1. Novia a la fuga

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Hola. Soy Vania y les voy a contar la historia de cómo salí huyendo de mi boda tras haber descubierto algo turbio a cerca de mi ex-futuro esposo. Pónganse cómodos.

♡♡♡


Desde siempre fui una loca obsesionada con las bodas. Deseaba poder llevar un vestido de novia como los que plancho todos los días para otras mujeres que tuvieron la suerte de encontrar al amor de su vida.

Deseaba caminar serenamente con un ramo de flores hacia el altar en donde estuviera mi príncipe esperándome ansioso por unirnos en sagrado matrimonio. Deseaba poder decir algún día sí, quiero casarme contigo y no un sí, puedo planchar ese vestido, como en esos momentos.

Sufría mucho viendo a otras mujeres probarse los vestidos que yo planchaba -y me probaba en secreto- cada día. Se veían tan ilusionadas y felices haciendo algo tan simple... que me daban ganas de estar en el lugar de ellas.

~>Plancha eso, querida, dobla los demás y después puedes colocarlos en sus respectivos lugares o en el almacén. Y no te olvides de cerrar bien la puerta y entregarle la llave al guardia antes de irte.

Eso era lo que me había dicho Camilo, mi jefe, antes de irse igual que todos los días. Se había convertido en una canción para mí, sin embargo, ese día me llevé la llave a casa por accidente y tuve que regresar a la tienda lo más pronto posible para entregarle la llave al guardia.

Cogí un taxi pero me tuve que bajar a una manzana de la tienda porque el coche fue bloqueado por una cantidad de vehículos.

Corrí chocando con todo tipo de persona situada en esa calle y empezó a faltarme el aire. Agarré mis dos rodillas inclinada intentando recuperar el ritmo de mi respiración pero no lo conseguí ya que casi fui atropellada por un coche negro cuyo conductor parecía sacado de una película de Hollywood.

~> ¿Está loca o es que está loca?

Me gritó aquel hombre moreno con una cara y cuerpo que parecían haber sido esculpidos por los mismísimos dioses. Lo primero que quise decir una vez se acercó a mi para escupirme lo loca que era por detenerme en plena carretera, fue un cásate conmigo.

Pero no lo hice, no quería espantarlo. En su lugar hice algo más inteligente: fingí un desmayo solo para que me acune con sus  brazos, y lo hizo. Esa técnica nunca falla.

~> ¡Oh, cielos! ¡Respire señorita!

Estaba agitado. En sus brazos pude examinarlo mejor con un ojo medio abierto. Barba bien afeitada, dientes limpios, olor corporal aceptable, aliento cálido y aceptable, nuez bien posicionada, ojos negros-aunque los prefiero grises- y ropa bien planchada. Listo. Tenía que hacer algo.

~> La voy a llevar a un hospital.

~> ¡No!

Grité rápidamente y luego volví a mi estado de falso desmayo.

~> ¿Por qué?

Tenía que pensar algo, algo muy  inteligente si quería seguir en sus brazos así que puse mi cerebro en marcha y dije lo más inteligente que se me ocurrió.

~> Porque yo...yo soy alérgica a los hospitales.

El joven lanzó un gran ¿QUÉ ? que me hizo brincar un poco. Sí, ¿qué?
Tenía que dar de baja a mi cerebro porque en mis 25 años de vida no había hecho mucho que digamos.

Le pedí que me llevara a mi casa olvidando el tema de la llave, el chico quiso negarse pero fingí ceguera y aumenté el nivel del drama que me estaba montando sola. Al final tuvo que aceptar llevarme a casa en su coche.

Historias corrientesWhere stories live. Discover now