CURSED LINEAGE «the witcher»

Por a-andromeda

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𝕮𝖚𝖗𝖘𝖊𝖉 𝕷𝖎𝖓𝖊𝖆𝖌𝖊 | LINAJE MALDITO «𝘢𝘮𝘢𝘳 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯... Más

CURSED LINEAGE
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XLIV
XLV
XLVI
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CONÓCELOS
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XIX

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Por a-andromeda

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   Las partituras
escritas en tu piel
vibran con besos. 
   "
—Orestes Aguilar Iparraguirre.






«»                    Fue inesperado.

En un solo movimiento, los labios de Geralt habían encontrado los suyos para fusionarse en tan ansiado beso. Fue suave, mucho más de lo que Margery se había permitido imaginar en pasadas ocasiones. Pero en ese justo instante, era tan real que su piel no hizo más que erizarse y corresponder con entrega a todos y cada uno de los delicados movimientos que eran dibujados sobre su boca.

Los dos, estando inmersos en aquellas caricias de sus labios con los del otro, la princesa no notó el momento exacto en el que sus manos se apoyaron en el pecho masculino, inclinándose hacia él. Solo sintió la calidez del hombre traspasar sus guantes y unirse a la suya, al igual que percibió sus latidos relativamente más rápidos de lo que debería ser para un brujo. No pudo evitar suspirar en medio del beso.

Casi tenía la leve impresión de que el mismísimo sol había salido a mitad de la noche y en medio de los establos, cual nuevo día para empezar, cual nueva esperanza, calidez y felicidad recorriendo cada centímetro de su cuerpo y alma. No obstante, terminó demasiado pronto para su gusto, como si él hubiera querido asegurarse que lo que acababan de protagonizar, fuera tan real y claro como los afectos del uno por el otro.

Un pequeño gimoteo desganado escapó de manera inconsciente de la boca de la pelirroja, quien no se atrevió a abrir los ojos todavía. A ciegas, no dudó en perseguir los labios ajenos una vez los dejó de sentir sobre los suyos, provocando que una suave y atractiva sonrisa iluminara el rostro del rivio.

La mano que sostenía la mejilla de la princesa fue a parar bajo su mentón con la simple misión de acariciar su piel arruinada por el profundo beso, estremeciéndola en el proceso. Se encontró a sí misma hipnotizada por todas las sensaciones que habían explotado en su interior. Y todo eso había si hecho por Geralt de Rivia.

—Princesa —suspiró el peliblanco, cerrando los ojos y apoyando su frente con la de ella. Inhaló profundo su familiar aroma de lavanda con valeriana y su agarre en la cintura de Margery se intensificó, acercando sus cuerpos lo más humanamente posible —. Necesito saber que no habrá ningún arrepentimiento después de esta noche.

—Fui bastante clara —contestó con convicción.

Como respuesta a sus palabras, los ojos ambarinos del brujo la observaron desde esa cercanía. Sus luceros verdosos se mantuvieron ocultos ante la atenta mirada del hombre, más sus acciones y reacciones desnudaron por completo sus afecciones e intenciones.

» Creo que yo debería preguntarte eso a ti.

Poco a poco, abrió los ojos por fin, entrelazando su mirada del color de las hojas en primavera con el dorado atardecer de los irises del brujo. A pesar de no querer salir del desconocido encantamiento en el que parecía estar sumergida mientras era sostenida por los brazos masculinos, por una milésima de segundo, supo que quizás debía prepararse para lo peor. Esperar a que la tormenta opacara su esperanza con unas cuantas palabras que dolerían más que veinte puñaladas. Esperar al siguiente rechazo y ser apartada como había sucedido con pretérito.

Pero no sucedió.

—¿Acaso nadie te ha dicho los peligros que rondan alrededor del beso de una mujer bella? —Preguntó tomando una de las manos de ella para sacar el guante. Una vez sus pieles se reencontraron, los dos supieron que no deseaban jamás dejar ir esa sensación.

—Es una tontería envidiar a otro hombre. Yo te quiero a ti.

Geralt nunca lo admitiría, pero tenía demasiado miedo para permitirse tener esperanzas: esperar que ella pudiera ser suya, esperar que ella en verdad sintiera lo mismo que él. Que las palabras recién dichas no fueran más que el perfecto espejismo de sus propios deseos. Pero conocía la realidad. Margery de Mercibova estaba destinada a casarse con otra persona, a casarse con algún rey o príncipe; a ser reina algún día y a dar a luz herederos del reino sobre el que gobernaría con su futuro esposo.

Pero él quería ser tan egoísta como sus pensamientos. No quería eso para ella, aunque no tenía mucho que dar u ofrecerle.

Sabía que ya estaba perdido en el momento en que la besó; en el segundo en el que su piel conoció la suya por vez primera. Y ni siquiera le importó. Él la deseaba con la misma o mayor intensidad que ella a él. De igual forma, necesitaba que ella supiera lo que se sentía ser acariciada con pasión e intención. Margery era aquella luz que Geralt se atrevería a seguir a través de la tormenta si eso significaba poder tenerla para sí.

Así que se permitió tener más esperanza de lo que realmente creía merecer.

Al frente de las puertas del establo, la luna y las estrellas siendo silenciosos y fieles testigos, la maldición pareció ser la perfecta razón para que ese momento recién compartido, fuera su más preciado secreto.

—Debes volver al castillo...

La princesa hizo un desganado sonido y cerró los ojos con resignación. Tenía que ser consciente de que nada alrededor de ellos había cambiado, pues todavía existían límites y problemas, cuyas soluciones desconocía por el momento. No obstante, no le importaba nada más que no fuera esa pequeña parte compartida entre los dos. Sin duda alguna, un total privilegio dadas las circunstancias de sus vidas. Sus destinos se habían entrelazados, pero ¿qué tan fuerte sería eso si había tanto que perder en algo que ya estaba condenado?

—¿Te veré mañana? —Preguntó con timidez. Aun así, dudaba mucho que las emociones de sus ojos estuviesen haciendo un buen trabajo de mantener a raya la emoción que recorría cada rincón de su anatomía.

Quizás había dejado que el brujo se robara la inocencia de sus labios, que con gusto había permitido, empero eso no indicaba que todo hubiese quedado arreglado y asentado. Todavía existían muchas palabras de por medio que no habían sido expresadas por ninguno, que no era el momento indicado. Ambos tenían que saberlo y aceptarlo, más no pensaban dejar que lo demás arruinara lo que con tanto esfuerzo y valor habían aceptado en silencio esa noche.

—Si eso es lo que tu deseas.

—Sí —contestó de inmediato, haciendo que Geralt ladeara la cabeza y acercara su rostro una vez más.

—Ahí estaré —prometió para después besarla con suavidad, estremeciéndose con cada toque directo de la tierna piel sobre la suya.

—Pero no he dicho donde —susurró Margery con una suave risa. Cada palabra siendo recibida directamente por la boca del rivio. Pero antes de poder volver a soltar cualquier otra frase, estas quedaron tragadas por una exclamación ahogada por los labios del hombre nuevamente.



En el instante en el que arribó al pasillo, ante las puertas que le darían entrada al Gran Salón, la pequeña sonrisita de felicidad que portaba desde antes de adentrarse al castillo, se apagó de su rostro. El momento de realidad asentándose de nuevo en ella, hizo que el impulso de dar media vuelta y huir se hiciera presente una segunda vez. Pero ella sabía que era una tontería atrasar lo inevitable. Era casi un milagro concebido por los dioses que nadie hubiese ido en su búsqueda, ni siquiera Sarai, a quien no había visto desde que salió de sus aposentos.

Todo su cuerpo había generado una clara resistencia al banquete, mucho antes de que ella se encontrara enredada entre los brazos de Geralt. Llevaba semanas temiendo la realización de dicha reunión. Más ya no tenía excusas, razones ni derecho de evitar lo que le correspondía y debía cumplir.

Al momento en que la música del salón acalló y un silencio se asentó al otro lado de las puertas dobles, el grupo de músicos le dio paso a un nuevo y muy conocido tema: la fanfarria real de Mercibova. Margery tragó saliva con dificultad, sintiendo la garganta seca de repente y se reacomodó los guantes en un gesto nervioso y preparativo. Trató de calmar los pavorosos latidos de su corazón, ignorando el incómodo calor que abrazó su cuerpo y dejó caer sus brazos a ambos lados.

Los guardias abrieron las puertas y las luces cálidas del Gran Salón le dieron la bienvenida en diferentes explosiones de colores, provenientes de las diferentes flores y plantas con que había sido decorado el lugar. Las columnas lucían su más orgulloso brillo dorado, acompañando los detalles del mismo color en el vestido de la princesa. En esa ocasión, no solo los símbolos y banderas de su reino estaban exhibidos, sino también los de otros lugares, en forma de representación y búsqueda de distinción.

A pesar de tantas cosas nuevas incluidas, ella pudo notar con agradable facilidad, la manera en que el banquete estaba exquisitamente decorado con la temática típica de su reino durante los festivales de primavera. Era una de sus épocas favoritas y era increíble la forma en la que eso le estaba aportando una sencilla clase de consuelo. Saber que había algo constante y que no representaba un mayor cambio en su vida. Era pequeño, no resaltaba y efímero, pero la pelirroja tomó esos pequeños adornos como una cuerda salvavidas.

—Su Alteza Real, princesa Margery de Mercibova. —La fuerte y gruesa voz del heraldo resonó por el lugar, aumentando los nervios de la nombrada.

Comenzó a caminar sobre la alfombra azul, que había sido puesta con intención, señalando un camino directo hacia la mesa que se encontraba la familia real anfitriona. Las mesas de los invitados estaban ubicadas de manera estratégica, despejando su trayecto. Los candelabros de pisos, pulidos y arreglados, estaban ubicados en las esquinas de la elegante y gruesa tela que cubría el suelo de piedra, brillando en llamas anaranjadas por los hachones, iluminando su paso y su figura, centrando la atención de la noche sobre ella.

A pesar de sentir que en cualquier momento tropezaría frente a todos, tumbaría algo o enredaría su vestido hasta con el mismísimo aire, todos sus signos de ansiedad e inseguridad quedaron ocultos bajo la típica máscara de porcelana que ella amaestró durante toda su vida. Con la espalda enderezada, los hombros echados hacia atrás y el mentón en alto, se desplazó con inigualable gracia y confianza, evitando cualquier clase de contacto visual con nadie más que no fuera su familia. Escuchó susurros a su alrededor, mayormente comentarios que trató de ignorar, pudiendo sospechar de antemano sobre qué eran.

Después de todo, era la primera vez en casi trece años, que el castillo Mercibova abría las puertas para hacer alguna celebración con el nombre de su princesa por delante.

Al final de su camino, los reyes y el príncipe, a un lado de su prometida, la esperaban. Aquella imagen le dio el impulso de querer acelerar el paso y terminar con la primera parte lo más pronto posible, puesto que, apenas ella estuviera situada en su lugar, iniciarían las presentaciones. Una noche larga se venía encima y ya no tenía cabeza para nada más que no fuera lo anteriormente vivido con el brujo. Sus pensamientos y razón estaban nublados, lo que le hizo preguntarse si el beso fue bastante inoportuno, dado que ella todavía debía contentar a su pueblo y a sus padres.

Una vez estuvo situada al lado de los reyes y hermano, casi de inmediato, las familias reales de otros países y nobles, se pusieron de pie para comenzar con algo muy parecido a un desfile. La meta era la princesa, la pobre alfombra azul era la víctima actual, mientras que el corazón de la joven mujer se apretujó en su pecho ante la incertidumbre. Nada había sido suficiente para prepararla para esa noche.

Mucha gente se acercó a la familia real de Mercibova, saludando al rey y a la reina, el príncipe y su prometida, para finalmente centrar su atención sobre la princesa, presentándose con orgullo y modales exagerados, solo para impresionarla. La pelirroja contestó a cada cumplido y palabras que eran dirigidas hacia ella, con tal cordialidad, perfectamente digna de una buena princesa, que dejó en un estado visiblemente contento a Caitriona.

Y eso que a ella misma todavía le resultaba un increíble misterio la forma en la que se estaba manejando. Su mente, su verdadera atención, pasando a cada momento devuelta a los establos, devuelta a Geralt, deseando estar en su presencia, con su compañía.

Ya estaba mental y socialmente cansada, algo que no solía suceder muy seguido dado que la princesa no era alguien que tuviera muchos amigos ni conversaciones diarias con otras personas que no fueran las mismas de siempre. Se comenzaba a arrepentir de infravalorar la capacidad de porte imperturbable que poseía la reina. La mujer mayor, de cabellos mieles rojizos, conservaba la misma expresión y energía desde que la menor posó sus ojos en ella. Aun así, ella podía notar la forma en que su progenitora lograba hacer sentir a los demás especial, a pesar de decir lo mismo una y otra vez, solamente cambiando las palabras y el orden de las mismas.

Después de un rato, para sorpresa de Margery, el rey de Aninthaia se paró frente a ella. No lo esperaba en absoluto y su mirada buscó a Blanche de inmediato, sabiendo que el lugar de origen era aquel lugar. Ese reino descansaba en el otro lado del continente, distante, manteniéndose al margen de asuntos que no lo involucraban directamente. Su rey, Maddenson, era un hombre grande y fuerte, de hebras cobrizas encrespadas y mirada azulina, haciéndole competencia al cielo de verano despejado. Sin embargo, la princesa no pudo verlo como el feroz león del que había escuchado, sino como un hombre de carácter centrado, pero incluso amable.

—Princesa Margery, es un verdadero honor conocerla —saludó el hombre, inclinándose hacia ella.

—El placer es todo mío, su majestad —correspondió con una gentil sonrisa —. Me siento honrada de que haya hecho un viaje tan largo por Mercibova.

—No por Mercibova —corrigió con gracia, dedicándole una sonrisa atractiva y ladina —. Por ti.

La fémina parpadeó, dándose cuenta de lo directas que fueron sus palabras. Ya no sabía si sonreír en señal de reciprocidad o solo asentir en agradecimiento. Pero antes de poder hacer todo lo anterior o nada, el hombre volvió a hablar.

» ¿Guardarías un baile para mí, esta noche?

De todas las personas que se habían acercado para conocerla y esperar a ganar su favor, el rey Maddenson de Aninthaia había sido el único que se atrevió a realizar tal invitación. Sin poder evitarlo, Margery aguantó la respiración, esperando algún indicio de duda o arrepentimiento por parte del invitado, consciente de que los demás no habían hecho lo mismo por razones que le resultaban demasiado obvias.

Le agradaba su confianza en sí mismo y lo directas que resultaban ser sus palabras acompañadas de sus miradas, demostrando su valor con la más sencilla de las tareas y también su dominio. Aquellas eran cualidades que ella podría admirar, empero la pelirroja sospechaba que quizás sería demasiado para ella.

—Por supuesto —se forzó a contestar, cediendo a los deseos del hombre, también a los de sus progenitores, pero no a los suyos propios.

Ivo se inclinó una vez más ante ella y se retiró, no sin antes haber lanzado otra mirada por encima de su hombro hacia la princesa. Margery mantuvo su vista puesta en él con genuina curiosidad, hasta que su atención pasó al siguiente pretendiente que se detuvo delante, haciendo que el rey aninthiano se perdiera entre el gentío.

La siguiente familia que había hecho otro viaje relativamente largo para estar en el castillo esa noche, fueron los thorpanos. La princesa de Mercibova no pudo evitar estar de inmediato embelesada por la imagen que tenía delante de ella. Su rey, Johannes de Thorp, iba acompañado de su madre Amicia, una reconocida reina viuda, que hace algunos años hizo lo que muy pocos, por no decir que ninguno, logró hacer para demostrar el valor de la mujer en esos tiempos. Ellos dos, progenitora e hijo, estaban rodeados de caballeros femeninos, ni un solo hombre en vista. Margery debía admitir para sus adentros que les temía más a aquellas fuertes mujeres que a cualquier otro hombre con el que se cruzara.

—Son la Guardia Especial Thorpana —le susurró su hermano, mientras que sus padres se encargaban de saludarles y darles la bienvenida —. Son las guerreras más feroces del continente y las compañeras más leales del rey y la reina.

Los ojos de su hermana menor se iluminaron ante la información compartida, observando con suma atención e interés a las mujeres, casi pasando por alto que Johannes se estaba deteniendo en frente de ella. El percibir por primera vez la inclinación del hombre de cabellos castaños oscuros ante ella, fue cuando por fin retiró su mirada de las guerreras. Admiraba la fuerza que las mujeres desprendían y las grandiosas armaduras de color granate que llevaban puestas. Eran una total diferencia a comparación del gris y negro al que Margery estaba acostumbrada a ver en los soldados.

Una vez que Johannes alzó la cabeza y la joven lo recibió, al igual que a la madre del hombre, con una amable sonrisa, la princesa mercibonense notó cierta silenciosa aura de confianza alrededor del hombre. Un sentimiento de respeto se instaló en ella. De alguna manera, algo le decía de el rey de Thorp era sabio más allá de sus años.

—Rey Johannes, has hecho un viaje tan largo a una tierra tan ajena a la tuya. Temo que solo decepcionaremos —comentó con modestia, lo que sacó una sonrisa ladina del castaño.

—Tonterías, princesa Margery —correspondió con un ligero gesto de su mano izquierda —. Tu belleza es digna de un viaje tres veces más largo que el hecho.

La sonrisa presente en el rostro de la pelirroja se apagó un poco ante sus palabras. Comenzaba a notar que su posición como la futura esposa de alguno de esos hombres solo quedaría relegada y escogida por ser una mujer hermosa. Parpadeó con incomodidad y miró a su hermano de reojo, antes de inhalar para poder contestar.

—No hay necesidad de halagarme, majestad. Su mera presencia es un honor en sí misma.

Apenas terminó de hablar, sus ojos pasaron del rostro del rey hacia el pequeño grupo perteneciente a su Guardia Especial. Esa vez no se molestó en ocultar su interés.

» Sé tan poco de su reino, espero que apacigüe mi curiosidad y abra mi mente a los misterios de Thorp.

No le fue difícil para sus padres y hermano darse cuenta que quizás esa era una de las pocas cosas que Margery había dicho con real atención e inclinación por en verdad querer descubrir más. Después de todo, durante toda la noche, no había mostrado mayor interés en otros reyes o reinos, aparte del necesario y el que era esperado por ella por parte de todos los demás.

—Será un gran placer, su alteza.

La recepción continuó de igual manera sin ningún cambio de patrón. Al recibir tantos cumplidos de la misma índole, la princesa comenzó a aburrirse y a sentirse más cansada de lo que esperaba. No podía esperar a retirarse por fin a sus aposentos y quizás permanecer ahí encerrada durante una semana completa.

Reconoció comentarios arrogantes e innecesarios en las presentaciones. En el mundo parecía que no podían faltar las personas egoístas y exageradamente arrogantes. Varios de ellos le recordaron a Eustace de Alysion, solo que ninguno de los de esa noche le llegó parecer tan amenazante como el hombre que recordó.

Ni siquiera cuando compartió una pieza de baile con el rey Maddenson pareció ser suficiente para que ella se integrara más en la conversación o mostrara una inclinación por él. Tuvieron una pequeña charla educada y algo animada, y Margery no se sintió del todo incómoda con su presencia ni compañía, sin embargo, le resultó bastante difícil pensar que algún día pudiera compartir una vida a su lado.

Una vez volvió a su lugar, miró el Gran Salón y todos los rincones del mismo. Estaban disfrutando unas canciones interpretadas por Jaskier, pero la pelirroja no quiso seguir presente en el mismo lugar. Aprovechando el espacio que encontró, al darse cuenta que la atención de la noche sobre ella había cesado considerablemente, volvió a ponerse de pie. En vez de cruzar el espacio, retrocedió y tomó el camino contrario, esperando poder llegar a la salida que la llevaría directo hacia los jardines.

Una vez fuera, agradeció a los dioses por concederle un momento a solas con la naturaleza, puesto que no había ningún invitado alrededor.

Caminó sobre el trayecto de siempre, desplazándose con cómoda familiaridad por el lugar hasta que se pudo sentar en una desolada banca. Soltó un pesado suspiro, antes de que fuera detenido por una pequeña sonrisa.

De repente, todo lo acontecido en el banquete quedó careció de importancia una vez que sus dedos, revestidos por los delicados guantes, tocaron sus labios, aquella sonrisita se ensanchó. Suspiró con gusto, subiendo la mirada hacia el cielo estrellado.

Antes de poder levantarse para continuar con su improvisado paseo, logró escuchar los pasos de alguien acercándose. Supo que era su hermano, quien la buscaba para quizás volver a presentarse en la celebración.

—Si llego a escuchar algún otro comentario sobre cómo la maldición no afectó mi belleza, creo que voy a... —Se quedó en silencio una vez se volvió hacia atrás para enfrentar a Pierstom, pero se llevó una grande sorpresa al no verlo a él —. Oh.

—Me aseguraré de evitar aquello —prometió el desconocido. Su voz fue profunda y aterciopelada.

La mujer se levantó con rapidez de su sitio. Había sido sorprendida haciendo un comentario que nunca debía ser escuchado de ella, delante de un hombre que claramente era un rey. Margery no pudo reconocerlo, ya que no recordaba haberlo visto en la recepción.

El extraño estaba vestido con prendas mucho menos pomposas y ostentosas a comparación de la demás gente que estaba disfrutando de la cena y la música. Era una imagen sencilla que no le intimidó. Su cabello era de un peculiar castaño dorado y ondulado, organizado hacia atrás para despejar su atractivo rostro y, sobre su cabeza, posaba una gran corona. Era barbado, alto y no cabían dudas de que también fuerte, pero lo que más le impresionó a la princesa, fue que sus ojos de tono esmeralda podrían hacerle competencia a los hermosos irises de Cirilla.

—Por favor, perdóneme —pidió inclinando la cabeza hacia adelante para bajar su mirada. Se sintió de repente muy inquieta e insegura —. Eso fue demasiado impropio de mí. Creí que era el príncipe Pierstom.

Una suave risa brotó de los labios masculinos.

—Realmente, fue agradable —confesó con sinceridad —. Pero soy yo quien debe disculparse. Te asusté y ni siquiera me he presentado correctamente. —Dio un paso en su dirección e hizo una reverencia —. Soy el rey Damien de Amcottes.

La pelirroja también hizo una reverencia, más su cabeza estaba corriendo con diferentes pensamientos y la nueva información que le fue compartida. ¿El rey de Amcottes? Era el otro reino más grande del continente aparte de Mercibova. Jamás creyó que un hombre de tal poder se interesaría en llegar hasta allí como uno de sus pretendientes. Pero una vez más, recordó la razón por la que la mayoría de reinos habían sido invitados esos días.

Ella era la excusa perfecta y necesaria para que el rey Eliastor tuviera una reunión insospechable con los demás gobernantes.

» Y, ¿tú eres...?

Frunció el ceño y lo miró con confusión. ¿Acaso el hombre en verdad no tenía idea? ¿Ni siquiera la corona que descansaba en su cabeza era señal suficiente? Empero una vez más, se tuvo que recordar que su rostro no era uno conocido. Al haber estado confinada casi toda su vida a los terrenos del castillo, a la Torre Norte, era normal que no pudiera ser reconocida. Ni siquiera los pueblerinos de Mercibova la conocían.

—¿En verdad no sabe quién soy? —Inquirió, tratando de ocultar una divertida sonrisa.

—No, no lo sé —contestó negando con la cabeza también —. En cuanto más tiempo me lo oculte, no puedo evitar sentirme más incómodo por mi ignorancia.

De alguna curiosa manera, eso seguía sin sonar como una especia de cumplido. A oídos de Margery, aquello fue la total y descarada sinceridad que no había recibido durante todo el banquete. Ella no estaba acostumbrada a ese tipo de conversaciones, sobre todo con otros reyes. Se le estaba haciendo demasiado raro lo fácil que le estaba resultando hablar con él. Tal vez eso recaía en que el hombre no se había mostrado con la misma intención de impresionarla, lo que logró que la tensión de antes se disipara un poco.

—Margery de Mercibova, su majestad —se presentó al fin.

Los ojos verdosos del hombre se abrieron más de lo normal y su expresión estupefacta no hizo más que entretenerla, haciéndola reír. Antes de que el hombre dijera alguna otra palabra, giró su cabeza hacia el palacio, observando desde ese lugar el banquete que había sido hecho en honor a la mujer con la que se encontraba hablando.

Una vez que el rey Damien pareció volver a la realidad, al escuchar la risa de la princesa, no se molestó en enmascarar lo aturdido que se sintió. Abrió la boca de repente, pero a los pocos tiempos la volvió a cerrar.

—¿Qué sucede? —Curioseó la fémina, apaciguando la sonrisa.

—Tenía la intención de hacerle un cumplido —se explicó —, pero luego recordé lo que dijo antes.

—Tal vez si deja la maldición fuera de la conversación, encuentre algo más de qué hablar —sugirió, convencida de que el hombre de cabellos mieles se quedaría en silencio, pensativo.

—Tengo la inclinación de creer que hay muchas más cosas interesantes que adorar sobre su carácter que algo tan obvio como su belleza.

La sonrisa en el rostro de la princesa se borró casi por completo. Una vez más, sus palabras fueron transparentes, sin la necesidad de haber sido revestidas como una línea de cortejo mal practicada.

» Debo confesar que no soy bueno para estas cosas —volvió a hablar Damien. El silencio adoptado por parte de ella parecía estar poniéndolo nervioso.

—¿Y qué son esas cosas? —Preguntó con amabilidad.

—Cortejando a las mujeres —admitió. Un segundo después, sus ojos se abrieron en horror —. ¡Pero usted no es solo una mujer! Es una princesa, por favor perdóneme. No he hecho nada más que avergonzarme a mí mismo desde que fui agraciado con su presencia.

Margery volvió a sonreír con diversión, pero pronto sus ojos se desviaron hacia las sombras de los lados del castillo. Trató de agudizar su vista y su corazón pegó un doloroso vuelco al distinguir a Geralt dando media vuelta para dirigirse hacia los establos. Su rostro se puso serio un sentimiento de culpa se asentó en ella. Tenía la leve impresión de que el brujo la había visto haciendo algo indebido, por más extraño que le resultase.

¿Por qué se había acercado al castillo?

—Espero que la velada termine de ser de su agrado, su majestad.

La princesa hizo una reverencia hacia el hombre y, sin dirigirle una segunda mirada, tomó rumbo hacia el interior del palacio. Antes de entrar, miró hacia el lugar donde creyó haber visto al rivio, para después inhalar profundamente y volver a reintegrarse a la larga noche.






El reino de Thorp está inspirado en el reino de Wakanda de Marvel (no me pude aguantar hacerlo porque me encanta la diferencia que el ejército representa en esta historia. Además, spoiler alert: Margery en verdad deseará saber más de esa Guardia).

Gracias especiales a mis panas por haberme ayudado a encontrar los gentilicios para cada reino. No sé qué habría sido de mí sin su asistencia y apoyo. Las adoro mucho, queridas.

Recuerdo que algunos comentarios anteriores decían que no confiaban en mí con respecto a Meralt y el camino que los dos han decidido tomar con respecto a esta newfound relationship, y no los culpo jajajaj les he dado razones para dudar xdd

¿Qué les han parecido los reyes nombrados? ¿Algún favoritismo? ¡Que inicie el reality!

¿De qué equipo eres? #TeamGeralt #TeamMaddenson #TeamJohannes #TeamDamien (Nota: sólo se pueden dos equipos al mismo tiempo como máximo jijijji)

Otro detalle importante: esta historia se actualizara los viernes de ahora en adelante. Si vieron el anuncio que publiqué, muchos sabrán que estoy ya en un nuevo semestre en la universidad y actualizar a mitad de semana es imposible para mí.

Alargando más esta note (perdón) les invito a seguir mi cuenta de instagram (andromeda.wttp) para que vean los edits sobre mis historias, además que estoy planeando hacer un en vivo pronto, para que charlemos y hagan las preguntas que quieran. Tal vez suelte un spoiler grande si quieren y me convencen ajajaja. 

De paso, les dejo el mapa del continente. En la parte inferior del mismo, están los reinos que sí son pertenecientes al universo de The Witcher (trate de ser lo más precisa posible), pero los demás que desconozcan, su geografía y demás detalles, son de mi total creación. PROHIBIDA su copia total o parcial y quien lo haga lo funo.
*Solo están indicadas las capitales en los puntos blancos y los azules son otras ciudades importantes que han sido nombradas o que serán nombradas.

¡Feliz lectura!






a-andromeda

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