Llegamos a la casa de Bernarda donde ella misma nos abrió la puerta. Levantó los cejas al vernos todos mojados y le gritó a Renata que fuera a buscar toallas. Después de cinco minutos, ya estábamos todos con ropa seca y tazas de chocolate caliente en la sala. Tessa no paraba de estornudar y algo me decía que ya se había resfriado.
—¿Y bien? ¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Bernarda sentándose en un sillón.
Renata se sentó junto a Augusto para abrazarlo por los hombros y hacer que el frío pasara más rápido. Jade bajó las escaleras corriendo al enterarse que ya estábamos de vuelta y corrió hacia Noel. Él le dio una sonrisa algo débil y la sentó en su rodilla.
—Pues no mucho —dijo Cato y todos lo miramos con el ceño fruncido, en total desacuerdo.
—¿No mucho? Prácticamente volvimos a ver el día del ritual y a Elías morir frente a nuestros ojos —le espetó mi hermana.
—Y seguimos a Reynaldo para intentar descubrir si algo de lo que sucedió después del ritual nos ayudaría —expliqué a Bernarda que nos miraba con una mueca de pena.
—Incluso supimos cosas que no teníamos idea de cómo habían surgido. No puedes decir que no mucho —agregó Nathan, mirando fijo a su hermano mayor.
—No estoy diciendo que no haya sido útil. Lo que intento decir, es que no tenemos nada. No descubrimos nada que nos diera otra pista, otra fecha a donde ir. Qué hacer —se explicó y todos bajamos la cabeza, porque tenía razón.
—Esperen, tengo una idea —musitó Augusto levantando la cabeza. Todos lo observamos y temí por mi vida porque Augusto no solía tener los mejores planes. —¿Qué tal si evitamos que Elías se vuelva cómplice de Reynaldo desde un principio? Si a él jamás se le mete en la cabeza la idea de fingir ser del equipo de Reynaldo, él no querrá matarlo.
Todos nos miramos, pensando en las probabilidades de volver y cambiar algo tan arriesgado. Excepto Bernarda, ella sólo miraba el suelo con una mueca pensativa, como si supiese que todas las ideas que se nos ocurrieran para evitarlo, podían tener riesgos de hacer algo mal.
—No es una mala idea —acotó Ulises.
—No, no es mala —agregó Nathan llamando nuestra atención—. Es terrible. Si evitamos que Elías finja ser un recluta de Reynaldo, el primer intento del ritual se llevaría a cabo perfectamente. Y nada de lo que sucedió después de eso, sucedería igual.
—Pero Elías estaría aquí —interrumpió Tessa con voz suave, retomando el tema inicial de esto.
—Si pero nada sería como lo es ahora. Quizá Irina no estaría embarazada, Augusto y Renata no estarían juntos o quizá alguno de nosotros esté muerto —explicó mirando el suelo y moviendo las manos.
—Nathan tiene razón. Es muy arriesgado cambiar algo tan importante como el día del primer ritual —lo apoyó Cato.
—No importa que cosas se cambien del presente. Tal vez algunas cosas sean distintas, pero nada es peor que no tener a Elías —dijo Augusto.
—¿Qué tal no tenernos a nosotros? —interrumpió Noel—. ¿Qué tal que todos nos arriesguemos y todos desaparecemos?
Bernarda subió la cabeza por primera vez en mucho tiempo y nos observó preocupada. Ella sabía la gran posibilidad que teníamos de que eso sucediera, a pesar de que no quería preocuparnos, su mirada lo advertía.
—¿Cambiarías a tu hijo por traer a Elías de vuelta? —le preguntó Cato a Irina.
Ella abrió los ojos, totalmente estupefacta. No tenía respuesta para eso, y si la tuviese, sabía que no quería darla. Tenía la presión de decidir sobre el bebé dentro de ella o sobre su amigo muerto. Y todos la estaban mirando.
—No lo sé —dijo honestamente negando con la cabeza—. ¿Es muy egoísta querer tener a ambos? —preguntó con los ojos llenos de tristeza.
Cato y Nathan la miraron con la misma expresión y bajaron la cabeza. Jugué con mis dedos en mi lugar, incomoda de la situación. No sabíamos que hacer y todo hubiese sido más sencillo si Elías hubiese tenido más tiempo para hablar conmigo.
—Tenemos que intentarlo —habló mi hermana y giré mi cabeza para verla rápidamente—. La primera vez que viajamos no cambiamos nada del pasado, solo tuvimos un poco de información de cosas que sucedieron. Pienso que si volvemos e intentamos ver qué tramaba Elías con Reynaldo, tal vez tengamos más pistas.
—Esa es la mejor opción que se les puede ocurrir. No es tan arriesgada y les ayudará a pensar más opciones —intervino Bernarda asintiendo con la cabeza y mi hermana le dio una sonrisa.
—Está bien. Entonces lo intentaremos de nuevo mañana —dijo Cato rascándose la nuca. Solté un suspiro, pensando en la locura que sería volver a pasar eso.
Le agradecimos a Bernarda por dejarnos estar ese rato allí. Irina dijo que debía volver a su casa cuando Bastian le envió un texto. El sol ya había bajado por completo, estaba segura que eran casi las ocho de la noche. Nathan y yo volvimos al loft para descansar allí.
—Tengo mucha hambre —dije dejando mi teléfono sobre la mesa. Él observó su reloj para ver la hora.
—¿Quieres que vaya por comida? —preguntó cuando me dejé caer en el sofá. Le di una sonrisa y asentí con la cabeza—. ¿Vas a dormir en lo que vuelvo?
—No, debería estudiar un poco —respondí pasándome las manos por el rostro, abatida de tener que estudiar en un momento así.
—¿Trajiste tus libros de estudio? —preguntó algo sorprendido y sonrió para negar con la cabeza. Se acercó a mí mientras yo me estiraba, tenía las piernas doloridas de tanto correr.
—Pues si. En el avión leí un poco y me ayudará a que no sea tanto al volver a San Francisco —le expliqué y él asintió con la cabeza. Besó mi frente y le di una sonrisa.
—De acuerdo. ¿Pizza o pasta? —preguntó alejándose.
—Pizza —respondí levantando un puño en forma de festejo y lo oí reírse antes de cerrar la puerta.
Fui por uno de mis libros y me recosté sobre el sofá para leer un rato. Al cabo de diez minutos, ya estaba bostezando. Decidí que no era un buen momento para estudiar y preferí darme una ducha antes de que Nathan volviera con la comida. Me puse ropa limpia y llevé dos vasos hacia el sofá donde planeaba comer.
Él volvió y se sentó a mi lado para tomar una porción. Tomé el control remoto y estaba por prenderlo para ver algo pero él tomó mi mano y me lo sacó lentamente.
—Ali, quiero hablar algo contigo —susurró dejando el control sobre la mesa.
Agradecí no estar comiendo en ese momento porque de lo contrario, podría haberme ahogado. Odiaba que las personas dijeran eso, nada les costaba simplemente hablarlo y ya.
—¿Qué sucede? —pregunté preocupada.
Se rascó la cabeza y pensó su respuesta. Me moví incomoda en mi lugar, aunque en realidad estaba más impaciente que otra cosa. Terminé mi porción de pizza, fingiendo que no me estaba alterando pero no parecía disimularlo muy bien.
—Escucha, si en algún momento algo malo sucede con los viajes del tiempo, tienes que prometerme que sabes que te amo. Y que no importa en qué tiempo esté, siempre será así —dijo pausadamente. Parpadeé intentando entender a qué se refería exactamente.
—Yo también te amo, lo sabes. Eso no cambiará —dejé en claro y él cerró los ojos.
—No, Alison. Eso sí puede cambiar —me interrumpió y fruncí el ceño—. Cuando no estábamos juntos sucedieron muchas cosas que no quiero recordar. Y honestamente, odiaría que las vieras.
—¿Cómo qué? —pregunté nerviosa. Solo pude imaginarme a Nathan con otra chica, pero una imagen peor se presentó cuando él respondió.
—Fue hace mucho tiempo. Me sentía terrible por todo lo que te había hecho, apenas me acababa de enterar que Reynaldo tenía a mi hermana y que era cierto, porque mi madre me había llamado llorando. Estaba lejos de mis padres, sin Thais y sin ti...
—¿Tú intentaste...
—Entonces Elías apareció. Fue una de las pocas noches que me quedé en la casa de Bernarda, estaba algo ebrio y llorando en silencio. Creí que lo estaba imaginando. Se veía muy real pero él había muerto un mes atrás. Pero su mano me quitó la daga de las manos y la dejó en el suelo de mi cuarto.
Abrí la boca totalmente sorprendida de estar escuchando todo eso. Yo sabía que Nathan también la había pasado muy mal cuando estuvimos separados, pero no sabía que había llegado al punto de intentar suicidarse.
—Me dijo que yo no era la persona que él conocía. Que frente a él había un hermano distinto. Dijo que no debía culparme por todo lo que estaba sucediendo pero yo sabía que si era mi culpa.
—No fue tu culpa que Reynaldo secuestrara a Thais —lo interrumpí negando con la cabeza, intentando sacarle un peso de encima.
—Fue mi culpa que te sintieras tan destruida —me corrigió y tomé su mano, indicándole que ya había dejado eso atrás—. Elías dijo que no podía dejar que todo terminara así, que no podía dejar a mis padres, no podía abandonar a Thais. Y no podía morir sin que tú supieras que te amaba. Porque la última vez que te había visto, te había dicho que no lo hacía.
—Nathan...
—Elías me convenció. No supe cómo y hasta el día de hoy no lo sé. Pero gracias a él, al día siguiente volví a Hills Town. Intentando molestarte para que me odiaras. Una parte de mi quería que te dieras cuenta que era apropósito, que había algo detrás de todas esas mentiras. Por eso fue que parecía dos personas distintas. Cuando me enseñaste Friends, cuando jugamos al paintball y la noche de Navidad también.
Lo observé en silencio. No quería interrumpirlo pero tampoco quería que se sintiera culpable por cosas que yo ya había dejado atrás. Acaricié su mano y le di una sonrisa débil.
—¿Por qué no me creíste cuando dije que había visto a Elías si tu también lo habías visto? —pregunté confundida. Él sonrió débil por lo bajo y volvió a mirarme.
—Porque si te decía que te creía, ibas a preguntarme porqué no tenía dudas de que era real. Y entonces iba a tener que contarte todo esto —explicó y asentí con la cabeza, sabiendo que eso hubiese pasado de esa forma.
—Lo entiendo, pero ¿por qué me dices esto ahora? —pregunté aún sin entender eso.
—Te lo digo porque volveremos mucho en el tiempo esta semana que nos quede en Hills Town. Y no quiero que dudes de mi amor por ti cuando volvamos al pasado. Cuando vuelvas a ver como te trataba.
Le sonreí y casi me reí, porque ver todo desde otra perspectiva no me hacía sentir mal. Me daba más miedo que otra cosa.
—Nathan, eso no...
—Si llego a desaparecer —comenzó y me puse seria —, no olvides que no importa de que año sea el Nathan que te cruces, tienes que saber que él te ama y que puedes formar una vida con él.
Me horroricé al oírlo hablar así tan fácilmente de que él no estuviese más en mi vida. Y tuviese que encontrarme con un Nathan del pasado.
—Estás loco. No vas a desaparecer y yo no quiero estar con más nadie que contigo —dije rápidamente, parpadeando y sintiendo los nervios a flor de piel.
—Alison, tienes que pensar en todas las posibilidades. Promete que si algo llega a pasarme, me buscarás en otro tiempo. No importa si es hace diez años o hace meses, promete que me buscarás.
Tragué saliva y asentí con la cabeza, esperando no tener que hacer eso porque yo lo quería a él. Al que había pasado tanto conmigo, al que había odiado y amado al mismo tiempo. Y si, sería la misma persona pero yo no lo sentiría igual.
—Lo prometo —susurré y se acercó para abrazarme.
Cerré los ojos, queriendo quedarme allí por siempre y prometiéndome siempre volver a él. Yo no quería al Nathan que conocí hace años, ni al que quizá podría ser mi esposo dentro de muchos años. Yo quería al que tenía frente a mi, al que siempre había tenido. Pero él tenía razón, existía la posibilidad de que pudiese desaparecer.
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Nota de la autora: Holaaaa! Ya llegué, ya llegué! Lamento haber tardado tanto. A veces abro Wattpad para publicar y me distraigo haciendo otra cosa. Tengo presente cuando subo y cuando no, les prometo que ya estaré más atenta en las próximas semanas❤️
Qué tal la historia?🤔 Creen que Nathan pueda llevar a desaparecer por los viajes en el tiempo? Y si Ali se encuentra con otro Nathan, la reconocerá?
Gracias por leer, votar y comentar
Besos sobrenaturales,
Sofi Garrido✨