sirius desconcertado por el repentino interés de Remus en Kreacher, siempre le había exasperado su amabilidad con el maldito, era un problema y lo odiaba. Lo hubiera dejado ir pero era demasiado peligroso, sabía demasiado de la Orden. -Claro que a la cosa le gustaba Regulus, a todos les gustaba- añadió Sirius, sin su habitual disgusto cuando se trataba de su hermano. Los restos de las palabras escritas en aquel libro casi aún podían hacerle llorar. Se había convertido en un mortífago sí, pero su hermano pequeño se había arrepentido. Eso era lo que importaba y había intentado arreglarlo, había pensado que Voldemort sólo tenía un Horrocrux. Si lo hubiera hecho, su hermano habría sido el héroe que derribara a Voldemort, esa habría sido una forma de que el nombre de los Black brillara por primera vez. También habría librado a sus ahijados de una vida difícil, y ambos tuvieron una vida difícil sólo que de diferentes maneras. Nick había sido mimado, y se había derrumbado a su alrededor cuando se dio cuenta de lo que el mundo quería de él. Todavía estaba asustado, eso era obvio, pero estaba decidido a llegar hasta el final. Le había dicho a Nick que si no estaba asustado era un suicida. Cualquiera que no tuviera miedo antes de una batalla, había confesado Sirius, estaba mintiendo. Tener miedo ayudaba, evitaba que te confiaras demasiado.
-Siri, creo que puede saber dónde está-, explicó Remus.
-Qué... ¡vamos!- dijo Sirius ya saliendo del salón.
-No, espera, escúchame, no puedes entrar ahí y exigirle, mentirá y se pondrá a la defensiva, tenemos que ponerlo de lado- dijo Remus.
-No puede mentir- dijo Sirius negando con la cabeza mirando a Remus.
-Trabajará a su alrededor, Sirius, por favor, ¿por mí?- preguntó Remus, solo quería hacer esto a su manera. -Si no funciona entonces lo hacemos a tu manera. Atraes más moscas con miel que con vinagre-.
Sirius hizo una pausa, esto era importante para Remus; normalmente no se aferraba a sus ideas con tanto ardor. -De acuerdo, lo intentaremos a tu manera, pero no puedo prometer nada, ya sabes cómo odio al maldito elfo doméstico-.
-Sólo inténtalo-, dijo Remus, -es todo lo que puedo pedir-.
-De acuerdo-, dijo Sirius asintiendo. -Pongámonos en marcha entonces-.
Remus no necesitó usar un hechizo para averiguar dónde había desaparecido Kreacher. Aunque no le gustaba cómo los trataban, ya que él también era considerado una "criatura" y mirado con asco por la población en general. Gracias a su asociación con la Orden y los Aurores, así como con Dumbledore, nadie tenía el valor de decir realmente nada. Y menos con Sirius cerca, nadie se había atrevido, si alguien lo hubiera intentado se habría enterado de todo. El armario que usaba como guarida, que estaba justo al lado de la tetera. Remus abrió la puerta, para encontrar al elfo doméstico dentro, fingiendo dormir, los objetos que había robado aparentemente no estaban a la vista.
Remus miró a Sirius, "no lo estropees", era su mejor oportunidad para encontrar ese maldito Horrocrux. Kreacher conocía cada centímetro de esta maldita casa; después de todo, la limpiaba... o más bien iba limpiando apenas lo suficiente murmurando en voz baja. Podía escuchar todo lo que decía, pero se negaba a decírselo a Sirius, sabiendo cómo haría su acalorado compañero.
Respirando hondo, su mente pensó en cómo afrontar esto. Entonces, de repente, pensó en Harry y en cómo había estado con los elfos domésticos, ¿Dobby y Rose era? No estaba exactamente seguro, pero se dio cuenta de que tendría que ser amable. Es lo que haría Harry, y si se enteraba de que había enajenado la posibilidad de encontrar el Horrocrux le estallaría un fusible.
-¿Kreacher? Me gustaría hablar contigo, por favor, siéntate- dijo Sirius, con una mueca en el rostro. No le gustaba nada ser amable con el elfo doméstico. No dejaba de recordarse a sí mismo que era por Harry y Nick, sobre todo por Harry, él lo haría y tendría el orgullo de su ahijado. Había hecho cosas peores al final del día, ¿no? Sí... no... tal vez, no importaba que lo hiciera y eso era todo.
-¿Sí, asqueroso señor Black?- murmuró Kreacher, con los ojos inyectados en sangre mirándole por la nariz.
Sirius tuvo que morderse literalmente la lengua; esto era más difícil de lo que pensaba. -Si eres honesto conmigo, te daré diez objetos de tu elección para que te los quedes, cualquier cosa de la casa- dijo Sirius, podía quedárselo todo, siempre y cuando no se lo encontrara en realidad por lo que le importaba.
Kreacher miró fijamente a su amo apenas pudiendo comprender lo que decía con bastante desgana. -Sí, amo Black-.
Agachado, cara a cara con el elfo, era probablemente el último que vería a su hermano con vida y se encontró deseando respuestas más que meterse en una pelea a gritos. -¿Te ha pedido Regulus que hagas algo, Kreacher?-.
-No, señor-, murmuró el elfo doméstico, sin que sus ojos cambiantes pudieran encontrarse con los de su actual amo.
-¿Te pidió que te mantuvieras en silencio?- Se preguntó Sirius en voz alta, la rápida mirada que le dirigió el Elfo le confirmó sus sospechas. Tragó grueso, tenía razón; Regulus había dejado que el elfo doméstico se enterara de lo que fuera que había estado haciendo. Tal vez sí tenía el Horrocrux y lo había estado protegiendo o algo así sin saber lo que era.
-Kreacher sé lo del Horrocrux, sé que Regulus encontró uno, es magia muy oscura, no debería ser manipulado ¿dónde está?- preguntó Sirius. Esperaba que no se le hiciera esperar, saldrían a ver a Kingsley en poco menos de veinte minutos con un poco de suerte. No sabían si estaría despierto, ni si les permitirían verlo o cómo sería su estado mental. Habían dormido siete horas y luego comenzaron a buscar en todas las habitaciones de la casa para recuperar el tiempo perdido, aunque no había sido productivo hasta ahora. Ahora tenían la esperanza de que Kreacher supiera algo que ellos no sabían.
Kreacher no contestó, sólo siguió sentado encorvado en su armario.
-Regulus lo quería destruido Kreacher, nosotros también-, dijo Remus, conteniendo la respiración, esperando que pasara algo, cualquier cosa. Merlín Kreacher tenía que ayudarlos, simplemente tenía que hacerlo, de lo contrario estaban atrapados.