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By is-disastrous

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๐ข๐ง๐ญ๐ซ๐จ๐๐ฎ๐œ๐ญ๐ข๐จ๐ง
vol 3 โ”€โ”€ ๐๐€๐’๐“ ๐–๐ˆ๐‹๐‹ ๐‡๐”๐๐“
o. ragnarรถk
i. creatures of the night
ii. you hung the moon
iii. butterfly effect
iv. play with fire
v. snake's nest
vi. maybe is lyin' next to you
vii. apples, peaches and a little treachery
viii. the other girl in new orleans
ix. silent night, holy night
xi. through the valley of darkness
xii. leave a light on
xiii. no rest for the wicked
xiv. heart shaped box
xv. an old friend calls
xvi. what goes around, comes around
xvii. there's not place like home
xviii. where it all begins
xix. when the devil come here and sighs
xx. may we meet again
xxi. where nothing stays buried
xxii. hard rain's a gonna fall
xxiii. the bloody crown
๐š๐ฎ๐ญ๐ก๐จ๐ซ'๐ฌ ๐ง๐จ๐ญ๐ž

x. house of cards

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By is-disastrous

capítulo diez: casa de cartas



«—No me molestaría pasar todas las mañanas de esta manera. —aseguró observando como la joven Alfa llevaba la taza de cerámica hasta sus labios mientras una sonrisa le acompañaba. Él también sonrió. Era una mañana tranquila, el sol estaba en su más alto apogeo aunque no lo suficiente como para que fuese molesto, una que otra suave brisa acariciaba sus pieles mientras que traía con ella esos olores frescos que daban esa sensación de calma. El olor café era el más abundante pero para ninguno era incomodo, se sentía familiar como si aquello se convertiría en un ritual para ellos. Alexandra miró a las demás mesas a su alrededor las cuales contenían diversos grupos de personas conversando. Volvió la mirada sobre él.

—¿Todas las mañanas? —cuestionó alzando una ceja mientras se reclinaba en su asiento así como también comenzó a mover la pierna que se hallaba sobre la derecha. Era una sensación agradable pero distaba de la realidad la cual los apremiaba.

El híbrido asintió. —Siempre.

Sus palabras sin duda hicieron que su corazón se saltara un latido. Después de una inhalación desvió la mirada hacía la vereda en donde se encontraban más transeúntes. Niklaus vio como su sonrisa había disminuido un poco, y como pronto el silencio reinó en la mesa. En sus ojos notó ese brillo que consideró como un anhelo para aferrarse a las palabras ofrecidas por él. Una mueca de duda fue la que acompañó sus siguientes palabras:

—Esa es una promesa difícil, Klaus.»

Frente al mueble de madera se halló desabotonándose con rapidez la camisa mientras intentaba controlar el temblor en sus manos. «Ella estaba muerta». Eso era lo que se repetía una y otra vez, sin embargo, en ese momento pudo escuchar la regadera sonar lo que le dio un sentido de realidad a lo que sucedía:

Todo fue tan rápido que sus memorias pasaban como flashes.

Como después de ver el cuerpo sin vida de Alexandra la tomó entre sus brazos, sin importar lo que sucedía a su alrededor, para llevarla hasta su dormitorio. Ahí intento darle su sangre más él sabía que era inútil, había pasado mucho tiempo para que ella pudiera recuperarse.

En su enojo arremetió contra todo lo que se encontró a su alrededor; marcos, flores, y toda clase de elemento que se hallase a su paso. Sin embargo, la ira no se calmó por lo que pronto la acompañó la llegada de la tristeza a lo que terminó empujándose contra el marco de la puerta mientras se deslizaba sobre la misma tomando su rostro en el cual había lagrimas derramándose sin parar. 

Ella estaba muerta

«—¿Lo dices por el hecho de que no eres inmortal?—interrogó. Nunca habían planteado el tema, jamás se había dado, pero sin duda el híbrido tenía curiosidad sobre lo que la mujer tenía para decir sobre ello.

Ella lo miró. —Es más por los problemas en los que solemos vivir —bromeó un poco a lo que Niklaus sonrió, ciertamente ellos vivían de un problema en otro. Por lo que momentos de tranquilidad como ese eran atesorados aún más —. Pero sí, siendo inmortal o no. Es un hecho de que puedo morir...—suspiró dejando la mirada en unos niños tomados de las manos en cercanía a la mesa de ellos. El híbrido fue borrando poco a poco su sonrisa sin apartar la mirada de la joven Alfa la cual sonreía al observar la escena. Ciertamente le había dedicado pensamiento a ese posible suceso —. No es que haya pensado mucho en eso, tampoco espero que sea pronto —lo miró —. Pero sí, es un hecho.»

Ella estaba muerta, y ahora volvía a la vida.

Eso también era un hecho.

Puesto que después de llorar sobre su cuerpo, de una manera inesperada el latir de su corazón se volvió a sentir. Fue así como Alexandra Labonair volvió de entre los muertos. Para cualquiera sin duda era una historia alucinante, y  quizás si él no lo hubiese vivido, la habría cuestionado. Sin embargo, en ese momento no pensaba ni en el cómo o el por qué, en aquel instante solo daba las gracias de que estaba de regreso con él.

—Niklaus... —el timbre de voz que identificaba a Elijah fue el que lo sacó de sus pensamientos. Limpiando sus manos con un paño que ahora se encontraba manchado de sangre, el híbrido salió hacía la pequeña sala que componía parte de su estudio. Su hermano se despojo de la chaqueta para lluvia que lo cubría mientras trataba de analizar el estado emocional del híbrido —¿Qué a sucedido? —fueron las únicas palabras que encontró para preguntar por la descabellada historia que su hermano le había resumido en la llamada de urgencia que había dado hacía no menos de dos horas.

—Camille esta en transición —comenzó a enumerar los problemas que los apremiaban aquel día —. Cuando estuvo bajo la compulsión de Aurora durante el secuestro, bueno ella le dio su sangre para que durante la Noche Buena, luego de matar a Alexandra, se suicidara.

Las cejas de Elijah se alzaron en sorpresa absoluta mientras que sus labios permanecieron entre abiertos más no pudo mediar palabra era como si su mente había decidido colocarse en blanco.

Más y más problemas llegaban a sus puertas a lo que era prácticamente se consideraba un reto estar al tanto de todos. —Cuando llegué ahí... —soltó el paño con enojo. Cerro los ojos mientras apretó los labios —. Solo le quedaban segundos de vida, si no hubiese sido por la sangre, estaría muerta.

Niklaus tenía empatía por la situación de la psicóloga más no podía dejar de ver la imagen que presencio, Camille sentada —medio muerta— sobre la sangre de Alexandra, eso hacía que la empatía se volviese difusa. Por su parte, Elijah no dejó de pensar que Camille había sido atrapada en el fuego cruzado y que aquella muerte no se le debía acuñar a la joven psicóloga. Pero aquel día su hermano no era un hombre de razonamiento, era un hombre con una chispa en sus ojos lo suficientemente fuerte como para incendiar la ciudad completa.

—¿Cómo esta ella?

Niklaus sabía a quien se refería, y Camille no era su razón principal de preocupación, después de todo la razón de su regreso a la vida era lógicamente explicable. Muy a diferencia del regreso de entre los muertos de Alexandra, que era simplemente inexplicable para ellos. El híbrido bajó la mirada desviándola de la de su hermano, aquella respuesta no era fácil de dar.

—Acaba de regresar de entre los muertos y sin explicación alguna. —fueron las palabras en respuesta, puesto que, no había otra contestación a esa pregunta. Nadie podía saber si estaba bien o a punto de enloquecer. Cuando despertó cubierta de sangre, y Niklaus agradeció a los cielos por eso; ella parecía estar en un estado de impacto lo cual era lo normal, más luego de un par de minutos solo pidió bañarse, desde ahí no habían cruzado otra palabra. Él no sabía que decir o como actuar ante la situación. Solo quedaba ser paciente, cosa que no era del fuerte del Original. No obstante, eran pocas las veces que Elijah había visto a su hermano menor de esa manera. Nervioso e incluso corto de respuestas.

Pero con una sed de venganza incontenible.

—¡Tenemos que devolver estos ataques! —bramó. El enojo ya no podía ser ignorado, había estado manteniendo la tranquilidad frente a Alexandra, pero ante Elijah debía dejar salir un poco de la ira que lo carcomía —. Nuestra respuesta debe ser rápida y brutal.

—Estoy de acuerdo —concordó al instante con un timbre sereno. Dio unos pasos hacía su hermano menor. Él debía controlar la situación, él debía ser el de la cabeza fría —. Después de que la Serratura haya sido recuperada —hizo énfasis en la palabra «después», luego suspiró —. También debo informarte que el pendiente de Freya ha desaparecido.

El pecho de Klaus subía y bajaba con brusquedad. La sangre le hervía del solo saber que sus enemigos se habían atrevido a atacarlo de esa manera.

—Y la esencia mística de Finn con el. —destacó la obviedad de ello para luego rodar los ojos. Su mente solo lograba conectar pocos puntos, pues su cabeza no estaba en el juego, veía rojo todo. Quería la sangre de sus enemigos. Con un alarido exclamó —¡Deja que ese imbécil siga perdido, Elijah!

Elijah se hecho hacía atrás. Comprendía lo que sentía su hermano e incluso hasta algún punto lo compartía. Pero en ese momento ellos debían ser más inteligentes, más calculadores. Más en él no hubo sorpresa cuando su hermano estableció lo siguiente:

—¡Nuestro enfoque el día de hoy es acabar de una vez por todas con lo que queda de la miserable dinastía de Martel! —cada palabra estaba cargada de una furia infinita. Una furia que quizás ni la sangre de sus enemigos podría aplacar del todo. Elijah vio con toda intención como el híbrido dejo que esas se convirtieran en las últimas palabras de aquella conversación, sin embargo, la voz imponente de su hermano mayor pronto lo detuvo:

—Piensa, Niklaus —intentó apelar a su cordura. Después de todo, él era el único que conservaba la cabeza fría en aquel juego de poder. Por lo que lo siguiente a decir lo soltó detenidamente con intención debido a que entendía que su hermano tenía un desastre en su mente —. La Serratura se activa con magia. Tristan necesitará al brujo más poderoso de la ciudad para activar el arma. Un Regente.

Niklaus entendió. —Vincent... —nombró lo que llevó a que su mente empezará a aclararse, la mente de estratega que necesitaban en aquel momento pronto comenzaría a accionar. Suspiró —. Quien fue una vez poseído por Finn.

Elijah asintió reforzando lo que decía.

—Ciertamente, Vincent no se doblegaría ante Tristan pero si ante Finn. —aseguró con convicción.

—¿Entonces qué? —indagó alzando una ceja. Pero no esperó por la respuesta, la impaciencia pronto volvió a formar parte de él cuando se avecinó como una avalancha —. No, no me respondas. Lo que tenemos que hacer es matar a Tristan y toda esta maldita situación de la profecía se desvanecerá.

Elijah avanzó hacía su hermano para luego posar una de sus manos sobre el hombro del mismo en busca de darle reconforte, de hacerle saber que no estaba solo y que podía contar con él. Niklaus lo miraba atento.

—Me encargaré de la situación —aseguró con voz pasiva, sin tratar de sonar imponente. Era como una promesa calma ante aquel caos que se desenvolvía —. Ella te va a necesitar, hermano.

En ese momento, en los ojos de su hermano pudo ver el sosiego que él tanto buscaba, pero al mismo tiempo quiso protestar; quiso negarse y salir el mismo en búsqueda de los culpables. Pero se retuvo al tener la imagen clara de Alexandra en su mente, pues una pequeña parte de su raciocinio volvió a él como destello. Él tenía que mantenerse calmo para que ella lo estuviera también, no podía atosigarla con más problemas. Era la única forma de enfrentar esa extraña situación y mantenerse al mando. Sin embargo, muy adentro de él, sabía que ese control que tanto anhelaba había desaparecido por completo.




━━━━━━━━




Sus piernas se hallaban contra su pecho.

Las lágrimas se habían detenido, pero aún la sensación del claro recuerdo de haber cortado el cuello de Alexandra mientras que se quería detener no abandonaba su memoria. Esas sensaciones eran las que ocupaban gran parte de sus pensamientos por lo que a pesar de que las lágrimas ya no corrían por sus mejillas no podía dejar de preguntarse: ¿Cómo acabó así?

Pero para la psicóloga la respuesta era más que obvia. Después de todo, ella había decidido vivir en esa ciudad, tratar con Niklaus —a pesar de saber que era, por lo que un final diferente no se le podía ocurrir en aquel momento. Pero de nuevo, acababa de volver a la vida y ahora se hallaba en transición por lo que le asignó toda aquella negatividad a los sentimientos que se encontraban a flor de piel.

Y ese era el problema, ella sentía todo.

El reflejo del sol traspasó las cortinas de la ventana del balcón perteneciente al dormitorio que Freya le había dado y en aquella luz se vio reflejada, en la fina línea de lo que era y lo que ahora debía ser, un vampiro consumido por la oscuridad.

Se permitió abrazar más sus piernas para soltar una lágrima.

—Cami...

La voz de Alexandra le hizo sobresaltarse, un pequeño brinco pegó de su asiento que se hallaba en la esquina oscura del dormitorio. En primera instancia, escucharla fue un alivio profundo para la joven psicóloga debido a que ella no entendió lo sucedido si no fue hasta oír a Klaus acabar con su dormitorio junto a los gritos de desesperación. Y en segunda instancia, la sorpresa de verla ahí fue grande al punto de que le costó llevar la mirada hasta ella, pero cuando lo hizo pudo ver en su mirada algo que no esperó: tristeza.

No estaba enojada, no tenía una ira incontenible que podría llevar a acabar con la vida de la bartender —como esta creía merecerse. Al contrarío, su mirada se debatía entre tristeza y compresión, como si lo sucedido había sido solo una alucinación y que en ese momento ella se hallaba ahí como fuente de apoyo.

Pero no había sido ninguna alucinación, había sucedido, ella le había quitado la vida a otro ser.

La loba se introdujo a la habitación mientras continuaba. —. He llamado a Nathaniel, no tarda en venir-

—¿Por qué estas aquí? —un sollozo se escapo entre las palabras que intentó soltar con curiosidad más que parecían una extrañeza. Ella la había matado, por lo tanto no debía tratarla como si lo que había pasado era algo menor. No debía estar ahí para apoyarla. Alexandra se detuvo de golpe ante la pregunta para cuando inhaló con suavidad.

—Porque no es tu culpa —aseguró tratando de quitar cualquier peso que la psicóloga podría haber querido colocar sobre sus hombros. Camille no le quitaba la mirada de encima —. Se bien que jamás me quisiste hacer daño, todo esto es porque lamentablemente...

—Me encontré en el fuego cruzado. —finalizó las palabras de la joven Alfa. Ciertamente era así, no había nada que negar o contradecir. Para su mala suerte, era así.

Alexandra se acercó lo suficiente como para colocarse de cuclillas frente al sillón. De los ojos calientes de la bartender brotaban una que otra lagrima sin permiso alguno.

—Freya esta trabajando en el anillo de luz —informó con serenidad. Debían tomar paso a paso lo que se haría. Sin embargo, aquella petición fue de Nathaniel directamente, quien se negó a la idea de que Camille muriese. Pero, a pesar de que Alexandra quería cumplir con la petición también tenía que tomar en cuenta los sentimientos de la bartender —. Y después de que te alimentes serás...

—Un monstruo —musitó con la mirada desviada. Ella sabía el camino que le deparaba el futuro; después de todo era lo que había visto y vivido. Alexandra bajo la mirada —. No quiero ser un monstruo, Alex —volvió la mirada sobre la loba —. No soy lo suficientemente fuerte como para no terminar como eso.

Alexandra suspiro para mirarla. —Si lo eres, Cami —aseguró con una embriagante convicción —. Además, que seas un vampiro no significa que no sigas siendo tú —reconfortó con una suave sonrisa —. Mira a Josh, es el vampiro más tierno que puede existir —bromeó un poco tratando de aligerar el ambiente —. No todo es blanco o negro, los matices también están ahí —con un leve apretón que le dio a su mano, Camille suspiró —. Todo estará bien.

—¿De verdad crees eso?

En ese momento ella buscaba sostenerse a cualquier rayo de esperanza, y en ese momento Alexandra fue eso. La luz que necesitaba entre tanta penumbra. La loba asintió con suavidad para cuando exhaló, por consiguiente alzó la mirada.

—Será difícil aceptarte en un principio, te preguntarás por un tiempo por qué de todas las personas justamente tenías que ser tú —levantó un poco de su comisura izquierda. La situación era similar a la que una vez vivió, sin embargo, esa vez no corrió con la suerte de Camille —. Pero luego empezarás a vivir el día a día, y entenderás que si hay un mañana. Y después, bueno, buscarás un nuevo horizonte —Alexandra soltó un poco de aire por la nariz acompañado de una risa —. Requerirá de mucha fuerza mental, pero lo lograrás.

—¿Cómo estas tan segura? —interrogó luego de alternar la vista con la luz, para luego dejarla en Alexandra.

—Porque eres valiente, Cami —aseguró sin ninguna dubitación en sus sentencias la cual resultaba avasalladora —. Así que no dejes que Aurora gane. No dejes que tenga esa clase de poder, no le des la satisfacción.

En el tiempo en el que Camille llegó a conocer a Alexandra podía afirmar una cosa con convicción absoluta: ella tenía la capacidad de hacerte sentir que no estabas sola, que tú historia era similar a la suya y que si ella estaba ahí, significaba que había sobrevivido a lo peor, confirmándote que tu también podías. Ella era la que aseguraba la luz al final de aquel oscuro túnel. La que daba esperanza entre tanta desesperación.

Y las palabras de Alexandra le llegaron, por unos instantes el contagio de sus sentencias se experimentó con la adrenalina de vivir, más no duró mucho tiempo más. Pues, si algo bien sabía Camille O'Connell es que las personas solo podían ser ayudadas si estas querían...

...Y en ese momento ella no lo hacía.

El golpeteo de la puerta las obligó a callar. La persona detrás de la misma se abrió paso hacía el dormitorio para cuando Alexandra se halló de pie. En el rostro de Nathaniel Labonair no se identificó ninguna emoción más el sudor corría por su sien, como si había corrido desde el pantano en el momento de la llamada, pero ese sudor solo representaba un sentimiento que la mayoría de los allegados a Camille sentía. Miedo.

—Los dejó.

Fueron las últimas palabras en pronunciar para cuando pasó a un costado de su primo, no sin antes darle una mirada de apoyo acompañada de una sonrisa en conforte. Era sumamente triste lo que sucedía y no había mucho que hacer, todo quedaba a decisión de Camille.

Una vez alejada del dormitorio, entre los pasillos se detuvo debido a la vibración proveniente del bolsillo trasero de su celular, al sacarlo vio el mensaje:

Creo que tengo una solución para el ritual.
—Mary Dumas
Hace 1 min

Alexandra suspiró. Con todo lo que sucedía su mente se había agitado lo suficiente para enterrar muchas cosas que en ese momento no necesitaban, por lo que el reciente reclamo de la manada quedó como último en la lista de sus pensamientos. Más no dejó su celular, entre sus contactos buscó a otra persona a la cual le tenía un encargo importante.

Tengo un problema de brujas, necesito ayuda.
—Alexandra Labonair
Hace 1 min

Esperó por la respuesta de Layna más no obtuvo nada a cambio por lo que decidió adelantarse hacía el dormitorio en busca de Niklaus para exponerle lo que estaba sucediendo con los Ancestros y su reciente descubrimiento más cuando llegó ahí no se halló con él, por lo que su siguiente objetivo fue el estudio, pero al llegar notó que tampoco se encontraba ahí. 

Resopló, la ansiedad de todos los sucesos la cubría a lo que sin una gota de raciocinio se acercó hasta el escritorio abriendo un par de cajones para tomar uno de los papeles para notas junto a una pluma que halló cerca. 

Al finalizar de escribir la pegó en la lámpara para seguido salir de ahí.

No había tiempo de esperar para actuar, ella debía poner su mente en marcha. Los de Martel estaban jugando con cada uno de ellos, tirando de los hilos invisibles que parecían controlar, construyendo una casa de cartas que pronto comenzaría a tambalearse.

Y aunque aún no lo supieran, cada acto lo pagarían caro.

«Iré al Bayou. Estaré en contacto.
—Alex»


⚜️。:*•.⚜️.•*:。⚜️

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