𝐒𝐈𝐌𝐎𝐍𝐒𝐀𝐘𝐒

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Simon decía que cuando la gente supiera de sus superpoderes los encerrarían para experimentar con ellos

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Simon decía que cuando la gente supiera de sus superpoderes los encerrarían para experimentar con ellos.

Cuánta razón tenía.

Te hubiera gustado poder decirle que él siempre fue el cerebro del grupo.

Esa mujer castaña de semblante serio y vestida profesionalmente les había prometido fama y riquezas. Nunca mencionó las consecuencias.

Sí, recibieron la fama. Las riquezas... tal vez, tenían techo y comida. Pero todo aquello lo pagaron con su libertad.

El Grand Hotel era solo una fachada, espléndido por fuera y semejante a un manicomio por dentro.

Día tras día soportaban pruebas y exámenes. De las más simples hasta las más complejas. De las más sutiles hasta las más insoportables.

Al pasar el tiempo y darse cuenta de que no era tan fácil escapar de todo eso, trataron de cooperar en lo mínimo que podían.

Les contaron sobre el evento en el que obtuvieron las habilidades sobrenaturales, creyendo que con decir todo lo que sabían acelerarían el proceso de dejarlos en libertad.

Fue todo lo contrario.

Al nombrar la tormenta, dado que nunca volvió a repetirse, continuaron con los estudios agregando más incógnitas al listado.

A cada instante, al establecimiento se sumaban más personas con inauditas habilidades: curación, crioquinesis, teletransportación y más.

Más idiotas ingenuos que caían en las garras del gobierno.

Recostada en una fría camilla con tus muñecas y tobillos sujetados por cuerdas mientras los químicos actuaban en ti, recordaste la primera y única vez que te encontraste con Nathan desde que toda esa locura comenzó.

Era uno de esos pocos días en los que te daban un momento de respiro al aire libre. El hotel tenía un espacioso jardín trasero cubierto de un brillante césped, que parecía ser lo único lleno de vida en el lugar.

Retorciendo tus temblorosas manos caminaste un poco, sintiendo la luz solar picar en tu pálida piel.

Por un segundo pensaste que ya te estabas volviendo loca, que imaginaste haber escuchado su voz murmurando tu nombre. Pero al girar, decidiendo regresar por el pequeño camino de ladrillos, tus ojos se congelaron en la persona que estaba detrás de ti.

El joven de mirada verdosa se encontraba de pie ahí, a unos metros de distancia, llevando unas bolsas oscuras bajo sus bonitos ojos y viéndose más delgado de lo habitual.

Aún no sabías que a él lo asesinaban repetidas veces al día para estudiar su cuerpo mientras se regeneraba.

No dudaron en apresurarse en cerrar el espacio que los separaba y refugiarse en los brazos del otro.

Al abrazarlo, un cosquilleo viajó por tu piel, pudiste sentir el miedo y el afecto, peleando por dominar. Lo estrechaste más fuerte, demostrándole en silencio que también lo habías extrañado.

—Oh, Dios mío. ¿Estás bien? —se separó, dándote un rápido escaneo para comprobar que no tuvieras alguna herida grave, al asegurarse, te abrazó de nuevo— Han sido cuatro largos meses. —murmuró en tu cabello, sujetándote firme contra su cuerpo.

—Quiero que todo esto acabe de una vez. Ya no lo soporto. —sollozaste, sin poder contenerte más, ocultando tu rostro en el pecho del mayor y escuchaste su corazón latir con rapidez.

—Mírame —suavemente sostuvo tu rostro, acariciando tus mejillas con sus pulgares—. Hemos salido de tanta mierda y esta no será la excepción. Sé que estaremos bien. Todos —trató de sonreír seguro. Sus ojos brillaban a causa de las lágrimas que empezaban a acumularse—. Y cuando salgamos de aquí no dejaré que saques un pie de la cama.

Soltaste una risa quebrada y unieron sus labios en un breve y tierno beso, al separarse apoyaste tu frente en la de tu novio. Ambos cerraron los ojos, disfrutando la reconfortante calidez que extrañaban del contrario.

Cuando estaban por animarse y decirse por primera vez que se amaban, los médicos los separaron. Se resistieron provocando que les inyectaran sedantes y los encerraran en las cuatro paredes que hacían llamar habitaciones.

La primera en fallecer fue Kelly, su mente no soportó los estudios, todos esos rayos perforándola continuamente.

A Curtis lo vivían sedando para que no tuviera lugar a utilizar su poder. Lo trasladaban en una silla de ruedas.

Durante el tiempo que rogabas a que apareciera el de ojos celestes o el chico enmascarado a que los salven, el primero, usando su poder de invisibilidad, había entrado al sitio que desde un principio desconfiaba y fue capturado, manteniéndolo encerrado y con alta vigilancia.

El segundo en irse de entre los vivos fue él y le siguió Alisha.

Luego supiste que Nathan había quedado en coma vegetativo.

Al año de estar en aquel sitio, padeciendo, también partiste.

Nunca sabrás si lograron salvarse de esa pesadilla.

Nunca sabrás si regresaste junto a aquellos jóvenes delincuentes, que se habían convertido en tus amigos.

Nunca sabrás si volviste a ver a tu chico de pelo rizado.

Nunca sabrás si volviste a ver a tu chico de pelo rizado

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Creo que es un poco sad, espero que les haya gustado.✌︎

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 | Robert SheehanWhere stories live. Discover now