—– Sólo el ungüento, las vendas, el somnífero y la infusión para aliviar el dolor ¿Es todo? —– El hombre asintió, el castaño guardó los productos en una bolsa y se la entregó —– Este es su cambio, gracias por venir.
—– Muchas gracias, Namjoon. Hasta luego.
—– Hasta luego, que se mejore.
—– Namjoon —– Mark salió de la parte trasera, con su mochila colgando en los hombros —– Ya me voy.
—– Está bien, yo me quedaré un rato más.
—– ¿Estás seguro? Son las 7:30, deberías irte.
—– Suena tentador —– dijo sonriendo —– pero voy a adelantar algo, mañana abriremos tarde. Además, voy a buscar mi shampoo y me he ido más tarde de la tienda.
—– Bueno, si se te hacen las 9 y sigues aquí no salgas —– le dijo con seriedad —- Quédate.
Namjoon frunció el ceño —– ¿Por?
—– ¿No lo sabes? —– Mark miraba incrédulo a su amigo quien no estaba prestándole atención —– Kim Namjoon —– espetó en un tono molesto, a lo que el castaño cerró el libro mirando a Mark; no era bueno cuando hablaba de esa manera, menos cuando decía su nombre completo.
—– Mark Tuan —– el chico pelinegro suspiró "No hay remedio con él"
—– Hay eclipse —– dijo de forma misteriosa, el resto quedó flotando en el aire. El rostro de Mark era un poema, cargado de suspenso, pero en el caso de Nam...
—– Ah, qué bien —– volvió a abrir el libro.
—– ¿Qué? ¿Qué bien? ¿Cómo se te ocurre decir eso?
—– Un eclipse no me hará nada, Mark.
—– No es el eclipse. Son los que vienen cuando está el eclipse.
—– ¿Santa? —– el pelinegro se cruzó de brazos —– No me mires así, sé que vienen los guardianes. No entiendo cuál es el problema, Hoseok baja de su reino, habla educadamente con los aldeanos y ellos son amables con él también.
—– Hoseok es hijo del Sol, en cambio, estos son hijos de la Luna.
—– ¿Cuál es la diferencia? Ambos son celestiales, tienen poderes, opuestos por ser uno de la noche y otro del día, pero nada más.
—– Namjoon... Es peligroso. Los aldeanos lo consideran así y créeme, no tengo ni la más mínima intención de averiguar si es cierto o no.
—– ¿Qué pasa si me encuentro con ellos?
—– No puedes. Debes dejar que ellos pasen toda la noche haciendo lo que sea que hagan —– Afirmó el agarre en su mochila —– Después que pase todo, mañana será como siempre y todos felices.
—– No creo que sean malos —– Mark se acercó a la puerta dándole la espalda a Namjoon.
El pelinegro suspiró mirando la manilla de la puerta.
—– Sabes lo que pasó con Youngjae y Bambam —– dijo en un susurro, saliendo de la tienda.
Un nudo se formó en la garganta del castaño al recordar ese peculiar y engorroso día, junto con un revoltijo de emociones que chocaron en su ser, acompañándolo de ese triste y último recuerdo.
Flasback
Como todos los días hábiles, Namjoon llevó a Jungkook y Yugyeom a la pequeña escuela del pueblo.
El camino siempre fue plano, la escuela era céntrica en la zona; otras tiendas más rodeaban la pequeña escuela. Una de ellas, fabricaba materiales para los niños de la escuela, como pizarras, tizas, donaciones de libros, materiales para pintar, lienzos, uniformes entre otras cosas necesarias.
Esta tienda bastante útil la dirigían Youngjae junto con su primo Bambam. Ambos jóvenes de entre 17 y 18 años, huérfanos, solos, sin ninguna familia o pariente que conocieran o tan siquiera les hubieran hablado de ellos.
Eran bastante humildes y cariñosos, amigables con todos los pueblerinos.
Namjoon, nuevamente como todos los días, pasó a visitar a sus amigos llevándoles siempre algo de comer o para compartir.
—– Buenos días...
—– Namjoon, buenos días —– con una sonrisa, el radiante Youngjae le recibió, estaba en el mostrador, listo en su lugar de trabajo —– ¡Bam, Namjoon está aquí!
—– Estás enérgico hoy ¿A qué se debe? —– preguntó Namjoon dejando las pequeñas bolsas de papel.
—– Es viernes. Por fin descanso —– respondió.
—– Antes también era viernes y no te alegrabas así —– bromeó Nan.
—– Este viernes es diferente —– sus ojitos se cerraron por la espléndida sonrisa que le regaló a Nam.
—– Namu —– saludó otra voz.
—– Bambam, buenos días —– su cabello estaba alborotado y llevaba cara de pocos amigos, Youngjae y Nam observaron a Bam con confusión.
—– ¿Qué te pasó? —– Preguntó Jae.
—– La leña, no sé cómo pasó, pero fue la leña, estoy seguro —– y sin más regresó a la parte trasera de la tienda.
—– Vale —– Respondieron ambos encogiéndose de hombros, Namjoon sacó las envolturas de comida y las colocó en el mostrador.
— Aquí les traje el desayuno —– comentó Nam.
—– Oh, Nam sabes que no tienes por qué hacerlo.
—– Aun así lo hago —– sonrió.
—– Mañana nos veremos en mi casa —– dijo Youngjae —– Bambam quiere hacer una comida especial.
—– ¿Él la hará? — preguntó aterrado.
— No, solo dio la idea —– Namjoon suspiró de alivio —– ¿Qué dices?
—– Está bien, ¿Le aviso a los chicos?
—– Por favor — Asintió Jae.
—– Bien, debo irme, Mark debe estar molesto por la hora.
—– Está molesto por todo, es Mark —– rodó los ojos.
—– Nos vemos mañana. Adiós Bambam —– el nombrado salió agitando su mano en respuesta.
Cuando salió de la tienda, ambos chicos se miraron y sonrieron.
—– Estarán bien —– dijo Bambam, el menor solo asintió viendo como Nam se alejaba por el camino.
Ese día fue muy ajetreado en muchos sentidos.
Todos estaban agotados, por lo general los viernes era de esa manera, cargado de personas que iban a comprar municiones y medicinas para el fin de semana y ahorrarse las salidas.
Namjoon llegó a casa a las 8:30, se despojó de todas las cosas que llevaba encima incluyendo sus prendas y cayó rendido en un solo sueño.
Mientras que en otro lugar, en la penumbra de la noche, los árboles se agitaban por el fuerte viento que golpeaba con constancia. En ese escenario, dos chicos se encontraban temblando, arrodillados y con lágrimas en sus ojos.
—– ¿Esto es lo que quieren?
—– Sí –— respondieron ambos, un largo silencio había en ese lugar, donde solo el zumbido del viento se apreciaba.
—– Como deseen.
Al día siguiente el caos se desató en el pequeño pueblo.
Ambos chicos no se encontraban en ninguna parte del pueblo, buscaron fuera, en las fronteras, en todas partes pero jamás se encontraron.
Habían desaparecido
Todo, en una noche de eclipse.