1.- Las pastillas de Ziprasidona son sumamente esenciales. Mínimo 3 al día para calmar sus fuertes alucinaciones.

2.- Styles escogerá con quién charlar. No se le puede obligar a expresar palabra con alguien que no sea de su agrado, ya sea paciente o enfermero.

3.- Necesitan un traductor alemán.

4.- Nunca se le dejará solo por más de 6 horas para evitar cualquier percance.

5.- Sólo puede estar acompañado de su persona cuando esté al aire libre.

6.- Cuando delire jamás se le debe de tomar en cuenta. Sus alucinaciones lo hacen decir cosas sin sentido.

7.- Harry decidirá quién estará a su cargo. Esa se convertirá en SU persona dentro del establecimiento y deberá de estar para él cuando lo necesite.

8.- Agresiones físicas totalmente permitidas en caso de ser necesarias.

9.- Nunca mencionar el nombre de su hermana cuando él esté presente y jamás llamarlo por su apellido. Harry o Edward son las únicas opciones para llamarlo.

Espero que no encontremos percances con mi hijo, cualquier cosa que necesite puede contactar a mi asistente, el señor Malik, el cual estará al tanto de las noticias de Harry.

- Bernd Styles.


Louis intentaba contener la risa para no despertar a su esposa. Le parecía absurdo todo lo que leía ¿Traductor alemán? ¿Ziprasidona? ¿Agresiones? Simplemente no podía hacerle caso a tan estúpida carta. La dobló con cuidado y la volvió a meter en el sobre para dejarla en su mesa de noche y acurrucarse con su esposa para quedarse profundamente dormido.


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Las camas en el hospital eran más cómodas que en su antigua habitación del manicomio, aún así el estar en un lugar nuevo, diferente y sin duda algo aterrador no dejó dormir a Harry. Intentaba cerrar sus ojos, pensar que no se encontraba ahí, que estaba en el patio de su antigua casa, tomando té con Gemma, jugando con ella, contándole anécdotas de sus lujosos viajes. Quería volver a ser el Harry de antes, pero ese ya no existía, él sólo era un caparazón de lo que alguna vez logró ser. Ahora todo el que lo mirara lo recordaba con odio, ira, terror. Él se encontraba en posición fetal, con sus ojos bien cerrados y la respiración más fuerte que siempre. No le habían dado su medicamento aún.

- Harry, ¿Por qué lo hiciste? - la voz había vuelto. Harry colocó sus duras y rasposas manos en sus oídos para dejar de escucharla, pero ese sonido no se encontraba en el exterior, estaba en su cabeza - ¿Por qué no me ayudaste?

- ¡No, no, no! - las lágrimas regresaron. Eran gruesas, quemaban con el tacto con su piel - ¡Verpiss dich! - abrió los ojos, volteó a la puerta y la vio. Estaba ahí, parada, con el vestido azul con el cuál él se despidió de ella tres años atrás. A su mente le encantaba joderle la vida a Harry, regresando al día en que su vida se arruinó, viendo una y otra vez la muerte de su hermana. El rizado comenzó a mecerse en la misma cama mientras evitaba ver a Gemma parada justo a su lado, mirándolo con tristeza. Sus ojos color miel se clavaban en Harry, haciendo que él se estremeciera, pero cuando sintió un leve rayo de sol entrar a su habitación, la chica se esfumó, dejándolo solo.

Harry se levantó con lentitud de su cama, se tronó el cuello con sus ojos cerrados y se acercó a la puerta para ver si había alguien que pudiese darle su medicamento. Abrió la ventanilla de su puerta y asomó levemente la cabeza, dejando sobresalir un par de mechones de cabello; volteó a todos lados y vio al mismo hombre que lo recibió en su llegada. No lo quería a él, pero era el único presente, caminaba con lentitud, probablemente esperando a que se despertaran los demás - ¿Cómo te llamas? - preguntó con su voz rasposa, lenta y arrastrada. Liam volteó enseguida, quedando estático por el llamado de Styles, pero aún así se acercó a él mientras tragaba saliva.

9 REGLAS (L. S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora