CURSED LINEAGE ยซthe witcherยป

By a-andromeda

178K 17.9K 21.1K

๐•ฎ๐–š๐–—๐–˜๐–Š๐–‰ ๐•ท๐–Ž๐–“๐–Š๐–†๐–Œ๐–Š | LINAJE MALDITO ยซ๐˜ข๐˜ฎ๐˜ข๐˜ณ ๐˜ญ๐˜ฐ ๐˜ฒ๐˜ถ๐˜ฆ ๐˜ฏ... More

CURSED LINEAGE
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
XXXIV
XXXV
XXXVI
XXXVII
XXXVIII
XXXIX
XL
XLI
XLII
XLIII
XLIV
XLV
XLVI
รREA GRรFICA
CONร“CELOS
AGRADECIMIENTOS

XXI

3.1K 301 316
By a-andromeda

"     Coraje es descubrir que puedes no ganar,
e intentarlo cuando sabes que puedes perder.     "
—Tom Krause.






                    —Interesante la manera de enterarme que la maldición no es un problema ya.

Margery aguantó la respiración unos segundos, sus manos temblando a pesar de que estuvieran agarrando con exagerada fuerza la tela de la falda de su vestido. Tenía el corazón latiendo desbocado en el pecho, más la sensación que aquello le producía era bastante lejana a la sentía cuando estaba a solas con Geralt. Era nauseabunda, incómoda y bastante preocupante. A pesar de todo eso, se obligó a dar un paso hacia el frente, empero la protección desinteresada que le dio la anatomía del brujo le impidió avanzar más.

Apretó sus labios y lo miró de reojo. Sabía a qué venía su reacción. Ninguno de los dos podía predecir cuál sería el siguiente movimiento que Ivo daría y el rivio parecía estar listo para lanzarse encima de él, en caso de encontrarlo necesario. El hombre de piel oliva y cabellos negros podía salir corriendo a gritar lo que vio a los cuatro vientos, poner una condición a su silencio o formar un trato que fácilmente podría romper a su gusto y como más le fuera conveniente. Sospechaba que Geralt solo veía una manera de protegerlos a los dos. La princesa no sabía cuál de todas esas opciones le aterraba más, pero lo que sí sabía, era cómo luchar por manejar una situación a su favor. 

Después de todo, ella había sido criada en medio de La Corte. Aislada, sí, más eso no disminuía su habilidad para protegerse in necesidad de tener que alzar una pesada espada. La reina Caitriona podía ser alguien que desconocía cualquier clase de afecto hacia su sangre, pero al menos se había encargado de enseñarles lo que debían aprender para sobrevivir en ese ambiente. Ser como su progenitora era uno de los tantos pasos para lograrlo.

—Geralt... será mejor que te retires —habló por primera vez después de unos mortificadores segundos en silencio.

No lo miró directamente al rostro, no hizo amague alguno de posar su mirada en él en ningún momento. Sabía de sobra que cualquier movimiento que ella hiciera dirigida hacia el brujo no haría más que empeorar la situación. No podían darse ese lujo que pronto se convertiría en otra maldición, si es que no lo era ya.

El nombrado la miró de repente, luciendo sorprendido por sus palabras, pero se recuperó con rapidez. Después de mandar una última mirada amenazante hacia el rey timatenense, tensionó la mandíbula e hizo sus manos puños, para así marchar hacia las afueras del castillo.

Aunque todo su cuerpo protestó en contra de sus acciones, sabía que no podía quedarse con la princesa. Sabía que eso sería ponerla en peligro de maneras que él no comprendía, porque su vida no se desarrollaba alrededor de personas nobles ni reyes a no ser que fuera para completar un trabajo. Sin embargo, nada lograba regresarle la estabilidad a la que había estado acostumbrado antes de llegar ahí. Confiaba en Margery, aunque eso no terminaba de tranquilizarlo por haberla dejado a solas con un hombre que tenía en sus manos la información perfecta para destruirla con solo abrir la boca.

¿Cómo había permitido que todo se le fuera de las manos? Sabía que era su culpa, por haber actuado pensando en sus deseos sin sopesar con cabeza fría las consecuencias de sus acciones. Ninguno lo pensó a fondo y ahora debían enfrentarse a algo en lo que no habían tenido una preparación previa: ser descubiertos.

Sus decisiones de acercarse al otro todavía eran muy jóvenes, no obstante, eso no las había hecho menos peligrosas. Y Geralt debía ser una vez más consciente de lo que era común y concretamente correcto.

—Supongo que su alteza tiene una buena explicación para lo que mis ojos acaban de ver. —Ivo dio un paso en su dirección, pero la pelirroja alzó sus manos desnudas delante de ella para detenerlo.

—Puede intentar averiguar si la maldición ya no es un problema con su propia experiencia —le invitó —. Pero tal vez no logre contarla si se atreve a avanzar más.

Los pasos del hombre se detuvieron, más él soltó una ligera carcajada. Quizás la última acción solo había sido el impulso de ocultar sus dudas.

—¿Y espera a que yo me crea este patético intento de mantenerme callado sobre sus actividades de prostituta con ese monstruo? —Inquirió alzando una ceja.

Muy pocas veces Margery se había enojado de manera que sus pensamientos se entremezclaran entre sí de un segundo a otro. Pero la rabia que que consumió su vista y su cuerpo no tenía comparación con algo que hubiese experimentado antes. Sus delicados y amables rasgos se crisparon a la vez que el calor se hizo presente en su rostro, pero eso no fue nada nuevo, aparte de los extraños cosquilleos que las puntas de los dedos de sus manos sintieron.

Ante sus ojos se presentó una imagen que resulto reconfortante. Ella acercándose al rey para amenazarlo de cerca con su letal toque. Sería la segunda vez que usaría la maldición a su favor y sabía que disfrutaría el cambio de reacción por parte del hombre. Solo aquellos que ya habían ejercido actos de valentía tomarían tal riesgo, pero algo en su cabeza le decía que Ivo no era uno de ellos.

Apenas esa imagen se desvaneció de su cabeza, apretó la mandíbula con enojo, a sabiendas que no podía hacer nada al respecto. No podía asesinar a un rey que estaba en sus tierras para formar alianzas, no podía demostrar que le importaba Geralt, no podía reaccionar de ninguna forma que sabía que la perjudicaría. Si quería seguirse protegiéndose a sí misma y al rivio, tenía que ser astuta. Y no había mejor manera de lograrlo que hacerle creer al rey que llevaba toda la delantera, que tenía todas las de ganar y nada que perder. Aunque por el momento fuera exactamente así, ella tendría que complementar su plan.

Margery sabía que, por mucho que le pesara aceptarlo, su palabra como mujer, la palabra de Geralt como brujo y alguien que había sido contratado, no era nada a comparación de la palabra de un rey. No importaba de dónde proviniera el monarca, todo lo que saliera de sus labios sería mucho más creíble que la misma verdad.

Bajó sus extremidades con lentitud, sintiendo el corazón pesado en su interior y la piel de sus manos zumbando en sintonía con sus oscuros deseos, de dar por terminada cualquier amenaza del hombre usándola maldición a su favor.

—¿Cuál es el trato?

Su pregunta pareció tomarlo desprevenido por unos primeros cuantos segundos, pero pronto él reaccionó y una oscura sonrisa curvó sus labios. La pelirroja apretó la mandíbula, más se negó a desviar la mirada como sabía que el pelinegro esperaba que sucediera. Ella sabía que siempre debía poner un límite a la hora de ceder, y ese era su papel por el momento.

—Mercibova necesitará muchos amigos, puesto que puede ser atacado primero por Alysion, gracias a su encaprichado rechazo hacia el rey Eustace —comenzó a hablar, volviendo a acercarse hacia ella para ofrecerle uno de sus brazos.

Margery observó su invitación por un momento antes de aceptarla con incomodidad, y juntos comenzaron a caminar a través del desolado pasillo. En su cabeza agradeció no tener los guantes, pues cualquier movimiento en falso del hombre, ella tendría la ventaja. Los dos estaban conscientes de ello, por eso mismo, ninguno se atrevió a hacer algo más.

—El ejército más grande de esta parte del continente es el de Amcottes, pero el rey Damien no parece ser alguien que comparta mucha información sobre su reino —continuó, como si nada hubiera sucedido anteriormente, no obstante, la princesa sabía que estaba a punto de revelar lo que en verdad quería —. Tal vez una mujer bella, que debe escoger con quién contraer matrimonio, logre que su majestad se sincere.

—¿Quiere que espíe a un rey? —Cuestionó tratando de zafarse, pero el agarre Ivo se intensificó y el dolor se disparó en su brazo con ayuda de la doblada posición del mismo. Dejó salir un pequeño quejido, pero se quedó en su lugar, siguiéndole el paso a regañadientes sin poder desenredarse del brazo masculino.

—Quiero saber qué tan dispuesta está en ocultar sus aventuras —siseó él, inclinándose un poco hacia ella, pero mantuvo la mirada hacia el frente, donde ya se veían algunas personas caminando alrededor —. Después de todo, su pureza no parece ser una realidad como sus padres lo han hecho creer.

Aquellas palabras hicieron que sus pasos se detuvieran de golpe. Con el ceño fruncido, posó sus ojos verdosos en el perfil del rey timatenense.

—Eso no es verdad.

—Ya no hay nada que pueda hacer para convencerme de otra forma, princesa. —La soltó y se alejó de ella para después mirarla de arriba hacia abajo, haciéndola sentir pequeña y más como un objeto que ser humano —. Le daré tiempo para considerarlo, pero tenga en cuenta que, si hasta el día de mañana a la hora del almuerzo no me ha informado de su posición, me veo en la obligación de sincerarme ante La Corte.



Asomó su cabeza por una esquina y observó el pasillo. Este estaba iluminado por las diferentes antorchas y lleno de gente, pero lo que Margery deseaba en esos momentos era poder ir a encerrarse a sus aposentos. No tenía la energía suficiente para entretener a los invitados ni de contentar a sus padres, convenciendo al mundo entero de que estaba buscando un esposo, cuando en realidad quería evitar cualquier clase de interacción con cualquier persona. Por más mínima que fuera.

Ni siquiera su entusiasmo por querer conocer más sobre el reino de Throp era suficiente para animarla por el resto del día. No tenía razones para cambiar su cara larga, su preocupación o mal humor. Tenía poco tiempo para pensar lo que haría, pues habían demasiadas cosas a considerar sobre lo que el rey Ivo había puesto en sus condiciones por mantener la boca cerrada.

Interactuar con todos sus pretendientes, acercarse más al rey Damien entre ellos, averiguar lo que más pudiera en sus ratos juntos para después reportarlo con el hermano de Nimia. Le estaba pidiendo demasiado, porque no solo él estaba dispuesto a mantenerse callado haciéndole pagar un precio tan grande como la falsa confianza, sino que también estaba listo para arrastrar a otras personas al asunto sin ellas saberlo. Mientras que la princesa era manipulada y a su vez manipuladora, algo en su interior le decía que debía llevar a cabo la tarea.

Tenía que encontrar pronto la manera de que el miedo no formara parte de sus pensamientos para así poder ella idear algo mejor con lo que defenderse. Pero por el momento, debía evitar a todas las almas que caminaban de un lado a otro. No quería ser vista y el camino hacia su ala era justo el que menos quería transitar.

Cerró los ojos por unos segundos y retrocedió. Esa tarde no sería la que se lanzaría a caminar por los corredores esperando a ser arrastrada a conversaciones que no le interesaban. Por lo tanto, dio media vuelta y, evitando cualquier tipo de contacto visual con los demás, salió del castillo hacia los jardines. Su habitación o la biblioteca no eran buenas opciones por el momento.

Apenas dio un paso sobre el camino de piedra, dos guardias se posicionaron con rapidez detrás de ella, sabiendo lo que debían hacer cada que un miembro de la familia real dejaba atrás la protección de los muros. Margery sabía que aquellas piedras eran tan buenas protegiéndola como lo era estar en medio de un bosque sin vigilancia constante. Ella era consciente que la promesa de su protección era solo una ilusión que no terminaba de acomodarse a sus experiencias pasadas.

No sabía ya cuánto tiempo llevaba caminando, su cabeza revoloteando de un lado a otro con opciones poco viables para la solución del nuevo problema que había creado. Lo único que sabía de todo el desastre, era que no tenía ningún arrepentimiento más que el haber sido descubierta. Incluso cuando se sentía insegura con respecto a los pensamientos de Geralt, tenía la ciega confianza de que él entendería y que tampoco pensaba retractarse de sus palabras, pues estas ya habían sido expresadas en acciones.

Antes de poder seguirse ahogando en sus preocupaciones, escuchó el distintivo sonido de metal contra metal, voces, gritos y gemidos de esfuerzo. Frunció el ceño y observó a sus guardias, pero estos no parecían reaccionar ante lo escuchado, pues siguieron en sus puestos alertas, más no parecían estar esperando algún ataque.

Pasó su mirada hacia donde creía que era la fuente del ruido y la llevó hacia el campo trasero abierto, cerca de los establos y donde generalmente el ejército era entrenado.

Comenzó a caminar hacia ese lugar, agradecida con la distracción que tal vez eso le daría. Además, sería la primera vez que ella estaría tan cerca de las prácticas de los caballeros y soldados, pues la última vez que hubo una guerra, ella había estado encerrada en la Torre Norte. Solía observar el mundo a través de una pequeña ventana, que apenas permitía que se filtraran los rayos del sol al interior de la habitación.

Entre más se acercaba, los sonidos eran más fuertes, los gritos de los comandantes comenzaron a ser mas claros, dando indicaciones y órdenes. Una vez llegó al punto en el que le era permitido estar y donde no comprometía su bienestar, se quedó quieta, observando con ojos curiosos y sorprendidos, todo lo que se desenvolvía en frente de ella.

Numerosas carpas se habían alzado durante la madrugada cuando todavía descansaba. No hacía falta que nadie le expresara en palabras lo que el paisaje le enseñaba. Las preparaciones para lo inevitable estaban en marcha y ella no sabía muy bien qué sentir al respecto, porque sabía que eso significaban muchas cosas al mismo tiempo, donde la mayoría de ellas, Pierstom y ella eran peones importantes para salvar su reino y quizá algunos otros.

Parpadeó y le echó una rápida barrida al espacio hasta que sus ojos cayeron automáticamente en un grupo de personas que resaltaba entre los demás. Sus pieles morenas y bronceadas, sus cabellos largos y recogidos, sus armaduras brillantes, de rojo y dorado, sobresalieron en medio de un campo plateado, azul y negro. Era la Guardia Especial Thorpana.

Sus ojos permanecieron pegados cual imanes en el grupo de admirables mujeres. Observó con suma atención sus movimientos, sus posiciones y sus decididos semblantes. Ninguna de ellas parecía estar incómoda ni mucho menos intimidada en medio de una zona que se creía que solo debían ser para los hombres. Era algo completamente nuevo para la pelirroja.

La creencia general con la que Margery había sido criada era que una dama era del hogar. Su existencia recaía en la tarea de dar a luz herederos y cuidar de un castillo para su familia. Una dama nunca debía estar involucrada en aspectos de guerras, a no ser que fuera para aconsejar y siempre era a puertas cerradas. Pero lo que la princesa de Mercibova no comprendía era cómo una mujer podría ser de ayuda cuando nunca había mirado de frente a lo que su país se podía enfrentar. ¿Cómo podían ser de ayuda sus palabras basadas en un imaginario, si no podía apoyarse en una realidad?

—Alteza, sería mejor si volviese al castillo —aconsejó uno de los guardias que la acompañaba.

Ella lo miró de reojo hacia atrás, sin volverse por completo.

—Estoy cómoda aquí —fue lo único que respondió antes de volver a posar sus orbes en las guerreras thorpanas.

Solo había sido cuestión de tiempo antes de que alguno de los dos hablara y sugiriera lo que ella ya sabía, pero en esos momentos no le interesó en absoluto. Recibía cierto consuelo al saber que en el continente existían mujeres que podían hacer lo que ella no. Que podían luchar por su gente de frente, que su vida y sus pieles estaban marcadas con valentía y honor. Casi le impresionaba pensar que no había nada de lo que ella hacía que pudiera ser considerado honorable, más que el hecho de formar una alianza en la que no tenía voz y le daban la ilusión de un voto y decisión.

—Su majestad se acerca —avisó uno de los soldados.

Margery apretó los labios y cerró los ojos con exasperación. Se volteó, esperando poder alejarse antes de que su padre la viera ahí, pero fue demasiado tarde, pues apenas miró hacia el castillo, el rey Eliastor, acompañado de Johannes y Damien, ya la había visto y se acercaba con decisión a ella.

No le quedó de otra más que esperar a que su padre se acercara. Con su sola mirada azulina ya le había dado una muestra del regaño que le llegaría más tarde apenas estuviesen a solas.

—Margery —saludó su progenitor —. Es una sorpresa verte pasear por estos lados. Estoy seguro que la reina te espera en el Gran Salón.

La princesa entrelazó sus manos desnudas en la parte posterior de su cuerpo, a sabiendas de que si Eliastor las veía, volver al interior del palacio sería algo más que solo una sugerencia. No había tenido oportunidad de ir a su habitación y sus guantes no habían quedado en el pasillo cuando estuvo con Geralt.

Trató de relajar su expresión mientras su mente maquinaba algo que pudiera decir, pero antes de siquiera abrir la boca, el rey thorpano intervino.

—Mis disculpas, su majestad, hace unas horas hablé con su alteza y le prometí conocer a la comandante de la Guardia Especial.

—No creo que eso sea necesario —se negó Eliastor, restándole importancia, mientras que la pelirroja no pudo ocultar su sorpresa momentánea ante la ayuda que recibió por parte del rey Johannes.

—Debo insistir, padre. Es un deseo de mi parte conocer más sobre lo que el reino de Thorp tiene para ofrecernos —halagó, tratando de parecer sincera y relajada.

Aunque sus palabras fluyeron con naturalidad, al terminar de hablar no pudo evitar mirar por un segundo al rey de Amcottes. Fácilmente había mostrado una preferencia que sabía que contentaría al rey mercibonense, pero también lo había hecho porque le daría tiempo para considerar una vez más la oferta de Ivo.

Era claro que ella encontraba cierta injusticia en sus acciones, pero el deseo de protegerse a sí misma y lo que quería construir y explorar con Geralt era más grande.

—En ese caso... —Johannes se acercó a la princesa y le ofreció su brazo.

La pelirroja miró el gesto y esa vez no pudo ocultar su nerviosismo.

—No tengo puestos mis guantes —admitió, ignorando la expresión de desaprobación por parte de su padre.

La amable sonrisa que le llegó por parte del rey thorpano la sorprendió. Incluso antes de que Eliastor pudiera negarse, Johannes volvió a hablar.

—Seremos cuidadosos, alteza —prometió.

La mujer asintió y aceptó la invitación, para después despedirse con un suave gesto de su padre y el rey Damien. Los dos dieron media vuelta para mirar hacia el campo y comenzaron a caminar, dirigiéndose hacia las carpas. Los soldados de la princesa les siguieron de inmediato, pero ella notó en seguida que estos habían tomado mucha más distancia que antes, como si desearan darles un poco de privacidad que ella no quería.

Una vez estuvieron lejos de su padre y antes de que el primer grupo de guerreros notara sus presencias, fue cuando decidió hablar.

—No tenía que mentir por mí, su majestad —murmuró la princesa sin voltear a verlo, a pesar de sentir la mirada oscura del hombre en su perfil apenas la escuchó.

—Un simple gracias será suficiente, su alteza —dijo con cierto tono divertido, pareciendo increíblemente relajado, aun cuando cualquier roce de la mano femenina atentaba contra su bienestar.

Margery apretó los labios y evitó resoplar delante del rey, mientras los dos caminaban en dirección a la Guardia.

—Supongo que hizo bien en recordar lo que le pedí en el festín —comentó encogiéndose un poco de hombros, pero el rey Johannes pareció satisfecho con sus palabras.

La princesa observó sus alrededores, dándose cuenta que nunca en la vida la habían preparado para hacer tal presentación en frente de soldados y caballeros en pleno entrenamiento.

El camino que los dos iban tomando era despejado de cualquier persona u objeto para ellos, dejándoles libre el trayecto hacia su meta. Eso último no era nuevo para ella, empero el ambiente era tan diferente en todos los sentidos posibles. El aire libre, la luz del sol, los trajes, la fuerza y firmeza que rodeaba el campo, la lealtad y lo mucho que significaba cada lugar de cada hombre ahí presente, produjeron una extraña sensación en la fémina. Un ardiente deseo de querer poder absorber su fuerza para sí. Tal vez si respiraba lo suficientemente profundo podría llevarse un poco de todo con ella, una vez tuviera que volver al castillo.

Sus ojos verdosos saltaron de un rostro a otro, notando con tremenda facilidad lo sorprendidos que estaban al verla caminando entre ellos. Un silencio que, en vez de ser incómodo, sino más bien curioso, se instaló y junto a ello, una respetuosa quietud se apoderó de los guerreros, cuyas miradas se mantuvieron pegadas en la figura femenina.

Muchos de ellos no volverían a casa después de la guerra y ella estaba segura que todos lo sabían, pero no lo hablaban. Que cuando de guerras se trataba, nadie hacía cálculos sobre su propia muerte y solía atribuirle a otros rostros desconocidos tal desgracia. Ella también quería hacer lo mismo, tener el descarado deseo y pedir por la suerte de que la mayoría de sus soldados volvieran a ver la primavera mercibonense.

Fue ahí la primera vez que notó cómo la sola presencia de su persona podía ser tan importante. No estaba atada a ningún compromiso y en esos instantes tampoco estaba relegada a casarse ni tener herederos. Su papel como princesa parecía ser más importante en aquellos segundos robados, comprendiendo así, que no existía posibilidad en el mundo que garantizara fidelidad a la corona de Mercibova. Un rey no era aclamado por el pueblo si no peleaba lado a lado con y por su gente. Tal vez y solo tal vez, ella podría hacerles llegar su propia lealtad hacia ellos y alimentar sus fuerzas y esperanzas si se involucrara más.

Pero aquel era un deseo tan nuevo e inesperado, que Margery tenía que aceptar que en realidad no sabía cómo reaccionar al respecto.

Una vez ella y el rey Johannes se adentraron a una carpa que llevaba la bandera de Thorp, junto a sus colores característicos, Margery notó de inmediato la presencia de tres mujeres y dos hombres. Los reconoció de inmediato, pues eran el capitán Raff y el comandante Denys. Al no ser parte de los diálogos que se estaban desarrollando con los demás reyes y su padre, no podía asegurar nada, pero la presencia de su gente con la de Thorp, en un lugar cerrado, indicaba algo más que solo una alianza.

El rey Eliastor confiaba en Johannes.

¿Acaso ella debía tomar en cuenta eso también? Su respiración se atragantó por un segundo al recordar que ella todavía debía tomar una decisión.

El pequeño grupo estaba rodeando una improvisada mesa sobre la cual se desplegaba un mapa de gran porción del continente. Parecían haber estado en profunda discusión hasta que sus miradas pararon sobre la pareja y sus voces acallaron de un segundo a otro.

La sorpresa del momento duró poco, puesto que apenas los soldados se dieron cuenta de quiénes se trataba, no demoraron en inclinarse ante ellos. La princesa observó con admiración a las mujeres, incapaz de ocultar su asombro y genuina curiosidad.

Las tres eran bastante altas, sus rasgos suaves, pero con una expresiones tan firmes y decididas que, por una milésima de segundo, la pelirroja deseó tomar sus puestos, siquiera por un día. Quería saber qué se sentía no estar atrapada en su propio cuerpo, quería saber qué se sentía estar segura en su propia piel y con la certeza de que no dejaría que nadie se le acercara a no ser que ella misma lo permitiera, no por azar del destino ni de la maldición, sino por su habilidad de no ser alguien indefenso. Una fuerza que, a pesar de saber que poseía, no podía actuar sobre ella.

—Su alteza, déjeme presentarle a la Comandante de la Guardia Thorpana, Agetha Riall. 

El rey dejó ir su antebrazo mientras que la mujer nombrada se acercó a ella con una media sonrisa. La comandante se inclinó ante ella para después presentar a sus soldados más allegados, para después invitarla a acercarse y a formar parte de la repentina reunión. Eso la sorprendió y la dejó quieta por unos segundos, antes de recomponerse y hacerse un puesto alrededor del mapa, cuidando su distancia por mera costumbre. El comandante y el capitán también lucieron sorprendidos, pero pronto enmascararon sus expresiones e hicieron un lugar para su princesa.

Margery notó, por primera vez en mucho tiempo, la facilidad con la que pudo relacionarse con otras personas afuera de su zona cómoda. Ninguno reaccionó a su falta de guantes ni se molestaron . La incluyeron, le hicieron preguntas y hasta la invitaron a observar algunas prácticas.

La cultura thorpana era tan diferente a la suya que resultó refrescante. A pesar de que algo en su interior le quería asegurar que su falta de interés a la maldición era porque no la conocían como ella. No sabían sus consecuencias ni lo que sucedía con ella, pero prefirió ignorar esa realidad y formar parte de otra, de esa que le estaban ofreciendo desinteresadamente.

Por el resto de esa tarde, la pelirroja olvidó los problemas que le esperaban una vez regresara al castillo. Olvidó que Johannes era un pretendiente que solo estaba en su reino para ganarse su favor y casarse con ella. Encontró en él alguien de quien aprender, escuchar y sin temor de hablar; encontró un amigo donde no pensaba buscarlo bajo ninguna circunstancia.

Olvidó tantas cosas que le preocupaban que, valiera la pena admitirlo en voz alta o no, se sintió agradecida ante la oportunidad de vivir tal experiencia.






Eeeeeeen fin... Johannes parece también ser un ángel. ¿Qué dicen? ¿Confiar o no confiar? Además, ¿será que Margery aceptará la propuesta de Ivo? :oooo porque recordemos que Damien resultaría siendo una víctima y como que nos ha agradado...

Lo otro que me pica preguntarles es ¿qué creen que vaya a hacer Geralt ahora? ¿Meralt estará preparado para esto o todo quedara así de dañado? Son preguntas bastante existenciales jajajaja

Como siempre, espero que hayan disfrutado del capítulo. Mil gracias por el apoyo, significa muchísimo para mí.

Síganme en instagram para ediciones y más: andromeda.wttp
En estos momentos hay una encuesta disponible en la historia para que vayan a votar. Es sobre la próximas actualizaciones de esta historia, por lo que les conviene xdd

¡Feliz lectura!






a-andromeda

Continue Reading

You'll Also Like

45.5K 3.9K 42
A Hydra se le habรญa presentado la ocasiรณn perfecta para llevar a cabo su nuevo experimento, alguien muy joven a quien moldear a su gusto. Segรบn las รบ...
417K 22.2K 30
New Orleans es una ciudad hermosa, con muchos turistas, y hermosos lugares que visitar, pero lo mรกs curioso de esta ciudad es su innumerable cantidad...
27K 1K 35
Eggman habรญa creado una mรกquina para absorber la energรญa de las esmeraldas del caos y la emeralda maestra pero esto causรณ que la mรกquina explotarรก po...
181K 11.1K 90
๐—ฆ๐—ฒ๐—ฟ๐—ฒ๐—ป๐—ฑ๐—ถ๐—ฝ๐—ถ๐—ฎ| ๐Ÿฎ๐Ÿฑ/๐Ÿฌ๐Ÿฒ/๐Ÿฎ๐Ÿฌ๐Ÿฎ๐Ÿญ ๐ฌ๐ž๐ซ๐ž๐ง๐๐ข๐ฉ๐ข๐š; โ„Ž๐‘Ž๐‘™๐‘™๐‘Ž๐‘ง๐‘”๐‘œ ๐‘Ž๐‘“๐‘œ๐‘Ÿ๐‘ก๐‘ข๐‘›๐‘Ž๐‘‘๐‘œ, ๐‘ฃ๐‘Ž๐‘™๐‘–๐‘œ๐‘ ๐‘œ ๐‘’ ๐‘–๐‘›๐‘’๐‘ ๐‘๐‘’๐‘Ÿ๐‘Ž๐‘‘๐‘œ ๐‘ž๐‘ข๐‘’ ๐‘ ...