Capítulo 8

305 13 3
                                    

"Revealed Feelings"

Grecia, Athenas – Santuario.

Abril, 04 de 1750

Cuatro días.

Habían pasado cuatro días desde que el descubriera el cuerpo casi desfallecido de la joven Oráculo cubierto de la propia sangre de la chica, tan pálida como la cera y cerca de dejar el mundo de los vivos... cuatro días transcurrieron en un absoluto infierno a la espera de que los informaran de que la muchacha hubiera fallecido, cada segundo pasado pensando en que pudiera haber hecho para evitar que aquello le sucediera a la joven mujer sin mucho éxito. Cada vez que se abría la puerta, el Sagitariano y la Pitonisa se tensaba a la espera que fuera Connor, la curandera, para darles cualquier tipo de noticia, pero siempre era su sobrino el Caballero Dorado de Leo que salía a disponer de suministros usados o a buscar otras cosas que requería, pero el chico rara vez se detenía a decirles palabras limitándose a cumplir con sus obligaciones diligentemente.

Sisyphus tuvo que forzarse a dejar el quinto Templo Zodiacal para encargarse de algunos asuntos que solo podía hacerlo él, ya que no importaba cuanto quisiera quedarse a esperar indefinidamente junto a las puertas que lo separaban de la muchacha de exóticos ojos avellana y lila, sus obligaciones no podía dejarlas de lado ya que otros dependían de que atendiera ciertas cosas, sin embargo, siempre procuraba hacerlo todo eficientemente y con tanta rapidez como fuera posible de modo que pudiera regresar a la Casa del León en una espera callada llena de tensión.

Cuando finalmente Connor apareció detrás de las puertas dobles la chica irlandesa de rubios cabellos y ojos azules parecía increíblemente cansada y aunque estaba muy seria su rostro no dejaba entrever ningún tipo de noticia positiva o negativa, ella estaba cuidadosamente neutral cuando se detuvo frente a él y a la gemela de la paciente, quien en ningún momento abandono la sala esperando pacientemente por su hermana menor.

"¿Cómo esta Ione?" inquirió Kaia, su vista bicolor fija sin parpadear sobre la chica rubia.

"He logrado estabilizarla" fue lo primero que la curandera dijo, sonriendo débilmente a su amigo cuando este paso a su lado con un montón de sabanas usadas y este le apretó la mano gentilmente con una sonrisa dándole ánimos antes de proseguir por su camino. "Ustedes estaban en lo cierto, luego de examinarla detenidamente me di cuenta que, aunque algunos de los síntomas cuadraban con la enfermedad de tuberculosis había otros que no lo hacían" suspiró frotando distraídamente sus manos, reorganizo una vez más la información que había reunido a lo largo de los pasados cuatro días antes de proseguir cuidadosamente. "De hecho solo he visto un caso como este en dos ocasiones desde que trabajo en mi profesión, pero afortunadamente, pudimos tratarla a tiempo como para poder revertir el daño y evitar su muerte"

"Si no es tuberculosis lo que tiene... entonces, ¿Qué es lo que la aflige?" preguntó el Santo de Sagitario calladamente frunciendo el ceño, desconcertado por la nueva curva que ahora se les estaba presentando y comenzó a sentir que un dolor latente martillaba tras su sien mientras la tensión regresaba a su cuerpo.

"Ese es el asunto, los síntomas coinciden con los de envenenamiento por consumo de Aimatirí Skiá" Connor respondió con otro suspiro, pero al ver la alarma volar por el rostro de ambos presentes se apresuró a continuar. "También se le conoce como la muerte roja, es una flor extremadamente rara y venenosa nativa de Grecia, sus pétalos son oscuros casi negros y su tallo se asemeja al color del vino y si engullida por cualquier ser viviente puede causar la muerte relativamente rápida dependiendo de cuanto ingieran de esta"

La única respuesta de la Pitonisa fue un grave gruñido casi bestial que reverberó en el silencio de la cámara mientras sus ojos bicolores brillaron ominosamente.

Golden FeatherWhere stories live. Discover now