Albus Dumbledore pidió prestado a Nick Potter, llevándolos por Aparición a una pequeña casa en un barrio muggle. Horace había estado muy... tenso y misterioso desde que dejó Hogwarts. Apenas hablaba con nadie, y cuando lo hacía eran palabras cortas. Se había ido poco después de que Voldemort comenzara su reinado de poder, o más bien cuando se había enterado de que era su antiguo alumno el que mataba a la gente. Albus no había pensado en ello, pero ahora, sin embargo, se acordaba de ello.
-¿Dónde estamos? ¿Dónde está esto?- preguntó Nick enroscando la nariz con disgusto.
-Aquí es donde se aloja Horace Slughorn, es profesor de pociones y espero emplearlo- explicó Albus.
-¿Qué le pasa al profesor Reese?- exclamó Nick con enfado. Reese lo amaba, y lo estaba ayudando con pociones aunque estuviera resultando un desperdicio de espacio. Se estaba asegurando amablemente de que pudiera ser un Auror cuando llegara el momento: pociones era importante porque era una de las formas de ocultarse.
-Ha decidido... seguir adelante El profesor Slughorn es un admirador de la gente con talento y fama. Le gusta crear clubes con los alumnos y ayudarlos, también es un admirador tuyo- aplacó Dumbledore sonriendo orgulloso.
-Oh, bueno supongo que por eso me pidió que viniera- sonrió Nick sintiéndose importante.
-Sí, en efecto-, dijo Dumbledore con todas las razones equivocadas, pero no añadió eso.
-¡Brillante!- sonrió Nick emocionado por conocer a alguien nuevo que lo quería.
Dumbledore llamó a la puerta y Nick esperó impaciente.
-¡Ya voy!- gritó una voz desde el interior, se escucharon gruñidos al abrir la puerta la mirada malhumorada se convirtió en sorpresa y sobresalto. -¿Albus? ¿Qué haces aquí?- parpadeó el aturdido hombre.
-Ah, Horace, me alegro de verte, permíteme presentarte a un alumno mío... Nicolás Potter- dijo Dumbledore sus ojos centelleando en triunfo.
-Pasa, pasa antes de que alguien te vea- dijo Horace luciendo decididamente más alegre con esa información.
-Es un placer conocerte- dijo Nick imperiosamente.
-Sí, yo también estoy encantado de conocerte-, dijo Horace mirando a Nick con curiosidad, sentía que el niño era demasiado... presumido para su gusto.
-Seguro que te preguntas por qué estamos aquí- preguntó Dumbledore desviando la atención de Horace de Nick hacia él.
-Sí, en efecto... ¿por qué están aquí?- preguntó Horace con suspicacia.
-¡Espero que salgas de tu retiro y enseñes Pociones este año!- cuestionó Dumbledore sonando más desesperado de lo que le hubiera gustado.
-¡Oh, no Albus, soy demasiado viejo para eso!- dijo Slughorn sacudiendo la cabeza.
-Es una pena, estoy seguro de que Nick se sentirá decepcionado de que su club de Slugs no sea muy exclusivo-, dijo Dumbledore de forma persuasiva.
Horace parecía profundamente conflictivo.
-¡Esa es mi mamá!- exclamó Nick mirando a su mamá, ella estaba de pie junto a sus ojos ensanchados ¿Snape? ¿Era ese Snape de todas las personas? Se estremeció al pensarlo, ¿dónde estaba su padre? ¿No era bueno en pociones, es un Auror, así que por qué no estaba allí? Su padre tenía que estar en él... pero no estaba en ningún sitio.
-¡Ah, sí! Era una muy buena alumna, ¡una de las mejores a las que he dado clase! Sobre todo para haber nacido muggle-, dijo Slughorn radiante de orgullo.
-¿Dónde está papá?- preguntó Nick frunciendo el ceño consternado.
-Ah, a él no le interesaban las pociones como a tu madre... prefería las bromas-, explicó Horace sonriendo orgulloso ante todas las fotos que tenía en su pared. Todos y cada uno de ellos eran famosos de una u otra forma, ninguno más que Tom Riddle, Severus Snape y Lily Potter.
-Oh-, dijo Nick, por la forma en que sus padres se metían con él por sacar mejores notas en primer y segundo año pensó que ambos eran ratones de biblioteca colocados por error en Gryffindor.
-Sólo por unos años Horace como un favor para mí-, dijo Dumbledore.
-De acuerdo-, suspiró Horace, tener la oportunidad de tener a Nick Potter en su Club de Slug era demasiada tentación. Podría decirle a todo el mundo dentro de un año que había enseñado al niño, al chico que había derrotado a Tom.
-¡Brillante!- sonrió Dumbledore más contento de haber conseguido lo que quería.
-No más de tres años Albus-, dijo Slughorn, Nick Potter quinto, sexto y séptimo año y se fue. Volviendo a vivir en varios pueblos muggles tratando de ahogar su culpa pero sin poder decir lo que sabía, el horror de ello era demasiado para contemplarlo.
-Muy bien-, dijo Albus contento con eso. Sin embargo, si Severus estaba en lo cierto, no había terminado. Iba a tener que crear un contrato, asegurarse de que no podría salirse de él o Horace se iría si no era bueno. Nick Potter después de todo era la única razón por la que Horace iba a volver.
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Harry estaba ocupado hablando con unos cuantos aprendices mayores de América, Severus estaba sentado al lado de los "Maestros" hablando de pociones y respondiendo a sus preguntas. Los aprendices tenían entre dieciocho y veinticuatro años y había algunos celosos. Harry podía ver el desprecio y el desdén en sus ojos y los evitaba cuando podía. De verdad, imagínate estar celoso sólo porque él había creado una poción y ellos no. Sin embargo, algunos fueron muy amables y pensaron que era muy bueno que hubiera podido decidir lo que quería hacer tan pronto en la vida.
-Esta es una buena primera poción para crear Severus, puedo ver por qué lo tomaste- dijo el maestro Soren sonando profundamente impresionado.
Severus sonrió divertido y asintió con la cabeza.
-Nunca pensé que vería el día en que aceptaras a un aprendiz, después de todo lo que te hemos oído decir sobre los niños y los Potter- dijo el maestro Grimm acercándose por detrás de ellos y sentándose.
-No es un Potter-, sonrió Severus victorioso.
-No... no lo es, ¿es cierto lo que estamos oyendo por aquí?- preguntó el maestro Grimm mirando con curiosidad al chico de catorce años que había creado una poción ingeniosa. Volvió a mirar a Severus, con su pelo color pimienta recogido en una coleta, y su rostro envejecido no mostraba más que curiosidad.
-Eso Jacob depende de lo que hayas oído-, dijo Severus con seriedad, mirando a Grimm con una mirada especulativa preguntándose qué había oído.
-Se ha dicho que le negó la educación a su hijo por uno-, dijo el maestro Grimm con cara de asco.
Severus comprobó cómo estaba su aprendiz, asegurándose de que estaba lo suficientemente alejado de la conversación. Sin duda, Harry quería evitar esto, las constantes miradas y conversaciones sobre él, se había equivocado después de todo. No todo se trataba de Pociones, y de alguna manera la gente por encima se había enterado de lo que los Potter habían hecho. Cuando se dio la vuelta tenía a cinco maestros de Pociones mirándole fijamente, esperando que les dijera si era cierto o no.
-Es cierto, afortunadamente Harry fue lo suficientemente inteligente como para encontrar la manera de aprender por sí mismo-, dijo Severus sin divulgar cómo había hecho tal cosa y sin tener intenciones de hacerlo.
-¡Increíble!-, gritó el Maestro Russell, -¡Tonterías! ¿Cómo pudieron hacer tal cosa?-.
-Sin duda has oído hablar de Nicolás Potter-, dijo Severus su labio se curvó de asco con la sola mención de él.
-Por supuesto-, se burló el Maestro Soren, ¿quién no lo había hecho? No importa en qué parte del mundo estés, todo el mundo ha oído hablar de Nicolas Potter. Habría que haber estado bajo una roca durante la última década y más para no haber oído. Muchos estudiosos habían tratado de entender cómo Nick Potter había sobrevivido, pero ninguna razón había surgido todavía. Era un milagro lo que la mayoría llamaba, y lo adoraban por ello. Aunque a mucha gente, no le importaba, algunos se alegraban de que hubiera pasado y seguían con sus vidas. Sin embargo, todos en el Reino Unido no se cansaban de su pequeña celebridad, siendo Severus una de las muchas excepciones. Severus no era de los que se mordían la lengua y menos con gente afín como él. O más bien gente que no era del Reino Unido y que tampoco podía preocuparse por Nick Potter.
-Bueno Harry es su hermano gemelo, en edad y color de pelo solo que ahí termina su parecido. Me temo que se olvidaron de él en su afán por hacer feliz a su amado Niño que Vivió- dijo Severus con desprecio y asco a la vista de todos.
-¿Tienen otro retoño no?- preguntó el Maestro Damon con cautela.
-Efectivamente lo tienen, Roxanne empieza Hogwarts este año si he oído bien- dijo Severus sin emoción.
-¿Y su educación?- preguntó el Maestro Soren con curiosidad.
-Por lo que sé, sólo han descuidado a Harry-, dijo Severus con amargura.
-Creo que pueden haber descuidado lo mejor del lote, ese muchacho va a llegar a lugares y hacer grandes cosas- dijo el Maestro Russell.
-Sin duda me aseguraré de que expanda todo su potencial- dijo Severus con una sombría determinación en su rostro.
-Sin duda Severus, si alguien puede hacerlo eres tú- dijo el Maestro Grimm apasionadamente.
-Aunque sea lo último que haga, lo haré-, dijo Severus, con el rostro mostrando su seriedad.
-Bueno Severus, aquí tienes para tu aprendiz, su poción ha sido añadida a las pociones hechas en esta década-, dijo el maestro James. Entregando el libro, para que Severus viera por sí mismo lo bueno que con la magia se podían añadir pociones recién creadas al libro y aparecería en todas ellas. Todos los maestros y entusiastas de las pociones tenían este libro y nunca lo perdían de vista. Costaba mucho dinero, pero valía la pena, sin duda el Semanario de Pociones ya lo tenía y se añadiría también al Mensual de Pociones. Se le concedía a Harry por haber creado la poción y por su dedicación a las artes de la elaboración de pociones.
-Gracias-, dijo Severus secamente.
-¡No hay problema!- dijo el maestro James alejándose de nuevo a su mesa.
-Severus, ¿vienes a tomar algo?-, preguntó el maestro Soren.
-En realidad este año no, lamentablemente mi aprendiz es menor de edad, además este año tengo a mi madre conmigo como sabes. Será mejor que vaya a verla y me asegure de que no ha comprado toda la tienda-, sonrió Severus. Cuando iba a esas conferencias, efectivamente, salía a tomar algo con esos maestros pocionistas. La excusa que había dado era muy cierta, no iba a dejar a Harry aquí con esa gente. Él también había visto algunas de las miradas de envidia que le dirigían algunos idiotas celosos. De hecho lo había visto ayer antes de que Harry hablara con nadie, cuando Harry había subido al escenario para hablarles de la poción y de cómo la había creado las caras de unos cuantos mostraban enfado y celos. Harry se había sentido muy incómodo por algunas de las preguntas que le habían hecho. Severus se había levantado y se había acercado a su aprendiz y se había quedado a su lado mirándolos fríamente. Desafiándolos a que volvieran a hacer preguntas que no tenían nada que ver con la poción. Una de las preguntas le había acusado básicamente de haberla encontrado en alguna parte o de habérsela robado a alguien.
Las conferencias duraban tres días y eran, en su mayoría, aburridas, pero si querías que tus pociones se publicitaran era necesario.
-Muy bien Severus, ¡tal vez mañana entonces!- sonrió el maestro Damon.
-Tal vez-, asintió Severus sonriendo ligeramente su propia versión de una sonrisa.
Severus se levantó, asintiendo a todos a su vez antes de ir a buscar a su aprendiz. Si no tuviera tan buena vista le habría sido muy difícil, Harry era el más pequeño, por muy alto que fuera para su edad no era nada en comparación con los mayores. Se abrió paso asegurándose de no tocar a la gente, hasta que finalmente estuvo frente a Harry.
-Harry... ¿listo para salir?- preguntó Severus suavemente.
-¡Si señor!- dijo Harry pareciendo muy aliviado.
-Entonces ven-, dijo Severus, -Vamos a ver a mamá antes de que haya comprado toda la tienda-.
Harry soltó una risita asintiendo y ambos bajaron las escaleras hasta la parada de pociones que se había montado temporalmente. No sólo estaban a la venta los ingredientes normales de todos los días, sino que también se subastaban ingredientes difíciles de encontrar. Lo que incluía algunos ingredientes del Basilisco; era un buen trabajo que Harry ya supiera que Dumbledore le había dado el Basilisco. Había desaprobado el hecho de que Dumbledore hubiera utilizado a Fawkes para conseguir el Basilisco para regalarlo. Técnicamente había sido suyo, después de todo lo había derrotado, aunque no lo supiera en ese momento. Sus preocupaciones por el dinero se habrían acabado si lo hubiera sabido, aunque ahora era imposible hacer lo que deseaba con él. Severus no había pensado realmente en ello desde el punto de vista de Harry hasta que se lo había contado al adolescente. Desde entonces, una buena parte del dinero se había depositado en la cámara acorazada privada de Harry, y también se le había dado parte del basilisco para que lo utilizara a su antojo.
-Ah, madre, me alegra ver que no has comprado todo lo que hay-, dijo Severus sonriendo ligeramente. Estaba sentada hablando con alguien, con una buena taza de té en la mano. Tenía una pequeña bolsa sobre la mesa, siendo las únicas pociones que había comprado. Los ingredientes no debían encogerse no era bueno para ellos, la magia no debía realizarse alrededor de los ingredientes de las pociones siendo ellos mismos mágicos.
-¡Severus! ¡Harry! Ya terminó la conferencia?- preguntó Eileen sorprendida de verlos, miró su reloj de bolsillo con curiosidad y vio que efectivamente habían pasado tres horas. -¡Madre mía! El tiempo ha volado!-.
-Efectivamente se ha hecho, todo el mundo se va a tomar unas copas- dijo Severus a modo de explicación. -Harry ¿quieres echar un vistazo tú también?-.
-No traje dinero conmigo...- dijo Harry que no había sido consciente de que podía comprar ingredientes o hacer algo mientras estaba en la conferencia. La próxima vez traería dinero, habían visto bastantes lugares en América y le encantaba. No era sólo una conferencia, Severus lo había llevado a buscar ingredientes. Había insistido en que no tenía sentido pagar por ingredientes que podías conseguir tú mismo. Habían comido fuera todas las noches, comiendo comida que él nunca había probado, ¡comida muggle! Le había encantado la hamberger, o era hamburguesa, en cualquier caso, estaba deliciosa. El helado era muy diferente; había tomado un McFlurry crujiente. Estaba bien, pero no era lo mismo que el de Fortescue, aunque no le habían permitido comer mucho. Nunca le habían permitido salir con su familia a menudo, así que tenía unos nueve o diez años antes de probar uno.
-No tiene importancia escoge lo que quieras, nos iremos en aproximadamente una hora- dijo Severus agitando suavemente su varita con ligereza. Harry tenía su propio botiquín de pociones, y Severus le había animado a ampliarlo más allá de los ingredientes normales que uno tiene en su botiquín. Nunca se sabía cuándo era útil, especialmente durante los experimentos.
-¡Gracias Severus!- sonrió Harry ya correteando entre los libros e ingredientes que se alineaban en las mesas.
-Voy a echar un vistazo, os dejo, iremos a comer algo y luego volveremos al hotel- dijo Severus con suavidad.
Eileen sonrió y asintió; no se escandalizó en absoluto por las exigencias de su hijo, había sido así durante muchos años. Ella era la madre no el hijo, pero no iba a discutir que sus pies estaban doloridos de tanto caminar. Se los había roto demasiadas veces como para estar cómoda caminando mucho tiempo. El hecho de que Tobías supiera que ella podía usar la magia para arreglarse lo había hecho más cruel y la había dejado en un charco de sangre. Ella había perdido la cuenta después de las tres primeras veces que él le había roto las piernas en varios lugares. Desgraciadamente la magia no hacía milagros, a pesar de que se las había curado muchas veces y simplemente estaban débiles sin importar lo que ella hiciera.
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-¡Creo que tendré que comprar una bolsa más grande!-, comentó Harry desde donde estaba sentado en el suelo, añadiendo sus ingredientes a sus tarros. Una vez en los tarros pasaron a las bolsas, las bolsas estaban mejoradas mágicamente para que cupieran en ellas tarros grandes. Con la menor magia posible para no contaminar los ingredientes.
Acababan de ir a un restaurante a cenar muy elegantemente, vestidos con ropa muggle. Era extraño para Harry que nunca había estado realmente en el mundo muggle, pero para Severus y Eileen era algo a lo que estaban acostumbrados. Raro pero divertido, a Harry le encantó, le encantó todo lo relacionado con el viaje. Harry se comió un filete, poco hecho, patatas baby y guisantes con una crema de caramelo y un helado Ben and Jerry's se había llamado.
-Entonces nos compraremos uno ya que estamos aquí, creo que te conviene uno de piel de dragón-, dijo Severus suavemente desde donde estaba sentado diario de pociones en mano. Le había dado a Harry su libro y éste había exclamado emocionado por él. Parecía tan profesional, su poción ahora escrita en el libro diferente a su escritura en su diario de pociones personal.
Eileen estaba sentada en el sofá, cerca del fuego, radiante por su hijo y por el chico al que amaba como a uno más. Ella había sido la primera en comprar la poción de Harry, al igual que había sido la primera en comprar la de Severus por correo de lechuza. Podría haberla conseguido gratis, pero quería comprarla, y ser la primera en hacerlo.
-La zona de compras mágicas aquí es tres veces más grande que el Callejón Diagon y Hogsmeade juntos-, dijo Eileen; había estado allí ayer mismo durante unas horas, sobre todo sentada disfrutando de una taza de té con Elizabeth, la misma mujer con la que se había sentado hoy. Ella era maestra de Pociones; su hijo seguía sus pasos, como aprendiz del Maestro Soren. Asistía a todas las conferencias de pociones que podía, con ella misma envejeciendo era difícil hacerlo, así que había encontrado una amiga en Eileen.
-¿De verdad? Vaya, me lo imagino-, dijo Harry con los ojos muy abiertos.
Eileen se limitó a sonreír amablemente a su vez.
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Cuando Albus Dumbledore abrió su periódico al otro lado del agua, el titular le sorprendió. No sólo él, sino todos, los Potter, sin embargo, miraron el periódico como si tuviera un olor desagradable. No estaban contentos con Harry en este momento, especialmente con toda la prensa que lo rodeaba. Estaba matando el protagonismo de Nick y sus oportunidades de brillar; después de todo era Nick quien era mejor en todo. Todos sabían que los Potter no entendían por qué estaban tan fascinados por su hijo sin importancia.
Harry Peverell - El creador de Pociones más joven de la historia
-Disculpe Albus... ¿quién es Harry Peverell?- preguntó Slughorn que no había estado leyendo los periódicos.
-¿No has estado leyendo el Profeta?- intervino Sprout rápidamente antes de que alguien más pudiera hacerlo.
-No, no leo los periódicos de los magos, no lo hago desde hace semanas-, dijo Slughorn, con una confusión evidente en su voz. Desde que Voldemort había vuelto para ser exactos.
-Los Potter no educaron a su hijo, el gemelo de Nick Potter, se llamaba Harry Potter. Se emancipó y se convirtió en el heredero de Peverell el jefe de la familia Potter- dijo Pitorro con cara de mucho asco y mostrándolo abiertamente a pesar de que los Potter estaban sentados frente a ella.
-¿No educaron?- balbuceó Slughorn.
-No, lo descuidaron también desde la noche en que destruyeron a Quien Tú Sabes- dijo Sprout con no poco asco.
-¿Descuido?-, dijo Slughorn balbuceando aún más; de hecho, parecía a punto de sufrir una apoplejía.
-Efectivamente-, dijo Poppy con el rostro cerrado.
-Yo diría que Harry lo está haciendo muy bien, ha incapacitado o matado a cuatro mortífagos- dijo Flitwick con orgullo.
A Slughorn casi se le salen los ojos de la cabeza -¿Cómo demonios ha ocurrido eso?-.
-Fue secuestrado; Nick dejó a su hermano en las garras de Voldemort y consiguió un Traslador para volver aquí. Estaba a un metro de él, a un metro no le habría costado nada agarrarlo y ponerlos a ambos a salvo- dijo Flitwick con desdén.
-¡Ahora bien, sólo tiene catorce años y estaba muy asustado!- dijo Dumbledore tranquilizador tratando de que sus profesores se comportaran.
-¡Su propio hermano le salvó la vida! ¿La vida de ambos y así es como le paga?- argumentó Sprout, la jefa de la casa Huffelpuff; la lealtad lo significaba todo para la regordeta mujer.
-¡CÁLLATE! CÁLLATE CÁLLATE!- gritó Nick furioso. Sí que se sentía ligeramente culpable por haberle dejado, pero sólo porque había conseguido escaparse y arruinar su reputación. Había ido al Callejón Diagon el domingo por la tarde y no podía irle peor. La gente le miraba como si fuera un Slytherin, como si hubiera hecho algo horrible. Nadie le pedía un autógrafo y nadie le daba nada gratis o con descuentos por ser el famoso Nick Potter. Ya nadie quería su foto y eso no le gustaba nada. Nadie se había preocupado por Harry antes; simplemente no podía entender por qué todos lo hacían ahora.
-¿Perdón? Veinte puntos de Gryffindor en el momento en que Hogwarts vuelva a ponerse en marcha!-, jadeó el profesor Flitwick con enfado.
-Vamos, Nick, sabemos cuando no nos quieren-, resopló Lily reuniendo rápidamente a su marido y a su hijo. Nick se alejó de sus padres, con lágrimas en los ojos, la vida se estaba volviendo insoportable. No estaba acostumbrado a que la gente fuera horrible con él, sólo deseaba que la vida volviera a ser como antes. Pero era imposible, ya no podía hacer nada.
-¡Ya lo creo! Qué ha pasado-, dijo Slughorn totalmente desconcertado, deseando ahora haber estado leyendo los periódicos.
-Han pasado muchas cosas desde que Harry consiguió salir de las garras de Quien Tú Sabes-, admitió Minerva.
-¿Cómo lo consiguió?-, se quedó boquiabierto Slughorn.
-Se apareció-, suspiró Dumbledore al ver que todos lo miraban.
-¿A los catorce años? Dónde estaba?- preguntó Slughorn impresionado.
-En la Mansión Malfoy-, dijo Flitwick.
-¿Una mansión protegida? ¿A los catorce años? Es muy poderoso... ¿y ha creado su propia poción? Bueno, seguro que va a llegar lejos-, dijo Slughorn muy orgulloso.
-Mató a Peter Pettigrew, el hombre que traicionó a su... bueno familia una maldición fulminante en el pecho- dijo Minerva orgullosa también.
-¿Los otros tres?- preguntó Slughorn.
-Fue directamente al Ministerio y los denunció; Macnair fue condenado al beso de los dementores. Avery y Malfoy fueron condenados a Azkaban, ambos recibieron más de una cadena perpetua-, dijo Minerva.
-También destruyó a la serpiente de Voldemort, Nagini- dijo Dumbledore poniendo finalmente su propio dato. él también estaba impresionado; sólo odiaba el hecho de que fuera Harry y no Nick una vez más. Se suponía que Nick era el Niño que Vivió, el Héroe, en cambio parecía que Harry se hacía el héroe.
-Eso no es nada, destruyó un Basilisco-, se burló Poppy, fue una de las primeras personas en escuchar.
-¿Basilisco?-, tartamudeó Slughorn sintiéndose desmayado.
-Oh sí, a la edad de doce años-, dijo Poppy sonriendo orgullosa de que el niño hubiera logrado derrotarlo realmente.
-Oh, necesito un trago-, exclamó Slughorn. -¡Estaré deseando enseñarle!-.
-No lo harás está de aprendiz de Severus Snape-, sonrió Filius sabiendo sin duda que el niño florecería bajo las alas de Severus Snape. No es que no lo estuviera haciendo bien antes, lo había hecho muy bien por sí mismo antes de convertirse en aprendiz. El aprendiz más joven, el creador de pociones más joven, el chico más joven en sobrevivir a un duelo con Lord Voldemort (Nick no estaba incluido, no era un duelo). En efecto, va a llegar muy lejos.
-Bueno, no puedo culparlo...- suspiró Slughorn decepcionado.
-Estará en Hogwarts, está tomando algunas clases solo que no de Defensa y Pociones, sin duda las está aprendiendo de Severus- explicó Minerva. Dumbledore le había pedido que dividiera en horas su clase de transfiguración de quinto año para los Gryffindor y los Ravenclaw. Haciendo el lunes el trabajo de transfiguración propiamente dicho y el viernes el día de lectura. Por supuesto, ella estaba de acuerdo en que alguien aprendiera algo que le gustaba y quería aprender su educación normal y tenía su respeto. Tam-o'-shanter* a él.
-¿Educación normal? ¿Durante un aprendizaje? ¿Severus está tratando de matarlo?- preguntó Slughorn con cara de desmayo.
-Creo que fue decisión del señor Peverell-, dijo Dumbledore en defensa del hombre al que quería como a un hijo.
-Ya veo, bueno, sólo desearía que la mayoría de los niños se tomaran su educación tan en serio como él, ¡bien por él!- dijo Slughorn felizmente.
-En efecto-, sonrió Dumbledore.
-No creo que Lily pueda hacer algo así... ¡solía ser una chica tan dulce! Claro que tenía un temperamento que podía hacerte caer de espaldas, pero...- dijo Slughorn sin saber qué decir.
-Oh, lo sé, créeme, no podía creerlo cuando leí los periódicos, pero no podía haber mentido con Severus y salirse con la suya-, dijo Minerva, sabiendo muy bien que Severus podía percibir a los mentirosos y también Dumbledore. Además la reacción de James le había dicho básicamente todo lo que quería saber.
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-Mira Remus-, suspiró Sirius entregándole el periódico con una torturada mirada de orgullo en los ojos. Había estado pensando en Harry constantemente, leyendo su carta y preguntándose qué debía hacer. Preguntándose si era mejor retroceder como le pedía Harry o intentar conocerlo, doblegarlo o arriesgarse a alejarlo aún más.
Remus había decidido que sólo iría a Hogwarts cuando enseñara a Nick, trabajaría junto a Albus en la enseñanza de Defensa a Nick. Lo primero que Remus le iba a enseñar era el encantamiento patronus, los dementores pronto se unirían a Voldemort, al final siempre lo hacían. Era mejor que conocieran el encantamiento Patronus, sólo podía esperar que quien fuera el nuevo profesor de defensa fuera igual. No quería ver a los Potter más de lo necesario, sólo podía esperar que Nick lo entendiera.
Tomando el periódico una triste sonrisa se abrió paso en su rostro, Harry había creado una poción. Parecía que el aprendizaje había sido algo bueno después de todo, y de nuevo no debería haber dudado de Snape. Severus Snape odiaba a los alumnos de pociones que no sabían lo que hacían. Para enfrentarse a Harry debía ser muy bueno, sobre todo porque era un Potter... bueno Peverell ahora en realidad.
-Bien hecho Harry-, suspiró Remus con tristeza dejando el periódico en el escritorio.
-Realmente no se preocupa por nosotros- dijo Sirius de sopetón.
-¿Por qué debería hacerlo? Nosotros no nos preocupamos por él- dijo Remus era duro para él decirlo, aún más duro para él admitirlo pero sin embargo era cierto.
-No lo hagas Remus- hizo una mueca Sirius sus ojos azules estaban cansados y de repente llenos de agonía.
-Sirius... tienes que hacer lo que te pide- suspiró Remus con tristeza, sabía que su amigo había estado abatido tratando de decidir qué hacer no era estúpido. Conocía a Sirius desde hacía demasiado tiempo como para no saber lo que le pasaba.
-No puedo... es mi ahijado...- se atragantó Sirius.
-Sí, siempre ha sido tu ahijado, Harry tiene razón no te importaría si no lo supieras- suspiró Remus su corazón se retorcía con cada palabra que decía... sobre todo porque eran ciertas.
-Lo sé-, rasgó Sirius con sequedad.
-Sólo escríbele una carta diciéndole que mantendrás las distancias, pero pregúntale si al menos puedes mantener el contacto... pregúntale si al menos puedes saber que está bien cada mes... podría convertirse en algo más- dijo Remus suavemente.
-Supongo-, dijo Sirius de mala gana, pero sabía que en el fondo era la mejor opción para él.
-Quizás dárselo en su cumpleaños con un regalo, que sepa que no te has olvidado de este al menos. Sé sincero con él, nunca se sabe, puede que te favorezca- dijo Remus, que estaba desesperado por abrazar a Harry y no soltarlo nunca. Sin embargo, sabía que no saldría bien; Harry había dejado perfectamente claro que no quería tener nada que ver con ellos. Si había alguna posibilidad de que Sirius pudiera mantener el contacto, Remus tenía que ayudarle.
-Supongo que sí-, suspiró Sirius, -¿Le traigo algo a Nick?-.
-¡No es con él con quien estás enfadado!- espetó Remus con severidad.
-¡Ah, sí lo estoy, él cree que la forma en que su padre y su madre trataron a su mellizo es perfectamente normal!- espetó Sirius enfadado.
Remus se detuvo estupefacto, con la boca abierta a medio camino, aparentemente sorprendido por lo que acababa de salir de la boca de su mejor amigo.
-¿Qué?- preguntó Remus sacudiendo la cabeza como si quisiera reacomodar las palabras y darles sentido.
-Así es Remus...se jactó de ello...creo que se llevó los regalos de Harry- dijo Sirius.
-¡Qué...ahora no le vas a contar mentiras a Harry!- espetó Remus.
-No escucha, la carta de Harry decía que tenía tres o cuatro años...no es cierto que le diera regalos hasta los siete años por lo menos. Recuerdo haber ido a buscar dos cartas de siete años a la tienda y dos regalos. Recuerdo que dejé de hacerlo cuando no tuve noticias de Harry durante años. Nunca me escribió... ni siquiera para dar las gracias por los regalos y simplemente... lo olvidé con el tiempo-, explicó Sirius.
-No lo harían- ronco Remus todo su mundo se derrumbó alarmantemente.
Sirius se limitó a mirar a su amigo con miseria.
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* - Tam-o'-shanter - un sombrero (escocés).