Tu muerte de abril

By ConstanzaUrbano98

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Kaldor no pudo dormir en toda la noche ¿Cómo podría? Mañana es el día más afortunado de toda su vida, de hech... More

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1-Kaldor
2- Olivia
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Mapa e información
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89- Kaldor.
90- Olivia.
91- Kaldor.
92- Olivia y Kaldor.
Sobre el final.

61- Olivia.

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By ConstanzaUrbano98

El mane cargaba en sus brazos un bracero y las manos de su cabeza sostenían dos cuencos con caldo. Tenía un equilibrio extraordinario. Le suministró sendos paltos a cada uno con cucharas flotando en el líquido blanco. Depositó el brasero en el suelo, encendió un fosforó con los dedos y lo echó a las brasas para que ardieran. Luego observó a Peptolomena con nostalgia y permaneció parado frente a ellos.

Kaldor no se molestó en preguntarle nada, estaba demasiado ocupado tragando como un cerdo. Olivia tenía etiqueta así que se sentó sobre los trapos y las sábanas de una manera apropiada, con las piernas dobladas bajo sus muslos. Colocó el plato simétricamente en el suelo, introdujo la cuchara, la deslizó sobre el canto del cuenco para que no derramara gotas, sopló el vapor y con la mano derecha se dirigió lentamente la comida a los labios. Kaldor ya había terminado, y como no, estaba lamiendo el plato.

Ella dio un ligero sorbo. Estaba salado y sabía a tubérculos.

-Delicioso -sonrió-. Señor... ¿Mane?

El mane continuaba parado frente a ellos, abrió sus ojos blancos y se dio un golpecito en la frente como reprimiéndose por la torpeza. No tenía ni cejas, pestañas o párpados.

-Oh, sí, qué torpe fui. Me llamo Jora Jobbit.

-Mane era mejor -murmuró Kaldor con la cuchara en la boca.

-Es un placer Jora, un nombre precioso -elogió cordial, tragó saliva, revolvió el caldo con la cuchara la soltó y miró al monstruo-. Dime Jora... ¿Conoces a Cratos?

-Sí, podría decirse que somos amigos.

Ese comentario la ayudó a encontrar el coraje que escondía.

-Verás, yo también conozco a Cratos. Él era amigo de mi hermano Darius, iban a la misma escuela de élite, para la familia real o políticos. Yo soy la princesa de Reino...

-Oh, princesa.

Jora hizo una reverencia y se arrodilló de tal manera que sus numerosos brazos y manos quedaron a la altura de la cara de Kaldor el cual retrocedió asqueado. Olivia no pudo saber si lo descomponía la anatomía del monstruo o que la adorara a ella.

Ella le devolvió la reverencia, porque ese anciano merecía ser homenajeado al menos con una inclinación de cabeza.

-Cratos me dijo que llegarías, pero tenía mis dudas, creí que eras la dríada -dijo mirándola arrodillado.

Kaldor se enderezó, las llamas se reflejaban en sus ojos verdes.

-¿Cer?

Jora asintió, colocó una mano sobre su abdomen y regresó a su postura erguida habitual. A Olivia le había gustado que la reverenciara, la había hecho sentir importante, como si las cosas no hubiesen cambiado para nada. Sin embargo, había sido totalmente diferente, los habitantes de Reino solían reverenciarla con fanatismo, pero nunca se había visto como un gesto afectuoso, era más como un dogma.

Pero ahí estaba Jora mostrándole respeto de una forma racional y amigable. Sintió que estaba en deuda con él.

-Sí, Cerezo, la dríada, ella también va a venir.

-¿Está viva? -preguntó Kaldor aun sentado, como si no quisiera creer del todo, apretó las mantas con sus puños-. ¿Dónde está? ¡Iré a buscarla!

-Cratos tiene anotado en su cuaderno todos los posibles movimientos que harán ustedes y lo que tiene que hacer en consecuencia. Yo no sé dónde está, pero ella vendrá, se paciente. El destino de todos es importante, de los cinco, cada cosa que hacen, juntos o por separados, los vincula.

Olivia depositó el plato en el suelo.

-Disculpe si no lo comprendo señor Jobbit pero el destino de Cratos fue ser comido por una familia de trastos. Él lo cumplió cuando salió del Ritual. Lo haya cumplido o no debería estar muerto.

Olivia omitió la parte que en más de una noche lo había oído hablando con su hermano en el castillo, como un recuerdo arrastrado por una mente abrumada.

Kaldor le agarró disimuladamente el caldo que ella había dejado, a ese infeliz nada le quitaba el apetito. Ni siquiera la noticia de que Cer estaba llegando de alguna inexplicable manera, es más, eso le había abierto el apetito.

-Cratos Jarkor fue a cumplir su destino ese día, eso es cierto. Llegó a la casa de campo donde vivía la familia de trastos, pero no esperaba que el trasto Torrenco, así se llamaba el padre de familia, tenía otros planes para él. Cuando Torrenco cumplió dieciocho recibió como destino que fuera alfarero, que moriría a mediana edad por un rayo y situaciones de ese estilo. Pero al final del párrafo de su vida había unas instrucciones especificando que recitara tales palabras a un chico llamado Cratos Jarkor pero que solo se las dijera a él. Es por eso que Torrenco no leyó esa parte de su destino a la multitud del Ritual de ese año. Se guardó el secreto...

«Nuestro secretito, Olivia, no le digas a nadie nuestro secretito» Era lo mismo que le había contado papá.

-... para sí y lo confesó cuando llegó el momento apropiado.

-¿Qué instrucciones tenía Torrenco?

-Eran una serie de sucesos que Cratos debía memorizar y asegurarse de que se cumplieran. Eso desataría el final del mundo. Cuando Cratos fue a la casa de la familia de trastos Torrenco lo esperaba en la puerta, pero en lugar de comérselo, le susurró el Apocalipsis.

-¿El apoca...? -Kaldor soltó una risita ingenua.

El mane asintió, serio.

-¿El final del mundo? ¿Cratos está tratando de que... el mundo se destruya? -Olivia no podía creerlo.

-El mundo es un concepto amplio ¿El mundo es la tierra que pisamos, la gente con la que vivimos, el mundo son los colores que vemos o los olores que sentimos? No sé qué se destruirá, pero sé que falta poco para eso y Cratos es una pieza más.

El terremoto. Faltaban tres días para el terremoto. Kaldor y Olivia se desprendieron una mirada significativa. Algo grande iba a suceder.

Ella volvió a mirar al mane.

-¿Y cómo logrará...? -Olivia resopló, lo que decía carecía de completo sentido-. ¿Cuáles eran las instrucciones para destruir el mundo?

-Lo primero que tuvo que hacer fue acudir a Muro Verde y salvar al niño.

-¿Niño?

-Era un niño asustado, perdido, él había sido vomitado por Fuente Negra. Estaba huyendo de los doctores, o eso le dijo el trasto a Cratos.

-¿Un niño vomitado por Fuente Negra? ¿El lugar?

-Efectivamente.

-Disculpe -Olivia trató de sonreír-. Creí que en Fuente Negra vivía el cambiaformas.

-Así es. Es su territorio. Se supone -Jora soltó una risilla.

-Las fuentes dan destinos... no personas -insistió.

-A mí me gusta pensar que lo destinos son personas -comentó Jora.

-Pero las cosas no son como le gusta pensarlas -contratacó Olivia.

-No, claro que no -lamentó el anciano-. La fuente negra es diferente. Soltó a una persona, un niño que Cratos tuvo que proteger y llevarlo a un lugar seguro. Cumplió, fue a buscarlo y lo dejó en un santuario por unos años. Antes pasaron por aquí, era un niño simpático pero exhausto, lloraba porque decía que los doctores le habían asesinado a sus padres.

Chasqueó la lengua.

-Las siguientes tareas de Cratos, o al menos de las que pudo platicarme, consistían marcar señales para la princesa Olivia, la dríada, el fauno y el monstruo de manchas. Tenía que lograr que permanecieran juntos.

-Cuando nos separamos leí en un árbol que debería regresar -recordó Kaldor-. Por eso volví a rescatarlos cuando eran prisioneros de esos perros asquerosos.

-Y había un mensaje para Cer también, decía que debería atacar a los mercenarios. Pero ella nunca llegó a esa parte del camino -recordó Olivia.

Jora asintió.

Olivia jamás había escuchado que la fuente, en tu papeleta te pidiera que hicieras algo que no deberías leer al público entero. El solo hecho de pensarlo le daba escalofríos.

-Tal vez el mensaje nunca fue para Cer, es muy probable que Cratos supiera que acabarías ahí. Cada acción que realiza, cada mensaje que dejó, le fue dictada por Torrenco que a su vez recibió la instrucción de la fuente. Ese es su verdadero destino, a veces tiene que esperar años para realizar cada movimiento. Estuvo viviendo dos años conmigo, a excepción de esa semana en donde desapareció sin avisarme.

-¿A dónde se fue?

-A Reino.

Olivia frunció el ceño.

-¿Hace cuánto de eso?

-Cinco años.

Papá había muerto hace cinco años.

-A ver si entendí -dijo Kaldor-. Cratos es un chico que debería ser comido por una familia de trastos. Sacó un papel en la fuente que le encomendaba eso.

-Así es.

-Cuando fue a la casa de los bichos que se lo iban a cenar se encontró con Torrenco. El trasto le dijo que sabía que Cratos vendría ese día porque el destino de ese bicho era ser de mensajero para Cratos.

-Ajá.

-Así que le dijo a Cratos todo lo que nosotros haríamos porque, a su vez, Cratos es mensajero para nosotros. Ya que, por lo que veo, él no deja de tallar árboles con órdenes, contratar mercenarios que nos asusten y nos empujen por Sombras... porque, de alguna forma, su destino era colaborar a que el mundo se destruyera. Y para eso es necesario que nos complique la vida.

Olivia no lo escuchaba, estaba enfrascada en sus cavilaciones.

Cratos estaba vivo y hace cinco años había logrado escapar y sondear el impenetrable Muro Verde.

Papá había muerto hace cinco años.

Darius, su hermano. Ese canalla sabía sobre el destino de Cratos, no había otra explicación para todas las veces que lo escuchó hablando con él en su habitación. Eran tan cercanos que ya ni siquiera sabía si habían sido amigos o algo más, de seguro, Cratos, asustado, le confesó todo su destino a Darius ¡Por qué no!

Seguramente le dijo a Darius que ella acabaría tarde o temprano en Muro Verde, en la casa de Pepa y en Tierra de Colmillos donde el monstruo de manchas regresaría para rescatarla. Eso explicaba que Darius supiera que, luego del Ritual, acabaría en la morada de la señora de las alas.

Él lo supo todo y no le advirtió. Una gota de sangre se derramó del pellizco que estaba dándose en la muñeca izquierda.

Cratos siempre había sabido que su vida se hundiría porque si le dejaba mensajes en los árboles de Muro Verde era porque ella acabará con los desterrados. Cratos se lo contó a Darius y él no solo no la ayudó, se había burlado de ella al enviarle un mensaje de texto.

«Saluda de mi parte a la señora de las alas»

;)

Pocas veces Olivia había sentido tanta rabia. Le daba la impresión de que iba a estallar, se rajaba, la cólera la pudría por dentro. Le dolía. Se estaba mordiendo la lengua para no chilar encabronada.

-¿Y cómo? ¿Cómo logró Cratos salir de Muro Verde? -preguntó Olivia notando el temblor insano cólera en su voz-. El muro de arbustos es impenetrable. Hace unos días pasé por ahí, había cuerpos de victimas que trataron de escapar, estaban atravesados por ramas y troncos. Todo el que va a Muro Verde no puede volver a salir ¿Cómo él lo logró?

-A través de las manchas -explicó Jora.

Las manchas de Kaldor se petrificaron en el acto.

-¿Manchas?

-¿Acaso no se toparon con ninguna? ¡Están en todo Sombras! Se hacen más frecuentes cada vez que te acercas más a la Fuente Negra.

-¿Qué es la Fuente Negra? -inquirió Olivia.

-Solo Cratos lo sabe con exactitud y nunca me lo explicó, me dijo que no me acercara allí, también mencionó que ustedes se toparían con una mancha cerrada. Verían a un soldado que salió de ella. Le hice caso, no me gustaría acercarme a manchas que expulsan soldados. Pero mi querida Peptolomena, en sus pesadillas, chillaba que mataran al Rey Negro de una vez. Él es de allí, de Fuente Negra.

-¿Cuál era la relación entre Peptolomena y el Rey Negro? -preguntó Kaldor juntando las manos frente a la cara.

-Eran enemigos, solo eso me dijo.

-¿Hay un rey de Fuente Negra? -terció Olivia.

-Todo indica que sí.

-¿Quién es el Rey Negro? -preguntó Olivia.

Sintió que una garra helada le apretaba la garganta, era lo mismo de lo que Cer le había platicado aquella noche en el claro. Había muy poca gente en Reino que hablaba de la llegada de ese rey, aquel monarca que destruiría a su familia. Recordaba que Cer había mencionado una guerra.

-No estoy seguro de quién es el Rey Negro. Pero no tiene pueblo sobre el que gobernar, es un rey sin reino, un mendigo sin ciudad en la que caminar, un alma solitaria que mora en tierras donde nada crece, se sienta en los bordes de la Fuente Negra como si fuera su trono y la vigila -respondió Jora-. Peptolomena lo aborrecía. Yo nunca lo llegué a conocer, pero si algún día lo ven, huyan, no creo que sea una persona piadosa.

-Disculpe ¿Peptolomena no venía de mi tierra? Ella venía de Reino. Usted mencionó que la fuente le concedió un destino horrible y que lo cumplió, pero aun así se desterró...

-Así es.

-¿Cómo conocía esa mujer al Rey Negro si era de Reino y nunca había atravesado el muro de hojas? ¿Eso quiere decir que el Rey Negro es de mi pueblo? -habló más para sí que para el resto-. Ella vino aquí, a Sombras porque quería morir por algo que cometió.

-Sí.

-Pero si Peptolomena cumplió su destino entonces lo horrible que hizo fue lo que la fuente le pidió. Su destino fue lo que la avergonzó y tuvo que ver con el Rey Negro, al que tanto odió.

Jora se encogió de hombros.

-Era una mujer cerrada, nunca me habló del viaje que la llevó hasta mi casa. Pero creo que era un viaje de regreso y no de ida.

-¿Cómo murió ella? -preguntó Kaldor, serio, interesado.

Le dolía la muerte de un inocente, tal vez era más decente de lo que le gustaba reconocer. O tal vez le había resultado atractiva la mujer del cuadro y tenía ganas de cogérsela, Olivia creyó que esa opción era la más probable.

-Se ahogó en tintura, tiñó un estanque con cientos de flores que cortó en dos días. Ató piedras a sus manos y pies y se hundió. Encontrarla fue lo peor que me pudo pasar en la vida -recordó cansado, como si el dolor ya no lo lastimara porque todo él era dolor desde ese día.

El mane recogió los platos vacíos.

-Cratos me dijo que cuando ustedes llegaran yo debía guiarlos a una mancha.

-¿Qué son las manchas?

-Es difícil de explicar, es mejor que lo vean con sus ojos, cuando atraviesen la mancha deben ir con el coleccionista, buscar un brazo para Calvin y un brebaje purpura en el quinto estante del segundo pasillo para Río. Es muy importante que lo hagan antes del mediodía. De otro modo será muy tarde para sus amigos.

Kaldor se puso de pie decidido. Para él era todo más fácil, había estado toda su vida viviendo en una celda, mirando las paredes y soñando con loa ajetreado y confuso que debería ser el mundo exterior. Desconocía que los eventos solían tener más sentido y ser menos apresurados. Olivia estaba completamente confundida, como si tuviera que ver cien tableros de ajedrez y mover todas las piezas al mismo tiempo. Así de turbada, bajo el velo de estupefacción, creció.

-¿Es cierto que están vivos? -inquirió Kaldor, con las mejillas enrojecidas de la alegría, se apretó las manos como un chiquillo apenado-. Pe-pero Reflejo... él me dijo que mis amigos murieron.

Jora recogió un farol eléctrico del suelo, junto al brasero.

-No creas en reflejos que no son nítidos, joven.

Olivia sabía quién era el coleccionista.

Se trataba de un médico de Reino, que también era nigromante, cuando había infecciones procedía a amputar, pero no desechaba las partes que conseguía, las ensamblaba y creaba marionetas. Era complemente legal porque pedía autorización de los pacientes y sus obras de teatro infantiles eran las mejores. La gente solía decir que era una forma agradable de sobrellevar la tragedia de una amputación.

A Olivia nunca le habían parecido divertidas sus obras, pero Jasper siempre llevaba a la familia al palco real porque le resultaban cómicas las marionetas.

¿Conseguir un brazo para Calvin?

Los dos ya estaban de pie, desconocía si se trataba de una trampa, pero si tenía oportunidad de ver a Calvin o salvarlo... tenía que intentarlo. Seguía decepcionada de él, pero su corazón era tan traicionero como ese chico y no podía dejar de quererlo. Además, reencontrarse implicaba la oportunidad de averiguar si él la había engañado. Kaldor estaba siguiendo a Jora fuera de la mansión, él haría lo que fuera para ver a Cer una vez más.

Olivia les pisaba los talones, anonada. No había terminado de comprender la idea de que irían a Reino, atravesarían la frontera de Muro Verde. Después de todo había formas de viajar de un lugar a otro. Sintió lastima por la generación de adolescentes que habían encontrado la muerte al tratar de regresar escalar el muro de hojas y regresar a Reino o los que habían fallecido en las calles de Muro Verde, sintiendo el peso de la maldición, la deshonra y el destierro.

Se preguntó si el sicario contratado por su familia, Mascaran, conocía la misma táctica que Jora y Cratos.

Los tres bajaron los escalones de la entrada.

-Ellos llegarán cuando ustedes se vayan -informó Jora-. Ha sido un largo viaje para sus amigos. Desde Tierra Colmillo ellos siguieron las indicaciones que Cratos le dejó en las cortezas. Él estaba al tanto de que ustedes acabarían en esa ciudad de perros y serían brutalmente atacados y que luego se separarían. No sabía cómo serían los grupos, pero conocía que estarían dispersos por Sombras y en qué lugares terminarían. Así que envío un equipo a que atacara a los que acabaran del otro lado del río, así retrocederían hasta mi santuario. Luego talló en los árboles indicaciones para sus amigos.

-¿Por qué tantas molestias? ¿Hacia dónde nos quiere llevar Cratos?

-Me temo que él solo sigue órdenes, como ustedes, la fuente todavía no reveló los planes que tiene.

-No me la creo -refunfuñó Kaldor.

Jora los condujo hacia el lado trasero de la mansión. Ahí los árboles pelados no crecían, era un claro de cincuenta metros. Olivia escuchó el sonido muy similar a un motor en movimiento. El viento estaba más avivado, le agitaba su rojizo cabello y el vestido de fiesta que se había puesto en el ritual. Apretó la abultada falda con sus puños para que no se erizara.

No adivinó lo que era que ocasionaba todo ese caos hasta que Jora señaló el suelo y alumbró con el farol.

Había un sumidero negro en mitad del jardín repleto de nieve, la arena sombría y lúgubre se revolvía como un torbellino que descendía hacia las entrañas de la tierra, era como una mancha o un bucle. Los bucles.

Los bucles eran las manchas. Por uno de esos había venido el soldado. No cabía en la mente de Olivia cómo ese hombre herido había atravesado aquella tierra movediza. No es tierra, corrigió en su mente. No se veía como tierra, era aire que se retorcía en espiral sobre el suelo. Y a la vez dudaba que fuera aire, era como si el mundo entero estuviera rasgado.

Esos bucles se hacían más frecuentes cada vez que te acercabas a la Fuente Negra, eso había dicho Jora. Recordó que Pepa, antes de dibujarles el mapa, les pidió que se alejen de las manchas. «Aléjense de las manchas y los bucles, les ruego que no las toquen» Tragó saliva. Había olvidado por completo su sugerencia.

-¡Una amiga me dijo que no deberíamos tocar las manchas! -alzó la voz Olivia, para hacerse oír sobre el murmullo del bucle.

-Fue un consejo sabio -concedió Jora-. Si saltas a una mancha es muy probable que quedes atascado del otro lado.

-No entiendo ¿Se supone que tenemos que saltar ahí? -preguntó Olivia.

Jora asintió.

-Las manchas son puertas a otros sitios, algunos te llevan a lugares donde jamás podrás volver, otros a casa. Pero debes andar con cuidado porque se cierran y se abren por una voluntad que nosotros no controlamos. Una vez que lo crucen tendrán que regresar antes del atardecer, al mediodía estaría bien o quedarán atrapados del otro lado. La mancha no volverá a aparecer hasta dentro de una semana y ustedes no podrán salir de Reino.

-¿Tendríamos que esperar una semana a que vuelva a abrirse? -inquirió Kaldor con las manos en los bolsillos, poco impresionado.

-Sí, pero para entonces ya no habrá amigos a quien darles medicina. Habrán muerto. Es importante que se apuren. Cada mancha tiene sus reglas y ésta en particular es muy caprichosa.

-¿Hay muchas manchas? -interrogó Olivia.

-Están en todos lados. No todas se ven así, algunas son de luz, otras son puertas, están en el cielo, bajo el agua o en la tierra como en esta ocasión. Mientras más magia tengas más las verás. Pero solo las podrás cruzar si alguien las abrió antes para ti. Cada mancha es una puerta, algunas te conducen a lugares que están cerca de aquí, sería como saltar kilómetros en cuestión de segundos, pero otras te llevan a tierras muy diferentes, a diferentes...

-Realidades -completó Kaldor.

-Mundos -corrigió Jora-. Acá las llamamos manchas, pero este acceso tiene diversos nombres. Algunos los llaman portales. No todos pueden cruzar un portal, los humanos generalmente no pueden, los monstruos como tú, Kaldor sí pueden. Olivia solo podrás viajar con un monstruo o un trotamundos. Tenlo en cuenta, de otro modo, un portal para ti será solo una mancha.

-¿Trotamundos? -preguntó Kaldor.

-Amigos de las manchas, las controlan. Viven para viajar a través de ellas y mueren por la misma razón. No suelen ser muy longevos, yo viví más días que cien de esas pobres criaturas -se lamentó Jora.

-¿El soldado venía de otro mundo? -preguntó Olivia-. ¿De un mundo con guerras?

Les palmeó los hombros a ambos.

-El tiempo apremia. Sus amigos llegarán aquí a primera hora del amanecer, cuando ustedes se vayan.

Kaldor miró a Olivia estaba tan confundido como ella, sin embargo, si algo había quedado claro era que no había tiempo para dudar. Debían irse rápido, encontrar las cosas que necesitaban sus amigos y volver o Calvin quedaría manco y Río sufriría. Si no se apuraban era menos el tiempo que les quedaba para que el portal no se cerrara y quedaran atascados en Reino.

Era necesario que se fueran porque esa era la voluntad de la diosa, la voluntad que Cratos Jarkor le comunicó a Jora y él a ellos.

Si ese viejo decrepito sabía tanto por qué verga no los había buscado antes ¡El muy perezoso había esperado a que ellos tomaran el tren! Claro, por qué no, se había quedado en su caravana haciendo cosas más importantes como rascarse el culo y preparar ese vomitivo caldo ¡Y Cratos si sabía que Calvin perdería el brazo porque no impidió que se lo cortaran en primer lugar en vez de enviar a Olivia a buscarle uno nuevo en Reino!

¿Por qué Cratos quería que ella se moviera por todo sombras y Reino realizando imposibles misiones?

Olivia tragó saliva. No podía despejar su mente, estaba repleta de reproches y quejas. Se ahoga en un mar de peros.

Sentía que si cruzaba esa puerta cometería un error. Le fallaría a todos, una vez más, porque si algo había aprendido era que, hiciera lo que hiciera, siempre terminaba decepcionando a las personas que la rodeaban.

¿Cuánto tiempo le tomaría a Kaldor odiarla?

Algo le decía que menos de tres días. Giró la cabeza hacia la izquierda, solo había un bosque nevado en esa dirección, oscuro, bajo la protección de la luna.

Pero le pareció oír el aleteo de una mariposa.

















¡Feliz viernes y buen fin de semana!

¡Abrazo!

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