Estrellas

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Elena y Halía

Las personas creían que las estrellas eran fruto del amor entre el Sol y la Luna.

Halía era la que brillaba con luz propia durante las largas noches. Elena era la que iluminaba los días.

El encuentro entre las dos fue accidental, casi perfecto.

Elena, una noche, decidió salir a pasear por los varios planetas del sistema solar. El universo estaba totalmente negro, ella era la única luz. Usualmente se aburría demasiado porque no había mucho que hacer. Su planeta favorito era el tercero, pero para ella era prohibido acercarse a aquel mundo desconocido.

Elena sabía las consecuencias de sus actos pero no le importó y se acercó a la Tierra. Se sorprendió al ver una fuente de luz, iluminando a este pequeño planeta. ¿Quién podría ser? Ella era la única que podía emitir luz, o ¿todo eso era una mentira?

Cautelosamente se aproximó a aquella esfera luminosa. Con cada paso que ella tomaba, la silueta de una mujer se hacía visible.

Ella era deslumbrante. Su tez morena contrastaba de alguna forma con la luz que ella emitía. Su cuerpo estaba cubierto hasta los tobillos por un vestido blanco plegado, tenía ciertas partes doradas y segmentos azules. Su pelo estaba al natural, sus rizos salvajes formaban un afro en sus cabeza.

– ¿Y tú quién eres? – preguntó aquella morena.

– Yo soy Elena, ¿y tú cómo te llamas?

– Mi nombre es Halía – le sonrío a la rubia.

Las dos eran polos opuestos en todos los aspectos.

Desde esa noche, su amistad floreció. Idearon un plan para encontrarse todas las noches en el tercer planeta del sistema solar. Cuando estaban juntas, todo el universo se iluminaba.

No podían encontrarse durante el día porque Halía desaparecía sin dejar rastro. Elena no sabía dónde podría estar, ella conocía cada lugar de este universo oscuro. Lo que la rubia no sabía era que Solana, su madre, todos los días capturaba a Halía y la dejaba en los calabozos.

Una noche, Elena fue a encontrarse con Halía. Su amistad se había desarrollado en algo más, solo que ellas no sabían que nombre ponerle a su relación. Al llegar al lugar acordado, encontró a su madre a lado de aquella morena.

– Madre, ¿qué haces aquí? – preguntó preocupada Elena al ver que los guardias estaban lastimando a Halía – Déjala que le estás haciendo daño madre – ella trató de acercarse pero Solana no lo permitió.

– Elena, te voy a preguntar una vez y quiero que me digas la verdad, ¿has pasado con esta, todo este tiempo durante las noches?

– No le digas así, Halía no es un objeto, es una persona y la estás lastimando.

– Elena contesta la pregunta.

– Sí madre – ella soltó un respiro que no sabía que estaba sosteniendo –. Sí madre, he pasado con ella todas estas noches y no hay nada de malo en ello.

– ¿No hay nada de malo en ello? – la madre estaba perdiendo la paciencia –. Elena ella es una proscrita, fue expulsada por su sistema solar por ser ladrona y por su color de piel. Ella no es nada bueno para ti – Solana hizo una seña a los guardias para que se lleven a Halía lejos de Elena –. La única condición era que ella no hable con nadie, sólo tenía que iluminar a la Tierra durante la noche, no era nada difícil ¿verdad?

Elena empezó a llorar, no pudo librar a Halía del agarre de los guardias.

– Madre, por favor. Deja a Halía, ella no ha hecho nada malo, yo fui la que venía cada noche a este lugar para conversar con ella – suplicó a su madre.

– No, Elena, esto es por tu propia bien. No puedes amar a una mujer de esa manera. No soy capaz de castigar a mi hermosa hija.

– Ah pero, ¿si puedes castigar a una persona inocente? – la rubia soltó una risa sin humor –. Y tu, ¿qué sabes sobre amar a una persona?

– Esta conversación se acabó Elena. La vida de ella depende de tu actitud, así que recomiendo que te comportes.

La Tierra quedó sin luz durante la noche por un año completo. Halía pasó todo ese tiempo en el calabozo. Elena la buscaba todas las noches, pero sin ningún fruto. Ella también fue aprisionada de diferente manera. Guardias la vigilaban todo el día, sin falta, y le dejaban libre por 10 minutos cada noche.

La luz de Halía poco a poco se disipaba. Pronto su destello propio iba a desaparecer.

Elena una noche siguió a los guardias dentro del palacio. Logró escabullirse, ya que su ingreso era prohibido.

Al llegar al calabozo, el corazón de la rubia se rompió en mil pedazos.

Ahí estaba aquella morena que robó su corazón. La luz de Halía era casi perceptible, había llegado tarde...

Elena sacó a Halía de ese atroz lugar, tenía que concentrarse para poder ver el tenue brillo que la morena emitía. Su vestido estaba sucio y en harapos. La llevó a la Tierra, sin embargo este planeta no se iluminaba de la misma manera.

– Lo siento mucho Halía, de verdad, todo esto fue mi culpa – Elena abrazó a la morena con todas sus fuerzas –. Pero prometo que nunca más mi madre te va a hacer daño.

La morena sólo podía llorar, en ese calabozo perdió su razón de ser, ella ya no era importante en el universo.

Su pequeño momento fue arruinado por Solana.

– Vaya, vaya, vaya. Eres tan terca Elena, yo te lo advertí – hizo esa misma señal a los guardias.

– No, madre. No voy a dejar que lastimas más a Halía. Debe haber otra manera para solucionar esto – se giró hacia la morena–. Mi querida Halía, esta es la única solución – la rubia le susurró algo en el oído De la Morena.

Ella solo pudo asentir.

Elena y Halía entrelazan su manos y se dieron un beso de despedida. El universo retomó ese brillo de hace un año, pero esta vez era algo diferente. Pequeños puntos se extendían a través de aquel vacío negro.

– Adiós mi morena – la rubia acarició la cara de Halía.

– Adiós Elena.

Elena regresó a su puesto. Halía no tenía la luz suficiente para iluminar a la Tierra durante las noches, ella iba a irse a otro sistema solar.

Hasta que algo sucedió...

La rubia emitió un brillo tan deslumbrante que fue un espejismo del amor que ella tenía hacia la morena.

Esta luz iluminaba a Halía, y ella la reflejaba en la Tierra. Este planeta, después de un año obtuvo su esplendor. La morena ya no tenía que irse, con ayuda de Elena, pudo hacer lo único que le apasionaba.

Nunca más pudieron encontrarse en su lugar acordado. Pero, ellas manipulaban las estrellas formando agrupaciones que significaban determinadas palabras, y esa fue su manera de comunicarse a lo largo de los años hasta la actualidad, formando constelaciones.

Su amor perseveró. Las dos se convirtieron en una, compartiendo el destello que iluminaba el oscuro vacío conocido como universo.

Fin

Elena y Halía Where stories live. Discover now