Elissa
Aún no me lo puedo creer, me voy a casar con el hombre que amo.
Salimos del auditorio para ir a comer, me veo en el espejo retrovisor y estoy pálida, el sueño me abarca y gotas de sudor empiezan a chorrear por mi frente.
-Para el coche Abner--las arcadas llegan ami.
-Lissa no puedo parar estamos en carretera.
-Orillate ya--Mascullo.
No reniega más, se orilla y salgo corriendo del coche, el vómito sale y me siento mas débil.
-Mierda Lissa ¿estás bien?--Pregunta.
No respondo, el vómito vuelve y lo saco todo. Erik corre y alza su mano tocando mi vientre.
-Hermanos--Susurra.
O mierda, mierda.
-Que--repito perpleja.
-Vamos al hospital Lissa--El tono es firme, no me queda más que obedecer.
Subo al coche y Abner maneja como loco, disminuye la velocidad cuando llegamos, no estoy preparada para ser madre apenas tengo 18 años que voy a hacer con un bebé. Aparte de mimarlos.
Entramos al hospital observando todo con atención, Abner me registra en la recepción con la secretaria que cada vez le hace ojitos.
-Voy a tener hermanos--Afirma Erik.
Río ante su comentario, claro que no me causa gracia, si estoy embarazada no pienso abortar, el pequeño es un arma letal para el mundo, es causa de un amor que destruye.
-¿Quieres tener un hermano?--Le pregunto a Erik.
-Seis -Responde.
-¿Porque tantos Erik?
-Quiero jugar con ellos.
Abner camina en mi dirección y puedo notar lo frustrado que está.
-Si tienes un legado mío dentro de ti, saldré de la mafia, saldremos--Afirma--No esta en discusión, nos iremos lejos y no volveremos nunca Lissa.
No respondo, no había pensado en eso.
-Elissa Lombrado--me levanto de la silla al ver a la mujer con bata.
-Soy la doctora Miller--Continúa--pasen, vamos a hacerte un ultrasonido de urgencia, su marido me comentó que no tienen el tiempo para pruebas y que quiere directamente la ecografía si es que hay un pequeño dentro.
-¡Tres, tres, tres! --Erik grita.
Entramos a el consultorio, hay máquinas, una camilla y enfrente está una tele.
-Sube--palmea la camilla--alza tu blusa.
Hago lo que me pide, alza su mano cogiendo un bote para vaciar algo en mi estómago y automáticamente mi mano toma su muñeca ejerciendo fuerza.
-Tranquila solo es gel transparente, ayuda a trasmitir las ondas sonoras.
-Lissa--Abner toma mi otra mano.
La doctora aún así comienza a poner el gel, empieza a frotar un pequeño instrumento de mano sobre el gel.
-Esto--señala el instrumento--se llama transductor.
No hablo y sólo fijo mi mirada en la pared, puedo notar como Abner sonríe, aún así no le presto atención. No se cuanto tiempo pasa aún así me remuevo incómoda.
-En hora buena, muchas felicidades--mi cabeza gira en su dirección como la exorcista y quedo perpleja--No son uno ni dos, son tres.
Dios mío, las lágrimas salen y una felicidad me abarca, Abner junta nuestros labios, su lengua pide permiso para entrar y le abro espacio, nuestras lenguas danzan mientras que miles de emociones rondan en la habitación.
-Tres, tres, tres--Erik hace un pequeño baile mientras que la doctora se ríe. Suelto su muñeca y en ella quedan mis dedos grabados.
-Lo siento--me disculpo.
-Está bien, me alegro por ustedes, van a tener tres muñequitos.
-¿Cuando podemos volver a venir? ¿Cada cuando es el chequeo? ¿Puede usted atenderla siempre? ¿Cuando se pueden ver? ¿Debe guardar reposo? ¿Puedo alimentarla a cada rato?--las preguntas salen con rapidez.
-No se preocupe, le aré un chequeo cada mes
-Estaremos aquí--Afirma, un sentimiento extraño me abarca y lo ignoro.
Me acomodo la blusa y nos despedimos de la doctora, tomo la mano de Erik saliendo del hospital mientras que unos brazos me rodean por la espalda llenandome de besos por toda mi nuca y espalda.
Abner
Mierda voy a ser papá de tres bebés, quizá debería ir comprando cunas y todo lo que se necesite.
Llegamos a un puesto de Tacos, se que es lo que mas le gusta a Lissa aparte de las hamburguesas, bajamos de la camioneta y procedemos a las mesas, el mesero llega y Lissa posa sus ojos sobre el examinándolo.
-Que van a pedir--Pregunta, le calculo mi misma edad unos veintitrés años.
-Quiero dos ordenes de Tacos, una botella de agua mmhh, y una coca--habla Lissa, desvía su vista a la carta dejándole de prestar atención y río para mis adentros imbécil.
El chico se queda idiotizado observándola y tengo que tener uso de mi razón para no levantarme y partirle la cara.
-Uhhhhh--Erik se ríe en mi cara.
Le trueno los dedos llamando su atención.
-Concéntrate en hacer tu trabajo y no en acosar a mi mujer, quiero una orden de Tacos, para el niño cuatro Tacos y dos cocas--Finalizo
El chico se va alegrándome la vida, mi mis manos viajan a él vientre de Lissa, ella lleva mi legado, mis hijos, nuestros hijos.
-¿Que crees que sean?--Le pregunto a la madre de mis hijos.
-Bebés--contesta Erik.
Los ojos de Lissa se cristalizan y las lágrimas empiezan a salir.
-Oh no, no, no, no llores.
-Si mami no llores--Erik termina de empeorarlo, Lissa comienza a llorar a chorros.
-No estoy llorando--dice--Tengo hambre.
Se para de la silla y se sienta en mi regazo, la abrazo contra mi con más fuerza.
Minutos después Lissa ya esta comiéndose las dos ordenes de Tacos, compró medio pay de limón y supongo que no quiere compartir.
-¿Mami me das?--Erik es bueno a la hora de manipular pero con Lissa no lo hace, solo consiguió una pequeña rebanada.
-¿Ami también me das?--Pregunto.
-No, la señora los vende baratos, comprale uno--Su tono voz es agresivo.
Me levanto y compro un pay de queso, estoy seguro que a ninguno de los dos les gusta. Regreso a la silla con el pay en la mano, lo destapó y a Lissa se me van los ojos.
-Dame--No me está preguntando me lo está ordenando.
-La señora los vende baratos, comprale uno--Repito lo mismo que ella me dijo.
-Entonces vas a dejar a tus hijos sin comer, probablemente se me haga un grano en la lengua, sabias que los niños pueden salir mal porque no les dan a las mujeres para los antojos--Eso me asustó debo admitirlo.
Le tiendo el pay y comienza a devorarlo, espero a que deje a que tome una cuchara, me centro en su vientre y entonces me tiende el pay.
-Ten--lo tomo y está vacío.
-¿Enserio?--Pregunto.
-A Erik también le gustó, sabes escoger bien--Pongo los ojos en blanco--Vamos la hora de visita termina.
Se levanta, carga al niño, toma su bolso y saca dinero.
-Ya pagué--le digo.
-Como sea.
Subimos a la camioneta y Lissa se pone como niña pequeña al ver los algodones de azúcar, la complazco comprando seis de color rosa.
En el camino Lissa y Erik cantan a todo pulmón Locked Out Of Heaven mientras grabo con mi celular, la parte favorita llega y parece que me van a reventar los oídos
-Cause your sex takes me to paradise
Yeah, your sex takes me to paradise
And it shows, yeah, yeah, yeah, yeah--Capto el momento y me uno a ellos.
Minutos después ya habíamos dejado a Erik en la academia, regresamos al hotel porque a Lissa le volvió a dar hambre.
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