Capítulo uno.

9.5K 472 10
                                    

Miré, tensa, el duelo de miradas. Mi hermano repasaba a Aria con desconfianza y dolor, pero por más que intentaba sonsacarle el por qué de su comportamiento, nada me decía. Llevaba meses intentándolo, pero no conseguía nada y eso me frustraba.

Aria, por el contrario, sufría por sus cambios de humor. ¿Por qué mi hermano se comportaba así con ella?

Yo sabía que él la quería con locura, y ella a él también, pero... Entonces, ¿Cuál era el problema?

-¡Papi, bidujo! -dijo mi adorable sobrino cuando mi hermano lo cogió en brazos.

Pude notar el cambio de su mirada al mirar a su hijo, ahora sus ojos azules, idénticos a los de su hijo, brillaban con alegría y amor.

-Es precioso, hijo -dijo él acercándose y cogiendo el papel que Aria le ofrecía. Ni siquiera la miró.

A Aria se le humedecieron los ojos, pero agachó la cabeza y yo apreté su mano.

Atravesé a mi inepto hermano con la mirada mientras él alababa el trabajo de Alexander.

Abrí la boca cuando no aguanté la tensión, pero antes de decir nada mi móvil sonó.

Miré la pantalla y al instante me alteré. La pantalla brillaba, con el nombre de Brandon en ella.

Me levanté de sofá como si tuviese un resorte y me alejé de Aria hasta el pasillo, donde contesté.

-¿Sí? -intenté que mi voz sonara indiferente, pero no lo conseguí.

-Phoebe...-su ronca voz me hizo estremecer.

Recordé todo lo que habíamos hecho anoche y me humedecí. Estúpido Brandon.

Desde hacía dos años, cuando salí por fin de aquella desastrosa relación con Damián, había empezado a tener relaciones con Brandon. Sabía que estaba mal, porque él quería algo que yo ya no podía darle.

¿Cómo empezar una relación con una persona, después de darme cuenta de lo dolorosas que eran?

No, nunca más. Jamás volvería a caer en algo así.

-¿Qué? -le solté casi sin respiración. Odiaba que mi cuerpo respondiese así a él.

Escuché su risa y maldije.

-¿Quieres cenar conmigo? -la promesa de algo bueno estaba claramente escrita en esa propuesta.

Miré hacia el interior del salón para asegurarme de que Ted no andaba cerca y me mordí el labio antes de decir:

-¿A que hora?

* * * * * * *

Ver a mi hijo entre los brazos de su padre me llenaba de alegría, pero eran las frías miradas de Ted las que me dolían.

¿Por qué me hacía esto? ¿Por qué me pidió matrimonio si no me quería?

Ahora pude entender cómo se sentía mi madre cuando se dio cuenta de que estaba enlazada a alguien al cual no quería.

Aunque la diferencia era que yo sí le quería. Le quería con todo mi corazón, pero no podría aguantar más esto. ¿Cuántos meses llevaban así?

No podía recordarlo, y eso me dolía todavía más. Lo único que quería era que todo fuese como al principio...

Cerré los ojos cuando se me llenaron de lágrimas y agaché la cabeza. Esto me estaba destruyendo.

-Aria, Ted -Phoebe apareció por la puerta, guardándose el teléfono con las mejillas sonrojadas-. Me voy ya... He quedado para cenar.

Sentí una presión en el pecho y maldije interiormente. Si nos quedábamos solos, acabaríamos discutiendo por cualquier tontería, pero tampoco podía obligarla a quedarse, así que me levanté con la sonrisa que había perfeccionado para que no se notase mi estado de ánimo y le di un beso en la mejilla.

-Que te lo pases muy bien, Phoebe.

Phoebe miró a su hermano y levantó una ceja. Él la miró del mismo modo, a la vez que sostenía a Alexander.

- Espero que tú también, Aria...

Su susurro frío me hizo estremecer. Era como ver a dos Christian peleándose con la mirada, con la excepción de que uno de ellos tenía los ojos azules.

Phoebe se acercó a su hermano y se despidió de Alexander con un beso en la frente.

-Adiós mi bebé Grey. Te quiero.

Y sin despedirse de su hermano, salió de la habitación, dejándome a merced de Ted.

Me crucé de brazos y le miré fijamente. Sentí unos celos insanos recorriéndome el cuerpo cuando vi su pelo desordenado.

Sabía que no debía desconfiar de él, pero las palabras salieron de mi boca antes de que pudiese evitarlas:

-¿Dónde has estado? -mi susurro hizo que me mirase.

-No te importa, Aria. No he hecho nada de lo que me vaya a arrepentir -su voz fría y dolida me hizo doler a mí.

Se me humedecieron los ojos de nuevo, y por primera vez en años recordé la enorme utilidad de las pastillas. ¿Dónde podría conseguirlas?

-Espero que con el tiempo no lo hagas...-susurré con la voz rota.

Mi príncipe me miró con sus preciosos ojos azules y estiró los brazos hacía mí, llamándome.

-¿Mami está triste? ¡Mami quiere un abazo! Me acerqué a Ted, y sentí mi corazón palpitar con fuerza. Acogí a mi hijo en brazos; me rodeó el cuello con sus pequeños brazos y me sonrió, dándome un beso en la mejilla. Su abrazo me sanó más que ninguna otra cosa, y me dio las fuerzas para clavar mis ojos en el rostro de su padre.

Me sorprendió el ver su expresión ente feliz y dolida, pero a la vez me enfureció. ¿De qué debía él estar triste? ¿De tratarme así sin motivo?

-Esta noche dormiré con Alexander... Theodore.

Mi voz sonó fría, pero supe que él vio mis ojos húmedos. Bueno, qué más daba. ¡Me dolía, claro que podía llorar por ello!

Sin esperar a su respuesta, salí de la habitación sin mirarlo ni una vez más.

No podría soportarlo sin llorar.

Una luz para cada sombra. [Segunda temporada de Theodore Grey.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora