XXXVI

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Hello flores!!!!! Estoy al fin de vuelta con esta historia, probablemente suba capítulos más cortos, pero más seguidos... así que no desesperéis, es que a veces no tengo el hueco de tiempo suficiente para alargarlos, podría juntarlos pero por alguna razón no me gusta ni me siento cómoda escribiendo de esa forma porque al final lo cambio todo y no acabo jamás... manías de una, que se le va a hacer!

Nos vemos mañana!

El vuelo en helicóptero me pareció aún más largo que la ida, quizá estábamos a la misma distancia, pero tal vez era la tensión lo que provocaba que me pareciera eterno hasta la llegada

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El vuelo en helicóptero me pareció aún más largo que la ida, quizá estábamos a la misma distancia, pero tal vez era la tensión lo que provocaba que me pareciera eterno hasta la llegada.

Seguramente, en cualquier otro momento habría deseado dilatar la llegada, pero por alguna razón inexplicable, aquella noche realmente lo deseaba.

Tal vez dentro de unos años evocaría ese recuerdo, reservándolo como algo lejano y distante, pero al menos quería que fuera emocionante y no como una etapa de mi vida que recordara con amargura cada vez que observara a la persona que surgiría fruto de aquello.

Eso si es que lograba quedarme embarazada, claro.

Aunque en esos momentos no pensaba precisamente en eso, sino en la candente pasión que Alexander provocaba en lo más profundo de mi cuerpo.

¿Estaba mal dejarme llevar por esos sentimientos?, ¿Por ese ardor?, ¿Hacía mal en ser presa de la lujuria?

Alexander trató de acogerme al bajar del helicoptero para que el viento de las aspas que estaba menguando no me hiciera tambalear por el tacón de mis zapatos y me pareció un gesto de lo más caballeroso viviendo de él. Ciertamente me había sorprendido su comportamiento desde que nos habíamos instalado en el barco, no parecía el mismo que había conocido todo este tiempo, aunque la verdad es que no le conocía en absoluto porque apenas habíamos compartido más allá de unos momentos.

Pero el Alexander egoísta, mimado, caprichoso y ensimismado que había creído que era parecía haber quedado a un lado en los últimos días, delante de mi tenía a alguien entregado, simpático, agradable e incluso podría admitir que con gestos galantes hacia mi parte.

Todavía sigo creyendo que son dos...

Mientras Alex avanzaba hacia lo que creí que sería nuestra habitación le hice detenerse en cuanto atravesábamos la zona de la piscina, recordando el jacuzzi en el que había intentado abalanzarse sobre mi la primera noche y huí despavorida pensando que sería incapaz de entregarme a él.

Que equivocada estaba al pensar que solo podría hacerlo estando enamorada...

Nunca habría imaginado que podría encontrar un placer similar solo por pura atracción física.

No amaba a Alexander y aunque él inspirase ciertas sensaciones nuevas que hasta ahora no había experimentado, estaba segura de que nunca podría enamorarme de alguien tan escéptico hacia el amor como él, pero ahora me daba cuenta de que amarle o no era indiferente para las vibraciones que despertaba en mi cuerpo.

Alexandre me miró confuso y entonces sonreí mientras le atraía hacia mi caminando de espaldas hasta que descubrió mis intenciones.

—¿Estás segura? —preguntó comenzando a quitarse la ropa importándole muy poco quien pudiera vernos.

Hasta hacía solo unas horas habría estado más preocupada por quien pudiera verme del personal que por disfrutar del momento, pero ahora me importaba todo un cuerno.

—Muy segura —contesté mientras retiraba el vestido que cubría mi piel dejando a la vista la ropa interior de encaje que llevaba puesta y me metía dentro del agua burbujeante que se mantenía cálida en todo momento.

Apenas había luces en el barco y Alexander apagó las del jacuzzi de forma que solo el manto de la noche estrellado nos acompañaba aquella noche.

Noté su peso entrando en el agua, el roce de su piel junto a la mía, nunca antes había estado tan atenta a cada caricia como aquella noche, ni tan receptiva al mismo tiempo que respondía con la misma intensidad que él lo hacía.

No sé si fue por mi participación recíproca o por la expectación de estar al aire libre, pero percibí su ardor más fuerte que nunca.

Los labios de Alexander recorrían mi piel provocando que gimiera sin cesar, acariciando su espalda, clavando mis uñas en sus hombros y entrelazando mis dedos en su cabello mientras obraba maravillas en mis pezones erectos.

Cuando sentí como se deslizaba a través de mi cuerpo grité de puro éxtasis. Tal vez no era una amante experta y me faltaba un mundo para alcanzar la experiencia de la mayoría de sus acompañantes nocturnas, pero me deje llevar por lo que exigía mi cuerpo y me coloqué sobre su regazo en un movimiento, provocando su absoluto desconcierto y comenzando a moverme sobre él buscando mi propio placer en lugar de el suyo.

Mi cuerpo se desinhibía, aquella era una Azhar desconocida incluso para mi misma, pero dueña de su cuerpo, de su deseo, del despertar de aquella pasión ahora nueva.

Y solo así supe darme cuenta de lo que era verdaderamente el éxtasis, del momento exacto en el que mi cuerpo abandono mi ser y explosionó en un sinfín de fragmentos de los que no supe si sería capaz de recomponer.

No fui consciente si grité, solo de que cerré los ojos y me dejé llevar por el orgasmo más increíble que probablemente experimentaría en toda mi existencia.

Y lo supe.

Supe cuando abrí los ojos que nunca podría olvidar a Alexander D'Angelo, que de una forma inexplicable él ya formaba parte del resto de mi vida.








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La Esencia de AzharDonde viven las historias. Descúbrelo ahora