Revelación.

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La noche estaba en su apogeo, la luna a la mitad de su trayecto daba una palida y hermosa luz que una doncella de ebanos cabellos y góticos ropajes disfrutaba junto a la melodia que sus manos tocaban en aquella gran Arpa.

La melodía oscura y fría retumban en las paredes de aquel castillo celeste, el misterio en cada nota era palpable, los ojos cerrados de la mujer le daban un aspecto serio pero, muy curiosamente, sereno y feliz.

La melodía fue detenida por unos pasos suaves que pasaron a su lado, la mujer, abriendo sus ojos, pudo notar la silueta de su amo Hades en el cuerpo en turno, aquellos ebanos cabellos que fueron tan dorados como el sol se mecian con gracia en el caminar de su amo, quien llegó a su trono y, una vez allí, decide entablar conversación con su subordinada.

—Pandora, ¿he hecho algo yo para detener tu melodía?— preguntó con la joven voz que poseía en ese momento, más, la chica palidece un poco antes de volver a su melodía —dime, ¿cuantas tropas nos quedan desde el ultimo enfrentamiento? —ordenó mientras la chica sudaba un poco.

—hemos perdido una décima parte de nuestro ejercito señor— habló sin dejar de tocar su lenta y misteriosa melodia —sin embargo, Athena ha perdido gran parte de sus fuerzas, sobre todo al ya haber acabado con Seis de sus Saint dorados, su patriarca y el antiguo portador de la Cloth de Altar— informó mientras el pelinegro bufaba con desagrado.

—sus violentas muertes pudieron ser evitadas, una pérdida demasiado grande para ella, sin embargo, una pérdida para ella, es una ganancia para nosotros— razonó mientras apoyaba su mentón en su puño y una sonrisa aparecía en sus labios —Minos fue una de nuestras perdidas, sin embargo, aún tenemos a la diosa Nike de nuestro lado— informó mientras que, de la puerta tras Pandora, aparecía una silueta de un ser encapuchado quien iba acompañado de otro ser en mismas condiciones —ve a la torre de los Ciento ocho Masei y averigua como sacar a nuestro ejercito, toma a los Specter que creas necesarios— ordenó mientras el ser asentía y se retiraba, haciendo sonidos extraños e irregulares.

—Amo Hades, yo podría haber ido y darle los resultados que busca— habló la muchacha mientras detenía su tocar, más, el cosmo negro y los vientos que llegaron a golpearla un poco le hizo quedaf en silencio, había ofendido a su Dios —lamento mi imprudencia Amo Hades, si hay algo que pueda hacer para enmendar mi culpa, lo haré de inmediato— pidió levantándose de su banquillo y realizaba una reverencia.

—solo toca Pandora, tu oscura melodia podría ser la que nos de oportunidades de ganar en la próxima batalla que está por librarse, no pares de tocar, fortalecete— le comunicó mientras la mujer se sonrojaba y acataba dichosa la orden.

Si mi melodia es de ayuda a mi amo, entonces tocaré hasta que mis dedos sangren— pensó con dicha mientras nuevas notas eran tocadas, pero estas eran más oscuras y llenas de frenesí —seré util a mi Dios, ya no seré una carga, todo lo hago por mi señor, no pararé hasta que el deseo de mi Señor sea cumplido, ¡Oh, Amo Hades, sus deseos serán mis ordenes!— y más pensamientos así asaltaban la mente de la chica, quien, llena de regocijo y oscura dicha, continuó con su melodia sin parar.

—muy bien Athena, mis piezas ya están en marcha, ahora, es tu turno— susurró pensando en que haría su contrincante, el Dios del inframundo veía esta guerra como si fuese un tablero de Ajedrez, quizás por influencia de su cuerpo, pero cada jugada, cada acción era vista y usada en cientos de estrategias, esta vez, el señor del inframundo ganaría y nada ni nadie le detendría.

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El sol había asomado tímidamente su corona por el este, con sus calidos rayos de luz despertaba a todos los seres cercanos al Santuario, sin embargo, ya había una tropa de pie en la entrada de dicho lugar, una tropa liderada por Sísifos, quien veía el horizonte seriamente, sus ojos mostraban signos de cansancio y un leve enrojecimiento, señales de pasar gran parte de la noche en vela, entrenando o en otras actividades.

Hilos y Cuerdas. Where stories live. Discover now