Si solo fuera Hope -Hosie 1

By Unplanetadeunicornio

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1579 Francia e Inglaterra, dos imponentes reinos que siempre estaban al pie de una guerra, llevaban enemistad... More

Libro 1 Capítulo 2
Libro 1 Capítulo 3
Libro 1 Capítulo 4
Libro 1 Capítulo 5
Libro 1 Capítulo 6
Libro 1 Capítulo 7
Libro 1 Capítulo 8
Libro 1 Capítulo 9
Libro 1 Capítulo 10
Libro 1 Capítulo 11
Libro 1 Capítulo 12
Libro 1 Capítulo 13
Libro 1 Capítulo 14
Libro 1 Capítulo 15
Libro 1 Capítulo 16
Libro 1 Capítulo 17
Libro 1 Capítulo 18
Libro 1 Capítulo 19
Libro 1 Capítulo 20
Libro 1 Capítulo 21
Libro 1 Capítulo 22
Libro 1 Capítulo 23
Libro 1 Capítulo 24
Libro 1 Capítulo 25
Libro 1 Capítulo 26
Libro 1 Capítulo 27
Libro 1 Capítulo 28
Libro 1 Capítulo 29
Libro 1 Capítulo 30
Libro 1 Capítulo 31
Libro 1 Capítulo 32
Libro 1 Capítulo 33
Libro 1 Capítulo 34
Libro 1 Capítulo 35
Libro 1 Capítulo 36
Libro 1 Capítulo 37
Libro 1 Capítulo 38
Libro 1 Capítulo 39
Libro 1 Capítulo 40
¡Noticia!

Libro 1 Capítulo 1

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By Unplanetadeunicornio

Mirar la nota a final de este capítulo ya que cuenta con información importante, muchas gracias

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Hoy les contaré una historia de la que muy poco se habla, una que se ubica casi 500 años atrás cuando los castillos eran mucho más que simples muros abatidos por culpa del tiempo o las guerras. Dicho acontecimiento tomó lugar entre medio de dos poderosos reinos que juraron, a través de un antiguo pacto de sangre, odiarse hasta el fin de los tiempos...o por lo menos eso fue lo que siempre se esperó de ellos.

Nacimiento, invasión, guerra, coronación, muerte.

Era un ciclo sin fin en el que siempre predominaba la ambición impulsada por una enorme cólera que se remontaba varios siglos atrás, y eso fue lo que en un principio empujó al infame rey Inglés Niklaus Mikaelson cuando se le presentó ante sus ojos, aquella fría tarde de invierno, una milagrosa oportunidad que no pudo dejar pasar.

Dieciocho años atrás el joven rey había sido bendecido con el nacimiento de su primogénita y única hija en Mayo de 1561, heredera de un gran imperio que con fervor él se había encargado de poner bajo su muy reconocido sello. La niña fue bautizada con el nombre de Hope Andrea Mikaelson y esta creció saludable entre las gigantes murallas de aquel ostentoso castillo que su linaje había levantado cerca de 250 años atrás, o por lo menos eso era lo que su padre siempre le recordaba cada noche cuando iba a dejarle un beso de despedida en su pequeña frente.

Se pasaba las solitarias tardes jugando en el jardín con unas pequeñas figuras de madera que su tío Elijah había tallado para ella cuando había cumplido tres años, lo que había sido una caricia al alma. Algunas tardes cálidas, cuando levantaba sus celestiales ojos para examinar las hojas que caían del árbol que se encontraba en el centro del lugar, podía percatarse de su madre, una hermosa reina reconocida por su benevolencia, observándola con los codos apoyados sobre una rustica viga cerca del segundo o tercer piso de la impenetrable residencia real en la que había nacido y crecido.

Cuando cumplió quince las cosas comenzaron a cambiar, las figuras de madera habían quedado atrás y los corset le dificultaban para correr por los inmensos terrenos de la propiedad. Se vio con mucho gusto sometida a entrenamientos personales con el general del implacable ejército de su padre, Niklaus consideraba valioso que la princesa pudiera defenderse por sí sola en caso de que esto fuera necesario.

Pronto lo único que permaneció constante en el tiempo era la cálida mirada de su madre y aquellas tardes en las que se sentaba con su padre a pintar cuando ambos encontraban algo de tiempo, lo que valía recalcar que no era mucho debido a los deberes diplomáticos del mismo.

Pensó, por una mínima fracción de segundos, que esa podía llegar a ser su vida en lo que le quedaba de la misma...pensó.

Inglaterra, 1566

Sus pequeños pies se movían con prisa por los bien conocidos pasillos del castillo, con una de sus manos sostenía la falda de su vestido mientras buscaba alejarse de aquello que corría para atraparla.

Había amanecido hacía un par de horas pero por algún extraño motivo la luz del sol no lograba alcanzar muy bien esta parte del castillo, aquella por la cual ya llevaba corriendo cerca de quince minutos.

- Corre por tu vida –Escuchó la voz haciendo eco por el sitio- Desgarraré tu garganta y morirás en segundos -

Miró por sobre su hombro, la figura del hombre aún no la alcanzaba.

Tomó el siguiente pasillo a la derecha, a sabiendas de que el mismo desembocaba en el salón principal donde en varias ocasiones se había celebrado el cumpleaños de su madre. Ahí estaría a salvo, el sitio siempre estaba repleto de guardias y algunos nobles que con poco esmero ella buscaba recordar a esta altura de su vida.

Tropezó con el tapete pero se las arregló para no terminar de rodillas en el suelo, aferrándose a una de las estatuas del sitio mientras se aseguraba de que la brecha entre ella y la figura tras ella era favorable para la misma.

Una vez logró arribar a destino, dejando tras su cuerpo el "pasillo de la historia" como su padre varias veces había llamado a aquel corredor repleto de retratos pintados a gran escala, respiró de forma agitada con sus manos descansando en sus rodillas.

Unos brazos pronto se ajustaron a su cintura, levantándola en el aire de forma abrupta.

- Detente –Exigió mientras veía como las personas iba y venían por el sitio, prácticamente ignorándola.

Había un par de guardias de pie a la entrada del salón, luego algunos sirvientes encargándose de la limpieza del sitio.

- Te tengo, conejito –Su tío Kol apegó sus labios tras la nuca de la pequeña, soltando el aire acumulado en su boca y arrancándole así una estrepitosa carcajada.

Hope Mikaelson se revolvió entre sus brazos, riéndose de forma incontrolable a causa de las cosquillas

- Por favor –Suplicó mientras sus manos se volvían tras la nuca del muchacho; quien en ese entonces recién había cumplido los quince años.

Kol la puso de pie en el suelo, aun así no perdió la oportunidad de picarle las costillas por última vez.

- ¿Una Mikaelson suplicando? –El joven le dió una mirada reprobadora pero la pelirroja fue capaz de comprender que la mueca en sus labios significaba que buscaba reprimir una risa divertida.

- ¿Qué está mal con eso? –Cuestionó mientras buscaba alisar la falda de su vestido.

Santo cielo, estaba completamente arruinado de barro.

Tal vez no había sido una buena idea, por lo menos no desde el jardín, jugar a las atrapadas con su tío Kol.

Su madre, Dios. La obligaría a darse un baño de inmediato, ni siquiera le presentaría opción alguna.

- Es un pecado tan grande como el inclinarse en una reverencia –Le alertó mientras anclaba una rodilla en el suelo, poniéndose a su altura para anudarle las zapatillas- La realeza, las futuras y fuertes reinas como tú lo serás dado el momento... –Remarcó dándole un ligero toquecito en su pálida nariz- No se arrodillan ante nadie, ¿comprendes?

La verdad es que no, no comprendía en absoluto.

Ella había hecho reverencia a sus padres en innumerables ocasiones, era tan normal como comer los chocolates que su tía Freya solía sigilosamente sacar de la cocina para ella comiera bajo las sabanas de su cama.

- ¿Por qué no, tío Kol? -

- Porque has nacido para que se te arrodillen, no al revés –Le respondió con sus manos ligeramente aferradas a sus pequeños brazos, sonriéndole con un cariño envidiable- La elegida de Dios

- ¿Dios me ha escogido? –Preguntó parpadeando con lentitud, no solo porque no comprendía por completo sino porque el correr la había dejado algo cansada

- Claro que él lo ha hecho, mírate –Aseguró con su ceño fruncido, tirando su cabeza hacia atrás debido a la sorpresiva pregunta– Tan hermosa, tan valiente –Le colocó un mechón pelirrojo tras la oreja, volviendo a darle otra suave sonrisa- Eres una Mikaelson, formas parte de la familia más importante de Europa y debes recordar aquello siempre

Era una Mikaelson, y aun así no cualquiera de ellos. Era el futuro que ella todavía no lograba comprender por completo, era el legado.

- Además se te arrugaría la falda del vestido –La voz de su tía Rebekah llamó la atención de ambos; que enseguida ladearon sus rostros a donde creían que aquel comentario provenía.

Ahí estaba bajo una de las múltiples arcadas que daban acceso al sitio, era tan solo ocho años mayor que Hope pero la mente de la misma se asimilaba a la de cualquier adulto. Siempre vestía de forma impoluta y su actuar era digno de alabanzas; las que en muchas ocasiones la habían ayudado a terminar de forjar aquella confianza que tanto sacaba a relucir en eventos sociales.

Su tío Elijah, el tercer fruto del matrimonio de Mikael Mikaelson y su esposa Esther de Medici, hizo su entrada medio segundo después.

- Hope, aquí estas –Le sonrió mientras bajaba los dos pequeños escalones que daban inicio al gran salón donde usualmente los bailes eran llevados a cabo- Te he estado buscando por todos lados para jugar las partidas de ajedrez que te prometí ayer

Elijah, quien en ese entonces tenía veintidós años, no solo era un príncipe a causa de su sangre sino que también se encontraba siendo la mano derecha del actual rey; su hermano mayor Niklaus. A este se le había concedido tal privilegiado puesto cuando su hermano había sido coronado en 1559; un año después de que el mayor de los Mikaelson contrajera matrimonio con Hayley Marshall.

Los ojos de Hope brillaron, lentamente comenzó a abandonar las manos de su tío Kol.

- ¿Qué? –La escandalosa voz de su tía Rebekah la asusto al tomarla desprevenida- Creí que era mi tiempo de estar con ella, tenía planificado un picnic en el jardín posterior

- ¿De verdad crees que una tarde de picnic o ajedrez es más divertido que salir a cabalgar con su tío favorito? –Kol puso sobre la mesa su tentadora propuesta, tratando de ganarse a la pequeña.

Los orbes celestes de la primogénita de Niklaus bailaron entre los tres individuos que peleaban por su atención, cada uno soltando una oferta más tentadora que la anterior a medida que el tiempo transcurría. Ella era la menor de la familia, por algún extraño motivo su atención siempre terminaba siendo la atracción más importante para aquellos con quienes compartía sangre.

- No eres su tío favorito –Otra voz, que pronto atribuyó a quien era el primero de sus tres tíos, hizo que Hope se diera la vuelta a causa de la sorpresa.

¿Su tío Finn siempre había estado ahí? Tirado en uno de los sillón y pasando desapercibido durante todo este tiempo.

Hope poco tiempo tuvo para analizar y dar respuesta a aquello, una majestuosa e inesperada aparición terminó robando su atención por completo.

- Lamento informar que seré yo quien pasará la tarde con Hope –Su padre, con las manos tras la espalda, bajó la pequeña escalinata con una plácida sonrisa en sus labios- He logrado sacarme asuntos diplomáticos de encima y nada me apetece más que pasar el resto del día con mi heredera –Aclaró una vez llegó hasta Hope, tomándola entre sus brazos y despegándola del suelo.

Niklaus Mikaelson había nacido en 1539, dos años antes que su hermano Finn. Había tenido una infancia dura, había sido criado para convertirse en rey de Inglaterra y los métodos de enseñanza impartidos al mismo habían tenido grandes consecuencias en su carácter; por consecuencia también en la historia del país e inclusive Europa.

- ¿Por qué no la dejas escoger? –Kol vociferó al tiempo en el que se cruzó de brazos, esbozando una sonrisa burlona ya que creía su opción era la mejor de todas las presentadas hasta el momento- ¿Qué tienes para ofrecerle?

- Puede ser que en mi camino hasta aquí pedí a los cocineros que hiciera unos beignets para mi princesa

Gracioso era que aquel título no fuera un mote cariñoso sino que uno real, uno que de verdad le pertenecía a la chica.

Hope Mikaelson, la Princesa de Gales. Hope Mikaelson, la heredera al trono de Inglaterra.

Inglaterra, 1579 (Actualidad)

Aquella mañana de Enero había llovido luego de varias semanas en las cuales el clima jugaba con las predicciones de cada habitante del reino.

Su madre la había ido a despertar temprano, sin perder mucho tiempo y con algo de ayuda de sus doncellas la chica de cabello rojo cual chispeante llama ya se encontraba, bajo la espesa neblina, con su ajustada armadura de plata en el centro del jardín interno de la corte real.

No pasó mucho tiempo cuando a lo lejos pudo escuchar varios pasos poco descuidados que se acercaban en su dirección, acechándola. De pronto un rostro se materializó frente al de ella, seguido de una pequeña reverencia la persona rompió con el silencio que se había acentuado en el lugar.

- Buenos días, princesa -Aquel hombre, que ella con entusiasmo creía que había nacido para servir fielmente a su país, era algo más grande que su padre.

Tal vez rondaba los cuarenta y seis años, si es que el canoso cabello del mismo no mentía.

- Buenos días, Thomas –Sonrió apartándose un mechón de pelo que con rebeldía se había caído sobre su frente, haciendo una nota mental para amarrarse mejor el cabello en su próxima práctica.

No pudo formular otra palabra más cuando por el rabillo de su ojo vio como el hombre desenvainó y blandió la espada en su dirección, atacándola sin previo aviso. Por instinto Hope se agachó justo a tiempo, esquivando el golpe y desenvainando su propia espada para golpear con esta la de él en cuanto este se recuperó para asestar otra ágil estocada.

- Factor sorpresa, joven Mikaelson, siempre debes estar atenta -El hombre advirtió en cuanto ambos quedaron cara a cara, forcejeando sobre sus espadas encontradas a mitad de camino.

- Necesitarás una mejor táctica si quieres derribarme -

Hope tiró una patada hacia el muslo del general, desequilibrándolo y dándole un pequeño pechazo con su brazo izquierdo para guardar entre ambos el suficiente espacio como para poder asestar un golpe limpio con su espada.

El hombre lo esquivó fácilmente, he de suponer que después de años de entrenamiento aquello era como llevar una cucharada de arroz hacia la boca.

- Predecible – Este meneó la cabeza con fingida decepción, bloqueando la siguiente estocada que la pelirroja lanzo en su contra.

- ¿Si? –La princesa agitó la afilada arma en su mano, pasándola por sobre su cabeza y atentando golpear el costado derecho del general; quien haciéndose hacia atrás esquivó el golpe por tan solo dos centímetro.

Bajo la bruma de aquel lugar muerto se podía escuchar el encontronazo de las dos espadas chocando de forma reiterativa, le seguían de fondo algunas risas a causa de la caída de alguno de los dos.

- ¿Qué pasa, viejo hombre, ya te has cansado? –Hope sonrió burlonamente al ver cómo el mencionado se apoyaba sobre sus rodillas, exhalando frenéticamente a causa de un golpe que la princesa había logrado dar en su estómago.

- Eres igual que tu padre –Este rió de forma genuina, volviendo a su postura normal y apuntando la espada hacia su contrincante.

Hope bloqueó el golpe que le siguió a aquella frase pero poco tiempo tuvo para procesar en la desfavorable postura que quedó luego de eso antes de que el general, de mente hábil, le pateara la pantorrilla enviando su rodilla izquierda al suelo.

- Diablos –Gruñó a causa de la brusquedad con la que su cuerpo había caído de rodillas, sus huesos lamentándose.

- Lo que la princesa de Gales jamás debe hacer –El hombre, de pie frente a ella, se burló cuando encontró la exasperación escrita en el pálido rostro de la chica

Tras un pequeño análisis, mientras el hombre aún tenía ajustada una mano en su hombro, Hope se las arregló para ejercer una llave y barrerle el pie derecho.

El hombre inevitablemente terminó acostado sobre el césped húmedo, jadeando a causa de la sorpresa.

- No estoy arrodillándome, idiota –Sopló el mechón de cabello pelirrojo que le estaba obstruyendo la vista, el filo de su espada ajustada en la descubierta garganta del reconocido general- Soy Hope Mikaelson, heredera al trono -

- Bueno, tal vez si superes a tu padre en esto –El aceptó la derrota tomando la mano que la joven le otorgó dos segundos despues, poniéndose de pie con orgullo- Daremos por finalizado el entrenamiento de hoy –El hombre volvió a realizar una pequeña reverencia, justo como la de esta mañana, antes de partir a realizar sus obligaciones diarias como cabeza del ejercito inglés.

Hope se volvió a adentrar en las inmensidades del castillo y luego de un apacible baño se vió escoltada hasta el salón del trono donde su padre la había citado con total urgencia, o por lo menos eso fue lo que su paje le dijo cuando este fue a buscarla hasta la puerta de su habitación.

- Padre –Hizo una pequeña reverencia en cuanto llegó hasta los escalones de ascenso al trono.

Niklaus le sonrió y pronto se levantó de su asiento, captando la atención de las personas que se encontraban en el majestuoso sitio.

Su padre no solo daba la impresión de ser un hombre lleno de grandeza sino que lo era y aquello lo hacía aún más intimidante, por lo menos para las personas que no conocían su lado dulce e infantil. Aun así Hope comprendía al resto de las personas, el nombre del mismo había recorrido todo el mundo y aquello no había sido a causa de poseer gran misericordia. Era visto como un hombre analítico y con poca paciencia al que no se le podía negar nada pero para Hope, capaz de poder sacar y observar su lado más puro, era la persona que le daba su beso de buenas noches y quien le prometía luchar para protegerla del dragón que se encontraba bajo su cama.

Su padre colocó la palma de su mano sobre la sien de ella, acariciando con ternura el lugar, y pronto pidió que todos a excepción del general del ejército, su esposa y su hermano Elijah abandonaran el salón.

- Hope, cariño –Volvió a tomar asiento en el trono, aquel que en algún momento había pertenecido a su padre Mikael.

Después de varios días fue cuando su primogénita se pudo percatar de las ojeras y el cansancio que trasmitían sus ojos celestes, rasgo característico que ella también había heredado.

- Me has mandado llamar, ¿se debe eso a algún problema? –Hope colocó sus manos tras la espalda, observando como su padre asentía con algo que no se asemeja al pesar.

- Hoy a la mañana llegó un informante –Prosiguió a comentarle con calma, haciendo una pausa por si Hope quería aportar algo.

La chica no dijo nada pese a que recuerda haber visto, mientras estaba entrenando temprano en la mañana, a un hombre a caballo siendo escoltado por dos guardias reales hacia el interior del castillo.

- Un hombre de extrema confianza para esta corona –Elijah remarcó en la importancia de aquello, confirmando lo certera que la información de este podía ser.

- Tú eres consciente de la condición crítica entre nuestro reino y el reino de Francia, es debido a eso que la información presentada esta mañana resulta de sumo interés para nuestro país –Hizo otra pequeña pausa con el fin de descubrir si Hope seguía la conversación, algo que si estaba haciendo- Hemos logrado acceder a información privilegiada de la corte francesa con respecto a la heredera al trono francés. Esta ha sufrido un intento de asesinato cinco días atrás y debido a eso su padre, el Rey Alaric II, está en busca de un escolta personal para la misma–Aquel tono alertó a Hope de que su padre no solo le estaba comentando la situación sino que también poniendo sus manos en el asunto- Dicha tarea está siendo llevada a cabo de forma bastante rigurosa y esta podría ser nuestra única oportunidad para obtener a Francia bajo nuestro poder

- ¿En qué puedo ser yo de utilidad, padre? –La princesa frunció el ceño con clara confusión, observando a su madre de forma fugaz.

Hasta entonces Hope no había estado tan involucrada en estos temas, si es que debía ser honesta. Si, había tomado lugar en algunas reuniones de la corte real pero sólo con fines educativos o de introducción.

A fin de cuentas algún día Hope iba a gobernar, estaba claro que su padre trataría de utilizar el tiempo que todavía tenía de vida para ayudar a la misma a hacerse un lugar; incluso hasta aconsejarla y educarla sobre ciertas cosas.

- Tú, mi adorada hija, deberás infiltrarte como guardia personal de la princesa

Lo había planeado todo, y Hope era el maldito peón.

- Me cortarán la cabeza en cuanto ponga un pie en Francia, soy una Mikaelson –Miró a su tío Elijah, solo para comprobar que a este no le habían salido tres cabezas como a su padre- No cualquier Mikaelson, la heredera al trono -

- Por eso es que serás solo Hope –Su tío respondió su duda, algo que de todas formas no la dejó tranquila. Tal vez fue el hecho de que Elijah nunca le devolvió la mirada, como si estuviese algo avergonzado de la situación- Te criaste dentro de este castillo, nadie sabe cómo luces ya que tus retratos nunca han visto el exterior. Podrías pasar totalmente desapercibida, creo fielmente que puedes hacerlo -

- ¿Con qué propósito, padre? –Volvió su vista hacia el trono, donde el rey estaba sentado.

Tenía sus dedos presionando su frente, y aunque no lo dijera en voz alta Hope pudo notar que estaba preocupado.

Le costó comprender la magnitud de la situación o la razón por la cual su padre se encontraba tan nervioso pero pronto todas las fichas comenzaron a caer en su debido lugar, lo que le arrebato el aire de sus pulmones.

El hombre exhaló y se quedó en silencio durante largos segundos, Hope podía jurar que el invierno ya había alcanzado el interior del castillo.

- Deberás asesinar a la princesa

Y eso fue todo, el inicio y el fin de una vida.

- ¿Puedo hacer una pregunta? –Se aclaró la garganta, provocando que su progenitor alzara la vista hacia ella.

- Si necesitas –Fue lo único que recibió como respuesta, extrañamente desalentándola

- ¿Por qué mi misión no es asesinar al rey de Francia?

- No lo quiero muerto, por lo menos no aún –Se puso de pie, aún así no bajó los escalones para alcanzar un lugar a su lado- No hay dolor en la muerte y yo quiero que este conozca el sufrimiento. Para un rey como él no existe nada más preciado que la dinastía, aquella que ahora corre por la sangre de su primogénita y los hijos que tarde o temprano esta procreará –Prosiguió a explicarle mientras a Hope se le erizaba la piel, algo por lo cual excusó al cruel invierno que azotaba al país en este momento- Asesínala y le arrebatas a él todo lo que más añora, asesínala y tu hogar estará esperándote para celebrarte; yo estaré esperándote para celebrarte –Remarcó eso último con una ferocidad conocida, llegando a su lado y arrastrando consigo el frío que inundaba al gran salón.

Por primera vez en su vida la mano de su padre en su hombro se sintió como plomo, lista para hundirla al fondo del mar.

- Claro, Padre -

——————————————————
Nota de la autora:

¡Hola!

¿Qué tal estan? Hoy les traigo algo para aquellos fans de Hosie, espero que les guste casi tanto como a mi me gusta estar escribiendolo. Esta historia está principalmente inspirada en la serie Reign, si no la vieron se las recomiendo mucho. Además de ello el fic está inspirado en la historia "Romeo y Julieta" de Shakespeare así como el ship Clexa de la serie the 100.
Siempre he tenido las ganas de escribir un fic de este ship pero hasta el momento no se me había ocurrido nada hasta que surgió esto que hoy tienen en frente. Estaré actualizando cuando pueda, por favor tengan algo de paciencia.

Saludos, cuídense mucho

P.d: Quiero avisarles que en un capítulo del segundo libro surgió la idea de crear un grupo de WhatsApp hosie y bueno, dicho grupo fue creado así que si desean estar en este solo pásenmes sus números por mensaje privado

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