desnudArte | Albalia

Por cuestiondepiel

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Natalia Lacunza es la modelo perfecta. Alba Reche es una fotógrafa peculiar experta en desnudar a las modelos... Más

Prólogo
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Epílogo

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Por cuestiondepiel

- ¿Se puede? – escuchó Alba al otro lado de la puerta del despacho que le había puesto Vogue para trabajar en el proyecto A Oscuras.

- Tú siempre – contestó, sin pensárselo dos veces.

- ¿Sabes quién soy? – se hizo la loca la otra.

- Una modelo sexy.

- ¿Una modelo sexy cualquiera?

Alba chasqueó la lengua.

- Mi favorita - especificó.

- Ah, si soy tu favorita, entro.

- Ya estás tardando – la apremió.

Natalia entró finalmente y la saludó con un puñado de besitos que la fotógrafa correspondió con gusto.

- ¡Qué guapa, Nat! – piropeó, fijándose en el maquillaje recién retocado que llevaba.

- ¿Te gusta? Me lo ha hecho Laura para la sesión y le he dicho que me lo dejaba un ratito – batió las pestañas, coqueta.

- Te queda impresionante.

- ¿No estoy mejor a cara lavada? – señaló con su cabeza la pantalla del ordenador, que mostraba las carpetas de las sesiones A Oscuras.

- Estás preciosa siempre.

- Me voy a poner roja, Albi – dejó un besito en su mejilla-. ¿Estás avanzando mucho?

- Tengo que reconocer que me distraigo bastante…

- Es todo un honor – sonrió.

- He estado pensando una cosa sobre las fotos…

- ¿Qué cosa? – se apoyó la morena en la mesa, para estar más cómoda.

- Es sobre las fotos del desnudo – se mordió el labio, mientras clicaba en la carpeta correspondiente a esa sesión.

- No me acostumbro a que sean tan buenas – admitió Natalia, al observarlas detenidamente de nuevo.

- Son las mejores fotos de mi carrera.

- ¡Anda ya! – se quitó méritos la modelo.

- Lo son. Objetivamente. Te lo digo yo, que no puedo ser más exigente conmigo misma.

- ¿Qué opina Noemí?

- No las ha visto. Nadie las ha visto, de eso te quería hablar.

- No entiendo por dónde vas.

- Nat, estas fotos son demasiado nuestras como para que dejen de serlo.

- Ya… - le dio la razón, tras unos segundos de silencio.

- Todas las fotos del proyecto me parecen buenísimas y estoy muy orgullosa de mostrarlas al mundo, pero estas… Es nuestra intimidad total y absoluta.

- ¿Te estás planteando dejar el desnudo fuera?

- La Alba de hace unos meses estaría saltando en una pata y deseando exponerte abierta en canal de esta manera, pero ahora solo puedo pensar en que no todo vale.

- Albi…

- No sé qué piensas tú, pero este desnudo tan especial no es para una industria que, por más que la queramos cambiar, no va a valorarlo, ni cuidarlo, ni admirarlo como se merece. Y más a ti, que no haces nunca desnudos… Va a abrir una veda peligrosa, no creo que compense.

- Alba… - le elevó el mentón para que la mirara.

- ¿Qué?

- ¿Eres consciente de lo que estás diciendo?

- Totalmente. Si es por mí, esas fotos no van a salir. Ahora, si tú me pides que salgan, yo las publico. Pero si quieres mi opinión, las prefiero nuestras.

- Has dicho que son las mejores de tu carrera.

- Y lo son – afirmó, convencida.

- ¿Estás segura de esto?

- Muy segura. ¿Tú qué quieres hacer?

Natalia se lo pensó.

Le robó el ratón y paseó entre las instantáneas. Alba tenía razón. Natalia ya se había mentalizado, pero los argumentos de la rubia y observarlas detenidamente hicieron que esa incomodidad de compartir algo así con una industria tan frívola como la que pretendían revolucionar se volviera a hacer presente.

- Prefiero que no salgan – decidió.

- Pues decisión tomada – juntó sus manos con las de la otra.

Suspiraron. Y Natalia la besó. La besó con toda la ternura y el cariño que tenía dentro.

- No hace falta todo esto, lo sabes, ¿verdad? – le recordó, pegada a su boca.

- Es lo que me nace hacer.

- Ay, bonita… – dejó otro pico en sus labios-. ¿Qué vas a poner en lugar de esas fotos? ¿Haremos otra sesión?

- Tendrás que esperar para saberlo – se hizo la interesante.

- ¿Pero lo tienes pensado?

- Yo siempre tengo cosas pensadas para ti.

- ¿Y no me las vas a decir?

- Nop.

- Es injusto – protestó.

- Así mantenemos la magia y el misterio, Nat.

- Qué mala…- suspiró-. ¿Me regalarás por lo menos mis fotos en bolas?

- Por supuesto, te haré un proyecto privado.

- ¿Y cómo se va a llamar? – alzó una ceja.

- Bonita.

- ¿Bonita? – sonrió, mostrando todos sus dientes.

- Es lo que eres – se encogió de hombros la fotógrafa.

- Tú más.

- No sé yo… - murmuró antes de levantarse y encajarse entre las piernas de la morena-. ¿Te molesta mucho si te quito lo que te queda de pintalabios a besos?

- No me molesta para nada – susurró Natalia, ya entre besos-. La sesión ha sido la hostia, te habría encantado.

- ¿Sí?

- Iba en traje… Uno blanco espectacular – ronroneó, dejando ahora besos por su cuello.

- No me digas eso…

- ¿Por qué?

- Porque te imagino y… me imagino quitándotelo y… me pongo cachonda – le aseguró con voz ronca, volviendo a besarla.

- ¿Te pones cachonda? – llevó las manos a su culo.

- Mucho. ¿No puedes ir a buscar el traje?

- ¿A buscar el traje?

- Sí, a vestuario.

- Pero, Alba Reche… ¿Me estás proponiendo una ilegalidad solo por cumplir una fantasía? – rio Natalia en su oído, para luego morder su lóbulo.

- No es una ilegalidad, es pedir prestado… Lo devolvemos intacto – aseguró, con los ojos chispeantes.

- ¿Lo estás diciendo en serio? – le lamió el labio inferior.

- Totalmente. ¿Quién es la de vestuario?

- Sara.

- Mejor me lo pones, ¿no te ves capaz de convencer a Sarita? No la vamos a meter en ningún lío…

- ¿Me estás retando, fotógrafa especialita?

- ¿Yo? – alzó las manos-. Tú también lo estás deseando. Acéptalo.

- Ve haciendo sitio en la mesa, la vamos a necesitar. Vuelvo enseguida – afirmó la modelo, con determinación en la mirada.

Natalia la besó intensamente antes de desaparecer, con una sonrisa traviesa en los labios.

Alba despejó la zona, segura de que la morena conseguiría su objetivo. La fotógrafa se moría de calor, la expectación, el riesgo, el jueguecito, la tenían revolucionada. Se tuvo que desabrochar varios botones de la camisa para no explotar por combustión espontánea.

Apenas diez minutos después, la modelo entró en el despacho sin llamar.

Ataviada con el dichoso traje, que le quedaba espectacular, puso el pestillo en la puerta antes de girarse hacia la fotógrafa.

- Sabía que lo conseguirías – afirmó, haciéndole un hambriento y desesperado repaso.

- Siempre dispuesta a cumplir tus fantasías, Alba Reche – bromeó, ajustándose las solapas de la chaqueta.

- ¿Y tú? ¿Tienes alguna fantasía?

- Este despacho… y, en concreto, esa mesa – la señaló con la cabeza, mientras se acercaba a Alba-. Quiero follarte encima.

- ¿Tú a mí? – dejó un lametón en su cuello.

- Yo a ti – confirmó, mientras la alzaba en sus brazos para sentarla en la superficie.

- Nat… - jadeó la rubia, cuando la otra coló una de sus manos por debajo de su camisa para masajear uno de sus pechos con ansias.

También aprovechó la modelo para colar su muslo entre las piernas abiertas de la fotógrafa, haciendo presión.

Se besaron con desesperación, mientras Natalia se deshacía de los botones que la separaban del torso desnudo de la rubia. Alba, por su parte, tenía sus manos enredadas en la nuca de la morena, para evitar que se separara de su boca.

Natalia llevó una de sus manos a su americana para desabrochar el botón, pero Alba se lo impidió.

- Fóllame con el traje puesto – exigió.

La modelo soltó una risita y lamió su boca entreabierta.

- Vaya, vaya, con el fetiche… Me encanta.

- A mí me encanta cómo me comes las tetas – guio su cabeza hacia esa parte de su anatomía.

- Cómo me pone que me hables así – reconoció Natalia mientras le daba las atenciones que tanto pedía.

Sin tiempo que perder, la morena se dispuso a librarse de los pantalones de pinza de la fotógrafa. Para ayudarla a maniobrar, Alba se colgó de su cuello.

- Me vas a tirar de la mesa, bruta – gruñó en su oído, viendo la desesperación en los movimientos de la otra.

- Tú agárrate fuerte.

A base de tirones y suspiros, la morena consiguió su objetivo. Le abrió más las piernas y recorrió sus muslos con los dedos, acariciando, arañando, masajeando.

Alba la besó con intensidad, haciendo que su lengua impusiera su dominio, llevando el ritmo.

Se separó solo para atrapar dos de los dedos de la morena y llevárselos a la boca para humedecerlos a conciencia. Con ese gesto, la rubia le hizo saber que quería esos dedos de su mano tatuada dentro. Natalia se mordió el labio ante el incendio que le mostraban esos ojos miel incandescente.

- Uf, Alba – susurró en su boca, antes de bajar sus bragas lo necesario para poder cumplir su cometido.

- Nat… - gimió la rubia con la primera embestida, tras un breve tanteo por su zona cero.

Se aferró al cuerpo de la más alta mientras se sentía morir de placer al compás de sus movimientos. Natalia también se ocupó de recorrer su clítoris en círculos, sin dejar de comerle el cuello.

La morena identificó fácilmente el precipicio de la rubia y, curvando los dedos en su interior, desató el orgasmo.

Para acallar sus gemidos, usó precisamente esa mano, manteniendo la otra en su clítoris.

- Shhh – siseó frente con frente-. Se va a enterar todo el mundo…

Cuando Alba recuperó el ritmo de su respiración, apartó esa mano de su boca y la llevó a los labios de la otra. Natalia lamió sus propios dedos con una mirada traviesa.

- Me pones muchísimo, Nat.

Verla en traje lamiendo sus propios dedos empapados de ella era como para llegar al clímax de nuevo sin necesidad de que le tocara un solo pelo.

- ¿Me vas a quitar el traje o no? – desafió la modelo.

- A mordiscos. Ven aquí – tiró de sus solapas para acercarla al máximo.

Y metió las manos dentro de la prenda, tras desabrochar el botón. No había nada debajo, así que sus dedos camparon a sus anchas por el torso divino de la modelo.

Alba atacó también su cuello, paseando su lengua y deleitándose con la respiración irregular de su presa.

La americana acabó en el respaldo de la silla y, pocos minutos después, fue la morena la que terminó sentada en ella por un empujón de la fotógrafa.

- Alba… - gimió Natalia cuando esta la observaba desde la mesa, comiéndosela literalmente con la mirada.

A la morena le ardía la piel como si la estuviera tocando.

- Alba, ven…

Haz algo. Me voy a morir de calor.

La rubia rio ante su impaciencia, bajó de la mesa de un salto y se dirigió hasta la silla, haciéndola rodar hasta las ventanas acristaladas.

- ¿Crees que desde la calle nos ven? – le susurró al oído desde atrás, las dos con la vista fija en la ciudad.

Era una planta diez, sin edificios cercanos que pudieran distinguir nada con claridad. Pero la sensación de exposición era excitante.

La adrenalina las recorría a las dos, especialmente a Natalia, que notaba su pulso concentrado en la zona íntima de su cuerpo.

- Desnúdame, Alba – gruñó, atrapando su nuca para alcanzar a besarla.

La rubia se agachó para retirarle los pantalones y la ropa interior de una sola vez. Y se sentó a horcajadas sobre su cuerpo, haciendo que sus centros empapados se acercaran, gracias al vaivén de sus caderas. Natalia clavó sus dedos en la espalda de la otra, y Alba posó sus manos en su mandíbula para besarla.

- Quiero follarte desde atrás… contra la ventana, delante de todo el mundo… - le susurró a duras penas, clavándole la mirada.

- A-Alba… - era todo lo que podía repetir la modelo, más encendida que una cerilla.

- ¿Te atreves? – preguntó, mordiéndole el cuello.

Natalia asintió y se levantó de la silla con la rubia encima. Caminó, sosteniéndola del culo hasta hacerlo chocar contra la ventana.

- Yo no he dicho esto, tramposa – rio la fotógrafa.

- No vamos a privar a Madrid de tu culo, Albi – justificó, besándola de nuevo.

- Bájame – exigió, mordiéndole el labio.

Natalia lo hizo y la fotógrafa poco tardó en situarse detrás de ella y apoyarla contra el cristal. La morena soltó un gritito ahogado por el contraste de temperatura entre su cuerpo ardiendo y el frío ventanal.

Alba le besó la espalda y acarició con sus manos toda la piel a su alcance.

Como si de un chequeo policial se tratara, le hizo abrir más las piernas.
Lamió de arriba a abajo su columna vertebral. Natalia tembló.

- Tócame, Alba… Tócame ya.

La rubia obedeció. Coló su mano  entre las piernas de la otra y se deleitó con su sexo empapado.

- Nat… - gimió del gusto ante el tacto acuoso de sus pliegues.

La modelo pidió más entre jadeos desesperados. Alba le dio más. La penetró desde su posición, disfrutando de lo excitante de la situación.

Natalia tardó bien poco en estar al límite, con Madrid ante sus ojos y la lengua caliente de esa rubia que la volvía loca dibujando en su espalda.

Y con sus dedos haciendo de las suyas en su punto más sensible.

Explotó, deslizando sus manos sudorosas por el cristal y dejando el vaho de su respiración allí impregnado.

Se dio la vuelta para atrapar a Alba entre sus brazos y enredarla en su lengua.

- Ha sido… espectacular - trataba de dar con las palabras.

- Espectacular – confirmó la rubia, totalmente de acuerdo.

- ¿Alguna fantasía más? – preguntó un rato después Natalia, con ambas ya vestidas.

- ¿Contigo? Infinitas.

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