Rompiendo La Cuerda.

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Tenma se encontraba exhausto, su cuerpo lentamente iba quedándose sin fuerzas, su energía vital era drenada con rapidez.


—de verdad, debemos dejarnos de ver así—. Suspiró el joven de cabello negro antes de posar su mano en la frente del menor, ignorando al peliverde quien se veía muy desconfiado —puedo interactuar con la materia, pero una maldición no es sólida, lo siento Tenma, estás destinado a morir—. Soltó con simpleza mientras se giraba, sin embargo, el cosmos del mayor le hizo detenerse.

—El confío en ti, a pesar de la guerra, decidió venir en tu ayuda y simplemente ¿lo dejarás morir?— habló indignado el Jamiriano mientras Tenma se quejaba por un punzante dolor en su vientre, aquello le alarmó, sin embargo, el joven de ojos violetas se giró.

—en serio, cada Siglo los patriarcas se vuelven más idiotas— habló mientras extendía su mano y sus ojos brillaban —contempla, ¡la distorsión del tiempo!— habló solemne, sólo fue un parpadeo, pero aquello fue suficiente para hacer aparecer en su mano un enorme escudo dorado con una figura parecida a una flor de Lis en el medio —quizás yo no pueda romper una maldición, pero esto si puede— sonrió de manera soberbia mientras un brillo tenue del escudo chocaba en Tenma.


En ese momento, el caballero de Pegaso sintió que algo era jalado de su interior, tratando de salir de manera dolorosa, fue unos segundos, pero fueron eternos para el menor, quien, con un potente grito, logró expulsarlo. Se trataba de un humo negro, con rayos violetas saliendo de su centro, que salió de la boca de Tenma a gran velocidad, dicho humo recibió de lleno la Luz del escudo, dicha luz la disolvió, con un grotesco grito femenino, un grito que perseguiría a Tenma toda su vida.


—el trabajo ya está hecho— sentenció el joven mientras el escudo se desintegraba en particulas azules y blancas, desapareciendo sin dejar rastro —volvió a donde siempre debió estar— contestó la pregunta no formulada de Shion, quien le miraba confundido, no fue un gran despliegue de Cosmos pero se sintió único y arcano.


El más joven de todos se empezó a recuperar con rapidez, los dolores habían amainado y la sensación de pesadez se iba disipando, unos segundos más tarde, ya estaba de pie frente al joven de ojos violetas.


—gracias Tik-Tok, me siento mejor ahora— le agradeció mientras el peli negro le daba unas palmaditas en la cabeza —bien, ahora que estoy recuperado, es momento de cambiar todo esto— habló decidido, cosa que llamó la atención de Shion.

—¿cambiar?, ¿a qué te refieres?, ¡¿qué es toda esta locura?!, ¡¿quién diablos es…?!— sin embargo, un acceso de tos le hizo detenerse, sangre salió de su boca y la fatiga iba en aumento.

—veo que el escudo solo salvó a Tenma— habló el de ojos violetas sin inmutarse, viendo como el peli café menor ayudaba a Shion a recostarse —es momento Tenma, si quieres salvarlos a todos, deberás hacer el salto— dijo mientras se giraba y miraba la cascada.

—¿salto?— preguntó confundido el peliverde, sin embargo, al ver la cascada fue que se dio cuenta, ya que esta se veía gris, sin vida, como si el tiempo no existiera —¿viajar en el tiempo?, ¿ese era tu plan?— interrogó débil mientras una punzada en su estómago le hacía quejarse —imposible, solo el Dios Chronos puede hacerlo al igual que el Titán y ambos son muy esquivos con los humanos— habló cansado, sentía que en cualquier momento caería dormido.

—bueno, digamos que, no es un humano común y corriente— intercedió Tenma mientras miraba nervioso al peli negro, rogando que no se sintiera ofendido.

—comp sea; dioses, demonios, monstruos, todos son lo mismo para mí— sentenció el de ojos violetas mientras caminaba hasta el borde del risco —despidete Tenma, ya nos vamos— apuró al menor mientras juntaba sus manos en una plegaria —¡Atemporal Wave!—exclamó con fuerza mientras la cascada brillaba.


El flujo del tiempo empezó a distorsionarse, la cascada empezó a moverse, pero el flujo era inverso, luego se partió a la mitad, dejando ver una cueva oculta, a los segundos después, una plataforma hecha de cristal se materializó frente al pelinegro, quien sonrió con autosuficiencia. Tanto Shion como Tenma miraban atentos aquel despliegue de cosmos, no era algo que se viese o sintiese todos los días, podían sentir aquel cosmos calando su interior, como si rascaran sus huesos, Shion se debilitó aún más, Tenma le tenía recostado mientras terminaba de formarse el puente, solo fueron unos minutos y, al final, ya estaba listo.

Hilos y Cuerdas. Where stories live. Discover now