ALMA ROBADA

By SeleneOrtiz3

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Continuación de "Alma Perdida" Ahora que se ha descubierto quien era el verdadero responsable por... More

CAPITULO I
CAPITULO II
CAPITULO III
CAPITULO IV
CAPITULO V
CAPITULO VI
CAPITULO VII
CAPITULO VIII
CAPITULO IX
CAPITULO X
CAPITULO XI
CAPITULO XII
CAPITULO XIII
CAPITULO XIV
CAPITULO XV
CAPITULO XVI (parte 1)
CAPITULO XVI (parte 2)
CAPITULO XVII (parte 1)
CAPITULO XVII (parte 2)
CAPITULO XVIII
CAPITULO XIX
CAPITULO XX (parte 1)
CAPITULO XX (parte 2)
CAPITULO XXI
CAPITULO XXII
CAPITULO XXIII
CAPITULO XXIV
CAPITULO XXV
CAPITULO XXVI
CAPITULO XXVII
CAPITULO XXVIII
CAPITULO XXIX
CAPITULO XXX
CAPITULO XXXI
CAPITULO XXXII
CAPITULO XXXIII
CAPITULO XXXIV
CAPITULO XXXIV (parte 2)
CAPITULO XXXV
CAPITULO XXXVI
CAPITULO XXXVIII
CAPITULO XXXIX
CAPITULO XL
CAPITULO XLI
CAPITULO XLII
CAPITULO XLIII
FINAL
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CAPITULO XXXVII

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By SeleneOrtiz3

             Cuando de entre las llamas azules, un joven de ojos dorados apareció, los humanos finalmente guardaron silencio. ¿Qué podían opinar al respecto?

         Mirza soltó una maldición por lo bajo, al entender que Azahín había invocado a Damon; y luego sin muchas ganas se agacho para poder quedar más cerca. Lograba ver el movimiento de sus labios, pero no entendía una mierda de lo que estaba diciendo.

         -No te esfuerces, es inútil-. Susurro sobre su espalda Damon; que ahora veía a su alrededor con una sínica sonrisa. Este lugar sería una masacre. -Hay que llevarlo adentro.

         La sucúbo se giró sobre su hombro, y soltó un bufido. Esas palabras claramente decían en el trasfondo que él no lo tocaría; y sí de por sí ya odiaba tener que soportar a un sujeto que no sabía quién era; más le estresaba recibir sus órdenes.

         Inhalando profundamente para retomar el control, ella se puso de pie, y con una seña de su mano llamó a dos de los demonios que estaban cerca, y les indicó llevaran a Azahín hasta su oficina; dónde tendrían que ocuparse de él. Mientras tanto, Miza adquirió su apariencia demoniaca, y con una mueca entre divertida y molesta se dirigió al humano que la había llevado hasta allí.

       -Es una lástima que después de todo este tiempo-. Dijo con voz seductora, a solo centímetros del rostro. El hombre hubiese gritado ante aquella figura monstrosa, si su voz no se hubiese perdido en su garganta. -Al final no podré comerme a ninguno...

         Los otros demonios imitaron su comportamiento, y en menos de diez minutos, entre gritos de terror y desesperación, los humanos dejaron de ser personas para convertirse en ganado. Ganado que iba directo al matadero. Azahín necesitaría recuperarse para hablar, y lo único que podría ayudarle en ese momento, era ingerir una buena cantidad de almas...

        *****************

       Ante las palabras por parte de su amigo, Violeta sintió como su corazón se detuvo. Ya no escuchaba el ensordecedor y acelerado latido en sus oídos, el aire no le llegaba a los pulmones, y la sangre se había congelado en sus venas. 

       De todas las cosas por las cuales pudiera arrepentirse en su vida; sin duda alguna haber dejado con vida a Susan LeBlanc encabezaba la lista. Esa terca y estúpida bruja. Aún no había escuchado el nombre, pero no necesitó hacerlo, sabía que era ella quien estaba en ese momento llevándose a su hermano. 

         -¡Violeta!

        Esteban se dio cuenta el momento exacto en que su amiga dejo de escucharlo. Sus ojos se habían clavado hacia la nada, y su cuerpo se quedó tan quieto como una estatua. Él estaba al tanto de las averiguaciones por parte de la detective; pero honestamente que viniera específicamente pro Daniel a la escuela, solo podía ser una exageración... o al menos eso esperaba.

       -¿Puede llevárselo?-. Preguntó ella, haciendo un esfuerzo por volver a la realidad. Algo en su interior quería destrozarle la cabeza a Susan.

        -Lo van a interrogar, el Licenciado que nos daba clases está hablando con ella en este momento pero... él ya accedió a ir. Por eso vine por ti

         -¿Qué?

       La furia que empezaba a consumirla desde el interior, se apagó al instante: Daniel había accedido a ir con a detective. El esfuerzo que realizaron sus neuronas por llegar a una respuesta coherente, fue de dimensiones estratosféricas; eso tenía lógica, su hermano no era responsable de nada, y testificar no le haría ningún daño. Pero si tomaban en cuenta que hasta ahora, todo se había planeado para inculparlo, entonces acceder o no a ayudar a la policía no serviría de nada.

          -Te explicó en el camino-. Esteban la sujetó de la mano y comenzó a caminar con ella. -Ahora tenemos que darnos prisa. 

         Violeta notó el agarre por parte de su amigo, y aceptó el hecho de que él tenía razón; no podía quedarse allí esperando entender lo que pasaba, necesitaba preguntárselo directamente a Daniel, y lo mejor sería darse prisa. No le preocupaba lo legal, pues no por nada su hermano era el mejor estudiante, y seguramente algún día sería un gran abogado; pero el asunto sobrenatural era otra cosa. 

       Apenas habían dado un par de pasos, cuando sintió que alguien la jaló de la otra mano, interrumpiendo así su avance. David estaba sujetándola con tanta fuerza, que Violeta hizo una mueca de dolor.

        -Señorita Cábala-. Dijo en tono serio y preocupado. -Será mejor que se quede aquí. Si su hermano accedió a ir de forma voluntaria, entonces no tendría de que preocuparse.

         Con la incredulidad brotando por cada poro de su piel, Violeta enfocó sus ojos en los del ángel. No podía creer que le estuviese pidiendo que no abandonara la clase, cuando a Daniel se lo estaban llevando para interrogarlo. ¿Se le estaba pasando un detalle importante, o David se había vuelto loco?

       -Lo siento, pero eso no pasara-. Ella intentó soltarse de su agarre, pero él solo la retuvo con más fuerza.

        -No es seguro para tí. Espera...-. Sus ojos negros podían mantenerse como los de un humano, pero había algo más en ellos que revelaba la batalla en su interior. Desafortunadamente para David, no solo se trataba de sus sentimientos, el olor nauseabundo en el aire realmente ponía a Violeta en peligro. 

        -Por favor, suelte mi mano-. Exclamó ella con decisión. Era Daniel quien la necesitaba; no habría nada ni nadie que pudiese detenerla.

         -¡Ni siquiera es tu hermano!-. La voz de David hizo eco por el edificio, dejando a todos los presentes en silencio.

       Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, ya era demasiado tarde para remediarlo.

   ******************************************

         Gabriel y Luc estaban varados en medio del tráfico. Faltaba poco para que lograran llegar a la universidad, pero parecía que en ese momento todo el mundo había querido salir a dar un paseo; y que cada maldito semáforo en la ciudad tenía que estar en rojo para cuando ellos llegaran.

        Luego de descubrir que era Naty quien había muerto, les tomó cerca de cinco segundos ponerse de acuerdo en lo que harían. La verdad es que la situación no estaba como para darle muchas vueltas; por lo tanto, Gabriel iría en busca de Daniel para avisarle, y Luc encontraría de alguna forma a Damon, ya que si se enteraba por otro lado de lo que había ocurrido, el semidemonio estaba bastante seguro que se metería en problemas.

       Sin embargo, las cosas como siempre, no fueron para nada lo que esperaban. 

      Habían estado a punto de irse a hacer cada uno sus cosas, cuando Gabriel se dobló en medio de la calle a causa del dolor. El nefilim sentía que algo lo estaba desgarrando desde el interior, y se abría paso a través de sus entrañas para arrancarle la fuerza. Luc muy a disgusto tuvo que ayudarlo a llegar hasta el auto, pues en medio de tanto policía, estaban llamando demasiado la atención.  Para cuando Gabriel logro estabilizarse, sus opciones se redujeron a un solo camino; alguien había hecho a Azahín atravesar una puerta desde el infierno, rompiendo el lazo que había hecho el nefilim, por eso había sentido semejante dolor; necesitaban llegar a la cafetería, para ver si en los túneles lograban averiguar algo. 

       Desafortunadamente sus esfuerzos habían resultado inútiles, y lo único que consiguieron fue perder tiempo. Por más que lo intentó, Gabriel no pudo encontrar absolutamente nada que le indicara quien había roto el vínculo con el íncubo; y ahora solo podían estar seguros que Azahín había vuelto al plano mortal, aunque no tuviesen idea de dónde encontrarlo. Eso, y que quien sea que lo hubiese hecho, era una entidad demasiado poderosa para rastrearse, lo cual significaba solo una cosa: Realeza. 

         Por lo tanto, después de esto, ambos habían decidido que lo mejor era ir en busca de los hermanos, pues si todo giraba en torno a ellos, era mejor tenerlos vigilados. Una vez que se aseguraran que estaban bien, entonces encontrarían cual era el siguiente punto en la lista.

        -¿Normalmente cómo te pones en contacto con él?-. Preguntó Gabriel mientras echaba un vistazo por su espejo retrovisor. La idea de que algo andaba terriblemente mal, no dejaba de rondar sus pensamientos.

        Luc levantó la vista de la tablet, y observo con una mueca la calle frente a ellos. Odiaba el tráfico.

          -No lo hago, él solo... aparece... creo que me vigila constantemente...

        El nefilim se giró para ver a su acompañante, y levantó una ceja confundido. Entendía la parte dónde Damon debía mantener su verdadera identidad oculta, pero que ni siquiera diera maneras para que lo contactara alguien a quien usaba como informante, era bastante exagerado. Aunque rápidamente se retractó de esto. En cuanto Leo supiera con quien había hecho un contrato, seguramente pondría más esfuerzos en deshacerse de Violeta.

       De pronto sus pensamientos se vieron interrumpidos; y mientras que sus ojos buscaban a traves del panorama, todos sus músculos se ponían en alerta. Incluso Luc que no tenía habilidades para sentir a otros demonios, pudo ser capaz de notar la presencia. El aire era realmente asqueroso.

        -¿Qué rayos está pasando?-. Luc se asomó por la ventana del clásico; y sus ojos se abrieron de par en par. -Oh mierda...

       Una nube negra se acercaba a ellos con gran velocidad, el aura que despedía hacía que las personas que estaban cerca, sufrieran horribles espasmos; aunque ninguna de ellas podía ver ni escuchar nada; los graznidos infernales si eran ensordecedores para los que poseían una parte sobrenatural. 

   Nadie más que ellos podían notarlo; para las personas a su alrededor solo ocurrió un cambio en el clima, el viento se había vuelto más revoltoso y acosador, mientras que un gélido escalofrío se adueñaba de sus instintos. Sin embargo, era una horda de demonios la que se encargaba de ponerles los nervios de punta. 

        Un par de cuervos se desvió de la parvada, solo para ver si lograban arrancarle la cabeza al semidemonio. Estuvieron a punto de lastimarlo, de no ser por qué Gabriel lo sujeto por la playera para estirarlo hacia adentro.     

         -Joder, eso estuvo cerca...-. Comentó el semidemonio, mientras acariciaba su cabeza.

        -Más de lo normal...-. Replicó Gabriel, justo al tiempo que pisaba el acelerador por el cambio de color en el semáforo. -Mira eso...-. Señalo hacia un lado, sin despegar la vista del camino.

       Luc se enfocó en la dirección señalada, y notó como las personas empezaban a seguir el rastro de los demonios. No era común que estos se mostraran, y aunque seguramente lo que los humanos veían era un grupo de cuervos comunes; para él estaba claro el mensaje. La declaración de guerra estaba servida a quien quisiese tomarla.

        -¿Sabe que lo vimos?

       -Seguro que lo sabe, pero ese no es el problema-. Contestó Gabriel, mientras de forma impresionante evadía dos autos que estaban por cerrarle el paso sin notarlo.

        Todo en el interior del nefilim estaba en tensión. No quería aceptar lo que estaban viendo sus ojos; pero sencillamente no había forma de que no lo fuera; podían haber pasado solo pocos días, y seguramente recibió ayuda de alguien muy poderoso; pero esos cuervos solo podían pertenecerle a alguien que en ese momento, se suponía debía estar confinado en los últimos círculos del infierno, torturándose con la vergüenza de haber sido exorcizado por un ángel. Malthus.

        -¿El problema es que se dirige justo al mismo lugar que nosotros?-. Luc noto el aumento en la velocidad, y revisó su cinturón de seguridad.

          -Ya estas entendiendo...

     *********************************************

       Las cosas pasaron muy rápido luego de la declaración.

       Esteban sintió de inmediato la fuerza que Violeta hizo en su mano para liberarse, y él entendió lo que pretendía; sin embargo, una bofetada a un maestro delante de tantas personas, aun y con lo que acababa de revelar, no era la mejor idea; por lo que la contuvo. Él era el único que estaba al tanto de que Violeta y Daniel no eran hermanos de sangre, y por suerte no le tomó por sorpresa escucharlo.

      El ángel por su parte, quiso detener el tiempo en ese momento. Las dos partes que había en su interior, por primera vez desde que surgieran se habían puesto de acuerdo en algo, y en un arrebato de estupidez y egoísmo, lo había gritado a los cuatro vientos. 

       Por qué dejarla ir cuando estaba en peligro ¿Acaso esperaba que la dejara marcharse por alguien que ni siquiera estaba relacionado con ella? No era el abismo de dónde salía esa idea, era simplemente la realidad; y le gustaría tener el tiempo suficiente para hacerla entender. 

       Sin embargo, cuando pudo ver su reflejo en los ojos de Violeta, la realidad lo golpeo más fuerte de lo que ella hubiese hecho. Ese error sería imperdonable.

        Violeta estaba por responder, cuando un fuerte graznido hizo que se tensara de pies a cabeza. Una reacción esperada, ante el horrible recuerdo que guardaba su memoria. Ella sintió como una sensación de frío le recorrió la espada, y giró su cabeza sobre su hombro buscando de dónde provenía el ruido, y rezando porque solo fuera su imaginación.

          Allí estaba. El cuervo elegantemente parado al otro lado del cristal de la ventana, tenía sus tres ojos fijos en ella; y aunque era imposible que un pájaro tuviese semejante expresión, se estaba burlando. 

        Violeta apretó la mandíbula con fuerza, e intentó mantener el ritmo de su respiración controlado. Había tantas cosas en su cabeza, que era difícil creer que aun pisaba suelo firme. Enojo, frustración, terror, dolor; nada estaba claro, pero tampoco tenía tiempo para meditarlo; respiró profundamente un par de veces, para recuperar el oxígeno perdido, se tragó con saliva el nudo que se había formado en su garganta, y pateo mentalmente el miedo que se dibujaba en sus pensamientos.

         -Ese no es su problema-. Replicó decidida, mientras se soltaba del agarre para retomar su camino.

         Pronto el silencio expectante se convirtió en un ruidoso murmullo. Los amigos de los hermanos que habían escuchado esta declaración, estaban tan sorprendidos como el resto, pero actuaron con rapidez para poder seguir los pasos de su amiga; pasando por un lado de David, que ni siquiera les dirigió una mirada, pues sus ojos aún estaban clavados en Violeta.

           El ángel intentaba encontrar una respuesta a lo que estaba pasando, cuando los golpes tras la ventana le hicieron despertar de su pesadilla, para regresarlo a la terrible realidad. El cuervo continuaba observando y picando suavemente sobre el cristal; David dio involuntariamente un paso hacia atrás, y sintió como el aire dejaba de circular por sus pulmones. 

         ¿Qué estaba pasando? Ya lo pensaría más tarde; ahora debía seguir a Violeta.

   *********************************************

         Con el rostro carente de expresión, Daniel caminaba a paso tranquilo siguiendo a Susan. La verdad es que minutos atrás, cuando ella se había presentado en el salón pidiendo hablar con él, lo que menos le importó fue escuchar que era sospechoso de asesinato, esa parte ya había quedado clara; sin embargo, si sintió que el mundo dejo de girar cuando escuchó la impactante noticia, de que el alumno que se había suicidado era Naty. En ese momento todo quedó claro.

         Leo ya no solo estaba tras su hermana, ahora también pretendía deshacerse de él. Aunque esto debió haberle quedado claro días atrás, cuando intentó asesinarlo frente a David. Dicho así, el asunto seguía sin tener ni pies ni cabeza; pero gracias a este descubrimiento, Daniel había llegado a una conclusión tan lógica, que le resultaba tonto no habérselo planteado antes. Esto no se trataba de ellos como individuos, sino como familia; por lo tanto, necesitaba averiguar en qué parte de su pasado, este ángel había empezado a seguirlos y por qué.

          Entonces, ante esta interesante epifanía, había solo una persona que podía ayudarlos a resolver el misterio: Susan LeBlanc.

        Era cierto que Gabriel había borrado o alterado sus recuerdos, pero si había entendido correctamente, solo había hecho que ella no recordara tenerlo a él como sospechoso (cosa que en ese instante resultó inútil), más no le había hecho olvidar nada de su pasado; por lo tanto, ella tenía que conocer algo respecto a sus padres y su abuela. En este punto cualquier cosa que le diera sería una valiosa pista. Así que sí, él aceptaba gustoso ir a un interrogatorio.

      -¡Daniel, Daniel!

        Los gritos de su hermana, le llegaron a través de los murmullos de los curiosos que observaban su partida. Nunca antes se había visto que un alumno de la prestigiosa universidad estuviese involucrado en un asunto tan turbio, que la policía tuviese que intervenir. La mayoría de los estudiantes estaba fuera de sus salones para presenciar el espectáculo. 

        -Señorita Cábala-. La voz de Susan fue una combinación entre un susurro apenado y decisivo. La detective no podía quitarse la sensación de que estaba haciendo algo mal, y eso la frustraba.

         En cuanto Violeta la escuchó dirigirse a ella, le dio una mirada gélida y llena de desprecio. Era una suerte que Mirza no estuviese cerca, pues le habría pedido, incluso con el por favor incluido, le arrancara las entrañas y se las hiciera tragar. La odiaba.

         Al notar la forma en que sus ojos se clavaban en ella, Susan tragó saliva, y se apartó unos pasos para permitirle hablar con Daniel. No estaba detenido, solo había solicitado amablemente su cooperación en este caso, por lo tanto, podía darse el lujo de avisarle a su hermana que estaba pasando.

         Contario a la detective, Daniel recibió la más tierna de las miradas. La fiera que Violeta aun no sabía ocultaba en su interior, nunca mostraba sus fauces frente a él. 

        -Vi...-. Él la sujeto de la mano y la acerco a su cuerpo para abrazarla. -Cállate y escucha... Estoy seguro que es Leo quien esta tras estos suicidios...

        -Eso ya lo sé, pero...-. Ella quiso alejarse para verlo, pero él se lo impidió. No quería que nadie escuchara lo que le iba a decir.

       -Shhh...Esto no se trata de ti o de mí; es de nuestra familia. Necesito saber más cosas al respecto...-. Daniel finalmente la liberó de su agarre, pero la mantuvo cerca para poder hablar bajo.

        -¿De nuestra familia? Por eso vas con ella...-. Violeta dio un rápido vistazo hacia la mujer, y puso sus ideas en orden tan rápido como pudo. -Bien. Pero no puedes, ¿Ves los cuervos?

       Él levantó los ojos al cielo, y notó la inusual cantidad de pájaros volando por los alrededores. De pronto uno de los cuervos se acercó, y Daniel pudo distinguir de forma clara los tres ojos rojos cual rubíes sobre su cabeza.

        -Demonios...-. Susurro por lo bajo, apretando las manos de su hermana.

       -Entiendo que quieras averiguar más cosas, pero no puedes ir ahora... es peligroso...no van a atacar en público, pero...

       Él observo como los ojos de su hermana comenzaban a nublarse por lágrimas. Llegados a este punto, entendía que la pobre estuviese a punto de perder por completo el control sobre sí misma; y fue precisamente este pensamiento el que le hizo sentir más miedo que cualquier otra cosa. Recordaba perfectamente la plática con Damon, y sabía que Violeta necesitaba mantenerse tranquila, o al menos estable, pues de lo contrario no sabían que pasaría con su alma. 

       Sin embargo, la realidad no solo le estaba afectando a ella, siendo sincero consigo mismo, Daniel se sentía superado por la situación. ¿Cuánta gente inocente había muerto ya por la locura de Leo? ¿Por qué ellos, qué había en ellos que un ángel deseaba su muerte? Era demasiado para poder procesarlo. 

        Pero a pesar de todo, no iba a derrotarlos. No sin que le dieran una pelea digna.

       Daniel soltó el aire que quemaba sus pulmones, y respiro para llenarlos de uno nuevo y limpio. Él no se iba a dejar vencer así de fácil; además, como hermano mayor tenía que dar la cara, debía ser fuerte por él y por Violeta; no importaba cuanto el miedo a su alrededor tratara de consumirlo, resistiría y lucharía. 

        -Vi...Levanta la cara, no dejes que te vean mal-. La reprendió con voz tranquila pero firme. Ella inmediatamente retuvo las lágrimas. -No importa lo que hagan, no vamos a perder...-. Dijo sonriendo sinceramente

          Violeta notó como las sombras que le atacaban desde el interior, se disiparon aterrorizadas por el brillo de los ojos de su hermano, su única familia, su mejor amigo, y sobre todo, su mayor fortaleza. Entonces lo entendió todo. No importaba si tenía que arrancarle con sus propias manos el corazón a un ángel; o dar a conocer su existencia al mundo entero para que dejaran de inculpar a Daniel en esos absurdos crímenes; ella lo haría.

         -Daniel...-. Susan se acercó a ellos. Ya habían tenido tiempo suficiente para despedirse, y ella quería salir de esto cuanto antes. -Nos vamos...

     ****************************************

        Las heridas del íncubo eran realmente serias, en especial la de su abdomen. Un corte tan profundo, que de no ser por su propia mano, deteniéndolas dentro de sí, sus entrañas hubiesen quedado esparcidas a su paso. 

        Damon hizo una mueca de fastidio, cuando un grito de terror traspaso las puertas de la oficina, he hizo eco por el pasillo del club dónde él y Miza aguardaban la recuperación de Azahín. No iba a ser sencillo explicar la desaparición de tantos trabajadores, pero no les quedaba otra opción si querían saber que había pasado en el infierno. Además, lidiar con jefes de empresas era algo sencillo para un demonio como Damon, incluso en este disfraz y no con su nombre real; la ambición humana siempre facilitaba las cosas. 

        -¿Crees que sea suficiente?-. Preguntó Mirza con la mirada fija en la puerta de la oficina. La curiosidad la estaba desquiciando.

       -Averigüémoslo...-. Damon se puso de pie del suelo, y comenzó a caminar hacia el lugar. Supo perfectamente el momento en que la última vida fue tomada. 

        Al abrir la puerta, se encontraron con un campo de muerte. Azahín estaba sentado sobre el suelo, aun cubierto en su sangre y con algunas cuantas heridas abiertas; aunque la más importante ya había cerrado. Pero a su alrededor descansaban los cuerpos sin vida de los trabajadores. Sus rostros eran pálidos y mostraban una espantosa mueca de terror, mientras que las paredes estaban ahora decoradas por salpicaduras deformes de escarlata. 

        No solo habían muerto de manera cruel y dolorosa; sino que ahora su alma estaría condenada por la eternidad. Algunos trabajos eran más peligrosos que otros.

         Damon paso por encima de los cadáveres sin el menor cuidad, y se agachó frente al íncubo con una sonrisa altanera en sus labios. 

       -Espero que esto no te haya detenido en tu averiguación...-. Comentó divertido. Si el viaje resulto inútil al final, entonces no importaba que ahora se estuviese recuperando, pues él mismo lo mataría. 

           -Es serio...-. Replicó el demonio, aun respirando con dificultad. -Ninguna de las almas de las suicidas, llegó al infierno; ningún demonio sabe quién las recolectó; y...-. Una tos irritante le cortó el aliento, y varias gotas de sangre salieron de su boca, antes de que pudiese continuar. -Malthus volvió...

        -¿Fue él quien te hizo esto?-. Damon aún mantenía su sonrisa, pero el tono de su voz se había vuelto amenazante.

         -La Emperatriz...

       En cuanto Damon escuchó esto, sintió que el suelo se movió bajo sus pies. Por más que intentó disimular, no pudo evitar que su rostro notara la sorpresa y el asombro que estaban atacándolo en ese momento. Sí, sabía que el hecho de que Leo estuviese matando ángeles y demonios estaba poniendo a todos de cabeza... pero que ella se involucrara... 

          -Ella fue quien me dio la información...y luego me mando de regreso aquí...

      -¿Qué más te dijo?-. Y encima sabía que estaba en la tierra...

      -En un tiempo de falsos profetas...-. Dijo el íncubo, mientras recordaba el instante donde ella le atravesaba el abdomen con sus garras. -Solo uno tiene el don de escuchar...-. Su mano se apretó instintivamente sobre la herida ya cerrada. -Daniel Cábala...

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