¡Buen miércoles!
Es increíble pensar en lo rápido que se va la semana. En primer lugar queremos agradecerle por la acogida que tienen los desafíos, este perfil no sería nada sin ustedes ♡ .
Nos divertimos mucho leyendo los desafíos de la semana pasada, encontramos respuestas muy ingeniosas y algunos lograron salvar el cuello del protagonista.
Antes de anunciar les dejo una pregunta ¿Les gustan los videojuegos? 👀 , puede que el desafío del viernes tenga algo relacionado con esto.
Ahora, les presentamos a los ganadores.
*La forma en la que se muestran los participantes no tiene un orden en específico.
***
—Quedate quieto.
—Ya, ya. Lo siento —apretó sus labios para contener la risa.
—No puedo creer que esté haciendo esto.
—Me amas, no podías evitarlo.
Niego quedándome callada. No puedo rebatir esa lógica.
¿Sabes qué es peor que escaparte de tu casa para ir a una fiesta donde estará tu crush y ser descubierta? Que tu querido crush escuchara la conversación basada en gritos y regaños de tu mamá hacia ti.
Pero claro, mi crush es mi crush por una razón. Y es que es tan bueno y bondadoso que se ofreció a servir de excusa.
Esa era la razón por la que estábamos sentados uno frente al otro. Yo maquillándolo intentando controlar el latir desbocado de mi corazón y él aguantando la risa que le provocaba la situación.
Y preguntarán, ¿Mia, porqué rayos estás maquillando a tu crush? Pues porque la solución de Leo era que usara mis encantos de brujería con el maquillaje para pintarle moretones bien sangrientos. Sus palabras, no mías.
Tomo la pequeña taza que robamos de la cocina de su mamá mientras todos seguían con la fiesta y mezclo el color rojo que robamos también, pero del estuche de pinturas acrílicas de su hermana menor.
Utilizo la brocha de maquillaje, que robamos de su mamá, para distribuirlo estratégicamente por su labio.
Evito pensar en las sensaciones que tocar ese labio provocaron en mí.
Me aparto admirando mi obra. Vale, quedó creíble.
Su jodidamente perfecta mejilla tenía un leve tono rojizo y muy poco morado bajo su ojo. Su labio inferior tenía un pequeño hilo de sangre e incluso en sus manos también había un poco.
Obvio, de la falsa. Porque según él, la historia no seria tan creíble si no le agregábamos que él también devolvió golpes.
Levanto mi pulgar sintiendo mis mejillas sonrojarse por su mirada tan penetrante.
—Te ves hermosa concentrada, ¿sabes? Hace que quiera morder tu labio de la misma manera que haces tú para mantener la concentración.
Y sale de su habitación. Lo sigo intentando no hiperventilar.
Salimos intentando pasar desapercibidos y caminamos hasta mi casa en silencio.
Me trago los nervios frente a la puerta.
—¿Cual es tu exc...?
Mamá queda en silencio al observarlo.
—Lo siento, señora Adams. Me asaltaron y no me sabía el número de nadie más. Mía sólo quiso ayudarme.
Me bastó ver su cara para saber que le creyó.
Más puntos para ti, Leo Martelli.
***
—¡Mierda!— exclamé al ver el mensaje de mi madre.
Estaba agobiada, ¿En qué momento me decidí saltar por la ventana sin tener en cuenta las consecuencias?
En fin, ahora tenía que buscar una buena excusa o moriré encerrada en la habitación, no podría vivir sin mi móvil ¡No podía estar sin ver el Instagram de mi Crush!
Esta noche no he tenido oportunidad de acercarme, no podía con mis nervios, era tan guapo y sus ojos verdes son hermosos ... Sin duda no sé fijaría en mí, una chica de pelo castaño y ojos marrones comunes.
¡Dios! Porque vine a ver este tipo cuando era evidente que no pasaría nada entre él y yo.
Decidí buscar a mi mejor amiga Catherine, esperaba que no estuviera como una cuba porque me tiene que ayudar con mi madre.
—¡Catherine!, Tenemos que irnos, mi madre está furiosa, tienes que ayudarme. —dije al encontrarla.
Ella me miró temerosa, conocía a mi madre así que salimos corriendo de la fiesta.
Choqué con alguien me giré para decir perdón y mi Crush estaba ahí mirándome curioso.
—¡PERDÓN! —grité por la adrenalina del momento
—¡Espera! —escuché que me llamaba, pero no me di la vuelta mi amiga me agarró de la mano y nos dirigimos al coche.
*En casa*
—¿Qué tienes que decir señorita?—preguntó mi madre con los brazos cruzados .
Mi amiga estaba conmigo así que su apoyo era genial.
—Lo siento mamá, íbamos a ir a una fiesta cuando en el camino nos asaltó un ladrón —hice una pausa dramática y solté algunas lágrimas
—Como no me llamaste hija, tenéis que haberlo pasado mal, venga ir a la cocina os haré una taza de leche caliente—nos dijo preocupada
En la cocina mi madre me miró como escaneándome y suspiró.
—No te quitaré el móvil, pero estas castigada al menos cuatro días sin salir, no quiero volver a tu habitación y encontrarla vacía por la noche —comentó.
—Vale mamá—dije culpable por mentirle
Metí las manos en el bolsillo de mi Jean para sacar el móvil y no había nada. Ahora sí que el Karma existe.
Pero entonces recordé que choqué con mi Crush y ahora entendía porque me llamaba.
¡Tenía mi móvil!
***
Muy bien cerebro si estás ahí no me abandones ahora... Piensa, piensa.
Aparentemente el hámster había decidido tomarse un descanso y la rueda no estaba girando, oficialmente me había quedado sin ideas mientras mi madre me daba esa mirada... Ajá... ESA MIRADA... Y obviamente sus brazos estaban en jarras, no podía ser de otra manera.
Encogí un hombro e intenté esbozar una sonrisita inocente y dulce, esa que me sacaba de problemas cuando tenía cuatro años.
Ilusa.
Eso ya no funcionaba, a lo menos no con mamá...
¿Y si recurría al ya reconocido recurso del yo no pedí nacer?
No... Eso no funcionaría, mamá es hueso duro de roer.
¿Es que acaso tú nunca fuiste joven?
No... Eso equivalía a encerrada de por vida.
¡Es que yo lo amo! ¿Por qué no me entiendes?
Encerrada, sin opción a fianza...
Vamos amigo, sube a la rueda ¡Gira ya! ¡Haz tu trabajo!
Pero no ¡Claro que no! Pensar en una solución no era prioridad, obvio no ¿Por qué lo sería? Era mucho mejor idea rememorar los momentos vividos la noche anterior.
Tomás era P-E-R-F-E-C-T-O y cualquier castigo valía con creces las consecuencias que pensaba afrontaría si o si.
Aquel baile lento, mientras sus brazos se cerraban tímidos alrededor de mi cintura, esa mirada preciosa y su sonrisa un tanto incómoda por los nervios, fue un sueño del que ahora estaba despertando.
Entonces lo recordé, el mágico momento en que sus labios me rozaron, tan suave, tan dulce, dos cuerpos temblorosos, todo emoción y sensaciones desbordantes.
—¿Y bien? —replicó mi madre.
Volví a la realidad y supongo que la expresión en mi cara cambió tan repentinamente que incluso me pareció notar que mamá se relajaba, aunque fuera solo un poco.
—Mamá... Lo siento —acepté apenada—, pero es que... Tomás ¿Recuerdas a Tomás? Él estaría ahí y yo... Pues...
Mamá negaba, pero ya no podía evitar la sonrisa.
—¿Qué pasó? —preguntó cómplice.
Sonreí sin poderlo evitar.
—¡Me besó! —chillé de manera estrepitosa mientras me cubría la cara con las manos.
Mamá suspiró en medio de una sonrisa.
—Castigada... Con derecho a fianza por buena conducta... Tú sabrás...
—¿Hasta cuándo?
—Ya veremos.
—¿Permiso para enviar mensajes?
—Concedido... Pero...
—No lo volveré a hacer —prometí.
Mamá me guiñó un ojo antes de salir de mi habitación.
Luego la escuché reír en el pasillo.
De tal madre tal hija.
***
—Joder, Jason. ¿Y ahora qué hago?
—Yo toco y tú subes por el árbol como un mono. —Empezó a dar saltitos como quien se prepara para entrar al ring—. Ok, misión abortada. Tu mamá me da miedo.
—¡No! ¡No te vayas! —Lo jalé del cuello, enojada—. Sé hombrecito y toca la maldita puerta.
—¿Y qué le digo?
—Que me cuidaste y que no estuve con ningún chico.
—Eso es verdad. —Se burló—. Tu crush ni te miró.
Puse los ojos en blanco. Jason avanzó hacia la puerta, pero justo esta se abrió de golpe haciendo que el muy imbécil diera un salto del susto.
Oh por dios. Mi mamá tenía cara de asesina en serie.
—Ho-ola, mamá. —tartamudeé.
Ella enarcó una ceja.
—Estoy esperando, Kate.
Jason me miró de reojo.
—Se va a reír, señora. —Intentó bromear, pero la mirada cargada de enojo de mi madre lo hizo cerrar la boca de golpe.
Diablos.
—Mamá. —Empecé, dando un paso adelante—. ¿Recuerdas que el psicólogo dijo que no era bueno estar encerrada en casa?
—Dejaste de ir al psicólogo hace años. —espetó.
—Bueno, sus consejos me quedan. —Fruncí el ceño. Esto no estaba saliendo nada bien—. Yo... Vi un pajarito por la ventana y lo quise alcanzar, pero me caí y si no fuera por Jason me iba de narices al suelo.
Ella le echó un vistazo a Jason. Él parecía estar a punto de desmayarse del miedo.
—Entonces me preguntó si le podía acompañar a una reunión y oh, sorpresa, no me gusta estar en deuda con nadie.
Sonreí para que mi mentirilla sea más creíble. Mi madre se acercó hacia mí y por un momento creí que me iba a cruzar el rostro de una bofetada, pero solo me olisqueó.
—¿En las reuniones toman?
—Yo no he tomado. —mentí.
—¿Entonces por qué hueles a alcohol?
—Me tiraron el trago encima.
—Tu ropa no esta mojada.
—Se secó con el aire. —me excusé rápidamente.
Ella levantó una mano entre las dos.
—No está corriendo aire.
Mierda.
—Era un trago que no mojaba. —dijo Jason.
Abrí los ojos de par en par. Mi madre se volvió hacia él con el ceño fruncido.
—¿Me estás diciendo que le tiraron droga?