EL INICIO DEL FIN

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— ¡Gege! ¡Gege, por favor, déjame entrar!

     Los golpes insistentes y continuos aporreaban la puerta principal del apartamento. Xie Lian, quien se encontraba dentro, abrazó aún más fuerte la almohada que sostenía, enterrando su cara en ella para ahogar los sollozos.

     —Gege, hablemos sobre esto, déjame explicarte —pidió Hua Cheng en el otro extremo. La súplica y desesperación en su voz era bastante notoria.

     Xie Lian levantó su cabeza un poco para secar las lágrimas que caían por su rostro. Los temblores invadían su cuerpo. Se mordió el labio a tiempo de dejar escapar otro lamentable sollozo.

     —Vete... —susurró dentro de la soledad de su apartamento. Nuevas lágrimas aparecieron y cayeron sobre el ya empapado cojín.

     —Gege, no pienso irme hasta que abra —respondió Hua Cheng como si lo hubiera escuchado. Tal vez era sólo que lo conocía demasiado bien.

     Reuniendo coraje, Xie Lian se levantó del sillón donde se había acurrucado en una bola. Tenía que alejarlo de alguna manera, no podía seguir escuchando sus tristes llamados. Caminó a paso lento hacia la puerta, todo su cuerpo pesaba como si tuviera kilos de concreto encima, sus manos temblaban y se aferraba con fuerza a la almohada que llevaba.

     Finalmente llegó ante esa pieza de madera, con cuidado colocó su mano derecha sobre la superficie, sintiéndose fría al tacto.

     «San Lang...» pensó Xie Lian.

     Hua Cheng estaba ahí, justo al otro lado de la puerta, sólo tenía que quitar los seguros y abrirla para poder arrojarse a sus brazos, para enterrar su rostro entre su pecho, mientras él acariciaba su cabello y besaba la cima de su cabeza...

     «No... no, yo no... yo ya no puedo hacer eso»

     Ante ese pensamiento un nuevo sollozo escapó de sus labios. Trató de contenerlo presionando sus labios juntos, pero fue muy tarde.

     — ¿Gege? ¿Gege está ahí? —preguntó Hua Cheng, quien claramente lo había escuchado.

     Xie Lian apretó su mano derecha en un puño, todavía sobre la puerta. Los golpes a esta se detuvieron después de que Hua Cheng lo escuchara llorar.

     —Gege, por favor abra —pidió en un triste tono más bajo por milésima vez en la última hora —. Sé que está ahí.

     Inhalando hondo para controlar su respiración y evitar ponerse a llorar de nuevo, Xie Lian murmuró con la voz rota: —Vete.

     Hua Cheng se quedó mudo.

     —Déjeme entrar, tenemos que hablar sobre esto —suplicó después de un largo silencio.

     —San Lang, vete. Sólo... sólo quiero que te vayas —Xie Lian cerró sus ojos y mordió su labio con fuerza. El dolor que sintió al decir esas palabras lo atravesaba como un cuchillo.

     —Gege, no es lo que piensa, déjeme explicarle...

     Hua Cheng ya estaba desesperado a estas alturas. Quería tan sólo patear esa estúpida puerta para derribarla y tomar entre sus brazos a la persona que más ha amado desde siempre, aquella que cautivó su corazón desde que era un niño. Por desgracia no podía hacerlo ahora, su Gege estaba al otro lado y no quería lastimarlo más de lo que ya lo había hecho.

     — ¡No quiero escuchar nada! —gritó Xie Lian desde el interior, interrumpiéndolo.

     Hua Cheng realmente nunca esperó que algún día Xie Lian le levantara la voz, por lo que se quedó sorprendido sin poder decir nada en absoluto. Lo que él no sabía es que del otro lado, la persona que había exclamado con tanta intensidad, cayó de rodillas, apoyando su cabeza contra la puerta.

Without YouWhere stories live. Discover now