CAPÍTULO 47

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Cuando volví a despertar, la vi ahí, sentada con la cabeza hacia un lado, apoyada en la pared

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Cuando volví a despertar, la vi ahí, sentada con la cabeza hacia un lado, apoyada en la pared. Tenía los ojos cerrados y sus delgados labios yacían ligeramente entreabiertos. Me quedé mirándola por un rato, recordando ese instante las palabras que alguna vez me dijo y a las cuales no solía prestarle demasiada importancia. Ella decía que sentía algo por mí, y aunque no podía hacerme ciego ante su sutil belleza, tampoco podía tratar de intentar algo con ella, o darle falsas esperanzas de que algo pudiera pasar entre los dos; no quería romperle el corazón, pero seguro que mi evidente rechazo ya lo había hecho. No sentía lo mismo que ella afirmaba sentir por mí, aunque sí la quería, pero no de esa forma.

Ni siquiera pensaba en ella de una manera obscena, como siempre solía hacerlo cada vez que una mujer llamaba mi atención. Priscila era y se sentía diferente para mí, tratar de amarla como ella deseaba solo haría que la dañara aún más de lo que yo lo estaba, y de lo que ella también estaba.

Se removió con incomodidad y segundos después, pude ver sus ojos azules brillar, entonces aparte la mirada disimuladamente. Sus ojos me recordaban a Kerstin y al hacerlo, mi voz mental solo me gritaba una cosa: ellas merecen más en esta vida, que vivir con la sombra de alguien como tú.

—¿Cómo te sientes?

Me hice el tonto y volví mis ojos hacia su lugar, ella me sonrió, mientras se peinaba la melena rubia con los dedos de sus manos.

—Mejor —contesté.

—¿Necesitas algo?

Negué con la cabeza.

—Me iré, Priscila —dije.

Su sonrisa se amplió, supe por ese gesto que ella había formulado un rápido escenario en su cabeza y me maldije.

—¿De verdad? —cuestionó con incredulidad.

—Sí, es lo mejor para todos —contesté, remojando mis labios secos con la lengua.

Se puso de pie, se acercó a la camilla, para después depositar un beso en mi mejilla.

—Nessien recogió tus cosas y las dejó en el hotel donde me hospedaron. ¿Cuándo nos iremos?

No había un "nosotros" en esto y me hacía sentir mal decírselo. Levanté lentamente una mano y me la llevé al rostro. Me estrujé los ojos y luego la barba que picaba al tacto.

—No puedo llevarte conmigo —solté en seco, entretanto volvía a mirarla a los ojos.

Su sonrisa se quedó estática por unos segundos, pero cuando vio que mi rostro preocupado no se disipaba, la borró de inmediato. No dijo nada, sus ojos se volvieron vidriosos y las lágrimas se acomodaron al borde de ellos en tan solo simple segundos; una cayó primero por su mejilla derecha y luego la otra.

—Perdóname —supliqué apretando los ojos al mismo tiempo—. Es mejor para los dos que cada quien caminé por su lado. Yo no quiero darte esperanzas de que... —Me dio la espalda y pude ver como limpiaba los rastros de lágrimas—. Discúlpame si en algún momento te las di sin darme cuenta. Lo menos que deseo es hacerte daño...

Lacerante © [+21]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora