—Encontraremos otra solución Mijaíl, confía en que lo haremos... ya se solucionó hace veintisiete años y puede volver a hacerlo. Sabíamos que existía este riesgo y lo asumimos —aseguró mamá.

—En veintisiete años no hemos hallado ninguna solución y comienzo a perder la esperanza de lograrlo ahora que todo se está desmoronando. ¿Qué futuro le espera a nuestros hijos cuando no quede nada? Solo es cuestión de tiempo que se desate una rebelión contra el califato...

«¡Oh dios mío!» exclamé en mis adentros.

Aquello desde luego era mucho peor de lo que pensaba. No era una situación pasajera, sino que suponía la destrucción total de mi familia tal y como la conocía, pero no entendía a que demonios se referían mis padres cuando hablaban de que me sacrificara, ¿Qué tendría que ver yo en todo aquello?, ¿Qué podría hacer yo para salvar la situación?

—¿Espiando a escondidas hermanita? —preguntó mi hermano mayor Hassan.

—Yo no espío —susurré—. Solo trato de averiguar que está pasando realmente y porqué no me cuentan nada.

Hassan tenía ocho años más que yo, a sus veintiséis años era el príncipe heredero, futuro sucesor de mi padre y por ende, suponía que él si estaba informado de la situación.

—Pasa que es muy probable que pronto tengamos que abandonar Dubái porque dejará de ser un lugar seguro para nosotros. Esto solo acaba de empezar y se prevé que sea mucho peor de lo esperado.

Efectivamente él estaba informado, ¿Y por qué a mi no me contaban nada?

—¿Tan grave es?, ¿No hay solución? No es que entienda de derecho, pero seguro que existe alguna cláusula por la que se pueda impugnar esa herencia o algo así.

Mi hermano mayor me observó detenidamente y suspiró mientras cruzaba los brazos.

—Prometí a padre que no te contaría esto, pero dadas las circunstancias creo que debes saberlo, ya tienes dieciocho años y es conveniente que estés al tanto —mencionó cogiéndome del brazo y arrastrándome hacia una de las salas vacías como si tuviera la intención de que nadie nos escuchase—. Padre intentó solucionar hace años esta situación casándose con la madre de D'Angelo, la prima Jasmine... de ese modo los Rashid recuperarían la herencia familiar y aquel parecía ser el único modo de que fuese legal, solo que ella contrajo matrimonio antes de cumplir los veintiún años y en lugar de poder reclamar dicha herencia, esta pasaría directamente a ser de su hijo; Alexander D'Angelo.

—¿Papá intentó casarse con la mejor amiga de mamá? —exclamé atónita.

—Si —afirmó—. La familia le presionó para que se sacrificara por el bien del país.

No lo podía creer... no me imaginaba a mi padre casado con la mejor amiga de mi madre que al mismo tiempo era su prima, es más, no me imaginaba a mi padre enamorado de otra mujer que no fuese mamá.

—¿Hay algún secreto familiar más que yo no sepa? —pregunté aún estupefacta por conocer aquella información.

—No que yo sea consciente —aseguró—, pero es un secreto a voces que una solución para que esta situación se detenga sea que Alexander D'Angelo y tú contraigáis matrimonio, de esa forma la herencia volvería a la familia.

Qué, ¿Que? No... definitivamente eso era una broma de muy mal gusto.

—No puedes hablar en serio —afirmé agrandando los ojos como si fueran a desencajarse de mis órbitas.

—Piénsalo un momento; ¿De verdad crees que en todos estos años no habrían solucionado esto antes de que explotase como lo ha hecho? Es evidente que por más abogados que han revisado esa maldita herencia, no hay otra solución.

Ahora entendía las palabras de mi madre hacía solo unos instantes. Comprendía el significado de "sacrificar a tu hija" perfectamente y por mucho que no quisiera aceptarlo, fui consciente de que yo era la única solución a todos los problemas de la familia.

—¿Sabe Alexander D'Angelo esto? —Necesitaba saber que opinaba él de todo aquello y era consciente de que mi hermano mayor tenía más relación con D'Angelo que yo, ya que habían ido a la misma universidad hacía unos años.

—D'Angelo no quiere tener nada que ver con todo este asunto, no le interesa la herencia... a él solo le importa su carrera y está centrado en su empresa.

Tenía que hacer algo. No podía sencillamente quedarme de brazos cruzados si yo podía suponer la solución a todos los problemas. Sabía que no sería fácil y desde luego iba a necesitar un cómplice en todo aquel asunto, pero así fuera lo último que hiciera; convencería a Alexander D'Angelo de que se casara conmigo, aunque aquello supusiera la pérdida de toda mi integridad, ya que odiaba a ese arrogante y estúpido niñato que hacía al menos siete años que no veía.

—Tengo que hablar con D'Angelo y tú me ayudarás a conseguirlo sin que mamá y papá lo sospechen —agudicé en voz mientras mi mente iba un paso por delante tratando de encontrar los argumentos precisos para convencer a ese petulante.

No podía permitir que mis padres se enterasen de lo que pretendía hacer porque sabía que les destrozaría el corazón que me sacrificara por ellos, que renunciara al amor cuando precisamente ellos no lo habían hecho, pero se trataba de una cuestión racional, de un sacrificio que estaba dispuesta a asumir. No tenía ni idea de como iba a reaccionar ese petimetre a mi propuesta, pero tenía claro que conseguiría a como diese lugar que aceptase.

 No tenía ni idea de como iba a reaccionar ese petimetre a mi propuesta, pero tenía claro que conseguiría a como diese lugar que aceptase

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
La Esencia de AzharWhere stories live. Discover now