Andar a tu lado ✔️

By GisyRipoll14

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🥈Finalista de los Wattys 2021🥈 Danielle Robson es una joven arquitecta que debe asumir la remodelación de u... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Epílogo
Nota de la autora
Nota de la autora 2

Capítulo 32

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By GisyRipoll14

"Todo ha salido bien. En una hora la pasan a una habitación".

Thomas suspiró, aliviado, cuando leyó el mensaje. Había estado muy nervioso; intentaba tranquilizarse diciéndose que las apendicitis eran cirugías de rutina, que no eran complicadas, pero él sabía que incluso lo más sencillo podía tornarse peligroso. Gracias a Dios que todo había salido bien.

Los niños estaban viendo una película en el salón principal. Ben había preguntado en par de ocasiones por su mamá, pero Tom le explicó que había decidido que él pasara el resto del día con ellos. El niño se alegró en parte por poder jugar con Tim, pero aquello le parecía sospechoso. En su regazo acariciaba a Cotton, que ya había crecido bastante, pero cada cierto tiempo volvía a preguntar por Danielle.

Thomas no sabía qué decirle, pero esperaba que Mónica pudiera darle después alguna orientación al respecto. A las cinco de la tarde llegó Rob de su trabajo; a pesar de que era sábado le correspondía el turno de guardia en aquella casa de Beverly Hills. No era un empleo muy agotador, y en ocasiones podía ser aburrido.

Thomas se alegró al verle, y le pidió pasar un momento al despacho para decirle lo que estaba sucediendo.

—¿Dónde está Mónica? —preguntó el moreno.

—Está en el hospital con Danielle. La han operado de apendicitis.

La expresión de Rob era muy elocuente. ¡Aquello no se lo esperaba!

—Ha salido todo bien, —continuó Tom—, pero necesito ir a verla. ¿Crees que puedas quedarte con los niños?

—Por supuesto, camarada. Cuenta conmigo.

—Gracias, amigo. Llamaré a George para que me lleve. Me da pena con él pues es su día libre, pero lo necesito.

Mónica estaba a su lado, con una sonrisa, transmitiéndole todo el ánimo del mundo. La cirugía había salido bien. Fue hecha por vía laparoscópica, con lo cual tenía tres pequeños piquetes en su abdomen.

Danielle estaba un poco aturdida todavía; sentía menos dolor, solo cuando se movía, y en la muñeca tenía puesta una vía con el antibiótico que le estaban suministrando. No había sido nada agradable para ella aquel momento, mucho menos sin sus padres. Por fortuna, Mónica se había comportado como una verdadera hermana.

—Todo estará bien —le repitió Mónica con una sonrisa.

Danielle sonrió brevemente.

—Gracias por lo que has hecho por mí, Mónica.

—No es nada, cariño. Somos como una gran familia, ¿recuerdas? Michael me ha dicho que probablemente mañana te den de alta.

—Es muy buen saber eso... —susurró Danielle—. Por favor, ¿crees que puedas llamar a los Robson? En ausencia de mis padres cuidarán de mí hasta que ellos lleguen. El martes le dan el premio a papá, no es justo que los preocupe o les haga venir antes por mi cirugía.

—¡Por supuesto que no! Entiendo bien que no alarmes a Donna y a Richard con esto, pero tampoco creo que debas ir a casa de los Robson. Son personas mayores y tendrían que hacerse cargo de ti y de Ben a la vez. Pienso que lo mejor es que vayas con nosotros para la casa...

Danielle no se lo esperaba, pero aquello tenía cierta lógica.

—No quiero molestar... Tom... —No sabía si él la querría allí.

—¡Tonterías! —repuso Mónica riendo—. Thomas se molestará si no te quedas con nosotros hasta que lleguen tus padres. Para mí es mucho más fácil ocuparme de los dos niños si Ben está en casa. ¡No será molestia alguna! Además, tenemos a Nancy...

Dani estaba casi convencida, sabía que era lo mejor para todos.

—Muchas gracias, Mónica. También creo que es lo mejor... Mi amiga Janice tiene un niño muy pequeño, y no creo que pueda ocuparse de Ben y de mí.

—¡No se diga más! Ahora descansa, por favor.

Michael recibió a Thomas en la entrada de cuerpo de guardia, con su ropa azul de trabajo y la bata blanca encima. Se notaba cansado, pero había tomado unos minutos para ver a su amigo.

—¿Cómo está ella? —preguntó Tom.

Ya casi había oscurecido, y hacía tiempo que Mónica no le daba noticias, sobre todo porque no había mucho más que decir, aunque para Tom, cualquier información era poca.

—Está bastante bien. Si todo sigue así mañana le daremos el alta, aunque deberá hacer reposo por alrededor de un mes.

—¿Crees que pueda quedarme con ella? —pidió.

Michael negó con la cabeza.

—Amigo, en tu condición es difícil permanecer tantas horas en el hospital. Es mejor que Mónica se quede, además es mujer.

—Pero yo soy su... —se interrumpió. Ya no lo era.

—Hazme caso, Tom; lo mejor es que te quedes en casa y cuides a los niños.

—¿Puedo verla? ¿Aunque sea un minuto?

Mike no pudo evitar sonreír. Quién hubiese conocido a Thomas unos años antes, jamás hubiese pensado que aquel hombre mujeriego, liberal y despreocupado, se sentiría alguna vez tan enamorado de una mujer.

—No es horario de visitas, y no es el protocolo, pero te llevaré.

Los ojos de Thomas se iluminaron y le dio las gracias.

Entraron a la habitación de Danielle con cuidado; Mónica al verlos les hizo señas de que Danielle estaba dormida, y se levantó de su puesto para abrirle espacio a Thomas. Los hermanos se dieron un beso, pero casi de inmediato Mónica salió al corredor con Mike, para conversar con él y estirar las piernas, de paso le daba privacidad a Tom.

Él se acercó a Dani; ella estaba dormida pero su semblante era más relajado que al mediodía. Ya no tenía expresión de dolor, aunque se notaba cansada. Tomó su mano por encima de la cama y se quedó viéndola. ¡La amaba tanto! Se había sentido tan impotente por no poder cuidar de ella, por no quedarse, por no ser la compañía más útil en momentos como aquel. Cierto que él cuidaba de Ben, pero hubiese preferido estar a su lado. Por circunstancias como esas creía correcto dejarla ir. Podría ser su amigo, pero jamás la pareja que ella se merecía.

Danielle abrió los ojos y lo encontró a su lado. El tibio tacto sobre su mano la hizo reaccionar; en sueños creyó que era él: había percibido su olor, la delicadeza de sus dedos, y despertó. Era real: él estaba allí.

—¿Cómo te sientes? —tartamudeó. No esperaba que ella se despertara.

—Estoy mejor. Es bueno verte...

Thomas le sonrió. Aquella mirada llenaba de dicha su corazón, pero una vez más se sentía como un completo inútil por no cuidar de ella.

—Ya todo pasó. Pronto estarás bien.

—¿Y Ben? —preguntó Dani preocupada.

—Está en casa con Rob; ha preguntado por ti, pero no le he dicho nada todavía.

Danielle se quedó unos instantes pensando, y le pidió luego a Thomas que llamara a Rob y que le pusiera a su hijo al teléfono. No quería preocuparlo. Jamás habían estado incomunicados, e incluso cuando se quedaba con sus abuelos ella hablaba con él por teléfono.

Thomas no dudó en hacer lo que ella le pedía. Habló un poco con Rob, quien le informó que los niños ya habían cenado, pero de inmediato le pasó a Ben:

—¿Tom? —dijo el niño del otro lado de la línea—. ¿Por qué te fuiste de casa?

—En un rato estaré de vuelta. Aguarda un momento, corazón.

Tom le tendió el teléfono a Danielle y ella comenzó a hablar con Ben. Estaba un poco más sensible que de costumbre, pero intentó mantener la calma.

—Cariño, mamá te verá mañana. Me he sentido un poco mal del estómago, pero ya estoy bien. Le he pedido a Thomas que cuide de ti hasta que nos veamos, ¿está bien?

—¿En serio estás bien, mamá? —El niño notaba su voz algo apagada.

—Estoy bien, cariño. No tienes por qué preocuparte. Mañana nos veremos. Pórtate bien y hazle caso a Rob y a Tom. Un beso grande, mamá te quiere mucho...

Tenía los ojos llenos de lágrimas cuando terminó la llamada. Tom recuperó su teléfono y luego le tomó la mano una vez más.

—Todo estará bien, Dani —le tranquilizó—. Ya lo peor pasó... Mañana te darán de alta y estarás con Ben.

Dani lo miró a los ojos, preocupada.

—Mónica me ofreció ir para la casa de ustedes... Dice que es lo mejor hasta que lleguen mis padres.

Thomas no lo sabía, pero lo había imaginado.

—Por supuesto. Es lo mejor, Dani.

—¿De verdad que no te importa? —inquirió ella.

Thomas frunció el ceño, no entendía la pregunta. Danielle advirtió que él estaba confundido y quiso ser más explícita.

—No quiero incomodarte con mi presencia, Tom. Puedo ir con los Robson y...

—¡No puedo creer que me digas eso, Dani! —exclamó él—. Voy a pensar que es efecto todavía de la anestesia. Me encantará que estés en casa, Dani. Es lo mejor para ti y para Ben y es lo que deseo. Jamás dejaré de ser tu amigo...

La palabra "amigo" dejó a Danielle desconcertada, al punto de que no pudo responder. La puerta de la habitación se abrió y entraron Michael y Mónica.

—Es hora de marcharse, Tom —le dijo el médico—. Mañana podrán charlar más. Dani debe descansar.

Tom se despidió de ella y se marchó, dejando a Mónica en su lugar. Dani cerró los ojos y se volvió a quedar dormida, pero la palabra "amigo" se repitió en su cabeza varias veces hasta que cayó en brazos de Morfeo.

A Danielle le dieron el alta al día siguiente como tenían previsto, y a mediodía estaba en casa de los Vermont. Llegó en silla de ruedas hasta el salón principal; aunque podía caminar, querían evitarle grandes esfuerzos. Ben se asustó cuando la vio y corrió hacia ella, pero Dani le explicó que estaba bien.

—No es nada, cariño —le tranquilizó con una sonrisa—. A mamá le hicieron tres pequeños agujeritos en la panza para sacar una tripita que le dolía.

El niño se quedó pensativo, por unos instantes.

—A Daniel Cook le hicieron lo mismo —le contestó—, y nos mostró su panza cuando volvió a clases.

Tim se acercó a Danielle y confirmó la historia. En su clase tenían a un compañero, Daniel, que tras un fuerte dolor le habían operado.

—Es verdad —recordó Danielle—, me hicieron lo mismo que a Daniel. Dentro de poco estaré tan bien como él.

—¿Nos dejarás verte la panza? —preguntó Tim con curiosidad.

Danielle sonrió.

—¡Tim! —le regañó Mónica, aunque reía—. Deja a Dani descansar, ¿está bien?

Thomas, quien estaba un poco más atrás, también le dio la bienvenida.

—Hola, Dani, ¿no quieres subir a descansar?

La aludida asintió.

—Te hemos preparado una habitación en esta casa —le explicó Mónica—. Como está el ascensor instalado, te será mucho más fácil y podrás moverte con mayor libertad.

Danielle miró hacia el elevador de cristal y el corazón le dio un vuelco al recordar la primera y única vez en la que subió por él: fue en el regazo de Thomas, la primera noche que estuvieron juntos. Cuando lo miró a él, también tenía una expresión inquietante, como si estuviera recordando lo mismo.

Danielle se acomodó en la cama; era una hermosa habitación de invitados, pero no era la habitación de él... Se sentía un poco extraña allí, pero se concentró en pasar tiempo con su hijo.

—A Ben lo hemos puesto en la habitación de al lado —le explicó Mónica—. No es conveniente que duermas con él a causa de los puntos, pero ahora los dejaré a solas para que conversen un poquito. ¿Se te ofrece alguna cosa?

—Muchas gracias, por todo, Mónica. Estaré bien. Ahora ve a descansar que te hace falta.

—Más tarde pasaré por tu casa para recoger algo de ropa para Ben y para ti.

—Gracias por pensar en todo; en mi bolso están las llaves de casa, puedes entrar sin problemas y te daré la clave de la alarma.

La aludida le sonrió y la dejó a solas con Ben, quien llevaba ropa de Tim puesta.

—Ahora dime, cariño, ¿qué has hecho en mi ausencia? —le preguntó Danielle a su hijo.

Él le contó que jugaron con Jack y con Cotton, vieron una película, cenaron con Rob y que en la noche Thomas le había leído una historia antes de dormir.

—¿Te sientes bien aquí?

El niño asintió.

—Te eché mucho de menos, mamá, pero me gusta estar aquí. Lo único que extraño es mi habitación y mis juguetes, pero Thomas me dijo que va a decorar una habitación de aquí como yo desee para que sea la mía. ¿No sería bueno?

Danielle no pudo evitar sonreír. Thomas era muy bueno con su hijo y por un momento se imaginó a los tres viviendo juntos en aquella casa.

—Me parece que serás un chico con mucha suerte si tienes tantas habitaciones, ¿no crees?

Ben sonrió.

Danielle advirtió que Thomas se detuvo en el umbral de la puerta. Sobre sus piernas tenía una mesa de madera plegada con comida.

—Hola, ¿puedo pasar? Nancy te envía el almuerzo.

Danielle le indicó que pasara adelante.

—¡Uy! —exclamó Ben al ver la comida—. Parece mala...

Thomas se rio.

—Es saludable, campeón, según las indicaciones médicas. Ahora ayúdame a colocarle la mesa a mamá.

Thomas alzó la mesa y el niño abrió las patas plegadas para que se mantuvieran firmes, una vez que la colocara encima de la cama.

—Muchas gracias, Thomas —le dijo Danielle.

—Ben, la comida de ustedes ya está lista. Tim y Mónica te esperan en el comedor. Te aseguro que Nancy ha preparado algo delicioso para ustedes, que no tiene nada que ver con este plato.

Ben sonrió y salió corriendo de la habitación. Tenía hambre y no quería perderse el almuerzo.

Danielle comió en silencio en compañía de Tom, pero al cabo de diez minutos terminó. No tenía tanta hambre y lo que había probado le bastó para alimentarse. Puso a un costado la mesa y se concentró en él, que de pronto experimentó cierta inquietud al quedarse a solas con ella.

—Gracias por todo, Tom —susurró—. Ben la ha pasado bien aquí contigo; es muy bueno para mí ver su sonrisa y saber que lo quieren tanto.

—Se ha portado muy bien, aunque te echábamos de menos... —Aquello no pudo evitar decirlo, pero después se arrepintió.

—Tom... —Danielle se detuvo un instante, no sabía por dónde empezar—. Creo que debemos hablar.

Él negó con la cabeza.

—No tienes que decirme nada, Dani. Es mejor dejar las cosas como están —se apresuró a decir—. Has pasado por una cirugía y estás agradecida con nosotros, pero es nuestro deber ayudar y lo hacemos con todo el corazón. No necesitas reciprocar el gesto diciendo algo que no sientes.

—No sabes lo que siento, Tom...

Él volvió a negar.

—Es mejor dejar las cosas así —repitió.

Danielle se quedó atónita cuando lo vio marchar de la habitación y tuvo miedo de no recuperar jamás lo que una vez tuvieron.

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