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By propetyOfNegan

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By propetyOfNegan

𝖈𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖙𝖗𝖊𝖎𝖓𝖙𝖆 𝖞 𝖉𝖔𝖘

Pol se acerco hasta la entrada de su casa, con caminar lento y pesado, buscando entre los bolsillos de su abrigo las llaves de esta, sin éxito alguno. Consideró golpear para que le abriese alguno de sus sobrinos, siendo Tommy el único candidato a estar despierto tan temprano.

Maldijo bajo, apoyando la cabeza contra la fría madera oscura, con pocos recuerdos de lo que sucedió después de haberse ido con aquel hombre seductor.

-¿disculpe?- un joven con el cabello castaño la interrumpió, le observo aun sin despegarse de la puerta.

Frunció el ceño al verlo tan arreglado, con sus ropas combinando por el suave y claro color café, no debía de tener mas de 20 años.

-¿qué quieres?- su voz salió mas ronca de lo que esperaba, sorprendiéndola incluso a ella.

-estoy buscando a Elizabeth Gray, me dijeron que podía encontrarla aquí, pero han pasado 15 minutos y es la primera persona que veo acercarse a la casa- habló un poco incomodo, quitándose su gorro para dejar ver a la perfección su cabello.

-soy yo, ¿Qué mierda quieres?

-yo soy Michael Gray, tu hijo- sonrió con la emoción de conocer a la mujer protagonista de historias interesantes, narradas por su supuesta maestra.

-¿Michael? ¿Michael Gray?- abrió la boca con sus ojos tornándose llorosos, observo el rostro juvenil borroso- querido, yo... mi niño, has vuelto- ahogo un sollozo comenzando a ver en donde se encontraban- te invito a tomar té, solo... déjame arreglarme.

Sonrío golpeando la puerta con mas fuerza de la que se esperaba, abriéndose en segundos por el sobresalto de la sirvienta.

-prepara dos tazas, trae cosas silenciosas ahora. Michael, mi niño, ¿Qué te gusta? ¿Quiénes comer algo en especial? Puedes pedirlo con confianza, mi Michael- repitió su nombre entre susurros sin terminar de creerse que su hijo estuviese vivo y frente a ella, luciendo como un caballero.

Aquel no era un producto de su desesperada mente, él de verdad estaba ahí, su niño, su pequeño la observaba con curiosidad y asombrado, como un pequeño pajarito que necesita protección.

Sin contenerse más, alargo la mano hasta acariciar la mejilla contraria, sintiendo bajo su tacto los lunares que desde pequeño le habían acompañado.

-perdón, yo solo... no creo que seas real- susurro tomando aire, tapando su boca mientras entraban a la acogedora casa.

-tranquila, lo entiendo- Scarlett le había dicho de las posibles reacciones de Elizabeth al verlo, por lo que, en su viaje en tren, con la ansiedad en su cuerpo, se mentalizo a ser visto como un espejismo- estaría bien con galletas, me gustan las que tienen chocolate.

-consigan las putas galletas- susurro a una empleada, quienes estaban arreglando la sala para la visita- espérame unos minutos, Michael.

-¿no es molestia que vea la sala?- señalo el lugar en el que se encontraba, Pol negó relamiendo sus labios, aun hipnotizada por la fantástica idea de ver al joven allí.

Volvió a disculparse para subir por las escaleras con rapidez impresionante, sin darse cuenta de si es que sus sobrinos estaban en casa, sinceramente, le era muchísimo mejor estar sola con Michael.

Se quitó las ropas pasadas a alcohol y cigarros con rapidez, vertiendo agua en una fuente de vidrio, lavó su cara sucia llena de maquillaje y rastros de besos pasados, olvidándose de donde estaba su peine para desenredar su cabello hecho un lio.

Su niño, su Michael, estaba frente ella, a minutos de tomar té como si fuese algo cotidiano entre ellos, una ilusión hecha realidad. Era hermoso, se parecía a su padre, con la sonrisa afilada, sus colmillos sobresalían con hermosura heredada.

Deseo saber todo lo que vivió después de tanto tiempo.

Se vistió con una blusa color crema, además de una falda oscura larga, comenzando a preocuparse del desastre que tenia en su cabeza.

Se observo al espejo luego de un rato, sonriendo con emoción, negando la faceta que veía en su reflejo, se había presentado a su hijo como una desgraciada, lo mínimo que podía hacer era verse divina. Por lo que olvido el sentimiento de resaca para beber agua limpia y pasar el sabor agrio del cigarro, maquillándose con velocidad impresionante. Asintió cuando encontró que estaba hermosa.

-gracias- susurro a la nada, besando sus manos juntas para agradecer a aquel dios que hizo posible su encuentro.

Bajo nuevamente terminando de retocar su cabello, viendo las tazas listas delante de su hijo.

Su hijo. Se escuchaba espectacular.

-perdón por la demora- se apoyo en la mesa para sentarse, sintiéndose repentinamente débil- y dime, ¿Qué quieres saber? ¿Cómo llegaste aquí? ¿Quién...?

-bueno, ¿Elizabeth?- dudo, aun sin saber como dirigirse a ella.

-puedes decirme mamá- se arrepintió en seguida, fue impulsivo y hasta algo inadecuado, el menor la miro pensando- oh, es que... o puedes decirme Polly, así me llaman todos. 

-creo que mamá estaría bien- sonrío, contagiándola en segundos, no podía estar mas feliz- mi primera duda es por qué no me crie contigo, por qué me tuve que quedar con otra familia.

-fue una confusión, mi niño, me acusaron de cosas que yo no cometí para que me apartaran de tu lado y el de tu hermana, nunca pude pelear por ustedes por mas que lo intenté- tomo su mano, sintiéndola cálida- perdón por no haber sido lo suficiente.

-lo bueno es que ya pasó, y pudimos volver a encontrarnos después de tanto- beso los nudillos de su hijo, con lagrimas amenazando nuevamente.

Un portazo interrumpió aquel momento, sobresaltando a ambos.

-¡pium! ¡pium! ¡te di!- Arthur apareció saltando con John, jugando con sus revólveres mientras se apuntaban entre si- muérete, John, se supone que te disparé- movió su arma en busca de que le siguiera el juego.

-Arthur...- apunto detrás de él.

-¿acaso hablo en otro puto idioma? Dije que te tienes que morir- al escuchar a Pol aclarar su garganta se asustó.

Ambos guardaron sus armas con rapidez, viendo a Thomas entrar de los últimos, quedándose cerca de la puerta, observando al desconocido que había en su casa.

-ellos son mis sobrinos, Michael- se levanto unos segundos, comenzando a apuntar a cada uno según su edad- Arthur, Thomas, John. Faltan dos, pero después los conocerás. Ustedes saluden- hablo seriamente, con aquel gesto que los llevo a obedecer de inmediato. 

-hola- susurraron aun avergonzados.

-un gusto, Michael Gray- también se levantó, extendiendo la mano con cortesía al mas cercano, siendo el líder quien se quedó en silencio, detallando la mano ajena.

No había rastro aparente de trabajo bruto, lucían inexpertas y desconfió, pensando si aceptarla o no.

-Thomas- reprendió Pol desde el otro lado, notando la mirada analítica del contrario.

-Thomas Shelby- apretó la mano con fuerza, sin saber verdaderamente si es que él era su primo o un imbécil que escucho la historia trágica de su tía.

No veía a Scarlett para asegurarse de que era el correcto, soltó la mano al ver como el niño apretaba su mandíbula, reteniendo la queja que quería salir de su boca.

-¡buenos días a todos!- Scar apareció por las escaleras, con una sonrisa adornando su rostro, vestía una de sus camisas color celeste con un pantalón oscuro.

Él la observo, queriendo conservar su seriedad frente al desconocido, pero no pudo evitar llevar su mano derecha hacia la marca que le había dejado en el cuello, escondida gracias al maquillaje. Recordó en pocos segundos la sonrisa adormilada de Scar, mientras que entre acusaciones divertidas observaba su cuello, llegando al acuerdo de esconder lo ocurrido, sabiendo que los dos idiotas que tenía como hermanos comenzarían a molestarlos.

-Scarlett, querida, te presento a Michael Gray, mi hijo- la judía asintió, mirando de reojo a los Shelby.

-bien, nosotros tenemos mierdas que hacer, ¿no John? Después si quieren podemos tener una jodida junta familiar y tomar el té- el rubio la abrazo unos segundos como saludo para seguir su camino- dulzura mía, ¿seguimos mal?

-con una botella de champán no solucionaras mucho, menos si te la tomas delante de mí-el bigotudo asintió- podrías hacer algo más, porque no veo arrepentimiento. 

Thomas aún seguía sin despegar su mirada, fijándose como también su cuello tenia inicios de una marca morada, sonriendo finalmente al recordar la noche anterior.

El jugueteo en la mirada de Scarlett, el roce armonioso de sus pieles, ambos gimiendo el nombre del otro y la tranquilidad de no ser interrumpido por nada, quemándose entre el calor de la habitación, una de sus mejores noches. 

Polly se dio cuenta del gesto de su sobrino, buscando la razón de esa sonrisa, sin tener la costumbre de verlo así.

Una parte de si sabía que la presencia de Scarlett no era nada fuera de lo normal, se había quedado muchas veces a dormir, incluso ambas durmieron juntas contándose anécdotas del pasado, sin embargo, la sonrisa de Tom debió tener una razón válida.

La camisa no era suya, tenía terminaciones en punta, además de que le quedaba un poco grande, su pelo suelto pero peinado, busco entre los cabellos hasta dar con un color extraño cerca de su garganta, estaba escondida y tenia que verse si es que uno la observaba fijamente.

-ella fue quien me dijo todo- Michael la desconcentro, comiendo las galletas- me encontró y convenció a la mujer que me cuidaba para poder venir aquí.

-feliz cumpleaños, Polly Gray- se acerco para estrecharla entre sus brazos, no pudo evitar pensar en cómo la insultó la noche anterior por no cumplir su promesa, recriminando el abandono que sufrió en los últimos días.

Soltó un sollozo de felicidad contra su hombro.

-muchas gracias, Scarlett Solomons, lamento muchísimo lo de ayer, de verdad- la abrazo con más fuerza- perdón, te trate muy mal y tu... tu trajiste a mi hijo.

-era una promesa, Pol, y me costó que confiara en mí, meses de trabajo duro- rio aun con las lagrimas querido bajar, no quería llorar, no delante de su niño.

-no se si te lo he dicho, pero eres parte de mi familia, querida, te hayas acostado con Thomas o no, si lo hiciste ya es oficial.

Se separaron, y Solomons solo rio.

-dormí bien, espero tu igual- Shelby prendió un cigarro esperando hablar con ella, con un deseo de saber que hablaron entre susurros bajos.

-Scarlett, ¿desayunaste?- negó- bien, ¿vamos?

-¿desayunaremos juntos?- pregunto algo sorprendida, el líder asintió guardando una mano en el bolsillo del pantalón, nervioso por la propuesta- oh, pero no tengo mi abrigo- se despego de la pared para acercarse al perchero, mostrándoselo- bien, entonces luego hablamos Michael, tienes una semana por ahora para disfrutar de Pol y conocer Birmingham.

-claro, maestra- le guiño un ojo por la mentira, Polly agradeció que Thomas no alcanzara a verlo, riendo con el adolescente.

-luego tenemos que hablar, Thomas, ¿en tu oficina?-asintió sin tomarle mucha atención, ayudando a Scarlett a vestir su querido abrigo.

-mañana viajare, en dos días planeo volver- se sentó al lado de su hijo, centrándose en la pareja.

-oficialmente buenos días- susurro Scarlett besándole con diversión, con sus manos en el torso masculino, acariciando la tela del chaleco.

Pensó que el mayor se alejaría y reaccionaria arisco, sin embargo, había brillo en su mirada, Solomons abrió la puerta despidiéndose por última vez, acostumbrándose al frio de las calles.

-¿tú también dormiste bien?- probo el ánimo de su sobrino.

Sus labios sonrieron sin esperarlo, acercando el cigarro para intentar ocultarlo como un niño pequeño, pero Pol recordó las sonrisas de Thomas antes de irse a la guerra, cargadas de felicidad.

-como un jodido ángel.

Imito el gesto alegre mientras se relajaba, con ellos caminando hacia un lugar desconocido.

Hades logró olvidarse de aquel amor fugaz, y escogió a la mejor reina que el inframundo podía tener.

Birmingham parecía más agradable, o quizás esa fue la perspectiva que Scarlett le dio, curiosa por saber a qué lugar irían a comer, más sabiendo que en Small Heath eran pocos los lugares donde era agradable estar, pero Tommy estaba despreocupado fumando a su lado, desviando el humo del cigarro para no darle en el rostro.

-¿Cómo te fue?

-100 hombres listos, 70 irán con nosotros a Londres, los otros 30 serán los que se encargarán de llenar las multas de la policía- apoyo su mano en la espalda baja de Scar, guiándola para girar a la derecha- hay de todo.

-¿ocurrió algo interesante?- asintió mirando el local a la lejanía.

-un imbécil llevo un arma de madera, era un juguete- conto con gracia, ofreciendo su brazo para que Scarlett se acercase más y caminar a la par- nos asusto más que la mierda, es un buen chico, pero tonto- confirmo con un sonido, con el olor a carbón alejándose de su olfato, dándole un poco de aire limpio.

-por eso Arthur grito pium pium- asintió con la imagen de sus hermanos jugando como niños por la calle, insultándose mientras saltaban con sus armas en alto- me imagino que también tenia una funda, ¿no? Para completar todo el disfraz.

-la tenía, dijo que se la hizo su hermana, John casi le dispara si es que no se hubiese puesto nervioso soltando el arma en la mesa- boto el cigarro a metros de la entrada- aquí es cariño- susurro abriendo la puerta, dejándola entrar con el sonido de la campanilla sobre ellos, llamando la atención de todos los que estaban dentro de la cafetería.

Scarlett analizo el lugar, con un suave color café claro predominando, detalles crema y negros, con pequeñas luces que decoraban la pared. Era linda y acogedora, extraño para estar en Small Heath, ahorro sus comentarios sentándose en la mesa mas alejada de todos, cercana a la ventana.

-¿desde hoy comenzaremos a desayunar juntos?- pregunto queriendo saber el motivo de la invitación.

-quizás- acomodo su abrigo sentándose, imito su acción para oler tranquilamente el café recién hecho- pensé que despertarías con hambre, y no había nada bueno en casa.

Una chica rubia suspiraba con nervios, algo temblorosa por tener que atender al líder de los Peaky Blinders, aun con el conocimiento previo de que vendría en el día de hoy, apretó el lápiz en su mano fingiendo una sonrisa.

-además, recuerdo que un día dijiste que los brownies eran tu cosa favorita- vio fijamente a la joven acercarse- este es el único lugar donde los venden, en Small Heath.

-buenos días, ¿Qué desean pedir?- ni siquiera le miraba, lo que le hizo saber en seguida de su temor.

-oh, quiero un café cargado con Brownies- el gitano elevo su comisura en una sonrisa leve- ¿tu, Tommy?

-té con tostadas- asintió.

-en seguida vuelvo con sus pedidos- agradeció que fuese corta la interacción, con la señorita Solomons no se sintió incomoda, a pesar de saber su reputación.

Scar acaricio la mesa brillante, hecha de madera oscura para que combinase con la estética del lugar, junto con las sillas color blanco sucio. Seguidamente dirigió su mirada al hombre sentado frente a ella, aun conservando el aire de superioridad por el miedo de la camarera.

-no pude maquillarme- confesó bajo- Pol entro a su habitación y no pude sacar la base- Thomas sonrió acercando su mano hasta el lugar afectado, apartando algunas hebras de cabello- tengo que llevar más ropa, este pantalón era lo único que tenía.

-¿y tu vestido?- negó divertida- te verías espectacular con él en la mañana.

-pero estaría jodida de frio.

-fui a buscar tu abrigo, no tendrías frio- aseguro apoyando los brazos en la mesa.

-pero no combinaría, no me lo hubiese puesto de nuevo, menos con las marcas que dejaste- rechazo la idea nuevamente con aquella excusa- luego te devolveré la camisa.

-no importa- admitió, Arthur apareció en su mente- ¿qué pasa entre Arthur y tú? Te está tratando como una jodida diosa, te da todo lo que pides.

Nadie le había dicho el inconveniente entre ellos dos, temiendo por la reacción que pudiese tener, lo que lo llevo a imaginar varios escenarios desagradables. 

-casi me pega- dijo con seriedad- me amenazo y todo, pero antes de que pudiera hacer algo lo deje inconsciente. En el funeral del niño que murió, ese día se escondió de mí, y recién en la noche volvió a hablarme, sé que no sabe pedir perdón, pero quiero que se arrepienta unos días mas y luego volver a hablarle.

-¿Qué mierda pasó para que te amenazara?- frunció el ceño queriendo castigar a su hermano por la estupidez de su acto.

-le dije que se calmara, que no ahorcara a John por un juego. Fue un espectáculo de hecho. Me gritó, yo le grité, se acercó intimidándome...- dejo la oración al aire al ver la mandíbula tensa de Shelby- pero lo resolví, hay que hacer algo para que no se descontrole tan fácil, Polly le estaba dando una clase de remedio.

-lo solucionare, pero fue un imbécil, por eso te trata tan bien.

-siempre ha sido así, solo que esta vez lo hace notorio.

Volvió el silencio por un momento, escuchando a la lejanía como algunas personas decían como la pasaron ayer, bebiendo en exceso para despertar con un dolor insoportable.

-no sabia que había una cafetería como esta- habló nuevamente, comenzando a ver lo que había en el mostrador con mas interés- creo que dejare el Garrinson para venir a hablar de negocios aquí.

-lo inauguraron hace unos días, financie todo el lugar, el dueño es un conocido de John.

Hablo distraídamente, mientras que Scarlett proceso lo dicho, comenzando a reír por la ternura aparente de Tommy. Él nunca aceptaría pagar una cosa tan simple como una cafetería o pastelería, su amigo rubio le confeso que no era muy aficionado a las cosas dulces.

-me gusta, esta bonito todo- los ojos azules se fijaron en la sonrisa honesta, rodeada por el labial suave que le gustaba usar, ladeo la cabeza con lentitud, en un gesto de curiosidad.

Relajo su cuerpo dejando las manos sobre la mesa, relamiendo sus labios listos para hablar, Scar aprovecho su tranquilidad para comenzar a pasear los dígitos por sus venas y dedos, con suavidad en el roce.

-¿cómo amaneciste?

-me duelen los muslos- sonrió mordiendo su labio, dejándolo libre bajo la mirada chocolate- y la cadera, es como una molestia mas que dolor, eso es por tu culpa.

-técnicamente todo es mi culpa, cariño- mantuvo su gesto coqueto, recostándose un poco sobre la silla, dejando sugerentemente el torso a la vista, además de lucir el reloj en el bolsillo del chaleco- ¿sucede algo, Scarlett?- cuestiono con aparente inocencia, notando la mirada de la mujer recorrer desde su mandíbula hasta finales de su saco.

-no, estoy bien- desvió la mirada comenzando a mover suavemente su pierna- si me hubiese puesto el vestido también haría algo, pero por las marcas me daría vergüenza. Es verdad, todo es tu culpa.

-no me arrepiento de nada.

-aquí está el café y el té- de la bandeja comenzó a dejar las tazas con cuidado, fijándose por primera vez en la sonrisa del blinder, confundiéndola mientras acomodaba las servilletas- eh, ya vendrá lo demás.

-gracias- respondió, terminando de sorprenderla, al parecer no era tan malo como se veía- queremos brownie para llevar, ¿hay problema con eso?

-no señor, ninguno de hecho, ¿lo quiere en seguida o cuando terminen?

-oh, no lo sé- mintió, apretando con suavidad la mano de la mujer- ¿qué dices, Scarlett?

-sí, sí, lo llevaremos al acabar- Solomons le miro con coqueteo camuflado- gracias nuevamente.

El silencio duró unos segundos, interrumpido por la risa suave de Tommy, quien no podía esconder su aparente emoción, como si se hubiese liberado de toneladas de pensamientos innecesarios.

-¿Cuánto tiempo planeas estar en Londres?- preguntó revolviendo su taza, calentando las manos.

-quiero volver el sábado o el domingo, tengo que hablar con Nicholas y Alfie, después iré a buscar a Maggie y dar ordenes a los nuevos hombres- enumeró con la cuchara cerca de su labio, mirando la pintura decorativa detrás de él- y me juntaré con un Sir, veré cuán influente es si logra que me firmen un permiso de exportación.

-¿qué te asegura que te lo entregará?

-porque lo conozco, y está desesperado, a él lo insultaría en ruso sin dudarlo- le sonrió recordando la pasada conversación- pero no puedo hacerlo, por ahora- probo el café asegurándose de que estuviera como le gusta, a la espera del acompañamiento que llego a los segundos.

-supimos que no le gustan las nueces, por lo que este pedido es especial para usted- dijo la joven, dejando las tostadas del lado de Tommy y mostrando el Brownie- sin nueces, con chocolate amargo y una capa más de chocolate sobre él. 

Scarlett evito mirar a Thomas, quien oportunamente acerco la taza a sus labios.

-oh, pero no debieron de haberse molestado- sonrió cruzando sus piernas, su pie choco con una de las piernas de Tommy- sé que debió ser un gasto innecesario el que usaran mas chocolate en mí.

-no- llevo las manos a su corazón como agradecimiento- para nosotros es un placer tenerlos aquí, es lo mínimo que podríamos hacer por usted. Que disfruten del desayuno y buen provecho.

-¿cómo habrán sabido que desayunaríamos aquí, eh?- pregunto al aire.

Observó al hombre frente a ella, quien respondió su mirada con suavidad, sus ojos se vieron dulcemente tiernos a la par del cabello levemente desordenado, deseo siempre recibir ese gesto sutil, el cual logro hacer que una corriente de emoción recorriera su espina dorsal, impulsando a su corazón e incomodándole en el estómago.

Tommy aclaro su garganta, soplando el líquido, tomando una tostada, dispuesto a saborearla.

Sentía que fue pillado en el acto, y si es que Scarlett preguntaba, no negaría el hecho de que después de su agradable despertar, fue hacia la cafetería golpeando con fuerza, un hombre de cabello blanco como la nieve le vio, abriendo la puerta en seguida con solo reconocer su silueta en la ventana.

Pidió el bizcocho ese, gracias al recuerdo de haberla escuchado hablar sobre él, con la única queja de que no le gustaba que tuviese nueces, sin embargo, lo describía como una ambrosia que debían de probar. Y él no tenia problema en ir a desayunar con ella si es que con eso podía disfrutar de sus diversas conversaciones y conocimientos, sabía que había una probabilidad de que se negase a ir con él, porque nunca habían comido juntos sin la presencia constante de sus hermanos, se arriesgó a hacer aquel acto inocente, con una inevitable emoción para saber si es que a ella le gustaría o no.

La observó mientras tragaba el trozo de tostada que mordió.

-no es el momento correcto para que me quieras- susurro con sarcasmo, probó el pastelillo mientras cerraba los ojos- ¡exquisito! Mira, pruébalo y veras que es lo mejor que has probado hasta el momento.

-he saboreado cosas exquisitas, Scarlett, te sorprenderías- relamió sus labios con el doble sentido, ocasionando una sonrisa en ella, espero a que acercara el brownie a él.

Lo mordió mirando fijamente a Scar, con el pensamiento positivo de que ambos convivían en un ambiente donde lograba que su cuerpo se relajara de tantas presiones para poder sonreír con naturalidad.

-me gustó- susurro aun sin dejar de mirarla, tenía un deje de felicidad en sus ojos cafés.

-es delicioso- respondió alejando su mano, acomodándose para comenzar a hablar con sosiego- ¿es una tradición gitana que todos tengan un anillo en el dedo meñique?

El dios suspiro, con las llamas del inframundo calmadas, todo marchaba como se esperaba.

Persephone pudo apaciguar la secreta inseguridad de Hades, recordando sus palabras entre sonrisas y respiraciones irregulares.

Lo quería, y recordaría eso siempre, aunque Zeus le obligue olvidar.

...

Aire frio y lúgubre entraba a sus pulmones con violencia, arrasando con su seguridad, dejándola devastada sin saber qué esperar.

Le habían llamado mientras bebía de su segunda taza de café, algo confundida por tener que atender la llamada en la cafetería.

-¿Alfie está contigo?- Ollie hablo nervioso, como si no hubiese respirado hasta hacer su pregunta.

-no, no habría tranquilidad- bromeo levemente, sintiendo la mirada de Tommy desde la distancia- ¿por qué? ¿Qué sucede?

-Alfie no está.

-ah, ya aparecerá, quizás esta jugando a esconderse, entre las uvas y las cañas de azúcar- observo como la joven que la había atendido llevaba el brownie a su mesa.

-no, no, no, Scarlett, no- sonó desesperado- hemos buscado por todo el lugar y no hay rastro de él, ya son dos días sin verlo, en Candem no lo han visto, es como si hubiese desaparecido de Inglaterra- hablo demasiado rápido, pero lo ultimo le dio gracia a Scar.

-¿si?- dos días sin que Alfie le pareció raro, por lo que una sensación de preocupación leve se posiciono en su nuca- ¿alguna de las fundaciones? Hasta en el muelle.

-no, oh dios, lo buscamos, no está. Harry, ayúdame.

Davis tomó el control, respirando agitadamente.

-Scar, es verdad, desapareció de la nada. Pensé que podía ser alguna de sus bromas, o incluso que había tenido una pesadilla y buscaba una trinchera en la que quedarse, pero no hay rastros de él, nada.

Recuerda haber buscado la mirada azul de Thomas, queriendo no sucumbir ante la desesperación, observándolo mientras el asentía preguntando su estado.

-descarta la casa antigua, no pisará ese lugar ni obligado- le respondió a Tommy, aun dudando de si estaba preocupada o desinteresada- el cementerio de veteranos, búsquenlo ahí, está a las afueras de Londres.

-¿segura que estará allí?- deseo decirle que no sabía con exactitud, pero se contuvo.

-puede ser, la mayoría de sus compañeros de guerra fueron enterrados en ese lugar. Avísenme de cualquier cosa, ¿si, Harry?

-si, Scar.

-y mantén las cosas tranquilas en Candem, no queremos que haya desesperación en un momento como este.

Volvió a su lugar, esperando a que Shelby cuestionase el por qué de la llamada, pero fue interrumpido por Moss, clamando por ella, esperando que pueda reconocer un cadáver. Fue suficiente para que, inevitablemente, conectara los puntos.

Alfie desaparecido y un cuerpo el cual reconocer. 

-¿qué mierda pasó?- fue brusco con sus palabras y su actuar, recuerda ver a Tommy tenso, desconfiando del hombre.

-hay un cuerpo que tiene escrito Scarlett S. suficiente para relacionar a la señorita Solomons con el homicidio.

-en seguida iré, agente- le había sonreído con seguridad, aun cuando su mente imaginaba que era su hermano- Alfie desapareció, no esta en Londres, y ahora tengo que ir a reconocer un cuerpo. No quiero sorprenderme con que sea él, Tommy.

Thomas, sin que Solomons supiera, recordó la carta de amenaza que había recibido, con solo leer como la violarían, basto para generar asco y odio en su cuerpo, considero buscarla para asegurarse de que no había que responder a algo.

-¿quieres que te acompañe?- fue suave, sabiendo que, si era Alfie, Scarlett no lo soportaría.

-no es él, no es Alfie- sonó nerviosamente segura de lo que decía- no te olvides del brownie- bromeo, quitando la repentina presión en su pecho.

-te estará esperando en mi oficina, cariño.

Agradecía enormemente el no llevar la sobaquera, puesto que, al acercarse al lugar, abandonado y sucio, cerca del rio Cole, revisaron su cuerpo detenidamente, moviendo su abrigo para asegurarse de que entrase desarmada. Encontró curioso que la revisaran, nunca lo hacían, pero esta vez se encargaron arduamente de que no tuviese algo con lo que dañar.

-señorita Scarlett, ¿me equivoco?- a la entrada de la casa, un hombre con sombrero de copa y bastón la recibió.

Chester Campbell. Logró reconocerlo por el bigote canoso y su particular hablar.

-no, soy yo, ¿usted es?- actuó con falsa inocencia- se me informó que tendría que reconocer un cadáver, y.... yo, yo no sé qué pudo haber pasado, no sé.

No sabía si conocía su personalidad o influencia en la ciudad, prefirió fingir ingenuidad antes que superioridad.

-oh, no la estamos culpando a usted, señorita- afirmo con suavidad su brazo, lo que la incomodo extremadamente- es curioso que escriban en le nombre de un muerto, y quisimos asegurarnos de saber quien murió, sino se ira a una fosa común- esquivo su pregunta mientras mantenía su mirada en ella.

-perdón mis nervios, estoy muy nerviosa al no conocer a nadie aquí- simulo su estado jugando con uno de los anillos- oficial...

Una parte de su oración era verdad, no conocía a ninguno de los policías que estaban en el lugar, al único con el que tenia contacto ilegal era Moss, pero parecía ignorar su presencia.

Odiaba estar en una desventaja tan notable, sin nada que la protegiese del hombre que la forzó cortésmente a avanzar.

-inspector Campbell. Adelante, por favor.

Desconfió demasiado, estaba entrando a la escena del crimen directamente, aquello era incorrecto, la morgue era donde debían de ir, con un cadáver limpio, sin la necesidad de ver la sangre en el suelo o el cuerpo pálido y pesado.

Aguanto decir algo al respecto, entrando a la casa de madera oscura y ventanas llenas de suciedad.

El lugar olía horrible, a sangre y descomposición, apretó la mano siguiendo al hombre mayor, desesperándose al escuchar a alguien caminar detrás de ella.

-aquí es- insensiblemente abrió la puerta, sin decir palabras de advertencia.

El olor llego más fuerte a su olfato, dándole arcadas, contó hasta 15 sin querer ser irrespetuosa, sosteniendo la mirada a los cadáveres expuestos como una obra de arte macabra, miembros amputados, sangre seca rodeando el cadáver y los gestos de dolor aun marcados en el rostro.

Christopher miraba la puerta con melancolía en su iris, como si hubiese guardado la esperanza hasta dar el ultimo aliento. Sus manos acomodadas con burla en su entrepierna, las piernas cruzadas con cortes notorios, su camisa rosada gracias a la sangre, levantada hasta inicios del cuello, dejando a la vista su pecho, donde estaba escrito su nombre de forma irregular.

Logró disimular la rabia y alevosía gracias al falso miedo, intentando descubrir quien fue el culpable, tensando las piernas para aguantar maldecir y dar ordenes a quienes ni siquiera conocía. A su mente llegó rápidamente el hombre que se creía superior solo por tener un imperio regalado.

-¿lo conoce, señorita?- la voz de Campbell le pareció llena de veneno, esperando a que se equivocase en su guion.

Scarlett inevitablemente dudo. Sí decía que lo conocía la llevaría a relacionarse más con aquel hombre, pero ¿podría mentir diciendo que no conocía al hombre que le pidió piedad solo por mentir? A aquel hombre que no tenia sus queridas manos, mirando al fantasma de su salvador mientras sus hijos estaban decorados como ángeles a al alrededor.

Preguntas que nunca serian respondidas comenzaron a formarse en su cabeza, un sentimiento de incomodidad se instaló en la espina dorsal, con el calor en el lumbago esparciéndose por su cuerpo.

Quería desquitarse, gritar hasta desgarrar sus cuerdas vocales, golpear algo para dejar ir la desesperación, la frustración, el enojo y la tristeza. No se permitió llorar la muerte de Christopher mientras se preparaba para decir una mentira.

Tomo aire, sin importar lo asqueroso que era, ignorando las arcadas próximas para hablar con seguridad y aparente honestidad.

-no, inspector, no conozco a este hombre.

Las almas torturadas del tártaro callaron, asombradas por la calma aparente en Persephone, comenzando a celebrar al sentir el coraje pasional de la diosa, acumulada en su cuerpo por tanto tiempo, pensando con rapidez para idear su vuelta oficial a la ciudad.

Dejaría su faceta de diosa de la primavera para salir como Atenea, diosa de la guerra, la sabiduría y de la justicia.

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