Capítulo 22: «No eres mi Mate»

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Ya era justo de que lo admitieras —Bufa mi loba «orgullosa» de que he reconocido que estoy enamorada de mi Mate.

—Tks cállate Riana, él aun no lo sabe, puedo arrepentirme —Le recuerdo, aunque sé que eso era imposible.

Al volver mi concentración en Ángel, le noto diferente, antes sus ojos demostraban un poco de tristeza y ganas de confesarme un gran secreto, ahora me miran con furia, con enojo. Además percibo el aroma que más detesto, las pastillas que me tomaba y provenía de Ángel.

—¿Ángel? —Le llamo cautelosamente, últimamente sus estados de ánimo estaban siendo muy impredecibles.

—¿Qué diablos te pasa Layla? —pregunta con algo de rudeza, mi loba y yo nos quedamos impactadas.

¿Qué diablos le pasa a Ángel, Layla?

—Sí ¿Qué diablos le pasa a Ángel, Riana? —Concuerdo con mi loba, luego miro a Ángel— ¿Qué diablos te pasa a ti Riana, digo Ángel? —Mi loba aguanta unas risas por mi confusión y yo rodé los ojos.

—¿Ves? Hasta te confundes con mi nombre —dice exasperado, haciendo ademanes—. Estoy comenzando a dudar si en verdad eres mi Mate.

Su voz, fría como el hielo hizo eco en mi interior, donde mi loba solloza por sus palabras y yo no puedo evitar admitir que también me dolió lo que dijo. Me quede unos segundos intentado procesar las palabras que brotaron de aquellos labios que tanto me gusta besar. Ojos tan oscuros como la noche, casi podría decir que están vacíos, me miran expectantes por mi reacción, ya no queda rastro de aquel lobo con el jugué en el agua hace semanas.

—¿Y bien? —Aún sin salir por completo de mi ensimismamiento, le miro.

—¿Y bien qué? ¿A qué te refieres? —Me doy una bofetada mental por lo frágil que sonó mi voz.

—¿No tienes que decir nada al respecto de lo que hiciste allá bajo? —Sus brazos se cruzan en una clara evidencia de que quería una explicación.

—Repito: ¿A qué te refieres? —Mi voz afortunadamente ya vuelve a la naturalidad, no puedo permitirme verme débil, así que imito su anterior acción.

—Natalia me dijo que te comportaste como una insolente con mis invitados —Mi ceño se frunce y la tristeza fue efímera en mi loba ya que ahora era ella la que está encolerizada.

—¿Disculpa? —preguntamos mi loba y yo al mismo tiempo, permití que un poco de molestia se filtre en mi voz—¿Esos idiotas eran tus invitados?

—No les llames así, ellos son dos importantes Alfas extranjeros, esperaba que me ayudaran con el plan de expandir la manada, pero tu insolencia provoco que no quisieran cerrarlo —La reprimenda en su voz es palpable y yo no sé si sentirme culpable o molestarme.

—Ángel, lamento que ellos no quisieran cerrar el trato contigo —Creo que me voy a inclinar un poco por la primera opción—. Pero esos invitados tuyos me coquetearon de manera descarada —Sin embargo también por la segunda—, o al menos así lo sentí yo —Aclaro descruzando los brazos y encogiéndome de hombros.

—¡Esa no es excusa!

—No te estoy diciendo una excusa Ángel, te estoy diciendo las razones de mis actos —Unos ademanes acompañan mis palabras.

—De todas maneras, te comportaste como si todo esto es tuyo —Me acusa y mi mente se llena de recuerdos de él diciéndome que todo lo que es suyo es mío.

—¿Eso no fue lo que me dijiste? ¿Acaso no me dijiste, y cito: «Todo lo que es tuyo me pertenece y todo lo que es mío te pertenece a ti»? —Por primera vez su mirada baja—¿No fue eso lo que me dijiste? ¿Eh Ángel?

Mi ladrona (Versión Antigua)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora