Andar a tu lado āœ”ļø

By GisyRipoll14

298K 22.5K 3.2K

šŸ„ˆFinalista de los Wattys 2021šŸ„ˆ Danielle Robson es una joven arquitecta que debe asumir la remodelaciĆ³n de u... More

CapĆ­tulo 1
CapĆ­tulo 2
CapĆ­tulo 3
CapĆ­tulo 4
CapĆ­tulo 5
CapĆ­tulo 6
CapĆ­tulo 7
CapĆ­tulo 8
CapĆ­tulo 9
CapĆ­tulo 10
CapĆ­tulo 11
CapĆ­tulo 12
CapĆ­tulo 13
CapĆ­tulo 14
CapĆ­tulo 15
CapĆ­tulo 16
CapĆ­tulo 17
CapĆ­tulo 18
CapĆ­tulo 19
CapĆ­tulo 21
CapĆ­tulo 22
CapĆ­tulo 23
CapĆ­tulo 24
CapĆ­tulo 25
CapĆ­tulo 26
CapĆ­tulo 27
CapĆ­tulo 28
CapĆ­tulo 29
CapĆ­tulo 30
CapĆ­tulo 31
CapĆ­tulo 32
CapĆ­tulo 33
CapĆ­tulo 34
CapĆ­tulo 35
CapĆ­tulo 36
EpĆ­logo
Nota de la autora
Nota de la autora 2

CapĆ­tulo 20

7.2K 560 59
By GisyRipoll14

Thomas llevó a Danielle a comer a Perch, un gustado restaurante en la zona del downtown donde se servía una comida estupenda. Un camarero los condujo hasta su mesa, en la terraza del lugar que se ubicaba en el quinto piso de un edificio, con lo cual poseía envidiables vistas de los rascacielos de Los Ángeles, completamente iluminados cual si fuesen árboles de Navidad.

—Es un gusto verlo otra vez, señor Vermont —saludó el hombre de unos treinta años.

—Muchas gracias, Martin.

Dani lo miró con curiosidad, pero no preguntó de inmediato. El empleado le ayudó a sentarse en su silla y retiró la de enfrente para que Thomas pudiera tomar su puesto.

—¿Visitas mucho este lugar? —inquirió ella por fin cuando se quedaron a solas.

Thomas le sonrió.

—Eres la primera mujer con la cual vengo, sin contar a Mónica —le contestó, mientras colocaba su servilleta sobre las piernas.

Danielle se puso roja. La había pillado, estaba un poco celosa.

—No fue eso lo que pregunté; pero me alegra saber que este no es el guión que sigues con todas las chicas.

Thomas ahogó una carcajada, ya que estaban en un lugar público.

—Solía venir con Mónica y con amigos, pero hacía tiempo que no venía. —Se ensombreció un poco—. Es probable que Martin se haya sorprendido al verme en silla de ruedas, pero son tan profesionales que ni siquiera preguntan para no incomodar.

Danielle sintió pena, así que tomó su mano por encima de la mesa.

—El lugar es precioso, yo tampoco había venido antes. ¿Por qué has pensado en traerme aquí?

Él se encogió de hombros, tratando de recuperar el buen ánimo.

—Siempre me ha gustado mucho; la vista es magnífica, la comida excelente. Cuando soñé esta noche romántica contigo, nos imaginé aquí.

—¿Y qué más imaginaste? —preguntó un poco nerviosa.

Thomas volvió a sonreírle, imaginaba lo que quería decir y le agradaba ver que se estremecía al hablar.

—Sueño todos los días contigo, Dani; pero no te preocupes, esta noche solo quiero que la pasemos bien y que tú seas feliz.

Se concentraron en la carta, para escoger los platillos.

—¡Es comida francesa! —exclamó ella alegre.

—¿Te gusta?

—¡Me fascina! No sé si te comenté alguna vez que fui a Europa con mis padres justo antes de iniciar en la Universidad. ¡Me encantó comer en París! Mi restaurante favorito es Le Grand Colbert, muy cerca del Palais Royale. ¡Lo recuerdo como si fuese ayer!

—Pero han pasado más de diez años. ¿No has vuelto a Europa?

Ella negó con la cabeza.

—Los años de la Universidad fueron intensos, y justo cuando lo pensábamos a considerar vino mi embarazo y... —se interrumpió, para alejar aquel recuerdo amargo—. En fin, ya sabes.

—Yo he estado algunas veces. Mónica y yo acompañamos a papá al Festival de Cine en Cannes cuando éramos unos adolescentes. Luego yo volví a Europa un par de veces más: con mis amigos de la Universidad o luego por trabajo.

—¿Por trabajo? —Ella estaba interesada.

—Hace tres años me invitaron a dar una conferencia en la Sorbonne sobre los escritores jóvenes. ¡Fue muy bonito!

—Me imagino que sí.

Un camarero tomó la orden, aunque apenas habían tenido tiempo de echar un vistazo al menú, pero escogieron bastante rápido, la conversación entre ellos era interesante.

—Siempre quise regresar a París —continuó Danielle después—, podríamos ir un día. ¿Qué te parece? Llevaríamos a los niños, y a Mónica y a Rob. Sería muy bueno...

Tom la veía con esa expresión soñadora que era nueva para ella y el corazón se le encogió.

—Dani...

—¡No digas que no, por favor! —le interrumpió ella alegre—. Podemos hacerlo, quién sabe en el próximo verano. Ya sé que te preocupa el viaje tan largo, pero Rob nos echará una mano y en primera clase todo es más cómodo...

—Dani... —volvió a decir él.

—¿Qué? —Ella no entendía por qué Tom la miraba con aquella expresión y le sonreía.

—¿No te das cuenta? —insistió él.

—¿De qué? —Seguía sin comprender.

—Estás haciendo planes para el futuro —le explicó él lleno de alegría—, para nuestro futuro.

Danielle se sorprendió y por unos instantes se quedó sin responder. Era cierto, ella que no hacía planes de pronto estaba organizando unas vacaciones con Thomas... Sintió un escalofrío al darse cuenta: ¡ella pensaba su futuro con él! Cierto que un par de semanas en París no era precisamente una vida juntos, pero era mucho más de lo que hubiese esperado de sí misma.

—Tienes razón —murmuró después—, eso es bueno, ¿no?

—Muy bueno —le contestó él estrechando nuevamente su mano por encima de la mesa—. Yo también planeo mi futuro contigo y no me refiero solo a unas vacaciones, hablo de mucho más, pero tengo miedo de asustarte.

Ella solo le sonrió, era cierto que temía hablar de compromisos, de matrimonio y de hijos, pero esa noche era para relajarse y pasarla bien, no para hacerse promesas tan serias ni mucho menos para dejar que sus miedos la paralizaran.

El primer plato llegó: para Thomas una sopa de cebolla y para Danielle una ensalada César; para acompañar él escogió una botella de vino tinto, de una excelente cosecha.

—Eras muy joven cuando publicaste tu primer libro —comentó Danielle—. Nueve libros publicados con apenas treintaitrés años es admirable.

—Te lo agradezco, pero no creas, cada vez se empieza más pronto en este mundo. La tecnología lo ha hecho posible, aunque también es cierto que se vuelve muy competitivo. Publiqué mi primera novela con veinticinco, justo cuando empecé mi trabajo en la Universidad.

—¿Eras profesor? —Aquello ella no lo sabía.

—Daba clases de Literatura americana contemporánea, me fascinaba, sobre todo la Generación Perdida. Hemingway es mi escritor favorito.

—A mí me gusta, he leído bastante de él. El Viejo y el Mar me lo leí en un día durante unas vacaciones. ¿Y por qué dejaste de enseñar?

—Fue cuando mis padres murieron —explicó—. Mónica la estaba pasando realmente mal, pues estaba sola con Tim que era muy pequeñito y le hacía falta apoyo. A veces ni el dinero ni los empleados sustituyen el consuelo que se puede encontrar en alguien de la propia familia. Además, yo comenzaba a publicar más y necesitaba de tiempo libre, así que todos esos factores me hicieron tomar una decisión.

—Mónica me confesó que el padre de Tim la abandonó estando embarazada, debió de ser terrible para ella...

—Lo fue, Dani. Ella estaba muy enamorada y confiaba en él. La traicionó de la peor manera.

—¿Y por qué? Mónica es maravillosa, son una excelente familia...

Thomas se encogió de hombros.

—Andrew se percató de que mis padres no le permitirían la vida de millonario que él pretendía tener a nuestras costillas; él era un aspirante a actor, y pensó que con mis padres obtendría el apoyo que necesitaba para hacer despegar su carrera.

—¿Y no fue así?

—Sí, fue así. Mi padre lo recomendó para una película de acción, compartiría roles con Kelly Morrison, quien ya sabes que es muy bella y famosa. Lo cierto es que terminó dejando a mi hermana embarazada por ella, sin si quiera reconocer al niño. No le convenía...

Danielle se quedó espantada con lo que escuchaba.

—¿Entonces el Andrew que mencionas es el esposo de Kelly Morrison? —Danielle no era seguidora de las noticias de los famosos ni de la prensa del corazón, pero aquello sí lo sabía.

—Así es; él no deja de ser un actor de quinta, pero sigue con ella sin importarle que tiene un hijo de siete años, quien es el que más sufre.

—Pobre Tim, y pobre Mónica; ahora entiendo por qué le fue tan difícil confiar en alguien de nuevo.

—Es verdad; Mónica también tuvo algunos pequeños papeles en la televisión, pero precisamente por el embarazo y por la decepción que sufrió con Andrew decidió alejarse de ese mundo. Ahora es editora de libros, y ama su trabajo. Aunque vivimos en la misma ciudad, hemos coincidido muy poco con Andrew, algo que agradecemos.

La charla se interrumpió cuando les retiraron el entrante y les llevaron el segundo plato: Danielle había pedido gnocchi —ñoquis—, una de las comidas que más le gustaban y no podía quejarse, ¡estaba realmente delicioso! Thomas prefirió el filete Mignon, que también estaba exquisito, acompañado de espárragos.

Tom rellenó ambas copas de vino para compartir con la cena, mientras fijaba su atención en Danielle: estaba hermosa, con sus mejillas enrojecidas a causa del vino, y su cabello contrastaba con las luces de la ciudad a sus espaldas.

—He empezado algo nuevo, Dani —le confesó.

—¿De verdad? —preguntó ella entusiasmada.

—Sí, he escrito bastante en los últimos días. Cuando esté más avanzado te prometo que te lo muestro para que le eches un vistazo. Tu opinión es muy importante para mí...

—Me hace feliz que sigas adelante, Thomas, que sigas luchando por tus sueños.

—Eso hago; esta noche estoy luchando por uno de mis sueños... El más importante: tú.

Danielle se ruborizó al escucharle. Cuando le hablaba así, con aquella voz profunda, sentía que temblaba por completo.

—Nunca pensé que podría estar así con alguien nuevamente —le confesó ella, dejando los cubiertos en el plato—. A veces me da temor, pero también es lo mejor que me ha sucedido en mucho tiempo. Desde que te conocí no dejo de pensar en ti, Thomas; al comienzo creía que era solo por el trabajo, pero pronto descubrí que no era así.

—Me sigue sorprendiendo que me veas de esa manera, Dani; todavía no creo la suerte que tengo de que pienses en mí y estés a mi lado.

Ella le estrechó su mano una vez más.

—No podría estar con ninguna otra persona que no fuera contigo.

Thomas se emocionó, pero apareció Martin con una chica que retiró el servicio mientras él les preguntaba si querían postre.

—¿Qué nos recomiendas? —le preguntó Thomas.

—El chocolate pot de crème es exquisito; también tenemos helado, pudín de pan de chocolate blanco...

A Danielle se le hizo agua la boca con aquella carta de postres.

—Me gustaría el pudín de chocolate blanco, por favor. Adoro el chocolate blanco —añadió, mirando a Thomas.

Él se rio al ver su expresión golosa.

—Para mí el chocolate pot de crème, por favor. Gracias, Martin.

Aquel era una especie de flan de chocolate que era realmente delicioso.

—¿Por qué escribes bajo seudónimo? Eso es algo que siempre me ha llamado la atención...

Él se encogió de hombros.

—Supongo que al principio no quería que en la Universidad lo supieran; necesitaba probar suerte, pero tenía miedo de que las críticas fueran implacables y que mi puesto como profesor se viese comprometido. No hay nada peor que ser el hazmerreír de tus colegas y aun peor, de tus estudiantes.

—Pero tu éxito fue indiscutible, Tom. ¡Tus novelas siempre han sido bestsellers y bien recibidas por la crítica especializada!

—Es verdad, no me puedo quejar; pero ya había comenzado a cosechar lauros con ese nombre artístico, así que lo mantuve.

—¿Y por qué Horace Whitman? ¿Cómo escogiste el nombre?

Thomas le sonrió, le encantaba ver el interés que ella sentía por su trabajo. Lo miraba de una manera extraordinaria, como una persona talentosa, segura y de éxito, no como el discapacitado que él veía todos los días delante del espejo. Martin llegó con el postre, y Danielle se distrajo un instante probando el pudín.

—¡Dios mío! —exclamó—. Es delicioso... ¿Qué tal está el tuyo?

Tom rio y le tendió la cucharilla con un poco de su flan al chocolate. Danielle se relamió.

—Está muy bueno también —reconoció.

—No tan bueno como el chocolate que ahora mismo está en tus labios... —añadió él, mirándola con una seductora sonrisa.

Dani se levantó de su puesto, sin importar que los estuvieran mirando y se inclinó para darle un beso. Thomas degustó aquel chocolate fundido de su boca, sin duda la experiencia culinaria más exquisita.

—Delicioso —le susurró él.

Danielle volvió a su puesto, algo ruborizada e intentó recuperar la compostura.

—¿Dónde estábamos? Creo que estabas a punto de decirme algo interesante...

—Horace Whitman —le recordó él.

—¡Claro! —exclamó ella, llevándose otra cucharada de su postre a los labios—. ¿Por qué lo escogiste? ¿Acaso eres admirador de Walt Whitman?

Él asintió, complacido de que lo hubiese deducido. Walt Whitman era un importante poeta del siglo XIX americano.

—Así es, me encanta que sepas esas cosas... —rio halagado.

—A mi padre le gusta Whitman; lo poco que sé lo aprendí de él.

Al terminar, Thomas se apartó un poco de la mesa y le pidió a Danielle que lo acompañara más cerca del lugar donde tocaba un Dj., no sin antes dejarle a Martin su tarjeta de crédito para que cobrara.

—Ven, vamos a escuchar algo de música antes de marcharnos.

Danielle accedió. Muchas parejas de distintas edades se hallaban en el lugar, con sus tragos en las manos, disfrutando de la música que el Dj colocaba. Era agradable, aunque era música también para bailar y algunos lo hacían, sobre todo cuando se encontraban un poco más embriagados.

La semi oscuridad brindaba un ambiente íntimo que era agradable, así que no se dejaron intimidar por la concurrencia.

—Me hubiese gustado poder bailar contigo —le confesó él.

Danielle se sentó encima de sus piernas, y se abrazó a él.

—La verdad es que yo soy pésima bailando, Tom. No hubiera aceptado de ninguna manera —añadió riendo.

—Yo tampoco bailaba bien —admitió él—, pero solo por tener tu cuerpo junto al mío me hubiese arriesgado.

—No necesitas bailar para tener mi cuerpo junto al tuyo, Tom —le susurró ella al oído, con una voz tan seductora que solo podía ser a consecuencia del vino, pensó.

Él la tomó por la nuca despacio y la atrajo hacia su rostro para darle un beso, un beso que la hizo temblar una vez más sobre sus piernas.

—Me gusta sentirte así contra mí Danielle... Cuando percibo que te estremeces con mis besos, siento que puedo perder la cordura.

—Yo la perdí hace mucho tiempo por ti, Tom —replicó ella dándole otro beso.

—¿Quieres...? —se interrumpió—. ¿Quieres que nos vayamos?

Ella asintió.

—El pobre George debe estar esperando por nosotros abajo —respondió ella con un nudo en la garganta, sin saber bien la razón.

—¿Le digo que te lleve a casa? —preguntó dudoso—. No me sentiría tranquilo de que condujeras hasta tu casa a esta hora.

Danielle tenía la cabeza recostada al pecho de Thomas y advertía que el corazón de él latía muy aprisa.

—¿Puedo quedarme esta noche? —le pidió, sin atreverse a mirarlo—. ¿La habitación de huéspedes sigue disponible? —agregó con vergüenza, aunque no pensaba en realidad en ella.

Thomas sonrió en la oscuridad, mientras acariciaba su cabello castaño.

—Nada me haría más feliz que tenerte esta noche en casa.

Danielle se sintió nerviosa por el paso que había dado, pero después de aquella velada maravillosa que habían compartido, no quería apartarse de él.

Continue Reading

You'll Also Like

1.4K 76 16
El es el ser humano mas frio, despiadado, sin corazĆ³n, mujeriego y el mafioso mas peligroso de toda Italia, ella es la mujer mas dulce del mundo, de...
993K 159K 151
4 volĆŗmenes + 1 extra (+19) Autor: ģƒģŠ¹ėŒ€ėŒ€ Fui poseĆ­do por el villano que muere mientras atormenta al protagonista en la novela Omegaverse. Ā”Y eso justo...
42K 5.4K 45
'tis the damn season || en proceso ā„ļø Jasmine Stevens lleva ocho aƱos escapando de su antigua vida, del protagonista de cada una de sus pesadillas. P...
332K 21.1K 29
Chiara y Violeta son compaƱeras de piso, y no se llevan bien. Discuten a menudo, y cuando no lo hacen, se ignoran. Cuando se adelanta la boda de su h...