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By -Shadow05

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―¿Dónde se ubica, la estrella Achernar?

―En la constelación Orión.

―¿Y Zaurak?

―También en Orión.

Freya dirigió su mirada a su pequeña libreta de apuntes. Habían pasado dos días desde que Demetria tuvo la gran y alocada idea de ser animagos, en esos dos días Freya estuvo ayudando a Niklaus con la oclumancia, y el día anterior había comenzado a ayudar a Rowan con la astronomía.

―¿Y? ¿Qué tal?

Fingió contar los puntos que tenía Rowan con una mueca interesante, la pelirroja de Ravenclaw casi salta al pensar en haber acertado en cinco.

―Dos de diez. ―bufó la rubio fresa bajando la libreta. –Achernar y Zaurak son de Erinadus.

―Esto no va a funcionar. ―se quejó Rowan, dejándose con sobre la mesa.

―Pudiste con un patronus, ¿Cómo es que no sabes astronomía? Que por cierto es una materia que estudiamos desde primer año.

―No me fascina la astronomía.

―¿No te gustan las estrellas? ―preguntó confundida. ―¿Las constelaciones? ¿Las lunas? Tú tienes un serio problema. ¿Capella?

―Auriga.

–Tres de diez... en una hora, podría ser un récord, felicidades, ¿El viernes a la misma hora?

―Sí, el viernes.

―Y si no te molesta, ¿Podrías estudiar un poco? Haz de cuenta que soy la profesora Relish, y que te daré de baja en astronomía.

―Tú no puedes hacer un patronus. ―atacó la pelirroja indignada.

―El patronus y la bella astronomía son muy diferentes... y no todos tenemos recuerdos bonitos. ―susurró lo último para sí misma.

―Yo podría ayudarte.

―¿A cambio de qué?

―De nada, tú me estás ayudando con astronomía. Te devolveré el favor, ayudando con tu patronus. ¿Qué dices?

―Hecho. ―respondió sin dudar. ―Tengo libre el sábado.

―Entonces nos vemos el sábado, Rosier. ―dijo yéndose de ahí.

Cuando salió de la biblioteca, todo el pasillo se encontraba desierto, eso la hizo poner nerviosa. Acomodó su bolso y sacó su varita ocultándola de la vista de los demás.

La cena empezaría en unos pocos minutos, y aunque sabía que su tío fue expulsado, no podía evitar ponerse algo paranoica cuando los lugares se encontraban desiertos.

Intentó pensar en todos menos en su tío. En las clases. En su pequeña hermana. En Demetria y en Niklaus. Pero de alguna forma u otra todo volvía.

Las risas escalofriantes de su prima Bellatrix.

Los crucios de su madre.

La mansión Rosier.

Voldemort.

Mortífagos.

Su tío Alec.

Aquella noche en la sala de menesteres.

El ataque a Hogsmeade.

Sentía Hogwarts como su primer hogar, era un lugar seguro y los profesores se preocupaban con el bienestar de sus alumnos. Eso cambió el catorce de febrero, día en el que odió aún más su cumpleaños. Ese día descubrió que aunque conozcas a las personas, nunca terminas de conocerlas por completo.

―Te ves asustada. ―Freya dio un gran salto por el susto, pero actuó de manera impulsiva, dio media vuelta dispuesta a atacar si era necesario. ―Si quisiera atacarte, lo habría hecho, ¿No crees?

Freya bajó la varita rápidamente, sus mejillas enrojecieron por la vergüenza, ¿De verdad se veía loca con su varita en mano en los pasillos de Hogwarts?

―Me has dado un susto, Black.

―Lo he notado. ―respondió. ―¿Qué haces por aquí, Rosier?

―¿Por qué respondería a tu pregunta?

―No es de buena educación contestar con otra pregunta.

―Y tampoco es de buena educación preguntar cosas que no nos interesan, Regulus. Además, creí que no te agradaba.

―Oh, no lo haces. ―afirmó el de ojos grises. ―Pero te soporto, aunque no puedo decir lo mismo de tu amiga.

―Demetria es especial

―Me mira como si quisiera matarme.

―Quiere matarte. ―afirmó la rubio fresa. ―Pero no eres tú, tu matrimonio con Acacia lo causó, lo está alardeando y le restriega en la cara que un Black será su esposo. Es una insufrible, me atrevo a decir que me compadezco de ti.

―¿Quieres compañía? ―preguntó desviando el tema anterior, Freya no evitó mirarlo con desconfianza. ―No te haré daño si es lo que crees.

―Apenas sé tu nombre.

―Yo sí tengo clase, Rosier. ―rodó los ojos. ―No soy como el incompetente de tu tío.

―¿Quién más lo sabe? ―preguntó roja hasta las orejas, estaba avergonzada y humillada, al parecer todos en Slytherin sabían lo ocurrido el catorce de Febrero.

―Sólo unos pocos. ―admitió algo incómodo. ―Los actuales y los que serán.

Freya supo de inmediato que hablaba sobre los mortífagos.

―Querrás decir todos los de nuestra casa, y unos cuantos de las otras.

―No todos se unirán, hay algunos que ni siquiera piensan como nosotros.

―¿Cómo unos idiotas puristas? ―enarcó una ceja con ironía.

―Sí, como ellos. ―dijo con una sonrisa diminuta. ―Vamos, te aseguro que no soy un cerdo asqueroso, no me voy a sobrepasar contigo. Si lo hiciera, sé que tendría a ambos Rowle detrás de mí. ―dijo comenzando a caminar.

―Demetria te odiaría aún más.

―Quiero evitar eso, es incómodo que me mire.

―Es incómodo ver cómo te mira.

―¿Entrarás a sus filas? ―preguntó, Freya sintió como el ambiente se volvió tenso en segundos.

―No está en mis planes. ―reconoció, viendo como el chico parecía nervioso. ―No quiero hacerlo, no lo haré. Cuando termine mi último año, tomaré a mi hermana menor y me iré de esa escalofriante mansión.

―Al menos tu hermana tiene alguien que se preocupa por ella. ―dijo con amargura.

―¿Qué hay de tu hermano?

―Él ni siquiera vive en Grimauld Place. ―respondió, Freya recordó que Sirius le dijo que había escapado y se fue con los Potter. ―No pareces sorprendida.

―Sé ocultar mis emociones de la gente. ―mintió, y supo que Regulus no le creyó ni un poco. ―¿No has intentado hablar con él?

―La última vez que lo hicimos, nos insultó a todos. Desde que él entró a Gryffindor, ha sido difícil hablar entre nosotros, hay veces que me ignora, yo lo hago para evitar problemas con nuestra madre, y aquí simplemente me ignora por estar todo el tiempo con sus amigos.

―Al menos haz el intento. ―recomendó. ―Cuando quieras hacerlo, tal vez sea demasiado tarde.

Nunca pensó que sería capaz de entablar una conversación con el hermano menor de uno de sus salvadores, pero sí sabía algo, y era que aquel día hizo un nuevo amigo... amigo que su amiga odiaba.



































Historia de la magia no era la clase favorita de Freya, aquella clase la compartían con Hufflepuff.

El profesor Binns era un fantasma, dicen que un día se levantó de su sofá para dar clase, pero dejó su cuerpo atrás. Era el único profesor fantasma que impartía clases.

Demetria a su lado se daba aire en los ojos para evitar que se le cerraran. Niklaus, que estaba delante de ellas, no le avergonzaba demostrar lo aburrido que era esa clase, se encontraba recostado sobre su pupitre golpeándolo con sus dedos. Freya ocupaba su mano derecha para apoyarse con aburrimiento, y con la izquierda anotaba algunas cosas que el profesor Binns dictaba.

―¿Acaso éste... fantasma no se da cuenta de que sus clases son aburridas? ―preguntó su amiga irritada.

―Creo que prefiere que lo ignoremos a que le digamos la verdad en su rostro... rostro fantasmal.

―Quisiera que no fuera un fantasma para que mi pergamino lo golpee. ―escupió con furia, a la vez que lanzaba dicho pergamino hecho bola en dirección al fantasma.

Solo llegó un par de metros más adelante, logrando golpear a un Hufflepuff. Freya abrió los ojos de golpe al ver de quien se trataba.

Demetria quiso correr al ver los ojos verdes confundidos del chico.

Niklaus soltó una carcajada al ver el rostro rojo de su prima. Sin embargo, el profesor Binns siguió hablando como si no lo hubiese escuchado.

―Silencio Niklaus. ―dijo Freya, pero Demetria notó que contenía las ganas de reír.

―Tu forma de enamorar a un chico es extraña. ―dijo Niklaus entre risas, la rubio fresa se unió a él. ―¿Cómo es que no usé esa estrategia?

–Los odio.






























Tomó una gran bocanada de aire.

Su corazón latía frenéticamente, y su rostro estaba cubierto por una capa de sudor.

Aquella pesadilla fue tan real.

No, no fue una pesadilla. Fue un recuerdo.

Aquellos ojos azules y frívolos eran los causantes de su mal sueño.

Aquello le quitó el sueño, y apenas iban a ser las cuatro de la mañana, su estómago rugió por el hambre, había ido a la cama con el estómago vacío.

Detestaba a Peeves, lo único bueno que hacía el Poltergeist, era hacer desastres para molestar a Filch, ella, Demetria y Niklaus siempre aprovechaban ese momento para ir a las cocinas.

Pensó en su amiga, ¿Cuánto tiempo más pasaría para que sus tíos la comprometieran, tal como lo hicieron con Acacia?

Pensó en su amigo, sabía que de alguna forma u otra, Niklaus escaparía con Blair, ambos se esconderían, o tal vez saldrían del país, Freya no lo podía culpar, ella haría lo mismo por su hermana menor.

¿Escaparía para no contraer matrimonio con su tío?

¿Dónde se escondería?

¿Sus padres se apiadarían de ella, y serían capaces de anular su matrimonio?

Para las primeras dos preguntas no tenía respuesta, pero sí tenía algo claro, sus padres nunca iban a complacer a nadie más que a ellos mismos.

―Comienzo a creer que no eres de las que siguen las reglas. ―se sobresaltó al escuchar aquella voz, estaba sólo, traía puesto lo que Freya supuso que era su pijama, su cabello se encontraba revuelto, y sus ojos algo achinados.

Freya dedujo que había estado durmiendo hace no más de diez minutos.

―Tú eres experto en romperlas. ―atacó, Sirius sonrió de lado mirándola. ―Creo que estás más dormido que despierto.

La rubio fresa notó como el Black guardaba algo que parecía ser un pergamino, enarcó una ceja.

―En realidad, me crujen las tripas. ―le dijo tocando su abdomen, luego lo sobó, sacándole una sonrisa divertida. ―Eres hermosa, pero cuando sonríes eres aún más hermosa. ―le guiñó un ojo, y se sentó a un lado de ella, recibiendo el gran postre que uno de los tantos elfos le entregó con entusiasmo.

―Conmigo no te va a funcionar, Black. ―advirtió dándole un mordisco a su pastel de calabaza.

―Nunca digas no. Además, nadie le dice no al gran Sirius Black.

―Entonces diré con gusto que seré la primera en decirlo. No.

―Difícil, me gusta. ―le sonrió coqueto. ―Es una prueba que pasaré gustoso.

―No soy como las otras chicas que conoces, Black, tengo clase.

―Y eso lo vuelve más interesante, ojitos.

Lo miró de reojo, tenía una sonrisa de autosuficiencia, la miraba tan fijamente que logró poner los vellos de sus brazos de punta.

Tomó un sorbo de jugo de calabaza, entonces notó que ya no la miraba, al menos no su rostro.

El gran anillo con el hermoso zafiro en el centro estaba más que reluciente, notó su mandíbula tensa, la diversión había abandonado sus ojos grises y la había cambiado por la seriedad y el enojo.

Trató de ocultarlo, pero ya era demasiado tarde.

―Si no quieres, no lo lleves puesto. ―sugirió, Freya notó lo tenso que se encontraba. ―Si no quieres casarte con él, no lo hagas.

―No lo entiendes.

―También estuve comprometido. ―soltó dejándola sorprendida. ―Delia Malfoy y yo estuvimos comprometidos desde nuestro nacimiento... mi compromiso seguía en pie aun estando en Gryffindor, pero como escapé, ya no es válido. Gracias a Merlín.

》Entiendo por lo que estás pasando.

―Tú tenías opción, yo no la tengo. ―dijo soltando su pastel, lo miró a los ojos con tristeza y enojo. ―Tú tienes a los Potter, a Lupin y a Pettigrew, ellos son tu familia. Pero a los que son como Demetria, como Niklaus, como Regulus o como yo... no tenemos opción, porque nuestras familias están tan obsesionadas de tener el poder, que no nos dejan elegir.

》Nosotros nunca vamos a tener opción, porque no tenemos a nadie que se ponga en nuestro lugar. No tenemos a nadie que pueda sacarnos del lugar que queremos ser rescatados. ¿Te has puesto a pensar que Regulus es uno de ellos?

―¿Qué tiene que ver Regulus?

―¿No sabes que tu hermano y Acacia Rowle están comprometidos? ―preguntó incrédula, y quiso consolarlo al ver su rostro lleno de incredulidad. ―Están planeando su boda para cuando él termine su último año. Regulus me lo dijo hoy.

》No es feliz. Ninguno de nosotros lo es.

Ninguno volvió a hablar por un largo rato, Freya lo miraba, casi pudo jurar que el Gryffindor se había secado una lágrima traicionera, Freya no dijo nada, no todos los días te enteras que tu hermano menor que va en quinto, está comprometido con alguien, y que su matrimonio era seguro.

Él había logrado escapar de eso, pero su hermano no.

―¿Todos ustedes están...? ―no hizo falta terminar la pregunta, porque Freya ya sabía a lo que se refería.

―La tía de Demetria dijo que un búlgaro esperaba por ella, pero no es seguro... Niklaus... aún no hay nadie para él.

―¿Sabes? Me fui sin decir nada, ni siquiera me despedí de él. ―suspiró Sirius. ―Tal vez debí de haber insistido... si me hubiera esforzado un poco más, tal vez Reg no tendría que pasar por todo esto.

―No le pasará nada mientras yo esté a su lado. ―aseguró la rubia fresa al ver los ojos llorosos del chico. ―Te lo prometo.

Sirius le sonrió débilmente, e intentó disimular.

―Detestas tener ese anillo en tu dedo. Puedes usarlo de colgante. ―sugirió, Freya miró su anillo, parecía pensar en la sugerencia del chico. ―Y no dejes que nadie te pase por encima, si algo sé, es que las serpientes son astutas, y logran su cometido.

―Mi astucia se fue esa noche. ―dijo, Sirius tomó su mano inconscientemente. ―No tengo nada de Slytherin, el sombrero se equivocó.

》Esa noche permití que me pasaran por encima, fui una ilusa.

―Por algo te puso en Slytherin, y no creo que haya sido por tu familia.

Freya miró sus manos juntas, no quiso separar su mano de la de él, pero finalmente tuvo que hacerlo, el sueño se estaba apoderando de ella. Se puso de pie bajo la atenta mirada de Sirius.

―Lo cuidaré como si fuera mi propio hermano. ―Sirius supo que se refería a su hermano, le sonrió agradecido. ―Buenas noches, Sirius.

Vio como desaparecía de las cocinas, fue entonces que debajo de su pijama, sacó aquel característico mapa, Freya Rosier , cada vez se alejaba más del lugar, no dejó de ver en ningún momento, solo fue hasta que Freya entró a las mazmorras que respiró tranquilo.

―Buenas noches, Freya.

Aquello tenía que ser una broma.

Sirius se sentía tonto, avergonzado, James lo molestaba todos los días con lo mismo, todos los días tomaba el mapa del merodeador y vigilaba los pasos de la rubio fresa, vigilando que ningún otro chico que no fuera Niklaus Rowle se le acercara.

Luego de verla tan vulnerable aquella noche, había sentido un instinto protector que despertaba dentro de él, no confiaba en nadie, ni siquiera en las chicas, no quería que aquella rubio fresa sufriera más, no quería verla más vulnerable cada vez que se acercaba a ella en su forma animaga.

No quería verla llorar más.

Te estás enamorando de ella. ―había dicho su amigo Remus, James y Peter rieron, pero Sirius no le vio lo divertido.

Porque lo sabía, no era idiota.

Sirius Black se estaba enamorando de Freya Rosier.

Y no sabía si era bueno o malo.






¡Capítulo nuevo!

¡Voten, comenten mucho, y si quieren síganme!

Por favor, no me gustan los lectores fantasmas, aunque sea solo voten, un clic a la estrellita no hará ningún mal.

-Shadow05

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