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-Apúrate, papá. ¡Me harás llegar tarde al primer día!

-Eh, cálmate un poco. -Tosí por el cigarrillo apagándolo en el cenicero y buscando entre todas las porquerías que había arriba de la mesa las llaves del auto, unos informes del trabajo y mi billetera. -Ya, vamos.

    Robert era bastante ansioso y un poco malhumorado. Empezaba la escuela de nuevo y estuvo hablando de eso todas las vacaciones de verano, lo sé porque se paso ese mese completo conmigo. Pues su madre decidió hacer un viaje a Miami con su nuevo novio, lo había invitado a Robert, claro. Ella era una gran madre. Por alguna razón el niño decidió quedarse conmigo, en mi casa de soltero llena de papeles, huesos y cigarrillos. Ah, pero yo no era tan desastroso ahora como antes. En las vacaciones, que no fueron vacaciones para mi, me la pasé dando vueltas por todo el hospital haciendo cosas que me pedía mi hermosa jefa. Pero, luego del mayor rechazo de mi existencia, ya no tenía ganas de tontear, tenía ganas de ganar dinero y vivir tranquilo. Que mi hijo tenga una buena educación y todos los videojuegos y salidas al cine con sus amigos cuanto quiera. A veces, generalmente siempre —porque yo siempre fui de los padres buena onda— lo dejaba ir a tontas pijamadas que hacían sus compañeros de clases. Estaba de acuerdo en que haga lo que quiera, siempre y cuando se sepa cuidar y controlar, distinguir lo que estaba bien o mal. Creo que por eso se había quedado en mi casa, no creo que su mamá permitiera eso.

   Conducí mi carro, un Audi, si, un Audi. Siempre odié los pretenciosos con esos autos y hoy yo tenía uno, que irónico. Pues mi jefa, a pesar de haber adoptado una actitud fría y distante conmigo, parecía pedirme disculpas con dinero. Me había ascendido en estos meses y ahora ganaba bastante y cuando quiero decir bastante es ¡bastante!. Aunque también trabajaba como un animal y ganaba mi sueldo mejorado, de vez en cuando me aparecía un fajo de billetes de regalo en el escritorio. Es literalmente el sueño de cualquier persona. Al principio no lo entendía, creí que alguien se estaba equivocando al dejarme billetes sobre el escritorio o que alguien lo había olvidado ahí. Le pregunté a Kate y con la mejor cada de mala me dijo que dejé de preguntar tanto y lo gasté, luego movió el pelo dejando perfume y se fue. Era ella, le conocía todos los gestos hasta cuando mentía.
   A decir verdad se le daba muy mal hacerse la ofendida o la mala conmigo, se notaba a kilómetros que quería tratarme bien pero ponía una máscara para que no lo notara.

-¿Me puedes dejar a una cuadra? -Preguntó Robert cuando estábamos por llegar. Prendí otro cigarrillo en el semáforo rojo, el olor que quedara adentro del auto me dejaba sin cuidado, de todos modos tenía la ventana abierta.

-¿Por qué? -Reí, molestándolo. -¿No quieres que te vean con tu padre?

-No es eso. Es que me está esperando alguien.

-Oh... -Di una calada frenando una cuadra antes, podía ver algunos chicos con el mismo uniforme que mi hijo. -Un novio por ahí.

-No, papá. -Robert se colgó la mochila en el hombro y abrió la puerta.

-¡Deberás presentarme a tu novio algún día!

-¡Mejor consíguete una novia tú! -Gritó desde la calle levantándome el dedo de en medio comenzando a caminar. Sonreí mirándolo, orgulloso de la confianza que nos teníamos. Para algunas personas era un mal padre, no se por qué. Yo creo que me tenían envidia por la sana y abierta relación que tenía con mi hijo.

   Siempre recordaba a mi neurólogo amigo Sam pidiéndome consejos de cómo afianzar su relación con su raro hijo. Siempre le dije que deje de regañarlo cuando diga "carajo". Todos necesitamos insultar un poco para quitar estrés.

   Cuando perdí de vista al chico, emprendí viaje al hospital llegando a las diez y tres minutos. Generalmente llegaba unos minutos tarde, era casi el jefe de todos modos. Bajé de mi auto poniéndole la alarma y calzándome mi blanca bata de todos los días. Me acomodé el alborotado cabello y entré. Una linda doctora me saludo y yo le guiñé el ojo. Era bastante conocido en el hospital, por no decir que me había cogido a la mitad para experimentar un poco de amor como alguna vez lo hice, siempre fue inútil de todos modos.

ForenseWhere stories live. Discover now