23. Cacería profana

Începe de la început
                                    

Cuando una pequeña grieta se abrió, la criatura amplió sus ojos con horror. Luego pasó la vista a la orilla, su varita estaba demasiado lejos.

Humiliter majestati gloriae tuae supplicamus.

—¡Detente!

Tomó una teja del suelo y se la arrojó con firmeza. Había sido tan inesperado como para evitarlo. Letamus tambaleó con el golpe sin siquiera clamar, pero dándole la oportunidad a su presa de levantarse.

No obstante, se recompuso pronto, y de un puño certero le giró el rostro bruscamente. La mujer volvió a ella con un golpe de gancho, pero fue bloqueado con el fuerte brazo de la monja, luego llevó su otra mano contra ella y la obligó a girar el brazo entero, inclinándola en dirección al suelo y provocándole un dolor desgarrador. Con una patada al femoral, la arrodilló en una llave.

—Revela tu nombre, demonio —demandó con tenacidad.

—Estás demente, fanática.

En un movimiento arriesgado, lanzó su único pie libre al brazo que la retenía. Sor Letamus retrocedió.

—¡Suficiente! —Una voz masculina y autoritaria retumbó, sellando con su presencia la grieta al Infierno.

Ambas se giraron hacia el portal azul recién abierto en el cielo, de donde Mago Universal levitaba en su dirección, con su capa meneándose en el aire.

—Estás acabada —le murmuró Letamus con una leve sonrisa victoriosa.

—¿Qué está pasando aquí? —demandó saber, terminando de aterrizar.

La mujer observó al extraño visitante con confusión. Se mantuvo apartada.

—Si respetas los acuerdos, permitirás que envíe a este demonio de regreso al Infierno —expresó Letamus, firme—. Recuerda muy bien que la Orden de los Universales ya falló una vez al aliarse con Venatrix.

—Circunstancias desesperadas —explicó—. ¿Dónde estaba la Congregación para la Doctrina de la Fe mientras el mundo entero era asediado por la invasión? —Letamus calló. Mago murmuró por lo bajo—: Eso pensé. Y bien, ¿quién eres tú? —preguntó hacia la mujer de respiración agitada.

—Llegó aquí por una grieta interdimensional. Es un demonio —intervino Sor—. Yo misma vi sus alas, y si aún le queda algo de palabra a los tuyos, dejarás que termine mi misión.

—¡Jamás me enviarán de regreso! —exclamó con furia. Su mano se mantuvo extendida, y el frenesí de sus palabras avivó la magia que le permitió levitar la varita de regreso a su mano—. ¡Nunca!

Extendió la rama alargada. Una potente energía oscura los sorprendió. Mago actuó a tiempo y levantó un escudo. Para cuando lo deshizo, la mujer saltaba hacia otro portal.

—No interfieras otra vez —amenazó Letamus, antes de saltar por el tejado hacia el portal.

Mago las observó desaparecer, luego sonrió.

—Así que Praga... será interesante. ¡Bobbly!

Por el llamado de James, el colosal Templo Universal se hizo visible en las nubes con toda la imponencia de su antigua arquitectura. Mago ascendió de regreso a la puerta principal, y una vez la atravesó, desapareció como si nunca hubiera estado allí.

En las calles, el vagabundo que había sido testigo de aquella inexplicable locura dejó caer la dona mordida de su boca sorprendida.

—¿Y bien, Sir James? —lo recibió Victoria en su caminar—. ¿Qué sucedió allá abajo?

Mago Universal: Encrucijada temporalUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum