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By propetyOfNegan

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By propetyOfNegan

𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖙𝖗𝖊𝖎𝖓𝖙𝖆 𝖞 𝖈𝖎𝖓𝖈𝖔

Cerro los ojos pensando por unos segundos, aun procesando lo que ocurrió el día anterior, buscando errores en su conducta o en algunos movimientos que ejecutó, sucedía lo mismo cada vez que hacía algo que desataba su espíritu, dejándola libre en un espacio donde podía pintar sus respuestas y emociones.

El día de ayer era un lienzo en blanco que fue pintado con cada gota de sangre, con muecas de dolor, gestos inexplicables para dar paso a la muerte, una sinfonía que esperaba que se quedase guardada dentro del cuadro.

Le gustaba el arte, lo había estudiado un día en el que prefirió olvidar los problemas de su casa para reemplazarlo con conocimientos que le gustaban o encontraba interesantes. La muerte de Christopher se podía relacionar fácilmente con el arte renacentista, uno macabro por supuesto, donde ángeles adornaban de forma armoniosa el cuadro, lo suyo, por otro lado, no era magnifico, no era decente ni limpio. había imperfección, cosas sucediendo a la vez, con un toque de drama poco perceptible, Scarlett creo sin quererlo una pintura que se centraba en ella, en lo que quería lograr con sus pasos, en su rabia y pasión.

El romanticismo siempre le gusto, y mientras reflexionaba encontró curiosa la comparación, le fue más fácil procesar sus acciones, con el pensamiento rígido de que no debió de haberlo hecho por más daño que le causaron.

Se acomodo en el sillón en el que se había acostado, con la chimenea de Alfie prendida, dándole calor a la oficina. Observo sus anillos como si fuesen lo más interesante de la habitación, dando paso al segundo tema, el por qué se encontraba encerrada en aquel lugar cuando podría deleitarse con el actuar de un Thomas Shelby demandante y acciones que denotaban liderazgo innato.

¿Por qué se perdía aquel espectáculo? Probablemente por sus nervios ante su relación, el haberse relacionado tanto los últimos días le dejo algo insegura, ella lo quería, lo tenía claro, pero desconfiaba de qué es lo que sentía él, y no quería arriesgarse a quererlo más, a salir herida con el historial de mujeriego que tenía, especialmente con Lizzie en su oficina, porque queriendo o no su presencia le daba inseguridad. Se dio cuenta, además, que el ambiente que juntos creaban la dejaba en las nubes, se sentía segura y jodidamente tranquila, con una sonrisa que perduraba con solo revivir el momento.

Ayer se dio cuenta que necesitaba meditar sin tener su mirada curiosa sobre ella, guardando sus gestos cuando algo no cuadraba o se frustraba, le desconcentraba y a la vez generaba un sonrojo en ella.

Suspiro sentándose unos segundos, bebiendo del té que le llevaron en la mañana, con una suave esencia de menta, el olor se extendió por la oficina y le ayudo a relajarse, volvió a recostarse, con un corcho de una botella en la mano, comenzando a lanzarlo para atraparlo en el aire con desinterés. Preguntándose qué hubiese pasado si no se dejaba llevar por el huracán de emociones que controlaba dentro de sí.

Detuvo su juego cuando Maggie llego a sus pensamientos, ella trabajaba con Michelle, y la última desconocía el paradero de su esposo e hijos, ni siquiera sabía bajo que excusa había ido a Birmingham, como para crear una historia que dejase al fantasma de Chris como un héroe, estaba segura de que no le diría lo mismo que le dijo a Harry, siendo insensible con el tema.

-piensa Scarlett- se regañó antes de volver a lanzar el corcho, hablaría del tema con Davis, así ambos crearían algo creíble y realista.

Se sentía cobarde al no decirle de inmediato, se ahorraría un montón de pensamientos estúpidos, pero por otro lado sabia que Michelle no dudaría en golpearle si es que no lo decía con cuidado.

El sonido de fondo de hombres trabajando y riendo la distrajo, extrañaba esa sensación. En el Garrinson escuchaba risas, sollozos, chismes y más carcajadas desbordantes, se enfrentaba a dos realidades, en Londres tenía que escuchar problemas, gente desesperada por aceptación social y ayuda, problemas entre su propia comunidad y otros que finalmente se acostumbraban y aportaban algo.

-¿qué mierda haces aquí, uh?- Alfie interrumpió en la sala, pero no paro de jugar ni siquiera cuando le vio por unos segundos, segundos que le hicieron perder la concentración y que el corcho rebotase por el suelo.

-cuando una persona entra a un lugar, primero tiene que saludar y ser gentil, ¿sabías eso?- lo dijo sarcásticamente, buscando su entretención debajo del sillón oscuro en el que estaba acostada.

-oh, si es así- salió nuevamente de la oficina, volviendo a entrar con burla marcada en cada movimiento de cejas o labios que hacía- ¡buenos días! Queridísima Scarlett, ¿deseas algo para beber? ¿sí? ¿de verdad? Lamento informar que, para ti, específicamente, no tenemos nada que no sea agua, de verdad lo lamentamos- evito reír ante su oración, viéndolo sentarse en su silla con normalidad, con una sonrisa que parecía ser de jugueteo.

Sacudió sus rodillas con el objeto en la mano izquierda, buscando como responder ante eso.

-me trajeron té sin siquiera pedirlo, creo que es porque tienen una notable preferencia a mí, no pude rechazarlo, después de todo, ¿Cómo puedo negarme a ser querida?- había superioridad y burla en cada palabra, a lo que Alfie respondió con una mirada rápida, dejando el tema.

Su sonrisa se borró con algo de lentitud, siendo consciente que estaba en aquel lugar porque lo encontraba como su lugarcito donde nadie la molestaría, parecido a un santuario.

El silencio perduro por unos minutos, solo el sonido del corcho al aterrizar lo interrumpía, ambos no sabían qué decirse o como interactuar sin recordar su pelea, siendo orgullosos al no mencionar nada, volviéndose tenso a los segundos, querían decir algo, hacerlo menos incomodo, pero no sabían que temas tratar, sin que estos fuesen de negocios o cosas técnicas.

-uh, tu... ¿necesitas algo?- jugó con la pluma en su mano, viendo papeles que tendría que firmar y leer, unos de construcción, otros de trabajadores, cartas donde le pedían ayuda y misericordia y cosas que muchas veces le aburrían.

Scarlett paró, apoyando la cabeza en el suave cojín, respirando todo el aire que sus pulmones podían tener.

-supondré que sabes de lo que hice en White Chapel, ¿no es así?- hizo un sonido de afirmación, lo que la hizo levantarse y sentarse en las sillas nuevas, con una pequeña almohada que lo hacía cómodo- por un momento pensé en que sería justo decirte todo lo que sucedió allí, o más bien lo que no paso.

-¿qué cosa no pasó?

-nadie de los nuestros murió- se enfrentó al gris de sus ojos, intercambiando de iris, sonriendo como si hubiese conquistado a una bestia indomable- y es nuestro nuevamente, todo gracias a mí- se quedó con el crédito por dos sencillas razones.

Tommy le había dicho que su plan en un principio era arriesgado, por lo que ella lo modifico y perfecciono, considerando todos los inconvenientes que podrían haber sucedido, sin querer que hubieran heridos de su bando, lo único que cambio es que se debía de llevar a cabo solo con judíos, pero el hombre le aseguro que mejor lo hicieran con blinders, lo que en parte sirvió para dar una victoria segura.

Y la segunda es porque estuvo ahí, a pesar de sus leyes morales, estuvo presente en todo momento, para Scarlett era un sacrificio que necesitaba ser reconocido.

-y un viejo amigo tuyo, Alexander Brown, me dijo que él se encargaría de la seguridad del lugar, lo deje que jugara, está Harry con él, por lo que no sucederá nada malo. Lo bueno es que recuperamos la seguridad que muchos pensaron que ya no teníamos, el territorio esta jodidamente protegido y esperó que pronto los negocios pequeños que atendían vuelvan, porque ayudaba con la economía.

Alfie bajo la mirada, juntando las manos sobre su estómago, fijándose en el blanco de su camisa y los tatuajes que adornaban sus dedos.

-ah, ese tipo quería mandar una carta suya con las mías, el imbécil sabía que mandaban más rápido las mías, le dije que no y que se fuera a la mierda- asintió, suspiro con chispas de orgullo creciendo en su pecho- lo hiciste muy bien, si, muchas gracias por tu ayuda- relamió su labio insatisfecho por su comentario, con una duda que surgió de imprevisto- has aprendido mucho fuera de Londres ¿no es así? Está bien, me gusta el resultado que tuvo esa decisión- había inseguridad en cada palabra que dijo, denotando sus sentimientos.

-también tengo un premio, no sé si lo cuelgue, no me gustaría tenerlo en una pared, pero es un premio al final del día.

-¿tienes?- abrió los ojos buscando una respuesta que dijese más, esperaba que no fuese sarcástica o le mintiese.

-tengo a Engel Sabini como trofeo- Scar borro su sonrisa para dar paso a la seriedad, percibiendo muchas emociones en el rostro de Alfred- aun no está muerto, tampoco creo que lo esté, pero prefiero decírtelo antes de que corran muchos rumores y no sepas en qué confiar.

-¿y qué quieres que responda a eso?- por la forma en la que mostro sus palmas y fruncia el ceño, entendió que realmente no sabía que responder, más cuando busco su pipa, acomodando el tabaco dentro de ella- podría decirte que eso está mal y toda esa mierda de que no debes de jugar con vidas ajenas, pero... no creo que me hagas caso o siquiera me escuches.

-es verdad, pero no quiero que todo el mundo sepa de nuestros problemas familiares, por lo que, si quieres insultarme por cualquier cosa, adelante, es tu momento- dejo de verle para observar el cuadro que había sobre su cabeza, encima de un mueble con pequeñas decoraciones- además, preferiría tenerte como aliado, aún no quiero enfrentarte como si fueses mi enemigo, evitaríamos muertes innecesarias. ¿Qué dices?

-¿las muertes son nuestra puta culpa?- se mostró tranquila al verlo exaltarse por aquel pequeño comentario, alzo ambas cejas cuando se quedó callado, mirándole de forma extraña.

El silencio duro 10 segundos, interrumpido por el sonido bajo del tabaco al quemarse, además de su silla al reclinarse.

-¿qué planeas hacer con nuestro premio?

-¿nuestro? No recuerdo haberlo dicho en plural, aunque pensándolo seriamente, no es solo mío, Tommy también estuvo ahí, me ayudo y todo eso, es el premio de nosotros dos, tu no cuentas- frunció el ceño simulando haber llegado recién a esa conclusión, asintiendo mientras bajaba la mirada.

-así que Tommy eh- señaló como si fuese una novedad, una razón para molestarla- ¿le dirás amor en unos días? ¿lo harás?

-podría ser- sonrió coqueta ante lo dicho, logrando que el mayor rodeara los ojos aburridos, quería saber con qué tema podría irritarla, no enojarla o hacerla sentir incomoda.

Como una inocente pelea de hermanos, solo buscaba eso, y el gitano parecía no ser un camino viable, por lo que desecho la idea de molestarlos, planeando preguntar qué relación tenían.

-bien. Tu premio, ¿qué mierda harás con él? ¿uh? ¿quieres que uno de esos chicos rudos, los gitanos esos, lo muelan a golpes hasta que sea como una maldita mora?- rio ante su propia expresión.

-no lo sé, si te lo digo dejaría de ser sorpresa, y mi idea es que por ahora nadie lo sepa, da un poco de misterio completamente necesario- cerro el tema desviando la mirada, dejándole con muchas dudas, imito su gesto comenzado a leer informes.

Scarlett se sentía insatisfecha, pensaba firmemente que Alfie explotaría por ser la causante de varias muertes o incluso en algo tan estúpido como haber hecho algo el viernes, sin embargo, quedó sorprendida por el aparente autocontrol que tuvo durante la conversación, que, si bien tuvo sus momentos infantiles, logro centrarse en gran parte de esta.

Relajo sus piernas, dejándolas encima de la silla sobrante que estaba a su izquierda, moviéndolas con suavidad sin saber que hacer aun, tenía bastante tiempo y otras cosas que hacer, pero no quería irse tan rápido, unos 20 minutos con Alfie que se le hicieron cortos, más con sus burlas camufladas.

Esperaba molestarlo una última vez antes de irse.

-¿sabes? Además de su gran hazaña en White Chapel, también me entere de muchas otras mierdas, si, y me dijeron algunas personas, que no dormiste en casa de ningún conocido o en uno de tus tantos escondites con gente que vendería su alma si es que se lo pidieras- hundió la pluma en tinta viéndola de reojo- ¿dormiste con Tom?

Observo la caja fuerte en una esquina de la habitación, se cuestionó si es que está seguía con la clave que ella coloco o, de lo contrario, Alfie logro cambiarla a una que fuese privada.

-por supuesto que dormí con Tommy- confirmo con desinterés.

-¿había más de una cama?- iba a responder instintivamente, con insultos sobre qué le importaba su vida o cosas de igual magnitud, guardo silencio encontrando la forma de irritarlo.

-sí, ¿por?

-no, es que como dijiste que debíamos hablar, sí, se me ocurrió saber con exactitud qué relación tienes con mi nuevo amigo, y me deja un poco más tranquilo saber que no follaste con él después de haber hecho ese espectáculo- soltó como si nada, Solomons menor rio con burla en su lengua, esperando desesperarlo.

-obviamente había más de una cama, era un hotel, ¿te imaginas si solo hubiese una cama en todo el jodido edificio? Sería un caos total- le vio fruncir el ceño y tensar la mandíbula.

Aun tenía rencor guardado, no esperaba que este saliese de su cuerpo de un día para otro, pero molestarlo y desesperarlo podría ayudar al proceso de soltar aquellas tensiones.

Abrió la boca intentando responder con algo ingenioso, sin embargo se calló al no encontrar nada relevante, sin estropear el avance que entre ambos surgía, vio de reojo como retomaba la lectura de una hoja que parecía pedirle algo, le escuchaba leerla en suaves murmullos que hacían el ambiente menos tenso.

Estaban perdidos en la relación que tenían, el mayor esperaba poder, en el poco tiempo que vería a Scar, retomar una buena relación y tener una conversación decente sobre lo pasado, no sabía cuando llegaría el momento o si sería pronto, pero esperaba que cuando lo discutieran poder expresarse de buena forma.

-me voy, no creo verte hasta unos días más- se levantó, huyendo del lugar para beber lo último en su taza, camino hacia la puerta.

-Scarlett- le llamo suavemente, con una mano le indico que siguiera hablando- antes que se me olvide, gracias por matar a esa mujer, uh, yo no podía matarla, necesitaba esa presión de que no podía hacer cosas estúpidas o hablar de más, de mencionar todas esas malditas cosas que me rodean. Era una forma de controlarme- dejo la carta de lado para poder mirarla.

Recordó el rencor que sintió al verla hablar como si fuese inocente, la furia de que Alfred no podía hacer algo sin poner en riesgo a los demás, en cómo sus acciones lograban salirse del esquema perfectamente planeado que tenía, para ser desordenado y bruto.

-debiste de haberlo hecho- tomo la perilla dirigiéndole una última mirada- especialmente porque yo no la maté.

Camino por toda la fábrica hasta dar con el exterior y recibir aire fresco, notando a sus trabajadores cargando cajas con armamento, otros hablando entre risas y unos cuantos más cargando camiones con barriles. Fue hasta el lugar donde suponía estaría el blinder, queriendo despedirse antes de que este se fuese a Birmingham y no verlo hasta una semana como mínimo.

-¡ni siquiera me discutes, Tom!- escucho a Charlie hablar, por lo que, con unos pasos diviso al hombre, con un cigarro adornando su boca y una posición de serenidad- ya no es divertido pasar y que no te amenacen con cortarte algo.

Hizo acto de presencia al saludar al canoso, quien le devolvió el saludo rápidamente.

-entonces les sonríes y no haces nada que pueda perjudicarnos- el mayor negó con muecas de desagrado, alejándose de ellos- ¡podrías regalarles una jodida sonrisa de tu parte, eh!

Solomons se quedó a su lado, intentando descifrar como era el orden establecido solo con mirar a los hombres transportando cajas, sin notar como Thomas admiraba su perfil, sin la necesidad de hablar en los primeros minutos.

-¿hoy a qué hora te iras?- negó soltando lejos el cigarro, enderezando los hombros y girando el torso en su dirección.

-podría quedarme más tiempo, no quiero ver a Michael por ahora- confesó mirándole directamente, siendo correspondido cuando le vio con dudas- y me necesitas, cariño, no planeo dejarte con ese idiota como si no fuese importante. ¿por qué?

-pensé que tendría que ir a despedirme a la estación, ya sabes- sonrió con la pequeña ilusión de que se quedaría en Londres solo por ella- decirte que te extrañare todos los días en los que no te vea y besarte como si no nos volviésemos a ver. Despedidas empalagosas, que no vivirás hoy y espero que nunca.

El hombre se fijó en la sonrisa que adornaba la boca de su amante, dando el atrevimiento de acariciar las facciones suaves de la diosa con suavidad, siendo lento cuando su pulgar rozo los labios color carne de Scarlett, entreabrió los suyos como acto reflejo.

-podrías besarme ahora- opinó seductor, sin desviarse de su principal objetivo, los labios de Scar.

-sí, podría- cerro los ojos acercándose a él, sonriendo contra los belfos ajenos, percibiendo como esperaba que ella actuase, por lo que prefirió jugar y susurrar- pero tengo cosas que hacer- cambio de dirección besando su mejilla, sintiendo con el tacto de sus dedos la cadena del reloj que Tommy tenía en los bolsillos del chaleco.

Thomas se quedó callado unos segundos, comenzando a sonreír por el gesto de aparente victoria que tenía Scarlett, asegurándose rápidamente que nadie los mirara, aunque si esto sucedía, no tendría pudor.

La sintió alejarse de él, dispuesta a irse, por lo que su mano disponible subió por la espalda hasta parar en la nuca femenina, la atrajo a él de forma posesiva y egoísta, besándola con lentitud, mordiendo su labio mientras sentía que Scar inclinaba la cabeza hacia un lado, disfrutando de como estaba sobrellevando la situación.

Se separo unos centímetros para tomar aire, sin embargo, no pudo seguir con su plan, puesto que alguien se aclaro la garganta a su lado, la menor sonreía entre sus brazos, busco al culpable quien jugaba con su gorro sin querer mirarlo a los ojos.

-¿y estas cajas, señor? ¿en qué...? ¿en qué bote irán?- tartamudeo al final, inquieto.

-en el cuarto, donde esta Curly- aún seguía en su lugar, como si no lo hubiese escuchado por los nervios- ¿alguna otra puta duda?

-oh, no, yo solo... perdón por haberlos interrumpido, señorita Scar- sin siquiera dejarles responder, corrió hasta sus compañeros, chocando con unas cajas livianas, las cuales salieron volando al impactar, miro divertido el camino que seguía.

-pobrecito, lo pusiste muy nervioso- negó cambiando de posición, con su mano izquierda en la cintura de la mujer.

-no hice nada, cariño- sintió el contacto de Scar en su mejilla, quien dejo un beso como despedida, un sonidito acompaño el choque.

-me tengo que ir, antes de que sea tarde- sin quererlo, soltó su agarre- no vemos luego, ¿verdad?

-por supuesto, Scarlett- asintió, viéndole por ultima vez antes de salir del área de la fábrica, dispuesta a ir hacia el museo que se encuentra en el centro de Londres.

Su idea principal era saber cuanto estaba dispuesto a dar James por algo de sexo, no iba a exponerse como una carnada, pero si vería como reaccionaba el hombre al decirle que tenia muchos problemas que ella no podía solucionar, que necesitaba de la ayuda de alguien tan influyente.

Uno de los puntos débiles de Hopkins era que lo subestimasen, le gustaba hacer lo contrario a lo que le decían, si es que era retado a hacerlo, con más ganas y esfuerzo lo llevaría a cabo, y si tenia un supuesto premio, no habría nada que lo detuviese.

Caminaba por Candem con confianza, viendo a niños jugar por las calles sin ningún miedo, de lo cual se sintió orgullosa.

Era una regla de los Solomons. Los niños no deben estar en ninguna pelea, si van a ellos en busca de trabajo, estos no podían relacionarse con algo ilegal y muchísimo menos relacionarse con armas, no hasta que se considere lo bastante maduro y responsable para hacerlo. Querían que los niños pudiesen disfrutar de su niñez, no que estos tuviesen que trabajar desde tan temprana edad como les sucedió a ellos, muchas veces no podían negarse, familias enteras necesitaban de los jóvenes y no podían rechazarlo por mas que quisieran.

No fue hasta meses atrás que todos debieron tener un arma consigo, por seguridad, rompieron sus reglas, pero no del todo, estos no podían relacionarse con el ron ni con el vino, solamente con la joyería que hasta el momento era lo más legítimo que tenían.

Gracias a un taxi logro llegar con mas facilidad a Galería central, un enorme edificio donde estaban expuestas muchas obras de arte que más de una vez se dedico a observarlas. Era un edificio de color blanco, pilares enormes y muchas escaleras alrededor de la entrada, estatuas de gente que actualmente obviaba, y frente a ella Chesham Street, solamente tenía que bajar por la avenida y encontrarse casualmente con el hombre.

Sabía que se encontraría en el ministerio de relaciones exteriores, otro edificio antiguo y con las mismas características que el museo ubicado en su espalda, por lo que tomo aire organizando sus ideas, caminando con lentitud para buscar a su presa entre tanta gente.

Dio pasos alargados y con aire distante, escondió las manos en los bolsillos a la vez que se acercaba cada vez más al ministerio.

Hasta que lo vio hablando con un hombre que no reconocía. James lucia pulcro y elegante, su cabello con leves rizos rubios peinado hacia atrás, hombros derechos y mirada seria, ladeando la cabeza hacía un lado para escuchar mejor a su acompañante.

Cruzó con rapidez la calle, fijándose en qué camino tenia que recorrer para que este la viera y ella simular desosiego con la mirada baja.

-tenemos muchas esperanzas en usted, Sir Hopkins, si logra agradarles a los escoceses con sus autos modernos, ¡por dios! Quizás pueda ganarse el título de duque- vio a unos metros los zapatos lustrados del mencionado.

-roguemos a dios que así sea, señor, sería un orgullo para mi recibir ese título solo por hacer las cosas que amo- paso a su lado sin inmutarse, escuchando detrás de ella como este dejaba la oración al aire- pero si me disculpa, tengo cosas que hacer, nuevamente gracias- sonrió al sentir su mirada sobre ella.

-¡nos vemos, muchacho!

-¡Scarlett!- simulo no oírlo- ¡Scarlett!

Un agarre en su brazo le hizo dar media vuelta, chocando con su pecho y mas arriba su rostro marcado de superioridad.

-¿Cómo estás?- le sonrió coqueto sin soltar su brazo- ¿qué haces aquí, princesa?- en el segundo que soltó su antiguo apodo, se arrepintió de ser llamada de esa forma, ahora mismo le daba vergüenza recordar como le había pedido que le dijese así.

-hola, James, sí, estoy bien- regalo una sonrisa vaga entrando al papel, notando como este enseguida se daba cuenta de su humor extraño.

A calles de distancia, muchísimas, Tommy dejaba su abrigo en el respaldo de una silla de su hermana, hablándole que volvería en la noche con Scarlett, esperando que no se asustase al escuchar la puerta abriéndose, siendo cuidadoso al explicar que no necesitarían de dos habitaciones distintas, lo que ocasiono en Ada curiosidad, más sabiendo que Polly le había advertido de su comportamiento con Solomons alrededor.

Las horas pasaron con rapidez, colores morados y azules creaban una armonía hermosa en el cielo, batallando con gracia sobre quien se quedaría con mayor espacio, sin dioses que peleasen por lluvia, viento o claridad, todo parecía bien. El ruido de la ciudad cada vez se apaciguaba más, con familias cenando, personas durmiendo y muchos más recién llegando de su trabajo, demasiado cansados como para pensar en comer.

Pero no todo podía ir con naturalidad en Londres, menos con una guerra entre dioses, donde el mínimo conflicto no pasaba desapercibido, con respuestas inmediatas y feroces, menos en aquella ocasión. Donde, en la oscuridad de un almacén con litros y litros de vino, Tommy fumaba mirando al chico gritar desesperado por ayuda, con la garganta desgarrada de tantos intentos de llamar la atención, sus ojos vendados y manos atadas con fuerza a la silla de madera en la que se encontraba.

-¡ayuda! ¡por favor se los ruego!- pidió nuevamente, ni siquiera contaba los gritos después de 10 minutos en silencio- ¿hola?- saludo cuando escucho sus pasos lentos y calculados- por favor, necesito que me ayudes, te pagare el doble... ¡el triple! De lo que esa zorra judía te da.

Shelby asintió, arremangando su camisa hasta los codos, sintiendo tensión en el ambiente y miedo en cada poro del contrario, con su labio inferior temblando.

-vuelve a decirle así, hazlo- susurro lento, bajo, respirando aparentemente tranquilo, frente a él, Engel Sabini frunció el ceño, sin saber quién era.

-es verdad...- se removió intentando sonar convencido- es una zorra, ¿Cómo crees que consiguió todo lo que tiene? Se debió de haber acostado con hombres jodidamente adinerados- apretó la mandíbula, sus nudillos se tornaron blancos por la fuerza que ejercía, intentando controlar su impulso- y su hermano, quizás también lo hizo con él, sino no me explico como puede ser que Alf...

Sin contenerse golpeó el rostro contrario, dando con el pómulo y parte de la mejilla, antes de que el peso del hombre hiciese que la silla se cayese, afirmo con fuerza esta.

-te lo advertí, por lo que ahora tendrás que ser jodidamente cuidadoso con lo que digas, ¿eh?- no le dejo responder, dándole un puñetazo en la nariz, sin detenerse a pensar si era lo adecuado o no.

A la mierda con lo adecuado, solo quería demostrarle que no podía hacer todo lo que él quisiera, menos hablar de tal forma sobre Scar.

Sangre comenzó a salir de sus orificios nasales, manchando su camisa gris, soltó aire tembloroso cuando él se alejó unos pasos, dando vueltas por el lugar. Superioridad y poder comenzaron a marcarse por su rostro, sabiendo que ese suspiro era de relajación.

-tengo toda la maldita noche para desquitarme contigo, no te relajes, bastardo arrogante.

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