Último capítulo.

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Algunos le dicen a esto derramar el corazón, Momo prefiere llamarle lanzarse a la batalla.

La parte sencilla del plan fue pedirle a Jirou un tiempo para hablar en privado, es razonable que ella aceptará aún si no fuese por puro gusto, después de todo aún mantiene su postura enfadada e indignada. Pero Yaomomo de igual manera agradece la paciencia y la oportunidad aunque sus agradecimientos fueran recibidos de forma incómodamente seca.

Finalmente aquí, se siente con el cuerpo pesado, en su imaginación la armadura que porta es la que pesa y no el miedo posándose sobre ella, sus manos sudan pero se convence que no son por los nervios sino porque el arma que sostiene es grande y necesita de mucha fuerza para cargar con ella. Jirou se ve como una guerrera con todo su ejército detrás y el poder de mil dragones a su lado.

Pero Momo no le tiene miedo. Y esta vez no es su imaginación ayudándola.

Por supuesto que su miedo está sobre sus propias acciones, las palabras que espera poder soltar y lo que esta confesión significa para su propia vida y su propia forma de verse. Pero no le tiene miedo a lo que ella puede decir, a como pueda reaccionar, se trata de Jirou después de todo, no es otra persona, es solo la chica ruda y dulce de quién se volvió amiga en su primer año en UA. Una futura gran heroína.

-No quise herirte pero lo hice -comienza -, y mis razones fueron tontas. Lo siento. Lo siento mucho.

Las disculpas eran parte fundamental para llegar a la parte difícil del plan que formó. Eran algo que debía expresar para poder estar tranquila consigo misma, no podría vivir en paz sin haberse disculpado apropiadamente sin importar el resultado al final de esta locura. Sus acciones no fueron las mejores toca aceptarlo, sabe que no se sentiría bien pensar que la persona a la que consideras tu amiga en realidad siente asco de tí. Y vaya que lo comprende ella.

-¿Me dirás qué te sucede? -Es Jirou quien se digna a ir por el camino directamente, sin tantas vueltas.

-Eso planeo...

Momo la ve, está lista para derramar el corazón, o más bien dicho lanzarse a la batalla.
Este es el día que ha estado esperando, tiene la valentía latiendo en su pecho y no está dispuesta a echarse para atrás.
Una vez que suelte las palabras no sabe qué esperar pero lo recibirá y aceptará lo que sea que le fuera dado, sea un recuerdo amargo más o uno dulce, y de nuevo no tiene miedo porque confía en Jirou, se convence de que aunque esto no resulte de la mejor manera tampoco acabara de la peor.

Respira profundo, un último aliento antes de ir con todo.

-La verdad es que me parecía más sencillo alejarte que... - vamos, vamos, ¡dilo! -. Aceptar que me había enamorado de tí.

Yaomomo por un segundo se pregunta si ha pisado alguna mina, si todo estallara de repente y si será la muerte quien la reciba cuando abra los ojos.

Entonces, su imaginación muere, se desvanece y la trae a la realidad, su bonita habitación con la persona a la que ama enfrente. Mirándola sorprendida. Luego confundida y Momo ya no quiere ver. Su mejilla cosquillea y por un momento cree estar recordando aquel momento, pero no hay humedad ni el sonido asqueroso que se realiza al escupir. En cambio, se siente como la tibia mano de Kyoka.

Yaomomo abre lo ojos de nuevo y la ve sonreír como si no tuviera fuerzas y esto representara una despedida. Con uno de los toques más gentiles que alguna vez sintió.

-Eres tonta, Yaomomo.

La primera lágrima se deliza caliente por la mejilla de Yaomomo y luego le sigue otra, y luego otra y otra, de repente sus mejillas están completamente húmedas debido al llanto silencioso, su mentón tiembla y solo alcanza a ver borroso.
El pecho le duele mientras el aire llega a sus pulmones.

El sabor de la victoria [MomoJirou]Where stories live. Discover now