Forense

harryegucci tarafından

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Una exigente médica forense, jefa de todo el área de investigación, se ve envuelta en una serie de desafortun... Daha Fazla

Sinopsis
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PARTE 2
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harryegucci tarafından

Extrañaba más la oficina y los pasillos con olor a muerto que la tranquilidad de no tener una denuncia. Esa mañana me calcé mis tacones más bonitos, los negros de diez centímetros que según yo, eran de la suerte. No eran para nada pretensiosos o estrafalarios. Normales, de taco cuadrado, cómodos y elegantes. Los jeans negros y blusa del mismo color hacia contraste con la bata blanca de médico.
Cuando llegué el lunes por la mañana sentí varias miradas en mi. No sabía si era porque me sentía bonita o porque había vuelto después de dos semanas de estar en un caso donde se dudaba de mi honestidad laboral. Como sea, estaba de vuelta.

La recepcionista de la entrada me saludó tranquilamente mientras su compañera luchaba contra un hombre que, por lo que escuché, quería que atiendan a su hijo con el brazo roto desesperadamente. Le hice una mueca abriendo los ojos y ella asintió para luego seguir mirando al hombre molesto. Por eso prefería interactuar con pacientes muertos.

Apreté el botón del ascensor y las puertas se abrieron, una mujer con una niña se encontraban dentro. Subí con ellas mientras revisaba los documentos que me habían llegado por email sobre el reclamo de las cosas que había que hacer esta mañana. Había cuerpos sin revisar aún de ayer a la tarde, no entendía cómo el turno de la noche no había hecho el trabajo todavía. Había tres de la tarde y algunos de la noche, más los de esta mañana. Suspiré mientras salí del ascensor, empezando el camino por el largo pasillo hasta el fondo. Apenas pisé fuera, Harry me estaba siguiendo.

-Buen día. -Extendió un café frente a mi. No tenía ganas de café, tenía ganas de trabajar. Seguí leyendo todos los casos.

-Tengo más de seis cuerpos atrasados. ¿Por qué no los derivaste a los otros médicos?

-Yo...

-Te toca este. -Le entregué un informe con los datos de un hombre de sesenta años encontrado muerto en su domicilio. Susurró un pequeño "okay" confundido. -Necesito que estos seis estén hechos para hoy sin falta, tienen prioridad. Y los que lleguen hoy también. No hay posibilidad que queden para mañana. ¿Por qué quedaron esos?

-Creo que no revisé mis emails, era domingo y...

-Y la gente se sigue muriendo y sigue necesitando autopsias. No puede ser que los empleados no puedan trabajar solos si yo no estoy, te deje de encargado... -Me detuvo con el ceño fruncido agarrandome del brazo. Miró a ambos lados chequeando que no haya nadie en el pasillo.

-¿Estás tratándome mal porque te arrepentiste otra vez?

-No, y no hablaremos de esto en el hospital.

-¡Mierda! Si te encanta que te bese.

-Cállate. -Levanté la mano hasta su boca, sin tocarlo. Chequeé que nadie pasara por donde estábamos. Me estaba poniendo nerviosa. -No vamos a hablar de eso aquí, te lo dije.

Negar que me había encantado que me tratara tan suavemente esa noche era mentir, incluso sin ser verdaderamente sexo me había tratado con una delicadeza como nunca nadie. Seguramente fue un error haberlo tocado pero le encontraba una belleza placentera a las muecas que hacía cuando lo acariciaba. Me gustaba más de lo que debería, es decir, a todos les gustaría masturbarse sobre un tipo con cara de ángel que te trataba como si fueras de la realeza.

El día que me encontró en la oficina me preguntó si me sentía cómoda junto a él, si en algún momento había hecho algo mal. No lo preguntaba de forma insegura, el sabía que no había hecho nada mal. Consultó porque sabía que no estaba en mi mejor momento.
La diversión y sesión de besos se termino cuando me re planteé todo lo que estaba haciendo. No podía andar haciéndole pajas a mi empleado bajo ningún punto de vista. No quería caer otra vez. Si embargo, me trataba muy bien. Me hizo de comer mientras me miraba de esa forma seductora, sonriendo de lado apoyado en la barra, conocí a su hijo —que eso era demasiado— y nos tocamos.

Le aclaré que no mezclemos trabajo con sexo, el estuvo de acuerdo.

-Estuve todos estos días pensando que hice mal para que te arrepintieras de esa forma, por eso olvidé responder los emails. -Se relamió los labios mirando los míos. -Pensé en ti toda la noche, amor. ¿Por qué cambias de opinión? ¿Qué es lo que hago mal?

-No haces nada mal. -Le susurré. Volvió a relamerse los labios. Tenía tantas ganas de besarme, como yo a él. Al darme cuenta que estábamos en una situación bastante comprometedora, me alejé siguiendo el camino hasta la oficina. -Hablaremos en mi despacho.

Al llegar a la puerta, me entregó las llaves con mis múltiples llaveros que tanto extrañaba y la abrí. Una sonrisa se me escapó al deslizar la puerta, sin embargo, la presencia dentro de ella me sacó de los cabales.

-¿Qué haces aquí? -Pregunté bruscamente. Lily tenía los ojos enormemente abiertos mientras me miraba y cerraba lentamente el cajón que estaba husmeando.

-No tenía idea que volvías hoy.... -Se aclaró las ideas. -Estaba buscando... un informe. Estaba buscando un informe por si necesitabas un análisis... es que acabo de entrar y no me derivaron ninguno y me pareció extraño. Tal vez necesitabas... un conteo sanguíneo... una prueba de...

En ese momento creí que la pequeña rubia iba a llorar. Cerré la puerta, despacio, sin hacer mucho ruido. Quedando solo nosotros tres dentro de la habitación. Corría un hilo de tensión que podría ser cortado con un cuchillo sin filo imaginario. Lo miré a Harry, el me miró a mi levantando los hombros, como si no tuviera idea de lo que estaba pasando. Volví mi vista a ella que movía las manos nerviosamente, poniéndose el cabello detrás de las orejas y mirando a cualquier lado que no sea yo.

-¿Qué estás haciendo? -Volví a repetir dándole una segunda oportunidad. Hoy me había levantado más imponente de lo normal, tal vez este área necesitaba ser un poco más estricto. Se había terminado el llanto y el miedo para mi, necesitaba poner mano dura.

-Estaba buscando por si necesitabas...

-Lilianne, ¿qué estás buscando? -Sollozó arrugando la cara, sentí a Harry aclararse la garganta nervioso por la situación.

-El informe verdadero de William... -La chica cada vez temblaba más, el rostro se le tornaba colorado por contener las lágrimas, suspiraba repetidas veces.

Conocí a Lilianne un año después de que entre a trabajar en este hospital, ella había comenzado como pasante y se terminó quedando con el trabajo por su buen desempeño y dedicación. Recordaba quedarme con ella hasta altas horas en la cafetería comentando algún caso en específico que ese día nos hubiera llamado la atención. La amistad se fue desgastando con el tiempo, no porque no nos llevábamos bien ni nada, solo que el área forense cada vez era más grande y yo tenía más gente a mi cargo. Estaba bastante ocupada como para pasar una hora charlando de cosas graciosas aunque era lo que más necesitara.
Lily era una persona amable, un poco tímida a veces, podrías decirle de hacer algo y aunque no quisiera, lo hacía igual, para hacerte sentir bien. Era ese tipo de persona tan buena que a veces la pasaban por tonta. Por eso, que últimamente sea rebelde y encontrarla hurgando entre mis cosas me hizo decepcionarme más. Si hubiera sido otra persona tal vez, pero esa mujer era la que menos esperaba. ¿Cuantas veces había entrado a mi despacho sin permiso? ¿Cómo había entrado? ¿Por qué buscaba el informe que se había pedido hace dos semanas y me había llevado a la corte?

Los interrogantes aumentaban. A pesar de que a veces teníamos roces, no creí capaz de que ella hiciera algo.

-Juro que no quería hacerlo, Kate. Lo siento. -Lloriqueó. -Realmente no quería hacerlo. Él me obligó, él lo hizo. Yo solo entré y lo vi, no debí entrar...

Mis sentidos se agudizaron aún más, la sentí alejarse pero no se movía. Las preguntas en mi cabeza rondaban sin parar.

-¿Quién? Lily, ¿Quien te obligó? -Harry habló, agradecí que hiciera la pregunta que estaba luchando por pronunciar. Ella negó repetidas veces. -Te ayudaremos, sólo explícanos qué sucede aquí.

-Me amenazó de muerte si no encontraba el informe en tu oficina, él dice que está aquí.. -Se agarró la cabeza desesperadamente. -Oh, dios. Va a hacerme daño otra vez.

Comencé a ver todo en cámara lenta en ese instante, las lágrimas de Lily sabiendo que había visto lo que yo vi más veces de las que confesaría. Que ella probablemente sabría todo o, tal vez no y esto era el comienzo de todo.

El nudo en mi garganta se asentó todo el día, desde que me enteré hasta que tuve que irme a casa.

Calmamos a Lily dandole un vaso de agua mientras lloraba desesperadamente, llamamos a la policía. Rick se presentó a los quince minutos, lo dejamos solo con la rubia para que hiciera sus declaraciones, supimos que no dijo mucho, así que se la llevaron a la comisaría y llamarían a algún familiar para que la contuviera.

Que no hablara me tranquilizó. Si hablaba, me quemaría a mi también.

Intentamos que el hospital no se convulsione con la llegada de tres policías acechando la puerta de mi oficina con toda la situación, algunos curiosos levantaban las orejas o giraban los ojos para enterarse de algo nuevo.
Esa mañana decidí encerrarme sola lo que restaba del día porque, Lilianne había lloriqueado explícitamente que seguro él ya se había enterado de que había hablado. Tenía miedo de salir. Dudaba que le hiciera daño. En realidad no, ya lo había hecho conmigo. No lo conocía. Así que, con toda la paciencia y control que pude obtener, salí del hospital a las diez de la noche, catorce horas luego de entrar.

Harry estaba sentado en la sala de la entrada de enfrente usando el teléfono tranquilamente, al verme de levantó rápido y me siguió hacia la salida.

-Son las diez de la noche, tu turno terminó hace horas. -Hablé saliendo a la calle.

-Estaba esperándote para llevarte a casa. No voy a dejar irte sola. -Sacó las llaves del auto de su bolsillo y caminó poniendo una mano en mi espalda para guiarme hasta su auto. Tuve la intención de decir que no hacía falta, claramente no me escuchó. -¡Hombre!

Harry soltó nuestro agarre para acercarse a alguien apoyado en el estacionamiento, esté se levantó y le chocó la mano. El chico rubio le comentó que estaba esperando una amiga, Harry hizo un chiste sobre eso golpeándole el hombro, lo saludó abriendo el auto que se iluminó dos veces. También, susurró que debía platicarle de algo mañana.
El tipo movió la mano en el aire, saludándome con una sonrisa. Levanté un poco mi mentón en respuesta. Noté que era Niall, el neurólogo amigo de Harry y Sam. Éste se quedó en la oscuridad hasta que nos fuimos, perdiéndolo de vista.

-¿Puedes quedarte esta noche? -Le pregunté a la mitad del camino. Asintió haciéndome una caricia en la mejilla.

Cuando llegamos, pedí comida a domicilio que llegó a la media hora. Yo no comí, tenía una serie de imágenes desagradables que me hacían querer vomitar. Él si comió mientras estuvimos hablando sobre el bienestar de Lily y que no debería ir a trabajar hasta que esté a salvo. Dijo que debería hacer lo mismo, lo pensaría.

Estaba asustada hasta la cabeza mientras lavaba los trastes, no dejaba de pensar en que la chica sabía cómo había sido la situación durante todo este tiempo. Pensé hasta cómo se sentiría que te hicieran esa asquerosidad, sacarte todos tus derechos, ensuciarte de tal manera, marcarte para toda la vida. Estar muerto.

   ¿Cómo lo ha descubierto? Si hemos sido tan cuidadosos en todo.

El impacto psicológico y social que debe presentarse en la vida de alguien luego de esa situación. El desorden y el estrés traumático que debe traer consigo, el miedo, incredulidad y confusión de lo ocurrido. Lo entendía.

Lilianne la debió haberla estado pasado espantosamente. Me hubiera gustado hablar más con ella, me hubiera gustado saberlo para no presionarla tanto en su trabajo. Comprendía que el miedo no la dejaba hablar. Y lo peor que esto era mi culpa. Si yo no hubiera empujado a William, si él no hubiera tocado la puerta esa noche y no lo hubiéramos prendido fuego, esto no pasaría.

-No va a pasar nada. -Harry se apareció detrás de mi, masajeándome los hombros. -Voy a cuidarte, no voy a dejarte sola.

Cerré el agua para darme vuelta y mirarlo a los ojos. Era tan bueno. Tan dedicado y amable conmigo. Estaba cayendo ante él como una tonta sin darme cuenta. Pero, ¿cómo no iba a hacerlo?

Le besé los labios sutilmente dándole las gracias. Harry me acarició los párpados.

-¿Me cuidarás?

-Por supuesto, mi amor. -Con besos repetidos y suaves empujones me llevó hasta la sala para acurrucarme sobre él. Sostenía mi cabeza con su brazo mientras yo lo veía desde abajo sonreírme.

Nunca en mi vida me había sentido tan a gusto y en este nivel de intimidad con nadie, ni con mi marido. William nunca me hubiera dejado acostarme en sus piernas para sólo verme y acariciarme, decirme que todo iba a estar bien.

Harry me balanceaba como si fuera una niña que no podía dormir y es que así me sentía. Y él era como un principe que venía a rescatarme sin segundas intenciones, de una oscura tiniebla. Entre más me acariciaba, más me tranquilizaba. Quería que fuera para siempre y que todo lo que estuviera pasando fuera una momentito. Que simplemente mañana pudiera despertarme, dejar a mi esposo y decile a Harry que aceptaba salir con él.

-Realmente me gusta tu rostro. -Arrugué la nariz y él la acarició con su dedo índice.

-¿Té quedarás a dormir?

-¿Quieres que me quede? -Devolvió la pregunta moviéndome un pelo de la cara. Asentí, porque ya ni siquiera tenía fuerzas para hablar.

Él estaba por besarme otra vez, y yo lo quería. Anhelaba un poco más de cariño, si es que existía más. Su teléfono interrumpiendo era bastante común, pues él tenía una vida aparte de todo esto, un hijo que cuidar y sentía que lo estaba agobiando. No pude evitar bajar la vista cuando sacó su teléfono del bolsillo para verlo. Era Zoe, la persona que generalmente lo llamaba por la noche. Y empecé a pensar que él era muy perfecto para ser real.

Así que, ya no tenía tantas ganas de que se quedara, ni siquiera de que me besara ahora mismo.

Como siempre, apretó el botón rojo y lo dejó lejos de nosotros.

-Lo siento. -Negué colapsando en mi misma. Me senté para estar fuera de su agarre. -Probablemente tengas cosas que hacer, lo siento. No tienes que quedarte. Yo... en serio no tienes que quedarte, fue estupido. Solo estoy un poco sensible.

Sentía que se me partía el corazón al igual que cuando me enteré que William me engañaba, una presión extraña en el pecho que me obligaba a disculparme y hacerle saber que era mi culpa. Ni siquiera podía reclamarle nada. Me sentí incómoda, cansada. Quería estar sola.

-No, cariño...

-Tienes cosas que hacer, tienes que irte, está bien. Esto es estupido.

-Hey, tranquila. Todo está bien. No voy a dejarte sola.

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