Capítulo 6

2.7K 198 21
                                    


Leilany Silver

Parece ser que todas las ideas que tenía en mente acerca de todos los allí presentes eran erróneas.

La cena fue lo suficientemente agradable, la típica cena entre amigos.

El ambiente no era pesado, ni siquiera lo fue cuando mencioné que me dedicaba al periodismo. Únicamente se lanzaron un par de miradas, nada de lo que deba preocuparme.

—Gracias por asistir. — dijo Fiamma en mi dirección cuando ya todos estábamos fuera del restaurante, una vez que la velada había terminado.

—No es necesario que agradezcas por algo como esto.

—Oh, créeme que si... No hay Dios que soporte a estos cinco juntos.— dice poniendo los ojos en blanco.

—Ella parece hacerlo. — murmuro dirigiendo la mirada a la prometida del Magnate Vélez, quien sonría de oreja a oreja mientras él conversaba con el Magnate Camacho.

—No te dejas engañar, ella es una buena actriz. — dice negando con la cabeza—. No me malinterpretes pero... No creo que su matrimonio dure demasiado.

—No soy quien para juzgar. — digo rápidamente, porque verdaderamente no lo era.

Fiamma entrecierra los ojos mirando a esta, o más bien analizándola. No me queda otro remedio que hacer lo mismo.

Una de sus manos se posa en la espalda baja del Magnate y este es rápido en mirarla, se notaba que estaba pendiente de ella. Tras murmurar un par de cosas entre ellos, volvió su rostro para clavar su penetrante mirada en nosotras.

Mierda.

Inmediatamente me tenso, haciéndome pequeña cuando él no desvía la mirada. Estoy sintiendo pánico, Fiamma está de lo más natural e incluso sonriendo.

—Mirar no es delito, no te incomodes.— dice ella mientras me guiña un ojo—. Además, eres de las mías.

No estoy entendiendo.

Antes de que pueda decir algo al respecto aparece Joel, la abraza por la cintura y se sonríen con ese divina complicidad que todos amarían tener con alguien.

—Bueno, preciosa... Creo que es hora de volver a casa. — escucho la voz de Erick a mis espaldas.

No te alteres solo porque te haya llamado preciosa, contrólate.

—Yo también lo creo, se nos hizo tarde. — digo mirándolo, sus ojos son incluso más profundos en la noche y hace que los quieras mirar por un tiempo indefinido.

No tardamos demasiado en despedirnos de todos. Por mi parte podría ser la primera y última vez que los veía, jamás imaginé tener esa suerte.

—¿Es cosa mía o estás muy pensativa?

—Es cosa tuya. — respondo rápidamente, no era del todo cierto pero no estaba dispuesta a compartir mis pensamientos con él.

Se limita a asentir y quedarse en silencio, al menos hasta que estaciona el auto frente a mi casa.

—No vas a salir hasta que me cuentes que tiene enredada tu mente.

—Mi mente está enredada con asuntos para nada importantes.

—Leilany, sé que estuviste hablando con Fiamma y eso me hace creer que te incrementó muchas dudas.

Confirmo.

La prometida de Christopher estaba siendo dueña de mis pensamientos, por lo poco que pude psicoanalizarla me di cuenta de sus expresiones, gestos y actitud.

Algo no cuadraba y Fiamma pensaba lo mismo... En realidad, Fiamma sabía cosas pero prefería mantenerlas en silencio, tal vez por eso tiene mala relación con ella.


—¿A qué se dedica la prometida del Magnate Vélez? — cuestiono mientras mis dedos juegan nerviosos en mi regazo.

Veo como toma una respiración antes de que sus labios se abran para hablar.


—Verdaderamente no se dedica a nada, su padre era un gran empresario y supongo que eso afectó a su ámbito social.

—¿Su matrimonio es real o simplemente se trata de algo pactado para beneficiarse más tarde?

—¿Tengo que responderte a ti siendo tú o a ti siendo periodista? — cuestiona sarcástico—. No es un tema que me incumbe, es su vida y por lo tanto yo no tengo que meterme en medio de eso.

Genial, ahora está enojado.

Eso me pasa por ser tan así...

—Lo lamento, yo...

—Es jodidamente real, Leilany. — espetó—. Pero tú no vas a sacar esta información a la luz o sino me encargaré de sacarte a ti tu trabajo, por muy jodido que suene.

Oh no, no empecemos con las amenazas...

Este hombre es capaz de eso y de más así que tengo que tener cuidado con lo que diga a partir de ahora.

—Yo no diré nada. — escupo—. De todos modos, gracias por la confianza.

Salgo del auto antes de que lamente haber usado ese tono de voz con él y rápidamente me adentro en casa.

No pasa como en las películas románticas que pasan por Antena 3, él no se mira arrepentido, él no se disculpa, él no corre detrás de mi buscando mi perdón...

Aunque realmente no tendría porqué pasar, al fin y al cabo yo fui la que se interesó por el tema aún sabiendo que esto terminaría mal.

La he cagado, me metí tal vez demasiado en asuntos personales de uno de sus mejores amigos, supuse cosas muy feas y terminé gritándole a la cara.

Definitivamente, estoy jodida.

Tal y como él había dicho, podría sacarme el trabajo con solo chasquear los dedos. Pero no solo eso sino que también podría hacer que nunca en mi vida volviera a trabajar como periodista.

Y así es como está la sociedad cuando los grandes empresarios tienen el poder absoluto... Aunque no veía a Erick capaz de hacerme algo como eso, ¿o si?


Magnate Colón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora