Capítulo veintidós.

6.4K 343 20
                                    

Bebí de un trago lo que quedaba en el vaso. Miré a mi padre, que estaba intentando animar a Ted de alguna forma.
Sentí un miedo helado recorriéndome cuando imaginé lo que le podría estar pasando a mi joven sobrino. ¿Quién querría hacerle daño a alguien tan inocente como él?
A pesar de que no tenía ninguna prueba, la imagen de Alexia, tan altanera y fría como siempre, apareció en mi mente.
Apreté los labios en una fina línea y sentí una furia fría recorriendo mi cuerpo. Como Alexia tuviese algo que ver con esto, lamentaría el día en el que decidió acercarse a mi familia.
De pronto, en medio de mi soñadora venganza, sentí una cálida mano sobre mi rodilla.
Levanté la mirada sorprendida y me quedé muda ante el brillo de esos ojos verdes que me tenían hechizada.
-¿Sabes que cuando te preocupas o te enfadas, frunces los labios de una manera muy adorable? -Dijo él con una leve sonrisa-. Ahora mismo lo estás haciendo, pero... ¿Estás enfadada o preocupada?
Yo parpadeé, sonrojada porque me conociera tan bien, y me obligué a cambiar mi expresión.
-Quizá un poco de ambas... -sonreí tristemente y sin quererlo, se me llenaron los ojos de lágrimas-. Aunque la preocupación gana, sin duda...-cerré los ojos cuando sus yemas me apartaron las lágrimas de éstos-. Joder, Brandon, estoy aterrada...
Él, sin decir nada, me atrajo hacia él y me abrazó con fuerza. Sentí sus labios en mi cabeza.
-Tranquila, Phoebe. Ahora tenemos que ser fuertes... Pronto tendrán un retrato de ese hombre y antes de que nos demos cuenta, Alexander estará de vuelta, sano y salvo.
A pesar del miedo que sentía, sus palabras consiguieron calmarme. Refugiándome en sus brazos, le susurré:
-Te quiero... Te quiero...-hundí mi cara en su cuello, sintiendo su corazón latir con rapidez.
Él, con voz ronca, me respondió con mis mismas palabras. A pesar de la situación, él conseguía lo que nadie podía en estos momentos: calmarme.
De pronto, oímos abrirse la puerta del despacho, y al instante mi hermano, junto a mi padre, se posicionaron delante del inspector que acababa de salir.
El hombre, de avanzada edad y rictus serio, dijo las palabras que llevábamos horas deseando oír:
-Ya lo tenemos, Sr. Grey.
* * * * * * *
Rechacé, por quinta vez, la comida que Anastasia me ofrecía. No tenía ganas de nada, ni de comer, ni de dormir, ni siquiera quería gritar.
Lo único que deseaba, por lo que rezaba, era para que mi hijo volviese a mí.
Imágenes tortuosas de lo que le podría estar pasando inundaron mi mente, y se me llenaron los ojos de lágrimas.
De pronto sentí un toque amable, cariñoso y maternal, recorriendo mi espalda. Segundos después, la voz suave de Anastasia me llegó desde lo lejos, entrando en mi estado de semi-inconsciencia.
Con palabras suaves, me ayudó a entrar al baño, donde la bañera de su habitación rebosaba.
Con delicadeza, me desvistió mientras lloraba y me sumergió en la bañera.
Sin ser consiente de mi desnudez, sentí sus manos lavando mi pelo con esmero. Mis lágrimas caían, fundiéndose con el agua de la bañera mientras me aclaraba el pelo.
Sentía un profundo dolor en el pecho y en la cabeza. La imagen de Alex aparecía a cada instante en mi cabeza, y me hacía preguntarme por su estado. Por favor, que estuviese bien...
Media hora después estaba sentada en la cama, con un camisón de seda y con Anastasia secándome el pelo.
Cuando acabó, se sentó a mi lado y me abrazó, susurrándome palabras de apoyo.
De pronto, el teléfono de Anastasia sonó por toda la habitación, sobresaltandonos.
Ella lo cogió e intercambió varias palabras con Christian.
Minutos después colgó, y parecía nerviosa cuando me dijo:
-Han retratado al hombre que entretuvo a Marlene... Pero...
Me erguí al instante, sintiendo como si acabase de despertar de un profundo y largo sueño. Mi corazón latía con fuerza y rapidez, mientras que mi respiración se quedaba atascada en mi garganta.
-¿Qué ocurre, Anastasia? -mi voz sonaba ronca, pero casi me sorprendí al oír mi tono desesperado.
Ella se mordió el labio y me miró con sus ojos azules.
-El hombre es... Daniel dice que es... Michael...-la incredulidad me inundó-, pero Christian también lo ha identificado. Es el hijo de Elena, Aria. Michael es el hermano de Alexia.
En ese instante, lo vi todo rojo. Sin ser consciente de lo que hacía, me cambié rápidamente bajo la mirada casi desesperada de Anastasia.
-¡¿Qué vas a hacer, Aria?! -me preguntó ella mientras me ponía las botas.
Me levanté y cogí las llaves de su coche sin hacerle caso. Cogí mi móvil que estaba apagado y antes de irme, me paré en la puerta y clavé la mirada en Anastasia.
-Voy a buscar a mi hijo... Y voy a romperle la cara a esa rubia oxigenada.

Una luz para cada sombra. [Segunda temporada de Theodore Grey.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora