—Yo también salgo ahora —me informó ella entregándome la cuenta.

Saqué unas monedas de mi bolsillo y se las entregué, intentando entender qué pretendía con aquella frase.

— ¿Vives muy lejos? —le pregunté casi sin pensar.

—Un poco, tengo que tomar el autobús hasta que vaya a recoger mi auto del taller.

— ¿Quieres que te lleve? —me ofrecí, y de repente todas las alarmas empezaron a sonar en mi cabeza. Pero bueno, solo estaba siendo amable con ella y no con la finalidad de conseguir algo, para variar—. Tengo el auto aquí fuera.

—No te molestes, pero gracias por la oferta.

—Como quieras. Nos vemos luego, Camila —me despedí poniéndome en pie y colocándome la chaqueta.

—Adiós, Lauren —la escuché decir justo antes de darme la vuelta para salir del establecimiento.

Una vez afuera me dirigí a mi auto y resoplé, dándome cuenta de que me tocaría aguantar todo el tráfico del centro de Seattle solo porque me había hecho la idiota en la cafetería. Y total, ¿para qué? No había adelantado nada de nada. Dos minutos después de subirme y arrancar ya me encontraba en un atasco, dándole golpecitos al volante por los nervios. Solo quería llegar a casa, ducharme, cenar, ver un rato la televisión e irme a dormir sin pensar en Shawn y en sus problemas amorosos. Me daba la sensación de que eso era lo único que ocupaba mi mente desde hacía cuarenta y ocho horas y no me gustaba en absoluto.

Justo cuando el tráfico empezó a moverse al fin, vi a una persona corriendo calle abajo mientras hacía aspavientos con las manos. Achiqué los ojos al percatarme de que esa persona era Camila y de que se había quedado tirada en la parada del autobús porque, al parecer, el transporte se había ido sin ella. Apreté los labios para no echarme a reír y, cuando estuve algo más cerca de la parada, bajé la ventanilla del copiloto y me estiré en el asiento para poder asomarme.

— ¿Tienes problemas? —le pregunté al verla respirando agitadamente, con las mejillas coloradas por la carrera y con las manos en las caderas, claramente en una actitud molesta.

—Eso creo. El autobús me ha dejado tirada —me respondió relajando la postura y dedicándome la sonrisa de cada día.

—Mi oferta de llevarte a casa sigue en pie, por si te interesa.

Ella me miró de reojo y se mordió el labio inferior, dubitativa. Los conductores que se encontraban detrás de mí empezaron a tocar el claxon y a quejarse de manera insistente, cosa que la hizo decidirse.

—Está bien —aceptó subiendo deprisa, intentando que los de atrás se relajaran un poco—. No quería que te molestaras, pero gracias.

—No hay problema —murmuré devolviendo la vista a la carretera—. Ya me irás indicando por dónde tengo que ir.

—Sí. La primera a la derecha—me dijo toqueteándose las manos—. La verdad es que me ha venido genial encontrarte aquí… El pobre George lleva todo el día solo en casa y seguro que estará de muy mal humor.

Aquella afirmación me devolvió a la realidad de golpe. Así que tenía novio… ¿Por qué demonios no había pensado en la posibilidad de que Camila estuviera en una relación? Obviamente porque Shawn no me había comentado nada al respecto. Genial, entonces… El plan acababa de irse a pastar.

— ¿Tu novio? —pregunté mirándola de reojo, siendo consciente de que me estaba metiendo donde no me llamaban.

— ¿Mi novio? No, claro que no. Mi gato —se rio—. Sigue derecho. Se pone de muy mal humor cuando se queda solo todo el día. A veces mi madre se pasa por el departamento para echarle un ojo, pero hoy no ha podido ir.

Something (Adaptación Camren) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora